Capítulo 24

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El testarudo de Hugo finalmente se ha calmado, aunque no entiendo de dónde le viene esa inmadurez. Estoy fumando a su lado y él solo me mira, perdido en sus pensamientos.

—No puedo creer que no recuerde lo que pasó, es frustrante —sus palabras me entran y salen  como si no tuvieran importancia. —Me molesta haber despertado aquí, y ese doctor despreciable acaba de decirme que tengo amnesia.

Termino mi cigarro y se lo paso, mientras saco otro y le prendo fuego rápidamente, dejando que la hierba me relaje con su intensidad.

—¿Por qué no dices nada? —me pregunta, dejando la colilla en la mesa.

—Algún día vas a recuperar tus recuerdos, y espero que cuando eso pase no arruines mis planes.

Dejo escapar el humo de mi boca con fuerza.

Lo veo cerrar los ojos mientras el humo lo envuelve, después me mira con curiosidad.

—No sé de qué hablas; no me aclaras nada. ¿Qué me sucedió para acabar en una cama? No recuerdo nada.

—Tuviste un accidente por imprudente. Es normal que estés así. Ahora dime, ¿qué recuerdos te quedan?

—Solo me acuerdo de ti, de papá y de mamá, eso es todo. ¿Qué tipo de accidente fue?

—Algún día lo recordarás. No te angusties por querer saberlo ahora. Te conseguiré una especialista que te ayude con tu amnesia.

—Quiero ver a papá y a mamá.

—Está bien, los contactaré. Eso podría ayudarte a recuperar algunos recuerdos.

Me alegra saber que lo que tenía Luli no fue grave; el doctor lo ha explicado con la mayor tranquilidad posible. Son situaciones que pueden ocurrir en momentos de estrés o pánico. Al recordar lo que pasó, todo me queda claro.

Ahora estoy bajando los escalones; ella ya se ha dormido.

—Joven Idier—la voz de la señora Mirta me detiene; creo que aún estoy en problemas.—¿A dónde vas? Aún no me has contado qué relación tienes con Luli —me mira con el ceño fruncido.

—Preferiría decírselo Luli estando presente; no sé si soltarlo así de repente sería lo mejor.

—¿Estás tratando de decir que son pareja? —se cruza de brazos.

—Ya lo ha dicho, somos pareja...

Veo cómo su rostro se ilumina de alegría.

—¿Eso era lo que te costaba decir? No es nada malo; me alegra saber que mi niña tiene a su lado a un chico tan dulce como tú. Gracias a tu presencia, todo ha ido bien.

—Me alegra escuchar eso.

Ella muestra una sonrisa cálida y amable.

—Señora Mirta tiene una llamadas— interviene la empleada doméstica.

—Ahora voy. Bueno, Idier, ¿cuándo planeas volver a visitarnos?

—Muy pronto, seguro.

—Está bien; estoy deseando verte de nuevo —me toca el hombro y se marcha.

Salgo rápidamente de la casa y subo a mi auto. En ese instante, suena mi celular y lo contesto al instante.

—Él está bien; ya puedes respirar tranquilo, y no olvides lo de esta noche —dice Saúl y cuelga sin más.

Bueno, al menos no le ocurrió nada malo. Ahora, ¿qué sigue...?


Con la llegada de la noche, seguimos en la sala y mamá no para de atosigar a Íker. Ahora parece que le ve como un posible yerno. He estado sintiéndome incómoda durante toda la cena. Se le ha ocurrido relatar toda mi infancia, ¡qué vergüenza! No sé cómo aguanto esta humillación; ser exhibida frente a tu novio es demasiado.

—Hacéis una pareja estupenda; es la primera vez que mi hija me presenta a un chico que es su pareja oficial, ya que suele salir mucho y no busca relaciones serias. Déjame contarte otra anécdota de cuando era pequeña...

—¡BASTA!

En cuanto suelto esas palabras, ambos me miran. Íker se nota incómodo y mamá sonríe de manera burlona. No puedo creer lo que está pasando...

—¿Te ocurre algo, amor mío? Estoy... —dice mamá con su voz más melosa, fingiendo dulzura mientras me provoca.

—Pienso que ya es hora de marcharnos —comento mientras me acerco a Íker.— Lo llevaré a su casa; necesita descansar. Despídete, cariño —le indico a Íker, lanzando una mirada de leve descontento a mamá.

—Bueno... ha sido un placer conocerla, señora Teresa.

—Te he dicho que puedes llamarme simplemente Teresa; lo de "señora" me resulta horrible —responde con una dulzura que me revuelve el estómago.

—Cariño, ¿por qué no te adelantas un poco? Necesito hablar con mi madre un rato.

—Está bien —responde Íker y se aleja.

—¿Qué fue eso, amor mío?

—Tendremos una conversación pendiente las dos. Tengo que salir ahora y no me busques, hoy no dormiré en casa.

—Recuerda que sigues castigada; no me hagas...

—Me da igual. Si quieres, llama a papá —le digo y me voy, dejándola atónita.

Salgo afuera y veo a Íker con la mirada perdida. Hoy ha estado muy callado y sereno. Ni siquiera sabe mentir. Es evidente que el sádico de Hugo lo intimidó. Ahora viene con la historia de que tuvo una pelea en su barrio. ¿De verdad piensa que soy tan ingenua como para creérmelo?

«Ya estoy cansada del comportamiento de Hugo. Si no le importo en absoluto, no tenía derecho a agredir a Íker. ¡Uuuussss! Odio a ese cretino; se cree que el mundo gira a su alrededor. Menudo hijo de puta».

—Bella —su voz me saca de mis pensamientos. La forma en que me mira es extraña, como si quisiera decirme algo importante.

—¿Puedo quedarme en tu casa hoy? —Al decir esto, me doy cuenta de su expresión confundida. «¿Siempre está así de perdido?»

—Yo... Yo —se pasa la mano por el cabello, visiblemente nervioso.

—¿Estás tratando de decir que no? —pregunto, sintiéndome apenada y bajando la mirada. Ya estoy bastante humillada por mi madre como para que esto me haga sentir peor.

—Por supuesto que puedes. Me da pena que tengas que ver lo desordenada que está mi casa.

Le sonrío, aliviada por su respuesta.

—No te preocupes, te ayudaré a arreglar el desastre que sea. No es la primera vez que hacemos algo así, ¿verdad? —Recuerdo aquel día en que tuvimos que limpiar todo el desorden en su casa la última vez, cuando Luli y el tonto de Idier se escaparon.

—Nuestro primer día como novios, por supuesto que lo recuerdo. No pensé que quisieras revivir ese momento.

—Si es contigo, claro que sí quiero —me acerco y le doy un beso en la mejilla. Puedo ver cómo se sonroja al sentir mi contacto mientras agarro su brazo y caminamos hacia el auto.

Estoy en el coche, recién aparcado en el lugar donde han preparado mi bienvenida.

Un mal presentimiento me recorre, pero no puedo darme por vencido ahora; he llegado hasta aquí.

Salgo del auto y me acerco con calma hacia la puerta, donde me encuentro con dos tipos enormes vestidos con esmoquin negro y gafas oscuras. De verdad, son muy intimidantes.

—¡Buenas noches! —les digo con una confianza que intento mantener.

—Eres Idier. Saúl te está esperando adentro, puedes pasar —dice uno de ellos con voz profunda.

Me abren la puerta y, sin pensarlo, coloco mi pie en ese umbral. Después de caminar un par de minutos por el pasillo frío y silencioso, me encuentro con un chico esperándome junto a una puerta oscura.


—Idier, por aquí —me indica al abrir las puertas. Entro con tranquilidad, pero casi me da un shock al toparme con un grupo de chicos, todos ataviados de negro.

Están todos de pie, mirándome con expresiones serias y amenazantes que realmente dan escalofríos. ¿Qué es esto, una especie de club secreto? Nunca había sentido tanto miedo en mi vida. Me prometió que habría una fiesta, y aquí estoy rodeado de extraños, y para colmo, no lo veo por ninguna parte.

¿Qué se supone que debo hacer ahora? ¿Saludar? No parece que estén interesados en eso. Es tan incómodo, con ese aire misterioso y esos movimientos inquietantes.

—Aquí estás —oigo su voz grave justo detrás de mí, casi me da un infarto. Tendré que acostumbrarme a su extraño modo de aparecer; me recuerda a Luli.

Ahora estamos cara a cara. Me observa con una sonrisa perturbadora, y me sorprende que no esté fumando en este momento.

—¡Chicos! ¡Les presento a nuestro nuevo miembro, oficialmente! ¡Él será mi mano derecha!, así que ya saben: ¡respeto, lealtad y toda esa historia! ¡Pueden tomar asiento! —anuncia con una calma desconcertante.


Todos se sientan en un silencio tenso mientras él me incita seguirle hasta su trono, como si fuera un rey. Me coloco de pie a su derecha, y las miradas de los demás me hacen sentir incómodo.

Me entrega unos documentos, y los tomo con dudas. ¿Qué será esto?

—Es un contrato, puedes leerlo. Al firmarlo, te comprometes conmigo. Debes saber que una vez que entras, no hay vuelta atrás.

Mientras reviso el contrato, escucho su voz y no puedo creer lo que estoy leyendo. Si firmo ahora, estaré vendiendo mi alma al diablo. Sin duda, él es eso; necesito entender quién es realmente y a qué se dedica. Es algo muy serio, pero ya no hay marcha atrás; debo seguir con mi plan hasta el final.

—Idier —me dice, sacándome de mis pensamientos mientras me observa con curiosidad.

Cuando lo miro, su sonrisa es maliciosa.

—Te estoy esperando —dice con una calma que me intriga aún más.

—Pásame el bolígrafo —le pido. Al oír eso, su sonrisa se amplía; saca un bolígrafo de su traje y me lo entrega.

Ahora estoy firmando con una confianza que no sé de dónde proviene, aunque en el fondo siento un miedo abrumador. Solo me queda rezar y tener fe.

—Bien hecho —comenta Saúl, visiblemente satisfecho.

Su mirada se dirige hacia sus seguidores mientras agarra mi brazo izquierdo.

—¡Les presento a Idier, mi protegido! —anuncia en voz alta, y de inmediato todos comienzan a aplaudir. Ese sonido retumbante en mis oídos resulta aterrador. Me siento aliviado porque sé disimular, solo espero que no hayan notado mi incomodidad.

—¡Ya pueden regresar a sus lugares! —les ordena antes de acomodarse en su trono.

Observo cómo todos se marchan de manera ordenada, y en ese momento aparece Hugo. No puede ser, pensé que aún estaría en la cama; seguro intentará vengarse.

De todos modos, lo estaré esperando. No estoy satisfecho en absoluto.

—¡Hugo, hermano! —exclama Saúl al verlo acercarse.

—¿Me llamaste?

—Así es. Idier, acércate también.

¿Qué estará planeando? Maldición. Me acerco a ellos dos, y el intercambio de miradas entre los tres es realmente incómodo.

—Hugo, te presento a Idier, mi protegido.

Espera, ¿por qué hizo eso? Hugo parece confundido. Ahora que lo noto bien, lleva una venda en la cabeza.

—Mucho gusto, Idier. Mi hermano me ha hablado muy bien de ti. Lamento no recordar nuestra relación; como puedes ver, tengo amnesia y estoy tratando de socializar con mis seres queridos.

«¿En serio tiene amnesia? No puedo creerlo».

—El gusto es mío. Lamento lo de tu accidente; espero que recuperes tus recuerdos pronto.

—Gracias, eso espero —dice mientras su mirada se dirige a su hermano—. Saúl, ¿puedo irme ya? No me siento muy bien ahora.

Espera... ¿De verdad tiene amnesia? Vaya... parece que le ha hecho bien, su voz ahora es más suave y tiene una energía diferente a la del idiota que conocí.

—Está bien, ve a descansar, todavía estás en proceso de recuperación —dice Saúl con una calma absoluta.

—Gracias. Bueno, Idier, nos vemos —me sonríe antes de salir por la puerta.

Saúl saca un cigarro de su esmoquin y lo coloca en su boca. Luego, enciende el mechero y prende fuego mientras me observa.

—¿No vas a preguntarme sobre su amnesia? —indaga, dejando que el humo flote en el aire.

Ese vicioso y su mal hábito, no puede estar ni un minuto sin fumar. Y yo tengo que aguantar este humo tan molesto.

—¿Por qué no me dijiste nada sobre eso por teléfono?

—Quería que lo comprobaras por ti mismo, así podrás desempeñar tu trabajo sin inconvenientes. Por ahora, no quiero ver esas peleas absurdas por esa cría, pero prepárate, de todos modos.

Me habla desde su trono, como un rey.

—Toma asiento, quiero hablarte sobre tu próxima misión —dice mientras el humo se espesa en el aire.

Ahora, ¿qué tipo de misión se me está encomendando? Con este vicioso, uno puede esperar cualquier cosa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro