7° El lago

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Sobresaltado se sentó de golpe viendo a los lados con creciente confusión ¿que habría pasado? ¿Solo había sido un sueño? Estaba en medio del césped seco fuera de la torre, donde él recordaba haber estado vigilando en lo mas alto, ¿habria caido? No tenia heridas aparentes ni nada roto, apenas si sentía dolor en alguna parte de su cuerpo, aunque realmente no era que sintiera mucho de su cuerpo. Intento moverse pero el dolor de algo atravesar su piel, casi en la rodilla, lo hizo mantenerce quieto, instintivamente bajo la mano a su pierna al sentir la humedad de la sangre caliente saliendo por la nueva herida, muy profunda para ser de una rama y muy limpia para ser de la caída, bajo la mirada hasta encontrar lo causante de aquel corte algo profundo, su espada desenvainada estaba pegada a su pierna, rozando desde el muslo a la rodilla y apuntando a su pie, el cinturón roto la mantenía quieta con el filo contra él.  Aunque él estaba seguro haberla llevado envainada.
Quito la correa lanzándola a un lado dejando caer la espada a pocos pasos de él, luego tendría que limpiarla y verificar que estuviera bien pero en ese momento solo quería buscar rastros de su caída y limpiar la herida que no dejaba de brotar aquel liquido carmín. Se levantó con algo mas de esfuerzo, apoyándose mas en la pierna ilesa que en la otra, e intento caminar como siempre, era incómodo al pensar en la herida sucia hecha por su propia arma pero más aun era no sentir el dolor alguno al caminar, tenía la pierna dormida al igual que la mayoria del cuerpo, como si el frío lo hubiera entumecido por completo hasta dejarlo insensible.
A paso lento camino por el campo seco apartando las piedras quemadas y pedazos de bloque esparcidos por las cercanías al muro, a pesar de ya no tener muros ni puertas tendría que caminar un poco para poder entrar por algunas vendas, trozos de paredes caídos mas grandes que él entorpecían su búsqueda y bloqueaban casi todas las formas de acceder a la torre, desde que el deterioro de la torre fue irremediable los muros caían hasta dejar solo una entrada y un par de salidas para suicidas, huecos en el piso de tierra y rocas casi filosas esperando dañar a los que rondaran por la zona. Malas condiciones para alguien herido, aunque poco le importo eso al azabache; si no sentía el dolor ese herida no importaba.
Diez minutos de caminata y cinco de subida dejo un rastro de "cinta" carmín ante cada paso, la zona herida comenzaba a inflamarse y no dejaba de sangrar, lo preocupante era no sentir su cuerpo sino un frío glaciar que impedía que se moviera rápido, poco a poco sentía su cuerpo congelarse desde los pies, ya tiesos, hasta sus orejas que incomodaban al solo mover, sentia la escarcha sobre ellas. En el almacén que le servía de escondite se dejo caer junto a un montón de tela enrollada que el mismo había tirado, compuesta por su capa y abrigo que guardaban una bolsa con vendas y algo de alcohol que solía usar para limpiar heridas, quizá el ardiente dolor del alcohol ante el corte lograra quita esa extraña sensación de frío tan odiosa.

_.-._.-._.-_-._.-._.-._.-._.-

Por alguna razón seguia pensando en el dolor fugaz que sintió al vertir ese desinfectante en el corte, un ardor odioso le había invadido toda la pierna en una fracción de segundo, mismo tiempo que tardo en desaparecer y dejar un "vacío" entre sus sensaciones, fue incluso aburrido vendar su pierna. Tras un par de horas de descanso una incomodidad en la herida vendada se volvía un intenso picor, casi como si algún bicho estuviese atrapado entre su piel y la venda en medio de un desesperado escape, era una sensación molesta pero, al parecer, imaginaría... Estaba seguro que nada había estado en su herida o venda ni estaria.
Estaba contemplando el atardecer desde la ventana de aquel escondite, los rayos del sol que se escondía y el tenue brillo de la luna que salia resulto como único entretenimiento que tenia hasta lograr descansar bien, sobre sus hombros aquella capa de terciopelo carmín para calentar su gélido cuerpo que parecía haber olvidado que era el calor, ya no sentía su cuerpo pero notaba con total claridad hasta el latir de su corazón y el recorrer de su respiración irregular. El aullido de los lobos anuncio la llegada de la noche en medio de su huida a lo seguro, ¿de que huían? Era algo que el caballero no entendía aunque tampoco le preocupaba, quizá la noche no era segura para animales debiles.

