Capítulo 12: La Cena Parte 3 final

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De manera casi prolongada, Leorio se mantuvo sumergido en un mar de pensamientos caóticos. La vida. Siempre quiso hacer lo correcto, quería ayudar a los demás mediante la medicina, que la gente no padeciera de la necesidad de un hospital que estaba fuera de su alcance. Qué los tratamientos, los medicamentos y más fueran totalmente gratis para que cada ser humano pueda ser atendido sin nada a cambio.

Jamás en su vida pensó en pedir nada a cambio de la salud de la gente. Le parecía una reverenda mierda cuando clínicas privadas e incluso hospitales del mismo gobierno, actuaban en ocasiones con gran negligencia, dándole prioridad solamente a la gente con dinero. La prueba de ello fue su amigo Pietro, no pudo hacer nada por ayudarlo y lo único que pudo hacer, fue llorarle su muerte hasta el cansancio. Comprendió que así es como es la realidad, si no eres alguien de prestigio o de renombre en este mundo... Si no naces en una cuna de oro, entonces la gente se encarga de tratarse como se debe, de tan solo pensar en ello le causaba rabia.

Nadie merecía ser dejado de lado, la salud es escencial para mantener la calidad de vida, poder tener más tiempos de apreciarla y disfrutarla como se debe. ¡Joder, claro que sí!. Pero ahí estaba de nuevo, una y otra vez, los prejuicios de la sociedad atacaban una y otra vez. Lo cierto es que nunca se considero alguien perfecto, creer que había alguien perfecto era ridículo por qué no es así, todos tenemos un maldito lado ruin en algún punto. Él solo... Solo era un humano, de carne y hueso. Se equivocaba como también solía acertar en algunas cosas, sentía, sufría y amaba, todas esas cosas.

Era muchas cosas, menos perfecto.

Por qué la perfección no existe, Leorio es un hombre, un doctor, un mortal. No un Dios.

Era bueno, si. Pero no el mejor.

¿Matarías por tú familia?...

Esa frase lo descolocó por completo, la verdad es que hará la fecha. No había atravesado por ningún tipo de escenario que lo lleve hasta ese punto; entrenó con los muchachos para pulir más sus habilidades y ser capaz de mantener una pelea decente contra un enemigo y no depender del resto, claro que no lo haría a drede, pelearía siempre en cuando se trate de salvar y proteger a alguien. Pero... Matar...

Derrotado, así se sintió.

No sabía que responder, por qué la oportunidad nunca se dio, pero si lo hiciera...

— ¿Lo ves? —escuchó decir a Kurapika con parsimonia— no encuentras una respuesta correcta ante ello, por qué no la has experimentado. Sufriste la pérdida de un amigo al igual que yo, Leorio. Pero no olvides que Pietro falleció a causa de una enfermedad y la falta de recursos económicos. No pereció por manos sanguinarias y crueles como en el caso de mi gente.

Al no tener una contestación de su parte Kurapika bajó la mirada.

— Lo lamento, pero esa es la verdad —suspira profundamente— eh logrado contactar con el tipo que debo capturar —cambió de tema para ventaja de ambos. El emisor volvió en sí— quedamos el lunes para encontrarnos. Busqué su perfil en la red oculta, le dije que estaba interesado en comprar mercancía, así que podré llevar a cabo el plan de captura.

—¿Planeas solo capturarlo, torturarlo y sacarle las palabras? — pronunció con desgano.

— Quiero que esto funcione, Leorio. Cómo dije, ya tengo algo pensado para un posible escenario de pelea, sin embargo. El que me lleve a su líder, es un trabajo extra aparte para obligarlo hacerlo

— De acuerdo, eso lo entiendo —bufó, acarició su propio cabello un tanto abrumado— no te preocupes, Kerim se quedará conmigo con gusto, aunque no podré estar todo el tiempo aquí. Recuerda que cerré la clínica y la única forma de que los pacientes se comuniquen conmigo es por teléfono y yo mismo acudiendo a sus casas si la situación se complica en algunos casos

— ... —Kurapika lo piensa detenidamente.

— No pongas esa cara de desconfianza —refuta el emisor— estaría con Narumi, no le sucederá nada con ella a su cuidado

— Está embarazada —señaló con obviedad el rubio.

