Capítulo 13: Recuerdos #3 Te amo

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Las luces traseras del automóvil, fue lo único que pudo terminar de visualizar en medio del camino nocturno. Leorio quedó inmóvil en la puerta, observando fijamente el oscuro vacío de la pista.

Muchos sentimientos presentes y vividos, había sido demasiado para solo una noche, suspiró profundamente antes de girarse con intenciones de entrar a su vivienda. Solo para encontrarse con su esposa gestando, recargada a la mitad de la puerta. Por alguna razón, se sentía intimidado por ella; no entendía la razón, pero esos ojos verdes se veían distintos. Un tanto mesurados.

— Buena cena, ¿no? —levantó sus hombros, sus labios se levantaron hacia arriba. Aparentando tranquilidad.

—Una muy buena —asintió sin más, la mujer— recogeré las tazas de la mesita y prepararé la habitación para dormir.

— Uh, pero no es necesario que lo hagas —replicó cerrando la puerta tras de si, se quita la chaqueta del traje— puedo ayudar, tu descansa, querida.

— Ah-Ah —movió su cabeza en negativa— descuida, confía en mí. Puedo hacerlo yo, son solo tazas Leorio

—E-Esta bien —murmuró ensimismado.

Bajó la cabeza a medida que dejaba ver su muñeca con el reloj de pulsera, son casi las nueve de la noche. Kurapika le prometió hablar con los chicos al llegar a su casa, además que intentaría hacer un gran esfuerzo por Kerim, una parte de él sentía un gran alivio. Que el Kuruta finalmente accediera y se comprometiera a dar un paso para mejorar, era una gran noticia.

Me eh divorciado de Neón

Kurapika se divorció de ella...

Cuando el rubio le comentó de la nada esto, no supo cómo reaccionar realmente, lo había tomado desprevenido y la interrogante caló en lo más profundo de su ser, tampoco es como que quisiera pensar en ello, pero no pudo evitarlo. Ahora que se ponía a pensar al detalle... Kurapika a diferencia de él, no llevaba anillo de matrimonio; y por supuesto, descartó la idea de preguntarle a Kerim. No era cosa de hombres utilizar la inocencia de los niños para saber algo en cuestión.

Pero Kurapika se lo dijo...

Maldición, ¿Por qué su tonto corazón no dejaba de latir a prisa por eso?.

¡Lo que me faltaba!, ¡Ay ya cállate!. Como si gritarle internamente a aquel órgano, fuera a solucionar el problema.

— No me interesa en absoluto eso. Si se divorció, pues bien por él —chasqueó la lengua— ¡Cielo, iré a darme un baño!

—¡Ok!

Al pasar los minutos, Narumi subió a la pieza. Leorio sonrió al verla y se acercó a su esposo. Ya estaba bañado y solo tenía pantalón de pijama azul oscuro, situó sus manos en las delicadas mejillas de la mujer y le plantó un beso; la castaña se sintió desfallecer, quería olvidar la cena de hoy, por alguna extraña razón, deseaba tener a Leorio más cerca de ella. La necesidad era más grande y el deseo fue tal, que las finas manos femeninas, vagaban por su ancha espalda. El roce de labios subía de nivel a un ritmo dulce y placentero, que era casi imposible dejarlo ir, o así fue hasta que...

La sonrisa de Kurapika, llegó a su mente.

Frunciendo el ceño, se separó lentamente del pequeño manjar que eran los labios de su cónyuge. ¡¿Por qué demonios su mente tenía que empezar a joderle de nuevo?!.

—¿Pasa algo cariño? —susurró algo mareada por el dulce ambiente, que fue interrumpido por su marido.

Definitivamente, si. Pasaba algo y de verdad estaba al borde de la locura, no quería ocultarle nada; siempre creyó que la mentira no era una opción, si, maquillaba las verdades en cierto porcentaje algunas ocasiones. Pero cuando se trataba algo de vida o muerte, cuando la verdadera razón para convertirse en cazador era para ser médico, solo la moldeó de forma diferente, pero siempre dejó en claro que lo básico para ello era el dinero. Nunca mintió respecto a ello, ahora, le había dicho a Narumi que Kurapika era un amigo, y si. Hace muchos años atrás lo fue, pero también habían sido su pareja y ex prometido. Si, eso lo omitió, pero no por qué deseara ocultarlo, era por qué ni él mismo podía procesar lo que sucedía hasta la fecha.

Tampoco le mintió cuando le dijo que no se sentía muy agusto con lo de la cena. Qué de milagro salió todo bien, o eso creía; no, no salió del todo bien, por qué supuestamente ese pequeño brake y conversaciones que tuvo con el cazador de listas negras, era para llevar la fiesta en paz al menos en ese lapso de tiempo que Kurapika estuviera en Zaban. No obstante, salió fatal por qué el rubio mayor, había logrado calentar sus mejillas en varias ocasiones y agitar su corazón de nuevo.

Se odiaba asi mismo, no, no quería caer de nuevo. No otra vez, mierda. Tenía una bella familia, una esposa amorosa, alguien que lo ayudó a salir de la tristeza y una bebé en espera que sueña poder verla crecer y llamarlo: Papá.

¿Lo, haría?, Si joder. Ya estaba harto de omitir y ocultar cosas.

— Narumi, debo decirte algo importante —el semblante del pelinegro, se mostró serio pero no frío. Más bien, preocupado y agobiado.

La nombrada parapdeó.

—Claro... Puedes decirme lo que quieras —respondió automáticamente. Un nudo en el estómago, era lo que la pareja sentía en ese momento.

— Verás, hace tiempo yo... —pero no pudo continuar con el relato, debido a que su celular sonó. Lo había encendido debido a que lo tuvo apagado durante la cena, cuanto el móvil estuvo ya en su mano, vio que lo estaban  contactando para una consulta médica. Usualmente sus consultas por llamada eran hasta las 9PM— ... Lo siento, debo...

—Descuida —dijo comprensiva, mientras sonríe sin mostrar los dientes.

•••••

Estacionó una vez se situaron en el estacionamiento del edificio. Kurapika vio como su retoño quedó exhausto y dormido en el asiento de copiloto, enternecido, apagó el motor. Tomó su abrigo y le colocó seguro a su puerta, la cerró y fue hacia el lado del menor.

Tan pequeño, tan indefenso.

Quería cuidarlo siempre.

Le desabrochó el cinturón de seguridad y lo cubrió con su abrigo como si una manta se tratara, cogió el frasco de barquito y el libro nuevo con una mano y con la otra, se dedicó a cargar a Kerim sobre su hombro. El niño instintivamente lo rodeó con sus brazos, ocultando su diminuto rostro en el cuello de su papá. Una vez el pequeño pitido de la llave de seguridad del vehículo, sonó. El cazador de listas negras, se dirigió al ascensor.

La frescura del poco espacioso lugar, le causaba una vaga relajación. Era la perfecta respresentacion de un ligero aislamiento de la realidad. Cuando picó el botón del piso 5, se permitió así mismo cerrar sus párpados en busca solventar su torbellino de emociones que, lograban arraigar con la solidez de sus decisiones y pensamientos.

Leorio...

No podía dejar de pensar en el, no importa cuánto deseara hacerlo. Simplemente no podía.

Leorio le dijo que no lo odiaba, que quería empezar de cero. Cómo los amigos que una vez fueron, era verdad; su historia de amor empezó en base a eso, pero la única diferencia es que no podía reiniciar sus sentimientos por el cazador de medicina. Si, estaba molesto por ello, por qué había descargado su descontento con una persona inocente, Narumi no tenía culpa en absoluto, pero eso no evitaba que sintiera celos.

¿Celos?. ¿Yo estoy... Celoso?.

Se mordió el labio inferior.

Tenía que ser una broma, ¿a estas alturas sentir celos?.

Sigues enamorado de él, obviamente debes sentir una pizca de celos al menos al ver a tu hombre con alguien más

El rubio de las cadenas, movió su cabello de en modo de autonegación. Morficado con las descaradas jugarretas de su conciencia.

Exhaló lentamente.

Mejor se concentraría en únicamente llamar a los niños, que ahora eran adolescentes.

Llegando a su piso, prosiguió a dirigirse a su respectivo departamento. Abrió suavemente y luego cerró la puerta con un poco de dificultad, se quitó los zapatos y prosiguió a dejar a Kerim en su habitación, no quiso despertarlo para que se de un baño, se notaba que su hijo quería continuar sumergido en sus sueños. Le quitó sus zapatos también y lo metió bajo los covertores.

—Papá... —susurró el menor.

—¿Si?

— Narumi-San me agrada, pero... —abrió un poco sus ojos violeta— me gustaría que Leorio-San, fuera mi padre también y esté con nosotros

El aire es escapó de sus pulmones en cuanto escuchó a Kerim decir eso.

— ¿Qué dices Kerim?, No puedes pensar eso —habló con voz baja y reflexiva— Hijo... Sé que Leorio te agrada pero...

— Él es bueno... —cierra los ojos de nuevo, debido al sueño vuelve a hablar— ojalá estuvieran casados —y al fin, quedó en un profundo sueño

Todo el rostro del Kuruta se tornó rojo.

¡¿Hasta su hijo lo quiere ver con Leorio?!.

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Caminó a pasos lentos hacia el sofá de una sola persona situado en la sala, Kurapika se sentó dejando que la comodidad del respaldo de este despejara todo rastro de conmoción que hace unos segundos, su hijo le brindó. Kerim era un niño muy inteligente y diferente al resto, era muy consciente de eso, empezando por qué sabía utilizar las palabras, herramientas o jugadas precisas para poder lograr su meta. El pequeño heredero Nostrade había logrado muchas cosas a su corta edad, estudiaba libros y materias hasta dos años más adelantados que él, se mostraba iracible la mayoría del tiempo con el resto de personas que no fueran su abuelo, su madre y hasta él. Nunca faltó el respeto a nadie ni fue mal educado en ningún momento, tampoco salió caprichoso como la pelirosa, lo cual agradecía a los Dioses que así fuera.

Pero lo cierto, es que nunca se mostró tan amable con los niños de su edad, sobretodo cuando en un pésimo primer y último momento de que asistiera a la escuela normal, se metieron con él.

—¿Diga? —contestó el celular el rubio, estaba manejando por lo que usó el altavoz.

—¿Señor Kurapika?

—El habla, ¿Ocurrió un inconveniente?

— De hecho Señor. Llamaba por algo así. Verá, su hijo se encuentra en la dirección en este momento, golpeó a cinco niños, dejándole algunas fracturas —la escuchó decir y de golpe detuvo el auto.

—¡¿Qué?! —incrédulo, el cazador y rata del zodiaco, relamió sus labios con un gesto de incomprensión— Voy para allá.

Para cuándo llegó, Kerim mostraba un semblante estoíco, con sus manos apoyadas en su regazo. Ni siquiera mostraba signo de arrepentimiento, Kurapika frunció el ceño y caminó hasta sentarse a su lado en la dirección, la directora vio a ambos rubios, esos dos parecían intimidarla sin querer.

— Verá... Cómo le dije previamente... Kerim golpeó a cinco de sus compañeros, no me quiso decir la causa ante su reacción. Pero espero que me entienda, Señor Kurapika. Qué no aceptamos este tipo de conductas

Kurapika vio de reojo a su hijo, que no dijo nada en su defensa. Ese día en la mansión, Kerim accedió a contarle lo que sucedió.

—Se atrevieron a hablar mal de ti, papá. No podía dejar que esos bastardos hablaran a tus espaldas de esa forma —justificó en un tono de voz frío como el hielo, Kurapika pudo apreciar su pequeña versión, el pecho del usuario de las cadenas, se infló de orgullo inevitablemente, pero por otro lado, estaba algo molesto consigo mismo, no quería que su hijo actuara tan violento y borde como él.