Las horas pasaban con lentitud haciendo notar cada minuto como si una eternidad fuera, el caballero solo podía seguir en su asiento observando el techo de piedra con algunas telarañas esperando a que el sueño llegara o el sol se volviera a asomar, su piel pálida y cuerpo débil temblaban sin que él pudiera evitarlo, el frío extremo que lo invadía ahora lo mantenia quieto envuelto en aquella capa que comenzaba a detestar, suponía que eso era congelarse lentamente en algún polo helado. Ese odioso frío era su razón de estar despierto, lo que lo mantenía quieto y causaba un tipo de entumecimiento.
Derrotado por aquella sensación de debilidad se acomodo sobre el saco acostándose y cubriéndose con aquella capa, debia dormir si o si... No habia soñado en años y no deseaba volver a hacerlo sólo por debilidad, era incomodo despertar desubicado a tal modo de herirse a si mismo. Tendido cerro los ojos sintiendo como temblaba sin remedio, logrando sentir la textura rasposa de la tela contra su piel ante cada movimiento involuntario, el frío del piso lo hacia temblar aun mas y notar la dura piedra le dolía en la espalda y cabeza, incluso sus púas parecían estar en su contra y hacerlo doler la piel al clavarse.

Comenzaba a dormitar cuando, tal como la noche anterior, pudo notar algo brillar tras la puerta, su brillo blanco intenso se colaba hasta ese almacén e iluminaba todo lo cercano a la puerta, volvía a parecer caminar de un lado a otro aunque sin hacer sonido alguno, el frío que le calaba los hueso había comenzado a desaparecer cuando aquella luz había lanzado su primer destello, esa calidez como tener una fogata frente a el era agradable, casi reconfortante, pero se marchó tan pronto como llego
Sentia que desde ese momento comenzó a recuperar el calor de su cuerpo, el frío seguía pero comenzaba a notar otra temperatura mas agradable, y su movilidad, su cuerpo volvía a responderle y un hormigueo le avisaba que pronto estaría como nuevo. Se levanto siendo arrastrado por la curiosidad, a su lado su armadura algo sucia con tierra ¿de donde? Aun no lo comprendía, con cierta torpeza se coloco la armadura y camino a la puerta, sus pisadas daban un leve eco ante la falta de sonidos de esa noche, al perecer aquello alerto a quien llevara la luz pues de alejo con lentitud.
Lancelot quito la puerta de una patada, queria alarmar al intruso para que notara su error e ir tras el enfrentarlo o verlo huir, salio viendo al pasillo y cada una de sus rutas de escape, alerta de lo que pasará, la luz que bañaba el pasillo y las antorchas apagadas le indicaron la cercanía del otro, comenzo su marcha siguiendo por aquel largo pasillo lleno de huecos y piedras, un piso irregular y muros dañados donde uno podría escapar por entre los bloques faltantes, aunque al parecer aquel que perseguía no había sido tan astuto, la luz iluminaba todo dándole facilidad de movimiento.
La luz siguió todo el camino hasta las escaleras principales, en sus años de grandeza una enorme escalera de caracol que unía esa torre de servicio con el castillo y el jardín, ahora simplemente una estructura flotante de apariencia dudosa que seguía en pie aun contra cualquier lógica, incluso sus escalones llenos de huecos tenían espacio suficiente para subir. El caballero decidido no dudo y bajo tras aquella cosa, el sonido de arrastrar de la tela le indicaba que estaba mas cerca, que había un intruso en su torre y pretendía detenerlo a toda costa, incluso que era tan osado o tonto como para ser tan obvio.
Bajar tras aquella persona sin lograr ver mas que su luz y correr aun en campo abierto sin notar tan siquiera su silueta era algo que desconcertaba al caballero y lograba molestarlo, como si de una ofensa a su persona fuera, nadie podría escapar de él aunque estuviese herido, ese simple rasguño no podía ser excusa, y aun así no lograba alcanzar a aquella persona que huía sin gran prisa. La luz lo guiaba como si de un camino flechado se tratara, rodeo la torre y se adentro en los arboles secos donde solían posarse los cuervos en busca de presas, aquellos arboles sin hojas tenían un tronco firme casi negro, por alguna razón aun no cedian a los años de muerte.
Por mas que corriera aquella persona siempre iba por delante de él escabulléndose entre los árboles o rocas cercanas, su persecución a ciegas duro minutos fugaces y frustrantes, hasta detenerse junto a un arbol de hojas naranjas y corteza marrón, vivo a pesar de estar rodeado de muerte, a metro de el pudo notar un gran lago, donde a sus orillas su guía luminosa se fue extinguiendo hasta dejarlo ver solo siluetas de ramas, eso no lo detuvo de avanzar en busca del otro, ya sabía que aquel ser seguía allí y esa debía ser su guarida, era el único lugar donde nunca había revisado... Sabia que existía mas nunca lo había logrado encontrar. Poca luz daba la luna al huir de las nubes y una cálida brisa rodeaba el lugar, las aguas casi oscuras se movían en pequeñas ondas meciendo flores blancas, un agradable aroma a primavera se paseaba por su alrededor.

-Hacia mucho no veía a nadie por acá –Comento una voz femenina, agradable de oír con aquel tono bajo y lleno de calma.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro