Capítulo 12

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Ya hacía unas horas que Corazón y los jóvenes habían llegado de nuevo a casa. Su tutor se había ido rápidamente a la comisaria después de recibir aquella llamada de su superior. Al parecer, habían encontrado a otras dos chicas su edad que habían sufrido los mismos experimentos. Estaban reunidos en el salón, expectantes.

—Por favor, que sea mi amada. Por favor, por favor —farfullaba una y otra vez Sanji, mientras juntaba sus manos y miraba hacia el techo.

—Que alguien le calle de una vez —se quejó Kid, llevándose una mano a la cabeza.

—Como si tú no fueras un salido cuando quieres —comentó Law, con tono tranquilo. Estaba sentando en el mismo sofá que el pelirrojo.

—¡Venga ya! Tú eres el que se va restregando por ahí —le recordó su compañero, mirando a (TN) de reojo. El pelinegro tan solo chasqueó la lengua y apartó la mirada.

La gatita estaba sentada en el suelo, justo en frente de Law. Ella, Luffy, Hancock y Ace estaban echando una partida de cartas mientras esperaban. La peli(t/c) apoyaba de vez en cuando la espalda en las piernas del ojigrís, y este no ponía ninguna queja en ello. Era extraño como poco a poco esos pequeños roces, algo cariñosos y para nada premeditados, iban aumentando.

Todos se sobresaltaron al escuchar la puerta de la casa. Los que estaban jugando a cartas las dejaron caer al suelo. Absolutamente todas las miradas se dirigieron a la entrada del salón. Ahí estaban las dos chicas. Ambas eran de la misma estatura. Una de ella tenía el pelo largo y anaranjado, les miraba fijamente con sus ojos marrones. La segunda llevaba sus cabellos azules recogidos en una coleta. También tenía los ojos marrones, pero más oscuros que los de su compañera. Llevaban los gorros puestos y las colas cubiertas por la ropa, así que todavía no podían distinguir cuál era su parte animal.

—Chicos y chicas. Os presento estas son Nami y Vivi —comentó Corazón, señalando primero a la pelinaranja y después a la de cabellos azules.

—Me siento tan afortunado. Dos preciosidades más van a formar parte de nuestra familia —dijo el rubio, acercándose peligrosamente a ellas. Vivi sonrió por compromiso, mientras daba un paso hacia atrás. En cambio, Nami dio un golpe a Sanji para que se alejara.

—¡Por favor! Vamos a intentar llevarnos todos bien —pidió el tutor, algo nervioso, entre risas de los presentes. ¡Cada vez eran más adolescentes en esa casa!

—Eh, somos iguales. —Se notó cierta sorpresa y emoción en el tono de voz de Vivi. Se había acercado al pecoso y estaba acariciando suavemente una de sus orejas. Se retiró su gorra, dejando las suyas a la vista.

—¿Ace tiene su pareja? Nami-swan, dime que eres la mía —suplicó el rubio, acercándose de nuevo a la chica. Corazón se puso en medio para evitar que esta volviera a apartarle de un puñetazo.

—¿Pareja? —preguntó la peli-azul, confundida y con un ligero rubor en las mejillas.

—No sé por qué salió la idea de que los que somos el mismo animal estamos destinados a ser pareja, pero no hagas caso. Con ser buenos amigos está bien —explicó el, sonriente.

—Yo jamás sería pareja de este zorro pervertido —aclaró Nami, mientras se quitaba su gorro. Tenía las mismas orejas que Sanji.

—Venga, venga. Os he comprado un montón de dulces —intervino su tutor, para calmar la situación—. Podéis merendar todos juntos en el salón y así os conocéis un poco más y ponéis a las chicas al día.

Corazón se acercó hasta la mesa de madera, poniendo los brazos en alto para evitar que Luffy comenzara a coger los dulces antes de tiempo. El resto se colocó alrededor de la mesa. El tutor fue depositando el contenido de las bolsas sobre el mueble, mientras la mayoría se relamían los labios solo de pensar en comerlos.