Regresando en si, sacó del bolsillo de su pantalón su teléfono, el cual estaba vibrando cada dos segundos. También lo había apagado, habían algunos mensajes de los Zodiacos, principalmente de Mizaistom y la presidenta Cheadle; olvidó por completo mantenerlos al tanto de lo que se refería a la misión.

Le escribió a Mizaistom que ya había creado un plan para Liam, mañana empezaría la tarea de atraparlo, le dijo también que entró a la red oscura para contactarlo y que si lograba hacerlo ceder en ir más allá de las escuelas, utilizaría su Dowsing Chain y el Judgement Chain para lograr mantener a raya al tipo en un intento posible de escape. Luego de aclarar el plan a detalle, Kurapika cerró el chat, viendo en la esquina superior de su derecha la hora.

9:50 PM.

Aspiró pesadamente y con cierto  temor— Hazlo... Se los debes —auto impulsándose buscó en contactos el número de alguno de los chicos. Presionó el de Killua.

•••••

Estaban viendo una película de terror en la tablet de Killua, mientras volaban en el Jet privado. Gon, Killua y Alluka miraban fijamente a la pantalla mientras aparecía el asesino enmascarado, el chico de cabellos verdosos se llevaba con extrema lentitud las palomitas de maíz a la boca, Alluka estaba cubría su boca con una mano y la otra le daba a su hermano de vez en cuando, un chocorobot. Cuando el asesino de la película sale de su escondite a matar a los forasteros, el sonido regresa de golpe en la película, los gritos de los forasteros del filme, los de Gon y Alluka, hicieron gritar al albino sin poder evitarlo.

Canary brincó ligeramente ante el bullicio.

— ¿Uh? —miró a sus amos y al joven Freecss, quienes ahora reían.

—Lamentamos asustarte Canary —Se disculpó Gon, sobándose la nuca.

La chica de cabello rizado sonrió un poco.

—Está bien, no se preocupen —asintió.

—¿Por que no vienes a ver con nosotros, este intento de película de terror?, Es decir. El tipo es muy lento para matar —propuso el albino haciendo su típica cara de gato.

— Si Canary, mira la película con nosotros —alentó

— Je, descuiden Amos, estoy bien así. Ustedes continúen disfrutando del filme

—¿Palomitas? —le extendió la caja, Canary amablemente tomó algunas cuantas.

— Gracias Joven Gon —comió unas cuantas.

Poco después llegó Amane quien se sentó al lado de Canary compartiendo algunas palomitas mientras conversaban en voz baja.

Luego el teléfono de Gon sonó.

— ¿Eh? —

—Creo que es tu teléfono Gon —dijo la última de los Zoldyck.

El muchacho sacó de su bolsillo el aparato— Ah, si. Es cierto —achicó un poco los ojos— qué raro —Los hermanos Zoldyck lo miraron detenidamente.

— ¿Qué cosa? —preguntó Killua.

—El número es desconocido —señaló, los jóvenes de rostro más pálido vieron la pantalla.

— ¿Desea que conteste por usted, Señor Gon? —dijo Amane.

— Na-ah, yo lo haré. Gracias Amane-San —

—Ya contesta de una vez, baka —bufó Killua, mientras pausa la película.

— Ja ja ja, ok, ok —desliza el botón y se coloca el móvil en la oreja— ¿Hola?

Los presentes quedaron observando.

— ... —silencio era lo único que se escuchó en la otra línea.

Gon arqueó la ceja y torció el gesto.

— Uh... Holaaaaa —no hubo respuesta— ¡Holaaaaa!, ¡Dije hola! —vociferó desesperado sin respuesta— ¡¿Hay alguieeeeen?!, ¡Holaaaaa!

