Capítulo 10. Theodore Grey

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Theodore Grey.

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—¡Christian, basta! Estás exagerando con todo esto.

Papá golpea la mesa, asustando a mamá en el proceso y haciéndola pegar un brinquito en su silla.

—Solo intento arreglar las cosas, Cerecita. Quiero hacer lo mejor para nuestros hijos.

—Lo sé. —ella cruza los brazos y le da una mirada que indica que está equivocado—. Pero lo que tus hijos necesitan es a un padre que no esté irritable y molesto por todo.

—Carajo.

Papá finalmente baja los brazos sobre la mesa y mamá se estira para alcanzarlo. Ellos aún no se dan cuenta que Harry y yo estamos escondidos observando todo desde la cocina.

—¿Crees que se divorcien?

—No. —creo. Sería algo muy tonto para hacerlo—. Mamá no lo permitiría.

—Si tú dices.

Mi hermano menor se aparta de la puerta, luego escucho el sonido del refrigerador y la cuchara de metal raspando el fondo del bote del helado.

—¿Qué rayos, Harry? ¿No puedes dejar de comer por un segundo?

Encoge los hombros y se mete una cucharada en la boca.

—Dijiste que no se van a divorciar, así que, ¿Para qué me preocupo?

Sale de la cocina y pasa justo al lado de nuestros padres, que se callan y le sonríen como si no los hubiéramos escuchado gritar hace unos minutos.

Entonces se dan cuenta que estoy en el marco de la puerta, mirando y escuchando lo que dicen.

—¿Ted? ¿Qué estás haciendo? —pregunta mamá con una ceja arqueada.

—Nada. —me muevo de dónde estoy y camino también hacia las escaleras.

Tal vez debería hacer lo mismo que Harry y distraerme en otra cosa, pero eso no alivia el dolor que siento en el pecho por ver a papá y mamá pelear. Con eso en mente, voy a la habitación de Phoebe y golpeo su puerta.

—¡Vete! —grita, sin saber quién soy.

—Soy Teddy.

—¡Vete! —vuelve a gritar.

Giro la perilla y la puerta se abre lo suficiente para que vea a mi hermana acostada en su cama, mirando el techo de la habitación.

—Te dije que te fueras. —dice, pero igual me acerco.

Desde la orilla de su cama puedo ver qué tiene los ojos rojos, hinchados y las mejillas sucias de llorar. ¿Por qué? ¿Por Jamie?

—Phoebe, ¿Quieres dejar de hacer un drama? Jamie no quiere ser tu novio.

Algo de lo que dije provoca que ella se siente en la cama y me mire con ojos de cachorro.

—¿Él te lo dijo?

Hmm.

—No. Pero es más grande que tú y eres mi hermanita, no deberías pensar en esas cosas.

Me dedica otra mirada triste y se acuesta en la cama, está vez girando para darme la espalda.

—Quiero estar sola, Teddy.

Rayos. ¿Qué está pasando con todos? ¿Por qué actúan así? Si tan solo pudiera pensar en algo, ¿Pero qué?

Salgo de la habitación de Phoebe y cierro la puerta, en lugar de entrar a mi habitación que está justo en frente, sigo el sonido del videojuego hasta la de Harry.

—¿Crees que deberíamos hacer algo? —pregunto, mirando la pantalla.

—Eres el mayor, Teddy. Se supone que te hagas cargo. —rayos—. Normalmente lo haría Phoebe, pero ella es la causa del problema.

Cierto, ella y su enamoramiento por Jamie. ¿Qué haría mi hermana si estuviera en mi lugar?

Harry responde porque dije en voz alta mis pensamientos.

—Tal vez descubrir por qué es tan importante para papá que ella esté enamorada de Jamie.

—¿Enamorada? Bro, alto ahí. Ellos no están enamorados.

—¿Seguro? —me mira por un solo instante, haciendo que su auto en el videojuego se estrelle contra la barrera—. Solo digo que es mejor cuando tenemos a Phoebe de nuestro lado.

Cierto.

Una cosa a la vez. Salgo de ahí para ir a mi habitación y tomar el móvil, busco entre los contactos el número de mi mejor amigo de toda mi vida y espero en la línea hasta que contesta.

—¿Teddy? —suena sorprendido de que lo llame.

—Hola Jamie, ¿Cómo estás, hermano?

—Bien. —balbucea, tal vez estaba dormido—. ¿Pasa algo?

—Si. Quiero saber si te gusta mi hermana. —se queda en silencio por un largo momento, así que verifico que la llamada sigue activa—. ¿Jamie?

—Si. Si Ted, me gusta tu hermana. Y si, ya sé que dijiste que era tu hermana. Pero hey, es tu hermana, no la mía. Y es linda.

Bueno. Eso está bien, supongo. Phoebe no es la única encaprichada y ahora solo puedo pensar en la única persona a la que esto le afecta.

—Oye, hablaremos de esto después, ¿Sí? Necesito hablar con papá.

No espero su respuesta y cuelgo. Respiro hondo un par de veces, luego bajo las escaleras hasta el estudio donde papá pasa las tardes. Mamá ya está ahí con él, acariciando su cabello su cabello con suavidad y susurrando cosas.

—¿Papá? —llamo fuerte y claro para que sepan que estoy ahí.

Ambos giran para mirarme.

—¿Si, Ted?

Mamá sonríe y se me ocurre que el único tema que podría disuadirlo es precisamente ella.

—¿Cómo fue que te enamoraste de mamá?

Ambos presionan los labios, mamá para esconder una risita y papá antes de poner los ojos en blanco.

—Muy bien, de acuerdo. —empuja a mamá más cerca en su regazo—. ¿Ves eso, Cerecita? Los niños heredaron toda tu audacia y descaro.

Mamá palmea su pecho con una gran sonrisa.

—Solo dices eso porque no quieres contarle a Teddy que yo tampoco te di opción, Christian.

Papá sonríe y ya no se ve tan enojado como antes.

—Lo dije entonces y lo digo ahora, Cerecita. Serás mi muerte.

Ella lo besa y se levanta, dándome una palmada en el hombro cuando se detiene a mi lado.

—Creo que tu papá no es el único que ha extrañado a su mejor amigo, ¿Verdad? —mete la mano al bolsillo y toma cuatro boletos que pone en mi mano—. Tal vez ustedes puedan invitar a los Sawyer a ver el juego de los Mariners, escuché que será un juego importante.

—No me gusta el beis... —mamá me mira con insistencia y lo entiendo—. ¡Oh, si! ¡El juego de hoy! Llamaré a Jamie para decirle que tengo boletos.

Ambos miramos a papá, esperando su decisión final.

—¡A la mierda! —golpea sus rodillas y se levanta—. Necesito cerveza y escuchar las boberías de Luke para distraerme.

¡Si! Mamá besa mi cabeza y sale de la habitación mientras yo mando un texto rápido a mi amigo para que traiga a su padre, feliz de que las cosas vuelvan a ser como antes.

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