—No seas bestia —regañó Ace al pequeño pelinegro, mientras le daba un golpe en la mano. No había esperado ni un segundo dese que Corazón había salido por la puerta para intentar arramblar con lo máximo posible—. Primero una cosa y después otra.

—¿Lo dices mientras vas cogiendo esas chocolatinas con la otra mano, Portgas-ya? —indicó Law. El pecoso devolvió lo que había cogido a la mesa, mientras se rascaba la cabeza y sonreía. Las dos nuevas integrantes no pudieron evitar reírse ante tal situación.

Se pasaron toda la tarde charlando y conociendo más los unos sobre los otros. Los veteranos explicaron su rutina diaria, en casa y también el instituto. Nami y Vivi empezarían las clases al acabar las vacaciones de verano, así que debían saber todo acerca del instituto y de lo importante que era tener cuidado para que no descubrieran su secreto.

Más tarde, las dos estuvieron contando como habían acabado formando parte de aquellos experimentos. Todo había empezado un año y medio atrás, lo cual confirmaba que aquel maldito científico y su equipo seguían haciendo de las suyas. Caesar recibió una especie de oferta, o eso pensaban las chicas, y las vendió a unos hombres que se dedicaban a comerciar con mujeres. Dos jóvenes híbridas se venderían a muy buen precio.

Por suerte, la policía logró desmantelar a ese grupo de delincuentes cuando las chicas todavía estaban bajo su poder. Ellas y otras muchas jóvenes de diversas edades. Esos tipos se quedaron entre rejas y ellas pudieron volver con sus familias. El propio Garp, el superior de Corazón, se había encargado de hablar con los familiares de las chicas y explicarles la situación. Al enterarse que había un grupo que había pasado por los mismos experimentos que ellas, decidieron que sería buena idea que pasaran un tiempo allí. De esa forma no se sentirían unos bichos raros y podrían hacer nuevos amigos.

—¡Vaya, chicos! Veo que habéis acabado con todos los dulces. Hoy haremos algo saludable y ligero para cenar —dijo Corazón, mientras entraba por la puerta del salón. A los tres pasos se tropezó, haciendo que los papeles que llevaba en la mano volaran por los aires y cayeran a su alrededor. Varios de los jóvenes e levantaron para ayudarle.

—Las especies de zorros que habitan en las latitudes boreales muestran preferencia para emparejarse en los meses comprendidos entre febrero y abril... —leyó (TN), mirando extrañada la hoja que había recogido.

—El apareamiento de los tigres en zonas con clima templado suele darse durante los meses de invierno —leyó Hancock. Todos se quedaron mirando fijamente a su tutor.

—¿Qué pasa? ¡No sabéis lo que es convivir con tantos adolescentes en celo! Tengo que estar preparado —se excusó él.

—Bueno, y no necesariamente hace falta estar en celo para tener ganas de sexo —aclaró Nami. El silencio se hizo en la habitación. La cara de Corazón fue pasando por todos los tonos rojos posibles.

—¡Se acabó! Vamos a tener una charla sobre el tema. Cuando os diga nos reuniremos. Voy a llevar todo esto a la habitación. Sanji, prepara la cena —farfulló, mientras arrancaba los papeles de las manos de las chicas y se marchaba del salón.

Entre las risas de la mayoría de los presentes, incluida la suya, (TN) escuchó el sonido de su móvil. Se acercó a la mesa para cogerlo y vio que tenía un mensaje de Robin. «Hola, (TN). Hemos pensado de ir mañana a la bolera del centro comercial. ¿Os apuntáis?».

[•••]

—Así que las dos chicas saben nuestro secreto, ¿no? —preguntó Nami, mientras el grupo iba de camino al centro comercial.

—Exacto. Bueno, solo sabían sobre mí, pero mi amiga Robin es muy lista y enseguida se dio cuenta —explicó (TN)—. Ellas nos ayudan a guardar el secreto. Recordad que el resto no lo sabe.

Bajaron en la parada de autobús que les dejaba más cerca del edificio. Tan solo estaba a unos cinco minutos caminando. La gatita saludó enérgicamente con la mano cuando vio a sus amigos en la puerta. Se adelantó al resto para abalanzarse sobre sus dos mejores amigas. Llevaban demasiados días sin verse.

—Ey, (TN). A ver si te dejas ver más, que desde que vives con ellos no te vemos el pelo —comentó Sabo, mientras rodeaba a la chica con su brazo y le daba un beso en la cabeza.

Acto seguido se acercó a saludar al resto, empezando por Ace y Luffy. Era con los que más confianza había cogido. Law no entendía muy bien por qué, pero no le había gustado eso de ver al rubio tan cerca de (TN). Bueno sí, entendía por qué. Y no es que le molestara que un amigo le abrazara, pero no sabía exactamente si la relación entre ellos había sido alguna vez algo más que amigos. A veces en clase parecían muy cercanos. Sacudió la cabeza y siguió al resto al interior del centro comercial. Debía olvidarse de ese tipo de tonterías.

Fueron directos a la bolera, intentando evitar todas las posibles tentaciones. Ya habían merendado en casa, pero a Luffy y a Ace se les caía la baba cada vez que pasaban por alguna cafetería, y a (TN) le apetecía mucho un batido gigante. Por suerte, Corazón sabía que debía darle el dinero a Law. Sabía que este lo administraría con sabiduría. Debían guardarlo para pagar la partida y para cenar algo después.

—Venga, ¿cuántos equipos hacemos? —preguntó Sabo, una vez todo estaba listo para comenzar la partida.

—Somos quince, podríamos dividirnos en grupos de tres y sumar las puntuaciones finales —propuso Robin.

Ninguno de los presentes tuvo objeción alguna. Hicieron las distribuciones a suertes, dejando que el destino decidiera. A (TN) le tocó con Kid y con Ussop. El equipo que jugaba a su lado estaba formado por Law, Rebecca y Vivi. Los contadores ya estaban en marcha y la partida estaba a punto de comenzar. Se acercaron para seleccionar una de las bolas.

—Venga, vamos a ser los ganadores. ¿Entendido? —preguntó el pelirrojo, mientras rodeaba al narizón y a la gatita, a cada uno con un brazo y apretando con fuerza.

—Tengo miedo... —murmuró Ussop. (TN) se deshizo del agarre mientras gruñía.

—Bueno, empiezo yo —dijo la chica, mientras cogía una bola cualquiera. Solo había jugado una vez a los bolos, hace tiempo. Se le daba bastante mal. Se acercó a la pista y estiró el brazo para coger impulso. Tal y como esperaba, no tumbó ni un solo bolo.

—¿¡Pero qué haces!? —exclamó Kid, dando un golpe a la pared. Ussop dio un pequeño salto mientras gritaba.

—¿Qué problema tienes, estúpido perro? —preguntó la peli(t/c), con rabia—. ¡Estamos jugando! No es para ponerse así.

—¡Es una competición! —insistió él. Odiaba perder y, todavía más si competía con Law.

—Callaros ya. Me estáis desconcentrando —se quejó el pelinegro, mientras se acercaba para calmar la situación—. Eustass-ya, es una salida de amigos. Es para disfrutar. Si quieres que te de una paliza en algo ya acordaremos algún reto.

—Bien —farfulló Kid, haciendo un gesto con la mano, indicando que le daba todo igual. Le costaba controlar su genio y, sobretodo, le costaba disculparse. No hacía falta que lo hiciera, ya que se notaba cuando sabía que había hecho algo mal. Era suficiente con que se arrepintiera en su interior.

—Y tú, ven aquí un momento —dijo el ojigrís, cogiendo a (TN) de la muñeca. La llevó hasta donde estaban las bolas y le hizo un gesto para que cogiera una de ellas—. Ahora ven. Cógela bien. Vale. Coloca las piernas así... Inclínate un poco hacia aquí. Está bien. Intenta lanzar ahora. Recto.

—Vale... —murmuró ella, intentando concentrarse. Cada vez que Law estaba tan cerca, le tocaba o simplemente le rozaba, su corazón latía con más fuerza de lo habitual. Lanzó y siguió la trayectoria de la pelota con los ojos. ¡Tumbó la mitad de los bolos! Saltó alzando los brazos en el aire—. ¡Toma ya!

—Ahora ya puedes jugar sin hacer el ridículo —dijo él.

—Idiota, ¡siempre tienes que estropear los pocos buenos actos que haces! —gruñó ella, mientras le daba la espalda—. Vuelve con tu equipo.

El pelinegro sonrió de lado. Era demasiado fácil y divertido ponerla nerviosa.

[•••]

—Has hecho una elección genial, Robin. Está todo buenísimo —comentó Nami, mientras se ponían las botas en un restaurante de sushi.

—Sí, bueno, he venido varias veces a este sitio y está muy bien en relación calidad precio. Además, hubiera sido difícil encontrar sitio para quince si no hubiéramos reservado —comentó la pelinegra, sonriendo amablemente.

—Robin-chwan es tan inteligente —comento Sanji, con su típico tono y expresión pervertida.

—¿Pero a ti hay alguna chica que no te guste? —preguntó la pelinaranja, mirándole con asco.

—Es un maldito pervertido —respondió Zoro. La verdad es que él y el rubio no habían conseguido llevarse muy bien.

—Lávate la boca antes de hablar de mí, marimo —dijo Sanji, poniéndose serio.

—Habló el ceja rizada.

—Vale, chicos, estamos molestando al resto de clientes. No empecéis una pelea —intentó calmarles Koby, aunque su intento fue inútil. Lo que aquellos dos no sabían es que alguien se acercaba peligrosamente a sus espaldas.

—¡Ya está bien, idiotas! —exclamó la pelinaranja, dando un golpe en la cabeza a cada uno. Se giró hacía el resto de las mesas—. Lo sentimos mucho, sigan disfrutando de la comida.

—Oye, falta un nigiri de salmón... Solo hay uno y nos faltaba por coger a Law y a mí —comentó (TN), desilusionada. Era de sus favoritos. Obviamente había sido Luffy, su cara de intentar disimular era delatadora.

—Puedes comértelo. No me importa. —La joven ni si quiera le dio tiempo de acabar la segunda frase. Law la miraba, anonadado. Desde luego no había que repetirle las cosas dos veces cuando se trataba de comer. A él también la apetecía aquel nigiri, pero le hubiera sido imposible negarse a dárselo después de ver aquella cara de pena. ¿Por qué tenía tanto efecto en él? Sus defensas estaban bajando.

Una hora después, el grupo de amigos ya había acabado de cenar y se dirigían a la parada de autobús. Había llegado el momento de irse a casa. Se fueron bajando en sus respectivas paradas y despidiéndose unos de otros, excepto el grupo de los híbridos. Estos bajaban en la última parada, en la zona más cercana a las afueras.

—¿Ya habéis vuelto? —Corazón se asomó rápidamente hacia la entrada y les pilló quitándose los zapatos—. Espero que durmáis bien esta noche. Coged fuerzas, abrid vuestra mente y preparaos para vuestra primera charla sobre sexo. Haceos a la idea porque no toleraré ningún tipo de tontería.

Se miraron unos a otros. ¿Lo de la charla iba en serio? ¿Podrían llegar a prepararse para un momento tan incómodo? Y la gran cuestión, ¿podría llegar el mismísimo Corazón a estar preparado para hablar de sexo con nueve adolescentes?

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