Capítulo 14

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Lisa se sentía como la peor amiga y falsa novia del mundo.

Le había dicho cosas horribles a Sana por culpa de esos celos que le estuvieron consumiendo, y no sólo eso, se puso celosa cuando no tuvo que serlo. Jennie y Sana no estaban haciendo nada malo, y si incluso estuvieran en algo, ¿quién era ella para impedirlo? No era novia de Jennie como para reclamarle eso. Sólo era su falsa novia, que aceptó aquel trabajo porque realmente lo necesitaba y estaba tan desesperada que no le importaba venderse con tal de conseguir un poco más de dinero.

¿En qué estaba pensando? Por el amor a Dios, había enloquecido al ver a Sana sobre las piernas de Jennie, abrazándola como si nada.

Pero verla así, de esa forma, le hizo pensar que Jennie podía dejarla antes de tiempo, antes de que pasaran los seis meses, y no quería eso. Quería disfrutar esos tres meses que le quedaban con la chica completamente, sin nadie que se metiera, para luego llorar por haberse ilusionado con algo que no tenía futuro, pero qué importaba. No importaba, no si esos meses fingía que Jennie era suya, sólo suya.

Se sentía demasiado miserable, demasiado triste como para poder hacer algo más que llorar por lo que ocurrió. Nunca antes había actuado de forma tan celosa, de forma tan grosera por una chica que le gustara.

Iba a tener que disculparse completamente con Sana por haberle dicho esas cosas tan horribles, por hacerla llorar, al igual que con Jennie.

Si antes no alejó a Jennie de ella, ahora sí que lo debía haber hecho, y eso le rompía el corazón por completo.

De pronto, alguien se sentó a su lado.

Quiso levantar la vista para gritarle a esa persona que la dejara llorar en paz, pero antes de poder hacerlo, Jennie habló:

—A pesar de que el gesto que hagas con la boca significa que estás enojada, me parece adorable de alguna forma.

Soltó una risotada entrecortada, tratando de controlarse, pero fallando miserablemente.

Jennie suspiró al notar como los hombros de Lisa se seguían sacudiendo, y con cuidado, deslizó sus brazos por la cintura de la tailandesa para darle un abrazo.

Pero Lisa, todavía demasiado alterada, le golpeó en el hombro.

—No... ¡No qui-quiero tus... tus abrazos, infiel...! —chilló sin pensarlo.

—¡Mierda, Lisa, no puedo creer que me estés diciendo eso! —se quejó Jennie, tomándola de los brazos.

—¡¿Desde cu-cuando... estás con Sana?! —prosiguió descontrolada.

—¡No estoy con Sana, estoy contigo! —enmudeció ante las palabras de la mayor—. ¡Lisa, eres mi novia, ¿qué demonios te pasa?!

Pero las palabras ya no salían de su boca ante lo que dijo Jennie.

La pelinaranja puso una expresión fastidiosa.

—¿Ahora te quedarás callada? —rodó los ojos—. Lisa, el motivo por el que Sana y yo actuamos así es porque me pidió ayuda para sacarle celos a su estúpida novia cara de alce, por nada más.

Lisa puso una expresión sorprendida, sin embargo, sus labios siguieron sellados.

Jennie soltó un suspiro, acercando a ella, bajando la voz.

—Lis —murmuró tranquila—, eres mi novia, no voy a serte infiel jamás.

Lisa quiso decirle que eran novias falsas, sin embargo, antes de poder hacerlo, Jennie le dio un beso suave en los labios y olvidó todo pensamiento.

Porque los labios de Jennie parecían ser mágicos y curar todo dolor y pena de su corazón.

¡Gracias por leer!
🌻

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