Tanto Canary y Amane suspiraron con una gotita que caía de sus nucas, Alluka vio a su amigo con una carita divertida y Killua puso sus ojos en blanco.

Gon hizo un puchero al no recibir respuesta, cuando estaba decidido a colgar, finalmente hablan: — Hola Gon, soy Kurapika

—Ah, Hola Kurapika —respondió al saludo sonriente, hasta que unos segundos después...

—¡¿KURAPIKA?! —Gritaron todos en el Jet, Claro que menos Amane que se hizo bolita ante los gritos.

—¿Kurapika?, ¿Eres... Nuestro amigo Kurapika? —insistió el joven Freecss.

— ¿El mismo Kurapika que me hacía bonitos peinados y consejos para la escuela? —se sumó Alluka con un brillo en sus iris.

— ¿La mamapika que dejó plantado a papaoreo? —se burló el albino.

—¡Killua!

—¡Hermano!

Le regañaron al ojo azul, quien puso cara de gato regañado. Kurapika a pesar de lo que el albino dijo, sabía que no fue de mala intención, rió por lo bajo. No habían cambiado para nada.

Gon puso en altavoz.

Si, soy yo. Hola a todos —alegó con parsimonia.

— ¡Kurapika, Es un gusto volver hablar contigo! —voceó el cazador de ojos miel— Ah pasado mucho tiempo, ¿Cómo estás?

Y-Yo... Estoy bien, gracias por preguntar —infló su pecho un tanto para continuar hablando— ¿Cómo están ustedes?

— Nosotros estamos genial, estábamos viendo una película de terror —le contó Gon, Alluka se acercó aún más al teléfono.

—Si, la película trata de un asesino de carretera —agregó la chica Zoldyck.

— Te digo desde ya que no pienses en verla, es un fiasgo. Pagué para que la veamos en estreno desde la tablet, pero es una patada en el trasero. Quiero mi dinero de vuelta —farfulló el albino.

Kurapika al oír a los tres menores, volvieron aquellos recuerdos, donde estaban juntos los cinco. Donde Leorio y ellos hacían un desastre en el departamento y Alluka se mantenía al lado suyo tomando té, mientras veía a los tres varones a parte de él, ir de aquí y allá sin descanso.

— Dejemos la boba película a un lado —dijo nuevamente Killua— creí que no volverías hablarnos —recordó entre cerrando los párpados. Gon y Alluka se miraron entre sí.

De... De verdad lo siento, yo no quería causarles tantos problemas —trangó saliva, buscando un apoyo extra para continuar— han pasado muchas cosas desde la última vez que nos vimos. Desde lo más profundo de mi ser, les ofrezco mis más sinceras disculpas. Contigo, Gon. No debía ser tan despreciable contigo cuando tu necesitabas una explicación, bueno... Cada uno de ustedes la necesitaba realmente y... Nunca fui capaz de decir nada al respecto —calló un segundo para volver hablar— el único ser quien debería estar enteramente avergonzado por lo que hizo, fui yo. No me comporté como un verdadero amigo o un familiar, los alejé sin siquiera tomar en cuenta sus pensamientos y sentimientos. Destruí nuestra amistad, de verdad, pido perdón —si, esa era la verdad, había sido muy egoísta. No solo con Leorio, si no, con ellos también.

— Kurapika... —dijo Alluka, conmovida por sus palabras.

Gon y Killua se vieron entre sí, el tez morena rió suavemente, Killua sonrió sin mostrar los dientes.

— ¡Disculpa aceptada! —dijeron los dos chicos mayores.

Entiendo si... ¿Qué?

— Estás súper perdonado Kurapika —vociferó con alegría la hermana de Killua. El nombrado quedó estupefacto— No podríamos odiarte, te queremos mucho. Eres parte de nuestra familia. Aunque estés lejos de nosotros —el rubio se encogió en su sofá, se sentía tan pequeño pero agradecido y a la vez culpable por el aprecio de sus amigos hacia él.

— Dinos Kurapika.

¿Si, Gon?

—¿Hablaste con Leorio? —Los hermanos Zoldyck lo miraron. El intensificador era muy directo y aunque no estaba molesto, estaba preocupado por su amigo doctor.

— ... Lo siento —murmuró el rubio, después de todo, Leorio le dió la opción de negar haber hablado con él.

— Si no hablaste con él, asumo que conseguiste nuestro número de siempre por la información Hunter —asumió Killua, aunque había algo que no cuadraba.

Correcto —mintió vacilante, Killua notó esto. Sabía que su amigo rubio nunca vacilaba dos o tres segundos antes de hablar. Lo que significa que posiblemente llegó hablar con Leorio, aunque... ¿Eso era posible?, Es decir, ¿Cómo diantres Leorio terminaría hablando con Kurapika?. Osea, ¡¿todo bien en casa?!.

Gon puso una cara triste, pero volvió a sonreír.

— Oye Kurapika, iremos a Zaban. Estaremos ahí mañana para visitar a...

Me gustaría. Sin embargo, tengo mucho trabajo en la organización —mintió nuevamente, tratando de sonar lo más serio posible— pero me llena de vigor que ustedes tres están bien, me imagino que crecieron mucho desde la última vez que pude verlos

— ¡Así es! —respondió Gon aún manteniendo su optimismo.

— ¿Pero volveremos a verte algún día? —preguntó Alluka.

Espero que si —concedió el rubio, aunque por dentro los nervios estaban carcomiendo su estabilidad emocional.

—Bueno... Lo tomaremos, pero nos sentimos muy ofendidos —dijo Killua, los cuatro rieron amenamente después de muchos años. Hablaron una hora más con el Kuruta, se estaban poniendo al día con él, sobre cosas totalmente random. Parecía que el tiempo se hubiera detenido, el cazador de listas negras podía percibir la tranquilidad y alegría de los muchachos al volver a escucharlo.

No merecería tan buenos amigos.

Sonrió levemente.

•••••


Una vez terminó de hablar, cortó la comunicación con su paciente. Un hombre de 63 años había pedido una cita para tratar su problema con el hígado, Leorio le dijo dio la fecha para mañana a las 1:32 PM, ya que habían otros pacientes en cola. No podía parar mucho tiempo sin abrir la clínica y sabía los días anteriores tuvo que tuvo que cerrar previamente debido al inconveniente con el asunto de Kurapika.

Al girarse, vio a su mujer dormir plácidamente en la cama matrimonio, que ambos compartían desde hace años. Ok, la calentura del momento se esfumó y obviamente tampoco pudo decirle sobre historia con el Kuruta. Quizá mañana lo intente, se acercó al otro extremo del lecho y se recostó junto a ella.

La observó, velando su sueño.

Narumi era una mujer muy buena y amable. Había conseguido enamorarlo y no sólo eso, también le estaba a punto de obsequiar una pequeña fruto de los dos. Llevó su mano hacia el rostro de la mujer, acariciando con lentitud su tersa piel.

La disconformidad que sentía hacia sus propias emociones era tal que... Juraba estar varado en un océano inmenso, perdido en el naufragio de un amor, que no daba ni para atrás ni para adelante. Solo estaba ahí y no sabía que hacer con él.

Cuatro días, tan solo cuatro días fueron suficientes para desestabilizar su antes inquebrantable voluntad. Esos cabellos rubios volvieron, al igual que esos opacos ojos grises y expresión dura. Contrastaba bastante con la nívea y tan suave piel blanquecina del Kuruta.

Le había dicho a Kurapika que sería mejor que las cosas funcionen correctamente entre los dos, en parte lo hacía por las razones ya explicadas hacia el cazador de listas negras, la otra fue por Kerim. Ese niño es muy receptivo y perspicaz, podía notar la más mínima incomodidad o algún gesto ajeno a lo normal a una persona y la verdad... Es que no quería que el menor se complicara más, no quería que el menor viera lo caótico que era la relación que tenía con su padre.

