Capítulo 66. Phoebe Grey

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No me puedo concentrar. O mejor dicho, lo único en lo que puedo pensar es en lo bien que Jamie me hace sentir.

Su lengua presiona directamente contra mi centro y mis piernas se retuercen junto a su cabeza, con el riesgo de aplastarlo. Me di cuenta que la comezón que sentía antes es en realidad excitación. Mucha.

Mi cadera se levanta involuntariamente del colchón.

—¿Nene? ¿Podrías presionar más fuerte? —digo y estiro la mano para tocar su cabeza—. ¿O preferirías hacerlo con tu pene?

Lo escucho gemir antes de que se enderece.

—Phoebe, intento provocarte un orgasmo, deja de distraerme.

—No puedo. Estoy nerviosa.

He imaginado muchas veces como sería mi primera vez, pero no pensé que sentiría vergüenza. Es decir, es Jamie, el chico del que he estado enamorada desde que tenía 6 años. Es solo que pensarlo y hacerlo son cosas muy distintas.

—¿Debería hacer algo? ¿Tal vez probarte mientras tú me pruebas a mi? —sugiero.

Jamie suelta otro gemido.

—Nena, deja de hablar o vas a hacer que me venga en mis malditos boxers. Estoy en el límite porque estoy muy cachondo y quiero cuidar de ti primero.

Oh, mi chico es muy dulce.

—Pero estoy bien, y también estoy muy excitada. Estoy segura que tendremos tiempo para hacer todo tipo de exploraciones y juegos previos.

Se arrastra sobre mi cuerpo y siento su piel caliente contra la mía. Sin darle más vueltas al asunto, estiro las manos para quitarle los calzoncillos y ayudarlo a alinearse.

—¿Estás listo? —su miembro se siente caliente y duro en mi mano.

—Si.

Se desliza lentamente por mis pliegues, sintiéndose tan bien que mis manos suben para acariciar mis senos juntos. La cara de Jamie se pone roja mientras empuja.

—¿Te duele? —gruñe con los dientes apretados.

—No.

—Bien. —se retira hasta la mitad y vuelve a entrar lentamente en mi.

Lo hace con tanto cuidado que las cosquillas no hacen más que crecer en mi vientre. Necesito más. Y estoy tan excitada que su gran pene se desliza sin problemas.

—Jamie, estoy bien, no me duele. Muévete más rápido.

—¿Así? —empuja mi cadera y el choque envía chispas por todo mi cuerpo.

—¡Si!

Intento pasar los brazos por sus hombros anchos para que se acerque y pueda frotarme contra él. Rayos, tal vez debería montarlo como hacia antes pero quiero que nuestra primera vez sea con él al mando.

—Oh, si, bebé. —chillo cuando aumenta la presión—. Mas rápido, más duro.

Sus embestidas se vuelven más rápidas, me empuja contra el colchón cada vez que me golpea y me arqueo tratando de acercarme.

—Jamie, me encanta. —otro gemido.

Gracias al cielo esto está pasando en un hotel y no en mi habitación con mis padres al otro lado del pasillo. O peor aún, sobre el sofá de la sala.

—Phoebe, oh, mierda. —sus movimientos se vuelven erráticos—. No puedo detenerme.

—No lo hagas.

Jamie se mueve ligeramente y el ángulo toca una parte que me hace cerrar los ojos con fuerza.

—¡Si, me encanta!

Mis manos le rasguñan la espalda mientras él sigue entrando y saliendo, su aliento jadeante contra mi cuello.

—¡Nena, si!

El calor se extiende por todo mi cuerpo cuando una explosión de placer estalla, agitando mi respiración y gimiendo. Jamie debe estar cerca porque lo escucho jadear y gruñir, su musculoso cuerpo tenso antes de que se libere.

—¡Mierda!

Sus embestidas se hacen más lentas, pero sigue meciéndose y gruñendo palabras que no entiendo contra mi oreja.

Me besa la cabeza y se endereza para mirarme.

—Carajo, eso valió totalmente la espera.

—Lo sé. —lo beso y él se deja caer a mi lado.

Apenas lo hace, algo caliente y húmedo se desliza por mi pierna, la sensación es tan extraña que me hace enderezarme.

—Agh, maldición. —Jamie se queja, mirando lo mismo que yo—. Estaba tan jodidamente cachondo que se me olvidó el condón.

Usa el brazo para taparse los ojos y suspira. Mi vista baja entonces a su pene y a la pequeña mancha de sangre mezclada con nuestros fluidos corporales.

—Lo tengo cubierto, Jamie. —levanto mi brazo y lo señalo—. Me puse un implante hace tres meses y será efectivo por 5 años.

Se quita el brazo de la cara y me mira con las cejas arqueadas.

—Bueno, rayos. Eres tan lista. —me sonríe, luego se inclina para besarme.

—Me encantaría volver a hacerlo, pero me gustaría una ducha primero y algo de comida. —y tal vez ropa que no esté rota—. ¿Cuánto tiempo tenemos antes de que debamos irnos?

—¿Irnos? —repite.

Se levanta de la cama en todo su gloria desnuda y mis ojos recorren con mucho gusto las crestas de sus músculos abdominales, hasta sus brazos y el tatuaje que no noté de los marines.

—Pensé que podrías decirle a tu mamá que te quedarás con alguna amiga, estoy seguro que Ted puede cubrirte.

—Solo tengo a Jenny. —y ella dijo algo sobre...—. Si, creo que podría decirles que estaré con ella, papá confía en su familia.

—Bien. —se inclina para deslizar sus brazos fuertes por debajo de mi cuerpo—. Ahora la ducha, luego la cena y tal vez un cambio de ropa para ti.

Eso me hace reír mucho.

—Y un kit de costura, bebé. Tengo qué volver a coser esos botones a mi bata antes de que mamá o papá se den cuenta.

—Claro. —me lleva con él a la ducha y me pone de pie antes de abrir la llave—. Pero por ahora no lo necesitas, puedes andar desnuda todo lo que quieras, nena. Y mañana estarás tan cansada que no te importará lo que llevas puesto.

Pongo los ojos en blanco y le golpeo el pecho duro.

—Dios mío, ¿En qué momento te volviste tan confiado de ti mismo? —me queda claro que este no es el chico torpe y tímido del que me enamoré.

—Siempre ha estado en mi, Phoebe. Papá dice que lo llevo en la sangre.

La sonrisa en su rostro haría que mis bragas cayeran al piso si las tuviera puestas.

—Y me encanta, Jamie. —lo beso—. Definitivamente me encanta.

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3/3 🙌

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