4° Extraña Luz

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

•_En la Torre Destruida_•

Aun cuando se sentía cansado y no podía tan siquiera abrir los ojos, su mente inquieta no lo dejaba dormir, aun cuando su cuerpo le pesara y una enorme debilidad lo mantuviera tirado en aquel saco helado, seguía consiente de todo lo que le rodeaba e incluso de las frías brisas que con la torre chocaban. Era odioso ansiar dormir y no lograrlo. Podía escuchar el lejano canto de los grillos, esa molesta serenata que le dedicaban al vacío y atormentaba sus desarrollados oídos, aun cuando estaban lejos los podía escuchar como si estuvieran justo a su lado, era insoportable y muy  molesto. Aunque no era eso lo que lo mantenía despierto, aun con ese ruido ya había aprendido a dormir sin problemas.

Su verdadera razón era que no dejaba de pensar “tonterías”, como él las llamaba, quizá tantas leyendas ya estuvieran en su subconsciente y ahora lo atormentaban entre sueños. Desde hacía rato podía sentir una presencia muy cercana a él, como si alguien estuviera parado a su lado viéndolo sin tan siquiera parpadear, era una extraña sensación para alguien que duerme, como un escalofrió que no lograba entender o tocar un cubo de hielo y saber lo frio que era, pero no sentir donde está. Ha pocos segundo de comenzar a sentirlo había alzado la mirada mientras tomaba su espada, alerta y rápido como era su costumbre, aunque al observar atento descubrió que no había nada fuera de lo normal, nadie pudo haber entrado sin hacer sonidos o mover algo y nada estaba viéndolo. Le restó importancia y se dispuso a dormir nuevamente, pero su cuerpo era el que no lo dejaba tranquilo.

Repentinamente se sentía pesado y agotado, como si sus fuerzas huyeran de él y un enorme vacío fuera lo único existente, le dolían los brazos y espalda como si hubiera hecho demasiado ejercicio, sus ojos se cerraban solos y como si algo los sujetara le era prácticamente imposibles hallar ánimo y fuerza de abrirlos, estaba exhausto y no sabía de qué.  Cuando el malestar comenzó el caballero opto por volver a recostarse y observar el techo, respiraba lenta y profundamente en busca de tranquilizarse, pero eso no ayudaba mucho. Como si de ilusiones se tratara podía ver a través de la madera vieja de la puerta una luz blanca que iba de lado, un pequeño siseo, como el arrastrar de algo en una superficie lisa, lo acompañaba.

Ahí fue cuando entendió que su mente era el problema, era imposible ver algo así a través de sólida y unida madera, los pedazos de metal que unían las tablas eran un seguro de eso, nunca nadie había ido a vigilarlo de tal forma, sabía que no serían tan tontos como para ir a ese lugar. Al entenderlo cerró sus ojos con fastidio por las trampas de su mente y, hasta el momento seguía sin conciliar el sueño, aunque aún notaba esa luz de vez en cuando.

La noche pasó rápida, la luna iluminó su habitación y luego huyó al vacío dando paso al sol. En todo aquel rato no logro volver a dormir y hasta respirar era un fastidio, su pecho dolía ante cualquier movimiento y lo duro del suelo logro darle molestia en el cuello y columna. Nunca se había sentido tan “apaleado” por tan poco.

Al sentir los rayos del sol se obligó a levantarse, sus piernas temblaban y un breve mareo lo hizo dudar de si estaba verdaderamente bien. Su cuerpo aún se sentía pesado y dudaba lograr moverse con comodidad usando su armadura, aun contra su costumbre prefirió dejarla de lado y avanzar a la puerta tal y como estaba, aunque igual de colgó su cinturón con su espada en el, esa seguridad nunca estaría de más.

Bajo lentamente las inestables escaleras que separaban su escondite del resto y revisó el lugar a paso firme, debía patrullar como mínimo, aunque igual nada había cambiado en el interior de la torre, apenas si algunos trozos de pared se caído. Aún faltaba una parte de la torre, el piso más alto aun ileso, tras un suspiro de fastidio volvió a las escaleras, Aunque se le dificultaba subir, podía moverse con agilidad gracias a la falta de peso, logro llegar a la cima en cuestión de segundos, ya se había grabado donde pisar y donde no, como se debía mover en ese rompecabezas, aun con los escalones faltantes y la constante amenaza de los estantes que apenas se sostenían y siempre parecían caer justo cuando alguien pasaba, incluso la subida era peligrosa.

Se detuvo en la parte más alta, el techo y pared ya caídos en su mayoría volvía a ese un lugar perfecto para observar lo que rodeaba la torre, ese era su pues de vigilancia matutina. El piso era inestable y los escalones cercanos casi se caían, de igual forma no era tan peligroso cuando ya se sabía dónde pisar. Se acercó al borde y contempló su alrededor, el monte gris tieso, los árboles casi secos, las colinas siendo vigiladas por cuervos atraídos por el profundo aroma a muerte y lobos buscando que cazar, ese era su territorio por alguna rara razón. Siempre eran los mismos lobos y cuervos. El panorama poco cambiaba al paso del día, quizá estaba más gris que ayer o más frío que una hora antes, pero era la realidad de ese lugar.

Un bostezo escapo de Lancelot Sin lograr contenerlo, comenzaba a sentir como el sueño volvía con refuerzos, un enorme el cansancio lo inundo y sus ojos se comenzaban a cerrarse como si pesas cargaran los parpados, se sentía caer al frio hielo como si su cuerpo perdiera todo calor. Noto como sus rodillas cedían doblándose, aunque no sintió la rasposa piedra contra ellas, la oscuridad ya lo había rodeado hasta sumirlo en un profundo sueño. Volvía a dormir sin desearlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro