Nido de Avispas (Parte final)

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Nido de Avispas (Parte dos de dos)

- 724 Tiroteo en curso. Repito: 724 Tiroteo en curso en la fábrica abandonada de Lake City con Hell's - Se escuchó por la emisora del coche patrulla.

Mendoza miró amenazante a Dick advirtiéndole con la mirada que si arrancaba el coche era hombre muerto y más, a la hora de la comida.

- No es nuestra jurisdicción, novato - Le advirtió dando un bocado a su grasienta hamburguesa.

Dick dudó por un instante. Eso quedaba justo al límite de Gotham con Blüdhaven.

- Agente herido. Repito: Agente herido - Volvió a escucharse por radio.

Dick arrancó el coche y acelerando todo lo que el viejo motor daba de sí, chirrió rueda en el asfalto mojado y se dirigió hacia el lugar. No estaban muy lejos.

Mendoza maldecía a toda la difunta familia Grayson mientras trataba de limpiarse la cola que acababa de tirarse encima.

- Chico, te juro que te ...

- Solicito ambulancia para agente herido - Demandó una voz conocida por la radio, presa del pánico.

- Es Glory - Afirmó Dick sin dudas.

Dick derrapó en una curva. Estaban a punto de llegar.

Cuando llegaron al lugar aquello parecía una puta guerra.

La noche lluviosa estaba teñida por el rojo y azul de las sirenas de los coches patrulla. Había por lo menos seis o siete vehículos policiales y eso le confería un tono fantasmagórico casi irreal.

El ruido de sirenas no conseguía superar al de las balas silbando por encima de sus cabezas. Ráfagas de al menos seis o siete tiros.

Tenían armas automáticas.

Sintieron como los proyectiles impactaban directamente contra el costado del coche patrulla.

Dick detuvo el carro y salió junto con Mendoza por la parte del copiloto, con su arma semiautomática en mano.

Debía detenerse a pensar, a observar la situación, a ir un paso por delante. Era lo que Batman le había enseñado. Era más fácil de decir que de hacer, pues el traje de Batman era completamente a prueba de balas y él solo tenía un chaleco que con suerte no estaría caducado.

¡Joder!

Los estaban acribillando.

Mejor dicho, se estaban acribillando entre ellos.

- Haven 88, solicito refuerzos - Gritó Dick por emisora.

- Recibido Haven. Swat en camino.

Estaban en medio de una batalla entre dos bandas rivales: los hombres de Máscara Negra y los Capuchas Rojas ¡Esto tenía que pasar!

Éstos últimos eran los pandilleros más en auge y mejor armados que Gotham y alrededores habían tenido en mucho tiempo y el ruido de los subfusiles de asalto así lo atestiguaba.

Las ruedas del coche patrulla explotaron. En contra de lo que piensa la gente, los vehículos de la policía de Blüdhaven no eran antibalas. Eso hubiera sido demasiado costoso para el ayuntamiento. Les salía más barato pagar la indemnización por fallecimiento a las familias y hacer un pomposo funeral en memoria del caído, que gastarse el dinero mejorando el material policial.

Pagarían dos entierros más si seguían allí.

- Tenemos que movernos - Le gritó a Mendoza.

Su compañero negó con la cabeza mientras se escondía detrás del motor del vehículo.

- Nos están rodeando, Mendoza ¡Tenemos que irnos de aquí ¡- El oficial asintió cagado de miedo.

Dick salió corriendo, nunca en línea recta, siempre haciendo zigzag para evitar facilitar el blanco de los francotiradores. Vio a Glory detrás de un vehículo estacionado en la acera de enfrente de la fábrica. Sangraba por la pierna y cerraba los ojos con fuerza.

Estaba en shock.

Grayson se dirigió hasta su posición lo más velozmente que pudo y se dejó caer a su lado mientras sentía como los cargadores se vaciaban tratando de alcanzarle.