Lo cual lo llevaba pensar lo siguiente:

¿Qué es lo que realmente siente por Narumi y Kurapika?.

Su esposa, su bella esposa. Creyó en él siempre, lo apoyó y nunca dudó que llegaría a alcanzar sus metas; siempre es atenta con él y muy divertida, llena su pecho de un calor suave y lindo que... Lo hacía sentirse como un niño con ella; Narumi era esa clase de mujer comprensiva y romántica, pero también era fuerte e independiente, no le gustaba mucho no ser de ayuda y buscaba la manera de echarle la mano a quien lo necesite. No le gustaban los caracoles y le daba gracia cuando a veces se ponía un poco celosa cuando alguna mujer le hacía un cumplido a él. Ella era como una líder inata todo el tiempo, sabía muchas cosas y es muy buena docente.

Esa mujer lo conquistó sin percatarse de ello.

No quería verla llorar, nunca en su vida. Por que ella fue la única capaz de secar sus lágrimas y brindarle un hombro en el cual apoyarse cuando su corazón se destruía en miles de pedazos. Se lo gradería por toda la eternidad.

El romanticismo y la paz en los ojos marrones de Leorio, se transformaron en unos ardientes y tentadores orbes chocolates.

Por otro lado estaba él, Kurapika. La persona que irrumpió su vida desde los exámenes de cazador y nunca fue capaz de deshacerse de su recuerdo por completo. El rubio representaba el fuego de las tentaciones más grandes del mundo, como el frío de su actuar podía llegar a ser hasta cierto punto excitante y que de ello, esa faceta casi hostil declinara hacia la timidez, eso era otro punto y aparte. Con Kurapika se sentía molesto, confundido, nervioso, no tenía nada seguro y aún así... Aún así no podía dejarlo al abandono de su mente. Desde la primera vez que se conocieron, supo que un sentimiento nació con él, creyó al inicio que solo era por el tan dichoso sentir llamado amistad y que a medida que descubrienron el pasado del otro los hizo unirse, no obstante. No fue eso nada más, al tomar rumbos diferentes después del examen del cazador, un vacío se coló en su pecho.

Separarse de los niños.

Separarse de él.

Le dolió más de lo que creyó, pero debían continuar cada quien por su lado.

No fue hasta que se encontraron en YorkShin y después de los sucesos con el primer encuentro con el Ryodan, que lo supo, esa dulce mirada y bella sonrisa que el rubio le dedicó antes de ir por los niños. Pudo confirmar algo, se había enamorado de Kurapika.

Idiota, ese bastardo te dejó. Ya tomó su decisión hace tiempo. ¿Qué importa si se divorció de su esposa?, ¿Qué importa si desea mejorar?. Es bueno que lo haga, es lo más saludable y de paso, podrá arreglar su desastre con los chicos.

Kurapika puede hacer todo lo que se le dé la gana.

Pero eso no significa nada más.

No significa que debes sentir algo más por él más que respeto.

Apartó lentamente su mano del rostro de su esposa y bajo sus orbes directo hacia su vientre.

Tienes una familia.

Una familia propia, que te ama. Un amor leal.

Con ese pensamiento, cerró los ojos, entregándose a los brazos de Morfeo.

•••••

Regresaron al apartamento en completo silencio, ninguno de los dos dijo nada en el transcurso del camino hacia el lugar. Kurapika mantenía un porte inexpresivo y un semblante autómata poco predecible si alguien tratara de buscar algún signo emoción, el azabache caminó tras de él sin decir nada tampoco, lo estudiaba con solo verlo. La duda y la intriga lo carcomía enormemente, ese tonto no le ah dirigido la palabra en ningún momento, lo cual lo estaba llevando al borde de la desesperación.

Al entrar al lugar, Leorio cerró la puerta sin dejar de ver la silueta del más bajo quien no parecía congeniar con lo que sucedía ahora. Tragó saliva pesadamente y con vacilación, trató de articular palabra. No obstante, el rubio finalmente habló.

