Capítulo 25

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Despierto con dificultad, preguntándome qué ha sucedido. Coloco mi brazo sobre mi frente, tratando de orientarme.

Al mirar el reloj en la pared, me sorprendo al ver que son las 12:22 AM. ¿De verdad he dormido tanto? Me levanto de la cama y me dirijo al baño. Al llegar, me encuentro con mi reflejo en el espejo y no puedo creer lo que veo; parezco un cadáver y mis ojeras son evidentes.

—No puede ser—murmuro, incrédula.

Creo que debería darme una ducha; no entiendo por qué me siento tan agotada. En fin, voy a prepararme para el baño. Inmediatamente me quito la ropa y organizo todo a mi gusto, asegurándome de que esté todo bien perfumado para disfrutar del momento.

Al entrar en la bañera, empiezo a relajarme. Los recuerdos de Idier invaden mis pensamientos; ese imbécil, no puedo creer que me haya hecho llorar. ¿Quién se cree para humillarme como lo hizo?

Me parece increíble su temperamento; sus celos son abrumadores. Jamás había llorado tanto por un chico. No sé qué me pasa con él; es todo tan confuso y eso me molesta.

No sé si lo que siento por él es amor o simplemente un estallido hormonal. No puedo dejarme llevar con facilidad; esa no soy yo. Pero bueno... Veremos cómo se desarrollan las cosas. Ahora que he logrado que sea mío... Sonrío al recordar cómo comenzó nuestra relación; es difícil de creer.

A pesar de lo enojado que estuvo por sus celos, siempre estuvo a mi lado. Aunque no lo admita, le importo. Una sonrisa tonta se dibuja en mis labios.

Sin embargo, sus palabras me dolieron; piensa que todo lo que hago es por capricho. Es tan ciego e idiota que no sé cómo no le golpeé en ese momento.

Y ahora, Hugo... No logro entender qué le está pasando; él no solía ser así. Está cambiando, y su actitud arrogante y abusiva me deja claro que la ruptura lo ha afectado profundamente.

Esos chicos y su desmedida arrogancia, parece que solo ellos tienen el derecho de dejar a alguien; qué tontería. Me quedo reflexionando al recordar cómo era Hugo antes de volverse tan desagradable.

~Flashback.

Me sentía aburrida; mi padre me llevó a una de sus fiestas de negocios. No tengo idea de quién le dijo que disfrutaba de este tipo de eventos. No dejaba de presentarme a todos esos viejos millonarios, sin olvidar a sus ridículos hijos que no lograban captar mi interés en absoluto.

Era evidente a kilómetros que esos hijos de papá y mamá estaban interesados en mí; unos verdaderos engreídos. No entiendo con quién creen que están coqueteando con esas miradas tan ridículas.

Me sentía agotada por tanto estrés, así que le dije a mi padre que necesitaba un momento para sentarme, que dejara de asfixiarme. Me alejé un poco del ambiente de esas personas elegantes y sofisticadas. ¿Acaso soy como ellos? No, definitivamente no es mi mundo; solo quería escapar de allí. No podía soportarlo más.

Intenté hacerle saber a mi padre que quería irme, pero él estaba tan absorto conversando con sus agentes que decidí dejarlo allí. Salí por la puerta sin que esos malditos guardaespaldas de mi padre se dieran cuenta. Una vez fuera de esa enorme mansión, finalmente pude respirar aire fresco.

—¿Te vas ya?—escuché una voz detrás de mí.

Me volví, pensando que era uno de los guardaespaldas, pero me encontré con un chico que no había visto en la fiesta. Bueno, en realidad no lo noté, ya que no tenía tiempo para fijarme.

—No creo que te importe—le respondí mientras continuaba mi camino.

—Si quieres, puedo llevarte a casa. También me aburre este tipo de eventos; solo vine por obligación.

Espera... ¿Un desconocido me está hablando y además comparte mi opinión sobre lo aburrida que es la fiesta?...

—¿Por qué debería irme contigo? No te conozco.

Se acercó y sonrió. Es bastante guapo, pero no voy a dejarme llevar por eso.

—Disculpa, soy Hugo Dark King. Nuestros padres son amigos; creo que eso nos conecta, Luli.

Un segundo... ¿Sabe mi nombre? Era de esperar...

—De todos modos, tengo que irme—le ignoré mientras buscaba un taxi que apareciera.

—Sigo insistiendo, puedo llevarte; te prometo que no ocurrirá nada más que eso —su tono es suave y parece hablar con sinceridad.

Noté que uno de los guardaespaldas se acercaba hacia mí, así que no tuve más opción que seguirlo.

—Vámonos —exclamé, casi como un mandato.

Sin pensarlo dos veces, subimos a un coche y él comenzó a manejar. Durante el trayecto, el silencio reinó entre nosotros.

—¿Por qué eres tan complicada, Luli? No habrías venido conmigo si no fuera porque los guardaespaldas de tu padre te están buscando. No tengo la intención de hacerte daño.

—Eso no lo sé; pareces un ángel caído del cielo, pero no tienes nada de eso.

Él sonríe al escucharme.

—¿Qué podría hacer para conocerte mejor y demostrarte que no soy como los demás?

—No hay nada que me convenza, así que deja de molestarme.

—Si llego a convencerte, ¿qué pasaría después?

—Quizás podamos llegar a ser amigos, quién sabe —desvío la mirada hacia la ventanilla de manera disimulada.

—Me gusta, haré lo que sea por ti.

Desde aquella noche, Hugo comenzó a comportarse como un verdadero caballero. A medida que pasaban los días que compartíamos, fui conociéndolo mejor y me pareció una buena persona. Todo parecía ir bien en ese momento.

No había visto a Bella en mucho tiempo, así que su llegada a París fue una grata sorpresa. Organicé una gran fiesta para darle la bienvenida. Todo transcurría de manera muy amena; la presenté a Hugo y, para mi alegría, congeniaron de inmediato. Según mi intuición, todo marchaba bastante bien.

Con el paso de los días, me di cuenta de que empezaba a enamorarme de él, o al menos eso creía, ya que no tenía claro lo que implicaba amar a alguien. Hugo fue rápido en pedirme que saliéramos juntos. No dudé mucho porque deseaba tenerlo a mi lado en ese instante.

Le compartí lo que había vivido con mi madre y cómo me había afectado su ausencia, a pesar de no conocerla bien. Él mostró comprensión y siempre estuvo ahí para apoyarme.

Hugo fue mi primer novio y también la primera persona con quien perdí la virginidad; no tenía idea de lo que eso significaba. Me enseñó muchas cosas que no sabía hacer, y mi padre estaba encantado con nuestra relación, ya que le agradan esas dinámicas.

De pequeña era bastante caprichosa; todo lo que deseaba tenía que conseguirlo de alguna manera. Esa determinación sigue siendo una fortaleza innata en mí.

Esto también incluía cómo manipulaba a Hugo con mis berrinches, los cuales él no podía resistir.

Todo marchaba bien hasta que apareció Saúl, el hermano mayor de Hugo. Desde su llegada, Hugo comenzó a cambiar de manera drástica. Casi no podía verlo, y nuestra relación se tornaba monótona. Me frustraba que cada vez que nos encontrábamos solo buscara tener sexo; yo me negaba, sintiendo su ausencia. Esto provocaba su enfado, y se marchaba sin que yo supiera adónde.

Empecé a sospechar de ciertas cosas. Primero, la llegada de su hermano Saúl. Segundo, la posibilidad de que me estuviera engañando. Ambas teorías parecían encajar perfectamente con su nuevo comportamiento. Así que decidí tomar cartas en el asunto.

Bella, por su parte, cada día me parecía más extraña; algo le pasaba, aunque no lo compartía conmigo. Siempre que le preguntaba si estaba bien, respondía que sí, pero en el fondo sabía que algo no andaba bien.

Un día cualquiera, Hugo vino a verme mientras estaba con Bella. Pasamos un rato juntos hablando y bebiendo. Empecé a sentirme un poco mareada y decidí ir al baño, donde vomité todo lo que me atormentaba por dentro.

Cuando finalmente salí del baño y regresé al salón, no vi a Hugo ni a Bella. Los busqué por toda la casa hasta que los encontré en una esquina conversando.

Lo que escuché me dejó atónita: resultaba que Hugo y Bella se estaban viendo a mis espaldas. Ella le decía que ya no podía soportar más la situación y le pedía que dejara de usarla cuando tenía problemas conmigo.

Me sorprendió descubrir que Hugo había sido capaz de algo así; mis sospechas se confirmaron. No imaginé que lo haría con mi mejor amiga, traicionándome de esa manera, ¡qué maldito!

Salí de allí y regresé a mi cuarto, y para mi asombro, no me sentí tan triste. Hugo era un tonto, ya no quería estar con él; no permitiría que me tocara otra vez.