—Ya lo sé, genio. Pero ella se molestaría mucho si la tomo como una persona frágil, no la dejo que haga esfuerzos por esa razón, pero cuidar de Kerim no requiere esfuerzo —argumentó— tu hijo es realmente capaz de hacer ciertas cosas por su cuenta sin necesidad que estemos pegados a él siempre. Quizá deberías ponerle más atención a ese detalle en especial

— ¿Que quieres decir? —habló el materializador con una voz demandante y preocupada a la vez.

— Wow, antes que nada, vete calmando —murmuró aburrido, el Kuruta puso sus ojos en blanco— Dios, ¡deja de pensar en cosas malas a la primera, cada cinco segundos! —exclamó agitando los brazos.

Una vena palpitante sobresalió del rubio— ¡Solo habla de una vez Leorio! —tomó aire para apaciguar sus sentidos— ¿Kerim te dijo algo?, ¿Está bien?.

Leorio ablandó su mirada— Si, está bien, lo que me refiero es que... Deberías poner en práctica el ser un apoyo más sólido para él —llevó su mano hacia su mentón— yo confío en que es un niño muy responsable y ese tipo de cosas; pero también me di cuenta que se preocupa mucho por ti —le dijo un poco serio— tal vez no te diste por enterado pero, Kerim quiere protegerte, quiere ser un hijo modelo para ti; quiere que la mayoría de acciones que él ejerce sean de tu agrado, que confíes en él lo suficiente como para darle la libertad de ser

La sorpresa se apoderó del rubio, su pequeño hijo...

— ¿Dices que Kerim quiere ser un hijo modelo para mí?

Leorio asintió.

— Y creo que se lleva una opinión errónea de ello, no es por alarmante. Pero si él crece con ese tipo de pensamientos, con el tiempo, Kerim sentirá que no es capaz de hacer nada bien —baja la mirada y sonríe de forma agria— lo sé, por qué...

Yo me siento así ...

De pronto, Kurapika entendió lo que Paladiknight intentaba decirle: No permitas que tú hijo se desprecie así mismo. Una de sus níveas manos cubrieron parte de su rostro ahora mortificado.

¿Su hijo se menosprecia?.

— Yo... Solo quiero lo mejor para él —dijo abatido— si le sucediera algo... Perdería la cabeza por completo, sé que no debería llevarlo conmigo tampoco a algunas misiones que tengo como estas. Pero, es que no confío en nadie para cuidarlo, nadie más podría hacerlo y si no lo tengo a mi lado... El sentimiento del peligro llega a mí, como un tornado arrasando con mi tranquilidad —mira a Leorio con dolor— no es que no confíe en mi hijo, Leorio. Amo a mi hijo, pero ya eh perdido muchas cosas antes, fue tan doloroso que si... Qué si vuelve a pasar, no creo que pue-... —las oraciones liberadas de si, fueron interrumpidas por los fuertes brazos del médico.

Ritmos cardíacos acelerados. Mejillas ruborizada e iría nuevamente rojizos.

Leorio lo estaba abrazando.

Por primera vez en años.

— Uno es idiota con sus hijos. Seguramente fallaré en algunas ocasiones también —habló en voz baja y reconfortante, cerró los ojos aún abrazo el más bajo— pero ningún padre es perfecto, solo... Demos lo mejor de nosotros siempre, después de todo. Ellos nos querrán para toda la vida, está bien que tengas esos pensamientos, pero recuerda en ver más allá del miedo —se separa de él, ambos se veían fijamente, el azabache tan pragmático como de costumbre. Rió un poco— Empecemos de cero

El contrario parpadeó varias veces.

— ¿Empezar de cero?, ¿A qué te refieres? —desvió su atención hacia su regazo, ya de por si estaba bastante avergonzado con el reciente abrazo inesperado por parte del emisor.

— Vamos, es obvio que los dos estamos hartos de convivir con esta tensión —rodó los ojos exasperado, Kurapika elevó sus orbes rojos que lentamente vuelven a gris— mi enojo hacia ti no se desvanece, ya te lo dije. Pero por otro lado, nunca dejamos por terminado nuestra amistad, la relación que tuvimos se fue prácticamente a la mierda, eso sí. Pero recuerda que para haber llegado a este punto, fue por qué empezamos por ser amigos

Un tanto disconforme, el Kuruta abrió sus labios para volver a cerrarlos— Leorio, ¿Cómo puedes pedirme eso?. ¿Eres consciente de ello?, ¿De verdad te estás oyendo a ti mismo? —aspiró profundo, los latidos de su corazón no cesaban, más bien. Aumentaban.

— ¿Quieres que sigamos así todo el tiempo? —arqueó la ceja— es cansado ¿sabes?, No me concentro lo suficiente, debo estar a la expectativa de tus futuras reacciones y demás. Hasta paso tiempo en vela por tu culpa, pequeño ingrato —chasqueó los dientes te sonrojándose por inercia, rememorando el sueño de la noche anterior.

Continuar peleando era algo que sin duda alguna ya los estaba arrebasando en lo que límites de tolerancia se refiere, la misión pendiente, velar por la seguridad de su hijo y volver a cruzar caminos con Leorio... Lidiar con este amor que nunca desapareció, solo provocaba revuelos y huracanes en su alma. Ambos necesitaban librarse de la hostilidad y las malas vivencias.

— Comprendo lo que dices —confirmó tomando la taza de té que ahora estaba un poco menos caliente, ignorando olímpicamente, el pequeño insulto— Sinceramente continuar con esta riña, causará el desgaste mental de los dos. Quiero tener la certeza de que lo que dices no logrará perturbarnos aún más, sigo lamentándome por el mal que causé. La vida no me alcanzará reivindicar mis errores —suspiró, sin embargo, un brillo inusual en sus orbes plateados se manifestó— con lo que me contaste recientemente sobre Kerim, descubrí que lo negligente que estoy siendo con él... Deseo remediar la mancha llena de pesadumbre que dejé atrás —contempló su vivida imagen recalcada en el líquido una vez más— pero, no sé por dónde empezar —confesó en un amago de sonrisa, afligido.

Entoces, vio un teléfono ser deslizado sobre la mesita central de la sala.

—¿Uh? —vio el aparato y luego al más alto.

— Empecemos con las dos pequeñas criaturas, ya adolescentes que nos robaron el corazón —le propuso, con una mueca divertida— seamos amigos, por el bien de todos, por el bien de nosotros.

Enternecido, después de tiempos, Kurapika liberó una pequeña y pura sonrisa, una sonrisa que sin que ambos lo notaran, acurrucó ambos corazones en la febriles y gentiles manos del cariño y nostalgia.

•••••

Mientras Leorio y Kurapika conversaban en la planta baja, en la sala. Kerim se encontraba con Narumi en el cuarto de la mini Paladiknight que aún estaba guardada en su vientre. Kerim admiraba la habitación, no era muy grande, pero tampoco pequeña. Era blanca, sin una sola gota de pintura, algunos muebles estaban apartados y envueltos en una capa grande de plástico.

—Bien querido, ¿que opinas de la habitación? —preguntó la mujer, entusiasmada.

— Es espacioso, y muy bonito —la observa, ladeando la cabeza— pero aún no han escogido un color, ¿cierto?

— Je je je ese es el tema, verás —se cruza de brazos, divertida— el morado es perfecto, sé que hay muchos colores que quedarían bien. Pero inicialmente Leorio y yo escogimos ese para la pequeña, no obstante, los tonos aún no me convencen, a ninguno de los dos. Estamos indecisos

—¿Puedo ver los tonos de colores por favor? —pidió amablemente, Narumi asintió y se giró hacia una gaveta. De ahí saco un cartoncillo largo de color blanco con tonos de rosa, se vuelve hacia el menor y se lo entrega. Kerim lo analiza minuciosamente— el color lila sería el indicado, si lo colocan en la mayoría de las paredes de la habitación, también podrían agregarle el verde lima pastel para tener un contraste más acertado. Quizá le pueden colocar algunas flores púrpuras o mariposas, los muebles blancos y el techo igual

Narumi extasiada con la respuesta asintió varias veces. Ese niño es bueno.

— Tienes un gran talento Kerim. Muchas gracias por la sugerencia, le diré a Leorio sobre esto —dijo admirando la pieza una vez más, luego regresa al el niño— serías un buen diseñador de interiores

El aludido se pone rojo al instante.

— ¿De-De verdad?

— ¡Por su puesto, querido!

Apenado, los cabellos rubios del menor caen por su rostro.

— Y por haberme ayudado en esto... Espérame aquí un momento —Sale de la habitación, vio de reojo la sala. Quizá su esposo ya esté agregando su situación con su amigo. Por un instante se puso seria, solo por esta vez dejaría sus interrogativas de lado, va al estudio por un libro de cuentos. De hecho, era la historia del saltamontes, sale del estudio para retornar a la pieza de su niña— listo, aquí tienes

— El cuento del Saltamontes, pero... —incrédulo la ve— ¿por qué...?

— Por favor, acepta esto ¿si?, Eres un niño especial y con gran talento. Puedo intuir que tú coeficiente intelectual es muy alto —le sonrió con dulzura— tus padres estarían muy orgullosos de ti

La última frase, dejó un tanto dudoso al menor. Desechó esos pensamientos, después de todo, el joven médico le dijo también que él era genial, le devolvió el gesto y tomó el libro entre sus pequeñas manos.

—Gracias, Narumi-San

—En cuanto llegues a tu casa, tu mamá los recibirá feliz. Quizá le cuentes sobre el texto

—Je, no lo creo. Me refiero a que nos reciba juntos

—¿Hum?, ¿Por qué dices eso?

—Ah... Pues, mis padres están divorciados desde mis cuatro años —respondió con total confianza y serenidad

Con estupor, Narumi parpadea varias veces.

Tratando de no sonar como un chismosa... Es que vamos, ella se había prometido dejar los interrogativos por esta vez, pero ese nuevo dato, no hizo más que arremeter contra ella de nuevo.

— ¿Por qué razón?, ¿No sé llevaban bien?

El rubio pequeño asintió.

— Ellos no son de discutir frente a mi, es más. Nunca los eh oído hacerlo, pero no es necesario que algo así pasase para darse cuenta que tus padres no son el uno para el otro —argumentó como si nada, abrazando su libro nuevo.

Así que Kurapika-San y su esposa están divorciados. ¿Pero qué tiene que ver con Leorio y su enemistad de años?. ¿Por qué razón Leorio nunca mencionó a Kurapika-San antes?. Será que... ¿Kurapika-San se casó con la prometida de Leorio?, ¿Había sido ella la persona con la que se iba a casar?. Las respuestas de Kerim, solo aumentaron las preguntas en su cabeza.

No, había algo más. 

En la cena de hace un momento, Leorio hablaba con soltura sobre el rubio y cuando el menor los comparó con su libro, reaccionaron de maneras muy abruptas y poco usuales, bueno esto más por su marido que por el rubio mayor. Ya que no lo conocía lo suficiente. Pero si le sumaba a las miradas previas que le didicaba a su esposo, unas entrañables y anhelantes, buscando algo... ¿Buscar que?.

¿Perdón?

Si, pero ese perdón albergaba más sentimientos que solo lamentos y tristeza. Había un cariño oculto ahí.

No sabía si era su paranoia, o por su embarazo que percibía las cosas de forma tan personal. Pero así lo sintió, ahora esos dos estaban hablando abajo y aunque deseaba saber de lo que hablaban, no era lo correcto. Al menos no por el momento.

Narumi estaba decidida.

Ella descubriría la verdad, además...

Mira su mano, la cual la estrechó con el rubio el día anterior.

Él no parece estar feliz con que esté al lado de Leorio. Afirmó para si misma.

•••••

—Y bien, ¿los llamarás? —prrguntó Leorio con algo de insistencia. Kurapika lo meditó un poco.

— Lo haré, si. Pero... No creo que sea el momento —indicó el contrario.

—Pff... ¿Por qué no?, Ya estás aquí. Los muchachos vienen mañana, con suerte, te harías un pequeño tiempo para poder verlos

— Hm... —asintió— Sin embargo, no sé qué decirles. Una barrera crece y opaca todo posible diálogo con ellos, si intento disculparme... Me comporté como un completo canalla, ni si quiera debería intentar comunicarme con ellos

—Dijiste que quieres hacer las cosas bien y llevar la fiesta en paz, ¿no? —reposó su espalda en el sofá— en todo caso... es a mi quien lastimaste, pero al contrario. Por muy enojado que esté, entiendo que pelear no nos hará nada más que causarnos líos...

—... —el pecho del rubio se apretó cuando el azabache mencionó que él lo lastimó.

— Si te sirve de algo... Has de cuenta que no estás aquí, diles que estás en Zaban y le damos la sorpresa. No te mentiré, estarán igual de confundidos, pero les podremos poner en contexto

—Haz madurado Leorio... —murmuró de repente, aún con el celular del médico en sus manos.

Tanto él y Leorio se miraron.

— A-Ah... Prometo que los llamaré en casa —desvió su mirada, abochornado el rubio.

El joven médico cambió su visión también hacia algún punto de la sala, rascándose ligeramente la mejilla con el dedo índice.

—De acuerdo... Procura hacerlo, merecen saber de ti —señaló un tanto embarazoso.

— Me eh divorciado de Neón —susurró inconscientemente, la expresión de Leorio manifestó la incredulidad misma.

¿Por qué razón le decía esto?.

Ni siquiera venía al caso con lo que estaban hablando.

No obstante, la intriga lo carcomía por dentro y quiso golpearse por eso.

— ¿Por qué? —demandó por inercia con voz ronca, el Kuruta trató de relajar sus hombros.

— No funcionó como debería —alegó sin una pizca de pesadumbre.

—¿No funcionó por qué la culpa de dejarme te pasó factura?, ¿O no funcionó por qué me seguías amando? —debatió tomando un poco de té, de pronto a Kurapika se le subieron los colores a la cara. Cosa que Leorio no notó por desgracia— sinceramente creo que es la primera, más que nada

—Tsk, Puedes pensar lo que quieras al respecto. Eso es lo único que tienes que saber —Si, seguía amando a ese mequetrefe. Pero su necedad y las ganas de contradecirlo, eran más tentadoras. Tampoco es como que si quiera hacérselo saber.

— Recuerda que tú llevaste el tema a colación, no yo

—Solo... —suspira con resignación ante el embarazoso punto del pelinegro— cállate, ¿si? —los iris tan grises como un día nublado, se movieron rápidamente de un lado a otro— Lo mencioné por si empezabas con preguntas innecesarias delante de Kerim, nada más

—Como quieras —dice alzando las manos en son de paz— aunque no soy de meterme en líos matrimoniales...

—Tal vez, pero preguntaste y yo solo respondí. Para el día de mañana, no creo poder ver a los chicos. Aunque... De llamarlos, eso lo haré

Leorio sonrió conforme, Kurapika se limitó a girar un poco su rostro, la sangre bombardeó directo hacia sus pómulos.

— Papá, mira —la voz infantil de Kerim, los hizo voltear a dirección de las escaleras. El niño rubio bajaba del segundo piso con total disciplina, la esposa de Leorio lo seguía detrás— Narumi-San me regaló el libro del Saltamontes —exclamó feliz, el Kuruta mayor se contagió de esto.

— Oh, es... Increíble, hijo —felicitó dulcemente a su primogénito, el menor se sorprendió. No era muy común que su padre le llame: Hijo, frente a los demás, ¡Si que este día era genial!.

Paladiknight, por primera vez en mucho tiempo, pudo apreciar el lado amable y sincero del cazador de listas negras. La imagen de él con el pequeño Kerim, daba la impresión de un cuadro inmaculado; tan sagrado que parecía un pecado si quiera mirarlo. Quedó anonadado ante el hermoso panorama.

— Gracias, Narumi-San —Agradeció con total honestidad. Había actuado como alguien irascible e inconsciente. Esa mujer, no había hecho nada malo, simplemente se enamoró de Leorio al igual que él. Ella se encargó de levantarlo, cuando él se dedicó a derribarlo. No merecía su ingratitud. Estaba muy avergonzado de si mismo— Les agradezco mucho a los dos por esta cena, por permitirnos a mi hijo y a mi estar aquí está noche. Lamento los inconvenientes y si... Hubo algo en mi que los incomodara, pido disculpas

— Por su puesto que no, Kurapika-San. Al contrario, gracias por aceptar la invitación, pudimos conocerlos en gran parte a Kerim y a usted —contradijo la fémina, aunque solo lo decía por cortesía ya que una parte de ella estaba muy centrada en profundizar la historia de su esposo y él— Deseo que le vaya bien en su misión y que vuelva con salud

— Muchas gracias —asintió el rubio— Kerim, vamos. Despídete

—Si —hace una reverencia— Gracias por todo Leorio-San, Narumi-San. El postre estuvo delicioso —halagó Narumi rió con ternura.

Leorio se pone de cuclillas frente al niño.

— ¿Así que el postre estuvo de lisioso, eh pequeño tigre? —le revuelve el cabello— fue increíble tenerte aquí, tenerlos —corrigió viendo fugazmente al Kuruta, luego regresó al pequeño Nostrade— la pasamos un buen rato. No hay nada mejor que una pequeña energía infantil para aligerar las cosas, ¿No lo crees?

— Hm —subió y bajó la cabeza varias veces.

— Y no creas que me olvidado —dijo Leorio, los presentes lo miraron confusos. Tomó su chaqueta y la abrió ligeramente, rebuscando en su bolsillo interno, sus ojos marrones brillaron al encontrar el objeto. Una vez hecho esto, se lo mostró a Kerim— creí que sería mejor algo que se apegue más a ti, ¿No lo crees? —pronunció con jovialidad

Era un frasco de vidrio de unos diez centímetros, con un barco de oro y tres velas, en la más grande, llevaba un símbolo de delfín. La emoción fue tal, que los iris de Kerim, cambiaron a escarlata. Narumi no vio esto debido a que cerró sus propios ojos antes de aplaudir de emoción.

Kurapika y Leorio sudaron frío, rápidamente el Kuruta mayor alcanzo a abrazar al menor contra él y el pequeño frasco con el barquito de oro.

Narumi vio el accionar, muy fuera de lugar.

¿Uh?.

—Gracias por el regalo, Leorio —el ex guardaespaldas, aún mantenía el rostro de su pequeño pegado a su pierna derecha— es hora de irnos

— S-Si... Está bien —murmuró el nombrado, acompañándolos a la entrada, Narumi le siguió después.

— ¡Nos vemos mañana, Kerim! —clamó la señora Paladiknight.

— Si, señora —volteó para fortuna de los dos hombres mayores, el color rojo en sus orbes, desapareció— ¡Adiós Leorio-San!

—¡Adiós! —alzó muy alto su brazo y lo sarandea de una lado a otro, muy efusivo.

El Lunes llega y nuevamente empieza la tormenta.

•••••

Al subir al auto para volver al departamento, Kurapika vio como su hijo admiraba con detenimiento el regalo que le dió Leorio, fisgoneaba con inocencia y emoción cada lado del frasco y el barco. Kerim estaba realmente alegre ese día y todo gracias a esa cena. Fue entonces que su corazón se regocijó ante ello, nunca vio a Kerim tan expresivo con alguien más y apenas lograba hacerlo él.

Leorio tenía esa magia de cambiarlo todo en un abrir y cerrar de ojos, su corazón. Conquistar corazones como si fuera algo tan sencillo, de tan solo pensarlo... Aceleró sus latidos.

Tal vez no te diste por enterado pero, Kerim quiere protegerte, quiere ser un hijo modelo para ti; quiere que la mayoría de acciones que él ejerce sean de tu agrado, que confíes en él lo suficiente como para darle la libertad de ser

El recuerdo de esa conversación le cayó como Valdez de agua fría. Él también había empezado a ser una carga emocional negativa para su hijo, Kerim no debería lidiar con sus problemas. No quería que su hijo cargara con sus demonios, es lo último que quería para él.

Sin previo aviso, colocó su mano derecha en el hombro del menor y lo atrajo hacia él. El usuario de las cadenas, reposó su cabeza sobre la del niño.

—Estoy muy orgulloso de que seas mi hijo, Kerim —aquellas palabras salieron tan puras y claras desde el corazón. Kerim quedó estático—nunca dudes de lo importante que eres para mí, eres mi hijo. Eres lo más preciado en mi vida —en tono serio pero suave a la vez, expresó. El  de ojos violetas lo abrazó por completo, sus pequeñas manitos arrugaron un poco el saco de papá.

—Te quiero papá —

Continuará:...

•••••

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