— ¿Por qué? —

El moreno arqueó la ceja.

—¿Por qué...? ¿Qué? —respondió con otra pregunta sin querer.

Kurapika se giró hacia él con un semblante gélido, que por un segundo lo intimidó.

—¿Por que me besaste en ese callejón? —cuestionó con amargura, Leorio frunció el ceño.

—¿Acaso no quedó claro el por qué? —replicó con fastidio, el Kuruta se tensó con irritabilidad.

— ¡Por su puesto que no!, ¡No andas por ahí besando a la gente!. ¡Menos al que se supone que consideras tu amigo!

— ¡Como si tú no hubieras correspondido!, entonces también ahí está el lío Kurapika. ¿Por qué razón me correspondiste? —el aludido apretó los dientes.

— ¡Me tomaste desprevenido!, ni si quiera se por que lo hice —lo decía buscando torpemente más excusas. Después de todo, había tenido una oportunidad de alejar y no lo hizo—  De todas formas... ¡Esto no es correcto!, ¡¿Qué demonios sucede contigo?!

— Te amo —soltó de repente, con seriedad, el más bajo se quedó estático desde donde estaba. Asombrado.

—¿Q-Que?

— Ya me oíste, Te amo Pika —repitió acercándose al rubio, quien instantáneamente dio un paso atrás, como un gato a la defensiva— y sé que... Si me correspondiste a ese beso, es por qué al igual que yo sientes algo

— ¡Déjate de tonterías, Leorio! —bramó este— Yo no... Tu no... Tu no deberías sentir ese tipo de cosas, estás jugando. Solo es eso, estás confundido y...

— ¿Y que?, ¿Eh?. Vamos, dime —insistió el estudiante mientras se acercaba más, nuevamente Kurapika se topó con una pared, la pared de la sala— Yo no estoy confundido. Estoy completamente cuerdo y se que lo que siento no es cosa de juego; Kurapika, estoy enamorado de ti, no puedo seguir viéndote como un amigo más

Imposible, era imposible.

Terror, sentía un infinito y tortuoso terror. Leorio era su amigo, su amigo más cercano, pero en este momento lo había besado y no sólo eso, si no que también le confesó que lo amaba.

—Escucha... —tarde fue cuando captó las varoniles y bronceadas manos del azabache en sus mejillas— No te estoy forzando a nada, tienes la opción de rechazarme si lo deseas, Kurapika. Eres libre de hacer con tu vida lo que quieras, solo... —bajó un poco la cabeza— quería que lo supieras

Evitando contacto visual, el rubio habló:— ¿Amarme?, ¿Por qué?... ¿Por qué yo?

— Je, supongo que esa es la paradoja del amor. No hay un por qué exactamente. Simplemente pasa... —envuelto en la magia de esos grises brillantes, Leorio continuó— Yo te amo, esa es mi verdad. Te amo tanto que estos sentimientos me rebasaron por completo, esto no reciente, Pika. Llevo mucho tiempo amándote, si, ya sé que tu propósito no es entablar lazos tan fuertes que lleguen hacerte flaquear... Pero ya no está el Ryodan, salimos vivos del viaje al continente oscuro; venciste a Tserriednich y recuperaste todos los ojos de tu familia —Juntó su frente con la de él— si no es conmigo con quien deseas recrear tu vida, está bien. Lo único que quiero es que seas feliz, te lo mereces.

Lágrimas, hilos de lágrimas caían por las mejillas del rubio, mojando las manos del moreno.

— ... ¿Qué pasa si... Qué pasa si te arrepientes? —dice Kurapika.

—En todo caso, podrías arrepentirte tú. Por qué yo seguiría amándote—sonrió— aún así, respetaré y te desearé lo mejor, solo avísame con tiempo y no me lo digas a último momento ¿quieres? —bromeó, el más bajo, sin poder más con ello, lo abrazó repentinamente.

Amar, y no resultar herido en el proceso era algo complejo.

Continuará:....

•••••

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