Seguramente Bella se había enamorado de él, por eso estaba actuando de manera extraña. No quería que supieran que ya conocía su pequeño secreto, así que seguí pretendiendo que no sabía nada.

Conversé con Bella sobre si tenía algún interés romántico. Su respuesta fue: "Tengo muchos, pero no busco una relación seria". Sin embargo, había un chico que le gustaba, aunque su amor era imposible. Ella lo había apartado lo más posible hasta que él estuviera libre.

Al escuchar eso, se me ocurrió un plan. Si me alejo de Hugo, él quedaría libre para ella; nuestra relación finalmente habría llegado a su fin.

Elaboré un plan astuto para manipular a Bella, haciéndole creer que todo iba a su favor sin que ella se diera cuenta de mi participación en ello.

Fin del ~flashback

Despierto en la bañera, sumida en un sueño profundo, reviviendo los recuerdos del pasado una vez más. Sin embargo, todavía siento que hay algo más que no logro descifrar por completo; de todos modos, decido dejarlo pasar por ahora.

Salgo de la bañera y me alisto rápidamente, vistiendo mi pijama blanca. Miro el reloj y son las 3 de la madrugada; no puedo creer que haya pasado tanto tiempo en la bañera. Bueno... al menos ahora me siento bien.

Salgo de mi habitación y me dirijo a la cocina. Voy directamente al refrigerador y tomo una manzana, mientras camino por la casa hasta llegar al despacho de mi padre. Me doy cuenta de que la puerta está abierta, así que entro y lo encuentro profundamente concentrado en sus investigaciones.

—¿Papá, todavía estás despierto?—le pregunto mientras me acerco.

—Mi Ángel, ¿cómo te sientes ahora? Me dijeron que no estabas bien—responde con preocupación en su voz.

—Ya estoy mejor, no te preocupes, no fue nada grave—le digo con un tono tranquilo.

—¿Estás segura?—parece dudar de mis palabras.

Me acerco y le doy un beso en la cabeza.

—Mi dulce hija, si tú estás bien, entonces papá también se siente bien—dice con un tono más relajado.

Me siento en la mesa y empiezo a morder la manzana.

—Deberías ir a ver a tu novio Hugo; tuvo un accidente—no puedo creerlo, mi papá nunca aprende.

—Papá, ya te he dicho mil veces que Hugo y yo hemos terminado. ¿Cuántas veces más tengo que repetirlo?

—Tienes razón, lo olvido con frecuencia; es difícil de aceptar. Pero deberías ir a verlo, aunque ya no sean pareja. Él sufre de amnesia, y tu visita podría ayudar en su recuperación.

Un momento... ¿acaba de mencionar que Hugo tiene amnesia? Al menos esa es una buena noticia.

—Luli—me llama, sacándome de mis pensamientos.

—¿Cómo es posible que Hugo tenga amnesia? ¿Qué sucedió, papá?—a pesar de que sé que es culpa mía, no puedo evitar querer saber cómo logró salir de esa situación.

—Saúl nos contó que se lastimó mientras intentaba hacer algo; recibió un fuerte golpe en la cabeza. La situación es grave. Espero que se recupere pronto.

Ese idiota logró escapar de la muerte, lo suponía, pero al menos ha perdido la memoria, o eso pretende hacernos creer a todos.

Los recuerdos de su intento de abuso aún me atormentan. No quiero encontrarme con él, porque temo que eso solo lo agravaría.

—¿Hija, te encuentras bien?—mi padre me observa con preocupación.

—Sí, papá, solo me voy a dormir. Buenas noches.

—Mañana te llevaré a nuestro lugar favorito; creo que eso te ayudará a sentirte mejor. Si no te sientes bien, no irás a clases, ¿te parece bien, mi Ángel?

—Está bien, papá. Me parece una excelente idea.

Le doy un beso en la frente y salgo de su despacho. No tardo en llegar a mi habitación y acomodarme en la cama.

Tomo mi celular y veo un mensaje de Idier; una sonrisa se dibuja en mi rostro al leer sus palabras:

Dulces sueños, bebé, con amor, tu cazador

No creí que pudiera ser tan cursi, considerando lo brusco que había sido hasta ahora. ¡Ay, Idier! ¿Hasta dónde nos llevará esto?

Apago la luz y me recuesto en la cama con una sonrisa en el rostro, ya casi en un estado de profundo sueño.

🌺Sheila💗

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