- ¡Glory! - Le gritó, pero la chica no reaccionaba - ¡Glory! Por favor - La zarandeó con fuerza y pareció volver en sí - Tenemos que salir de aquí ¿Me oyes? Cuando cuente tres, vamos a ir corriendo hasta detrás de ese camión - Señaló con el dedo - Yo te ayudaré, echa tu peso sobre mí - Le habían atravesado la rotula con munición pesada. Tenía el hueso destrozado.

Glory asintió.

- Mendoza - gritó Dick al no verlo ¿Dónde demonios se había metido? - ¡Mendoza! - Miró hacia atrás y lo vio tendido en el suelo, sangrando como un cerdo - ¡Joder! - Chilló. Le habían acribillado - ¡Mierda! - Era un cabrón corrupto, pero era su compañero. Tenía dos hijas y cinco nietas. Le faltaba un año para jubilarse - ¡Me cago en la puta! - Dick se maldijo a sí mismo.

Oyó un ruido justo a su lado que lo devolvió a la realidad y vio un objeto esférico pararse justo a su lado.

¡Una granada!

Instintivamente, y moviéndose más rápido de lo que alguien medianamente entrenado puede llegar a lograr, agarró la granada con la mano y la lanzó al aire, lo más alto que pudo.

Dos segundos más tarde detonó bajo el cielo nocturno de Gotham.

Dick escuchó la explosión y después un pitido martilleante que le perforaba el oído haciendo que éste sangrara. Se llevó las manos a la cabeza como si pudiera sacarse ese zumbido sólo con taparse los oídos. Un luz brillante lo deslumbró y cerró los ojos por acto reflejo.

Cayó al suelo, acurrucado sobre sí mismo. El dolor era insoportable.

Le costaba respirar, pues la onda expansiva había vaciado de aire sus pulmones. Eso es lo que la gente que nunca ha estado en la guerra desconoce. Lo que te mata, lo que realmente es letal, es el cambio de presión en los órganos que produce la detonación cuando comprime el aire del interior del organismo.

Empezó a toser. Miró a su lado palpando el cuerpo de su compañera pelirroja sobre la acera mojada. Al menos parecía que continuaba con vida, solo estaba inconsciente.

Quiso ponerse en pie pero cayó al suelo.

No podía mantener el equilibrio. Se palpó a sí mismo en busca de heridas graves. No parecía tener ninguna, así que supuso que sería debido a la conmoción.

Sus ojos claros, enrojecidos por el humo, empezaron a enfocar lentamente. Sabía que la vida le iba en ello. Estaba desprotegido y debía buscar cobertura.

Eso es lo Batman habría hecho de haber estado en esa situación.

Escuchó algo, parecían palabras, pero apenas audibles, sin embargo, el que las decía estaba bien cerca. Pudo ver sus zapatos brillantes acercándose hasta su posición. Eran demasiado caros como para pertenecer a un policía de mísero salario.

Alzó la vista y vio el cañón de una nueve milímetros apuntándole directamente entre ceja y ceja.

Toda su vida se acabaría ahí. En ese preciso instante.

Intentó mover su brazo para apartar el arma de su cara, pero no les respondió. Todos los músculos de su cuerpo estaban entumecidos.

No cerró los ojos.

Miró a la cara a su asesino, sabiendo que algún día, aquellos ojos hirientes que lo observaban divertidos se cagarían de miedo cuando él viniera a buscarle.

Cuando Batman vengara su muerte.

Era una certeza absoluta que lo alivió un nimio segundo. Después, la cabeza de aquel mafioso de máscara negra, explotó en mil pedazos. Le habían disparado a bocajarro. Dick escuchó la detonación como si el disparo se hubiera producido lejos y no a tan solo dos pasos de él.

Cerró los ojos cuando la sangre y los trozos de cerebro de aquel tipo le salpicaron el rostro.

¿Pero qué?

Otro tirador.

Uno sin escrúpulos.

Uno de sus compañeros no dispararía a la cabeza de una persona a esa corta distancia y por la espalda.

Abrió los ojos y observó ante él a un hombre con una máscara roja metálica que le cubría completamente la cara. El reflejo de su rostro distorsionado, le devolvió la mirada.

Así que no eran habladurías de la calle. Realmente ese Red Hood existía.

Vestía con ropa paramilitar de color negra, con tintes rojizos, o quizás fuera la sangre que teñía su uniforme y su chaleco antibalas. No estaba seguro. De lo único que estaba seguro era de que acababa de salvarle la vida. "¿Por qué?"

Llevaba un subfusil de asalto, material pesado. Caro. Del que no se vende en cualquier esquina.

Esperó que lo apuntara, al fin y al cabo él era un poli más y estaba a su merced, desorientado y aturdido por la explosión.

Pero en vez de rematar el trabajo, se agachó y por los gestos de sus manos, parecía que estaba hablándole, pero Dick no podía oír nada que no fuera el canto de las sirenas de los vehículos de sus compañeros y el incesante zumbido en sus oídos.

Aquel hombre lo agarró por el pecho y se lo llevó a rastras hasta la entrada de la vieja fábrica, mientras las balas silbaban y cumplían con su diabólica misión: Quitar vidas.

De una patada, rompió la puerta de acceso.

Con él a cuestas, subió unas escaleras hasta el piso de arriba, donde ya no se veía a nadie. Estaban solos.

Volvió a arrodillarse y lo zarandeó.

¿Qué demonios quería?

"¿Por qué no acaba conmigo de una jodida vez?"

El rostro metálico cubierto de rojo se giró bruscamente hacia la derecha. Dick miró en esa misma dirección y sintió una explosión. Acto seguido, y de entre los escombros, asomó el temible murciélago.

Pocas veces lo había visto en acción, sólo entrenando.

Tenerlo delante, resultaba ... intimidante.

Hood no se achantó y le tiró unas shurikens con experta habilidad. Batman saltó hacia atrás y consiguió esquivarlas, lanzó su arpón hacia Hood y éste se enredó en su brazo, pero antes de que lograra tensarse, el Capucha Roja lo cortó con un cuchillo.

El murciélago se detuvo.

Dick sabía lo que pensaba su mentor. Pensaba que no había mucha gente que pudiera zafarse de uno de sus cables. No debía tomarse aquel delincuente a la ligera, ya que era de todo, menos común.

Batman le lanzó unas granadas, pero Hood simplemente las pateó en su dirección, sin dudas, sin miedo al peligro, y explotaron tan cerca del murciélago que, aunque saltó en el último instante, salió despedido golpeándose contra una de las paredes.

Al instante de chocar contra el muro, el cuchillo de Red Hood se clavó en la pared, al lado de la sien del caballero oscuro, que movió su cabeza en el último momento, si no, era probable que hubiera traspasado el blindaje de la máscara.

Batman sacó dos batarangs. Acero contra acero e intentó clavárselos pero aquel hombre se movía rápido y estaba entrenado.

Las chispas saltaban cuando ambos tocaban las corazas que llevaban sobre el pecho. La máscara roja parecía hecha con algún tipo de material tan resistente, que era inútil tratar de traspasarla.

Batman le agarró por el brazo y le hizo una de sus luxaciones. Hood se dejó llevar hasta que en el último momento, giró su muñeca y fue el murciélago el que quedó a su merced.

Sacó de nuevo el cuchillo y se lo clavó en la inserción de la axila, donde el blindaje es más débil para facilitar el movimiento de la articulación.

Batman lanzó un alarido de dolor. Alzó una de sus manos, y aprovechando que lo tenía sobre la espalda, le clavó unos de los batarangs en el muslo derecho.

Ambos hombres retrocedieron unos pasos. Dick no podía creer que alguien hubiera sido capaz de apuñalar a Batman, de atravesar su coraza de fibra de carbono y kevlar.

Eso tenía que saberlo de antemano. No era una improvisación.

El líder de Los Capuchas tenía su fama bien merecida. Era ágil y estaba armado hasta los dientes con la última tecnología. Resultaba mortífero y letal. La pregunta era, si lo era en mayor medida que el Caballero Oscuro de Gotham.

Batman miró a Dick tumbado en el suelo, apenas consciente.

Lanzó unas bombas de humo y se dirigió hasta su muchacho. Le pasó un brazo alrededor del cuello para ayudarle a ponerse de pie y, cuando se disponía a cargarlo sobre su espalda, el líder de Los Capuchas Rojas sacó su arma y apuntó a Batman.

Dick no supo de dónde sacó las fuerzas, pero consiguió extraer su pistola de la funda del cinturón y pegó varios tiros en la dirección de Red Hood. Su vista seguía nublada.

Batman lanzó una granada aturdidora. Dick lo supo por la vibración que provocan al detonar contra el suelo, no porque pudiera oír nada aparte de aquel pitido infernal que se había asentado en su cabeza. Bruce lo abrazó y cuando estuvo en el alfeizar de una de las ventanas rotas de aquella fábrica, lanzó su gancho y lo sacó de aquel infierno dantesco.

Grayson no recordó nada más y perdió el conocimiento.

*** ******

- Buenos días, agente ....Grayson - Escuchó una voz de mujer joven.

Dick abrió los ojos y la luz de los fluorescentes le quemó las retinas. La cabeza le iba a estallar.

- Soy la doctora Lyra ¿Se acuerda de mí? - Dick asintió con la mirada - Está en el hospital de Blüdhaven. Ha estado inconsciente dos horas.

Dick se incorporó un poco en su cama. Vio que vestía una bata blanca. Una vía con suero atravesaba su antebrazo y una pulserita con su nombre colgaba de su muñeca.

- Tiene varios hematomas por todo el cuerpo, incluyendo dos costillas fisuradas, seguramente por alguna bala que impactó en su chaleco. También tiene el tímpano perforado - Cogió su carpeta metálica y empezó a ojear los informes - Es posible que oiga un zumbido durante algunos días, y que se sienta mareado, pero con analgésicos y antibióticos, no debería tardar más de un par de meses en sanar - Hizo una pausa - ¿Entiende lo que le digo, oficial?

- Sí - Dijo Dick volviéndose a tumbar -¿Sabe cuántos compañeros han m...? - Temió acabar la frase.

- No - Lo miró con tristeza - Lo siento. Aquí solo traen a los heridos, un total de ocho, contándole a usted.

El joven policía suspiró. Recordó a Mendoza y giró su rostro hacia el lado contrario, para ocultar su expresión.

- ¿Quiere que llame a alguien para que le haga compañía?

El ruido de la puerta abriéndose de repente hizo que por poco saltara de la camilla. La figura de un hombre alto, vestido de manera informal y cubierto por una sudadera con capucha, irrumpió en la pequeña habitación.

- Lo siento, pero si no es usted familiar o policía no puede estar aquí - Alzó la voz la doctora que trataba de interponerse entre su paciente y aquel hombre - ¡Llamaré a seguridad!

- No se preocupe doctora. Déjele pasar.

¡Joder! Lo último que quería era ver a Batman allí.

- ¿Qué crees que estabas haciendo? - Preguntó con su característica voz grave y carente de sentimientos.

No había tardado demasiado en sacar su dócil carácter.

- Mi trabajo. Eso estaba haciendo - Le dijo el chico claramente molesto, conteniéndose, porque un ¿Qué tal? O ¿Cómo te encuentras, Dick? ¿Hubiera sido mostrar demasiada preocupación para Bruce?

- ¿A eso le llamas hacer "tu trabajo"? - Le recriminó alterado. Eso era nuevo. Nunca lo había visto tan sobresaltado, al menos, con él - ¿Para eso te saqué de la calle? ¿Para que tires tu vida por la borda?

- ¡ES MI VIDA, BRUCE! - Gritó. Ni él mismo sabía por qué había explotado de esa manera. - ¡NO ES LA TUYA! - Se llevó las manos a la cabeza desesperado - ¡La vivo como a mí me da la gana, no como a ti te gustaría! Ya no soy un niño ¡Maldita sea! - Años de frustraciones ocultas subían por su garganta en forma de venenosas palabras - No puedes controlarme. No puedes tenerlo todo bajo tu dominio absoluto. No todo sucede cuando tú quieres y porque tú quieres ... por eso me rechazaste.

- Yo no te rechacé, Dick, tú te fuiste - Ahora su semblante era serio. Volvía a ser el mismo, encerrado en su fortaleza de fría indiferencia.

Firme e inflexible.

La doctora salió de la habitación y cerró la puerta, otorgándoles algo de privacidad.

- Vuelves a esconderte tras la máscara, pero a mí no me engañas. Sé que lo que tienes es miedo - El murciélago le devolvió una mirada amenazante - Sí, miedo a todo aquello que escapa a tu control. Miedo a sentir algo por alguien, por eso no puedes perdonar a Clark por lo que te hizo. Por eso te resistes a volver con él. Tienes miedo a volver a salir herido - Tomó aire - Te volviste sobre protector conmigo y me echaste de tu lado ... para no volver a sentir el dolor, al igual que rechazas a todos los que se te acercan.

Bruce no decía nada. Solo escuchaba, con los puños cerrados, la mandíbula tensa y una mirada que competía con el fuego del infierno.

- Me entrenaste. Cada día de mi vida, desde que tenía ocho años, me entrenaste para estar a tu lado ¡Yo quería luchar contigo y vengar la muerte de mis padres! - Las magulladas costillas le dolían debido a soportar tal agitación - Me hiciste que así lo creyera, pero cuando llegó el día que estaba preparado para acompañarte, me alejaste de tu vida - Hizo una breve pausa - Por miedo. Así que vete, no tienes derecho a recriminarme que hiciera aquello para lo que me preparaste.

Una lágrima solitaria resbaló por el rostro de Richard, mientras sus labios temblorosos se sellaban.

Lloraba de impotencia, de rabia, y sobre todo de haberle dicho aquellas crueles palabras a Bruce, aunque fuera lo que sentía, aunque fueran verdad.

- Acabarás solo, Bruce - Rectificó - Ya estás solo y lo sabes.

Wayne miró al suelo y salió de aquel pequeño box de urgencias.

De nuevo, la única respuesta que recibía era el silencio.

La doctora observó al hombre salir con paso decidido, escondiéndose su rostro bajo la capucha gris, agachando la mirada. Entró de nuevo y se acercó a Dick. Apoyó la mano sobre su hombro en un intento inútil por tranquilizarlo.

- Debes calmarte. Has pasado por mucho estrés y afrontar una discusión con tu pareja en un momento como este puede no ser lo más oportuno.

- No es mi novio - Miró a aquella mujer morena de cabellos enmarañados con mirada colérica - Es mi padre.

"¡Joder! ... Es mi padre"

Dick se tumbó de medio lado sobre la camilla, mirando hacia la pared rayada. La vía en su brazo se le clavó pero no lo movió.

Ese pequeño dolor era un justo castigo por haberle pagado así al hombre que le acababa de salvar la vida.

- Entiendo - La doctora se colgó el estetoscopio y salió del box - La familia siempre es ... complicada - Suspiró - Voy tenerlo en observación durante veinticuatro horas, si no hay nada raro, le darle el alta, así que mañana podrá irse a casa.

"A casa", pensó Dick , "¿ Dónde está eso?"

********************

Dick llegó a su pequeño apartamento de Blüdhaven.

Se dio cuenta que todavía llevaba puesta aquella pulsera de hospital y se la arrancó con desgana. No estaba de humor para nada.

Abrió su armario y buscó algo decente que ponerse para el funeral de Mendoza y de otros tres policías que habían muerto. Mañana sería la ceremonia.

Mendoza era un capullo pero era su compañero ... era su compañero ¡Maldita sea! Y no supo protegerlo.

Dio un puñetazo a la pared y ésta quedó débilmente teñida de sangre. Debía tranquilizarse. Descargar su frustración sobre el mobiliario era estúpido y no le haría sentirse mejor.

Se daría una ducha.

Se quitaría los restos de sangre, pólvora, sesos y antiséptico y dejaría atrás aquel maldito día.

Cuando salió del baño no estaba de mejor humor.

Tocaron a la puerta.

Dick se sobresaltó. No esperaba a nadie.

Miró por la mirilla y vio a Todd sonriente, guiñando un ojo.

- Jay - Le dijo - No es un buen momento - Apoyó las dos manos sobre la madera raída y dejó descansar su frente sobre la puerta cerrada.

- Lo sé. Por eso vengo.

Se puso los primeros vaqueros que encontró. Ni siquiera se molestó en secarse la piel.

Abrió la puerta.

- ¿Cómo sabes dónde vivo?

- Te seguí un día que salías de comisaría.

Dick se irritó por no haberse dado cuenta.

- ¿No se suponía que estabas en Black Gate?

- ¿Se interesa por mí, agente Grayson? - Le sonrió como sólo los íncubos saben hacerlo - Pagaron mi fianza - Le enseñó una caja de pizza destrozada y abierta - Te he traído el desayuno

- ¿Se la robaste al pizzero? No. No me contestes. Prefiero no saberlo.

- ¿Tienes cerveza? - Dejó la pizza sobre la mesa.

- Ehhh, sí, en la nevera ¿Cómo que han pagado la fianza? ¿Quién?

- ¿Estás celoso?

- ¿Yo? ¿Por qué debería estarlo?

- Porque te gusto.

- ¡¿Qué?! - Desde luego, aquel chico no se andaba con rodeos - ¡No digas tonterías!

- ¿Tonterías? - Jason se acercó sinuoso como un gran felino. Se paró ante Dick y le miró directamente a los ojos - No te preocupes, no voy a morderte, aún - Susurró seductoramente - Sólo te voy a demostrar que tengo razón.

Dick tragó saliva.

Debería patear su trasero callejero fuera de su apartamento. Debería alejarse lo más posible de aquel delincuente juvenil de poca monta, debería ... pero ¿Qúe estaba haciendo?

Le miraba como nunca antes le habían mirado. Con aquellos ojos espectacularmente únicos.

Dick debía alzar su rostro pues aquel chico que acababa de cumplir la mayoría de edad le sacaba un buen trozo en altura, y seguramente también en peso, pues tenía un cuerpo escultural.

Nacido para el pecado.

Libidinoso.

Seductor.

Sintió como la comisura de la boca de Jay se alzaba en una sonrisa de satisfacción mientras seguía con su mirada penetrante de la cual no conseguía zafarse, como si estuviera hipnotizado con su magnetismo animal.

Los poros de su cuerpo se erizaron con el primer escalofrío, al que siguieron muchos más. Su temperatura aumentó unos grados y el rubor se hizo presente en sus mejillas.

Las palpitaciones en su pecho hacían que éste se agitara violentamente, dando un espectáculo que sin duda complacía a aquel maldito demonio que se había introducido en su vida accidentalmente, pero que permanecía en él a la fuerza.

Todd se acercó ladeando el rostro, hasta que Dick notó su aliento sobre los labios, que entreabrió suavemente ansiando el momento en que llegaran a tocarse.

Grayson cerró los ojos.

- Estás loco por mí, novato - Dijo separándose.

¿Qué? Ahora se reía de él.

Lo tentaba, lo seducía ¿Sólo para jugar con él?

- ¡Fuera de mi casa! - Ordenó Dick apuntando con el dedo hasta la puerta - Fuera de mi c...

- Tú también me gustas, novato - Susurró sobre su oído antes de morderle suavemente el lóbulo de la oreja - Y no suele gustarme la gente, y menos, los agentes de la ley.

El joven policía dudó sobre qué decirle.

Sus labios callaron, pues fueron devorados por los de Jason, que introducía la lengua en su boca, invadiendo la cavidad como si la vida le fuera en ello.

Todd llevó su mano a la nuca de Dick y lo acercó hacia sí, para impedir que se apartara. Se lanzó al cuello y lamió todas aquellas gotas de agua que se resistían a abandonar aquellos marcados pectorales. Bajó por el trapecio, en dirección a la clavícula.

Palpó con sus dedos los hematomas de las costillas y los besó, como si sus caricias pudieran llevarse todo aquel dolor.

Dick respiraba entrecortadamente sin hacer nada. Estaba inmóvil. Sus brazos yacían a ambos lados de su cuerpo. No se atrevía a moverlos por miedo a demostrarse a sí mismo que ese chico tenía tal poder sobre él, que realmente lo estaba disfrutando. Pero su cuerpo era más noble en no mentir sobre las sensaciones que le invadían y su miembro se alzaba impetuoso bajo aquellos vaqueros gastados.

- ¿Soy el primero?

- ¡Qué más quisieras! - Chistó Dick.

- Mnnnn. Eso me complace - Siguió su camino de besos hasta el pantalón y le desabrochó el botón con la boca. Sin duda, le sobraba práctica - Ya no estoy para dar clases particulares.

Abriéndose paso con sus expertos dedos sacó la verga de Dick y la lamió desde los testículos hasta la punta del glande.

El cuerpo de Dick se tensó.

- ¡Joder! - No pudo evitar sollozar. El joven policía se llevó una mano a la boca y mordió uno de sus dedos.

- Disfrute del espectáculo, agente y déjese llevar- Se arrodilló ante él y se tragó su pene, hasta que Dick notó cómo la punta chocaba contra la garganta de aquel chaval.

Grayson llevó sus dedos al enredado cabello de Todd y los hundió entre las hebras, agarrando unas briznas más claras de su flequillo, para acrecentar el vaivén de su amante.

Por una vez, no pensaría ... solo se dejaría llevar por sus deseos, y deseaba que aquel joven le penetrase hasta que no pudiera pensar en nada más.

Hasta que el placer anulara todo lo demás.

- Si sigues así me correré en tu boca - Admitió entre jadeos, pensando que era una de las mejores mamadas que le habían hecho en su vida.

Jason sacó el miembro de su boca, dejando escapar un hilo de saliva mezclada con líquido seminal.

- No importa. Nos correremos de muchas maneras esta noche, eso te lo aseguro.

Todd le bajó el pantalón y se gratificó al ver los tonificados muslos de su amante. Dick alzó una de sus piernas y la cargó sobre el hombro del delincuente, que seguía succionando vorazmente su pene. Se agarró al marco de la puerta con ambas manos, haciendo que la madera crujiera. Aguantó su peso con los brazos, quedando suspendido en el aire y alzó la otra pierna, para acabar rodeando la cara de Jason con ellas y así acercar su pelvis. Profundizando en sus estocadas contra aquella boca enviada del infierno, que hacía que tocara el cielo.

Sintió como Todd sonreía y se ponía de pie, engullendo aquel cuerpo al que ansiaba complacer mientras sus dedos se clavaban en sus nalgas.

La espalda de Dick se arqueó en un gesto imposible.

- Aggghhh - Se corrió en la boca de su amante, expulsando chorros de semen que escaparon a borbotones de los labios de Jason. Cuando los espasmos cesaron, Jay sacó su lengua viperina y lamió de las comisuras de sus labios con apetito voraz.

- Novato, eres muy flexible - Dijo Todd complacido.

Dick rió también mientras Jason lo dejaba sobre el suelo, asegurándose que podría tenerse en pie.

- Vamos a la cama - Le susurró Richard agarrándolo de la camiseta.

- A sus órdenes, agente - Dijo el joven de ojos heterocromáticos.



Dick se desperezó horas después, envuelto entre sus sábanas de algodón barato. Ya había oscurecido.

Le dolía todo el cuerpo y sabía que no había sido por el tiroteo.

Había dormido largo y tendido.

Palpó el otro lado de la cama temiendo lo peor, pero por una vez en mucho tiempo, la Diosa fortuna le sonrió, y lo vio estirado junto a él, respirando profundamente ...

Se había adueñado de su almohada y la tenía entre las piernas desnudas.

Su cuerpo era perfecto ...

Grande y fuerte.

Musculoso.

Su carácter era soberbio, arrogante, temerario y muchas cosas más ... todas le hicieron sonreír. Era un error sentimental de manual.

El mejor peor error que cometía en mucho, muchísimo tiempo.

Un hermoso error.

Paseó sus dedos suavemente por aquella piel morena, preguntándose cuántos antes que él la habrían acariciado.

Muchos, sin duda.

Una pizca de ira le recorrió la espalda.

Se negó a si mismo que eran celos lo que acababa de sentir.

Ahora que estaba más calmado, podía observar marcas antiguas de heridas sobre la piel de aquel joven de apenas cuatro años menos que él, otras nuevas. Desde luego, las calles de Gotham engullen a los chicos sin hogar y escupen bestias salvajes en su lugar.

Una de aquellas lesiones en su muslo derecho era reciente. Muy reciente. Aunque estaba mal cosida, sangraba por los puntos mal dados.

Ayer, consumido por la pasión, no se percató, pero ahora se daba cuenta de que ya había visto otras marcas así.

¡NO!

"¡Es imposible!"

Encendió la pequeña lámpara de su mesita de noche para verlo mejor, pero Todd se quejó y a regañadientes la apagó, con la mano izquierda.

"¡Zurdo!"

Grayson saltó de la cama alejándose lo más que pudo, tratando de engañarse a sí mismo, diciéndose que eran simples coincidencias.

Pero aquella herida en su muslo estaba justo donde Batman le había clavado el batarang a Red Hood. Aquella lesión de bordes dentados coincidía con las marcas del murciélago de metal.

Lo había visto muchas veces en los reportes policiales de Batman, en los delincuentes que había arrestado.

Se llevó las manos a la cabeza, consumido por los nervios. Empezó a moverse arriba y abajo por toda la habitación, ignorando el dolor en su espalda y en su culo.

Rebuscó en la chaqueta de cuero de Jay, buscando algo, alguna prueba a favor de su inocencia y en uno de los bolsillos interiores lo encontró.

Un cuchillo ensangrentado junto con una pistola y un paquete de cigarrillos.

"El cuchillo que había atravesado la piel de Batman"

Aquel joven que parecía ser un pequeño delincuente callejero, era en realidad el líder de Los Capucha Rojas, la banda más numerosa y peligrosa que había asolado Gotham en años.

Aquel joven lideraba a cientos de pandilleros y estaba acusado de decenas de crímenes. Aquel joven que acababa de tener sexo salvaje con él y dormía plácidamente entre sus sábanas.

¡Ohhh, noooo!

Eso no era bueno.

Nada bueno.

Cientos de asesinatos colgaban a sus espaldas y se le consideraba un carnicero sin escrúpulos que se estaba adueñando de todos los Narrows de Gotham

¡Joder! Todo el departamento de policía de Gótica y Blüdhaven andaba buscándolo y, lo que es peor, ahora Batman tenía una vendetta personal con él.

Se lo haría pagar con el más terrible de los castigos.

Lo había hecho sangrar y eso era una afrenta que el murciélago no perdonaría.

Jamás.

¿FIN?




Notas de la autora:

He creado este fic como parte de un concurso (Robincest) para un grupo de Facebook al que me siento privilegiada de pertenecer: Edén Slash DC

Se lo dedico a Makima Depyran que solicitó una historia en la que Dick fuera agente de policía y Jason un delincuente común más.

Aproveché para decirle que yo ya había comenzado a introducir una trama como esa en otro de mis fics (El Dios y el Mortal), así que junté varios trozos que hablan sobre Todd y Dick para hacer un nuevo fic.

Esta historia es independiente y se puede leer sola, pero queda englobada dentro de la principal de mi otro gran fic, y no descarto publicarla en algún capítulo más adelante, o al menos hacer alusión a lo que pasó en ésta.

Para los que no hayan leído El Dios y el Mortal, únicamente les diré que intento que los personajes sean similares a los de los comics. Con las características, personalidad y habilidades que tienen en los comics y las películas de DC. Aunque suelo tomarme mis licencias creativas, por supuesto.

Evidentemente, más de la segunda mitad de la historia es inédita. Si no ¿Qué gracia tendría?

El fic quedó demasiado largo así que lo dividí en dos episodios, para los que no disponen de tanto tiempo para leer seguido.

Espero que les guste a todos, y sobre todo a Makima.

Muchas gracias por leer y a Lyra por corregir.

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