008: "No cuentes tu verdad a una desconocida"

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—¡Sólo encontrarás el amor cuando dejes de buscarlo! —Aludió la chica de rastas con total naturalidad, mientras bebía su malteada de fresas—. Es raro, pero es así.

—Odio los consejos de Monroe, porque parecen tan torpes, pero a la vez son demasiado certeros ¡Es una maldita bruja la desgraciada! —Soltó una carcajada ganándose una mirada de desagrado por parte de la contraria.

—Ella tiene razón, Venus —Comentó esta vez Alaska, levantando la mirada de su celular para llevar toda su atención a su grupo de amigas—. El amor llegará a tí sin previo aviso, la vida es así ¡Es una mierda! Pero hazme caso.

Las chicas siguieron en su mundo por el resto del recreo mientras Josiah se encontraba en medio, sintiéndose incómodo y fuera de lugar todo el tiempo, pero de igual forma prestando atención a lo que las amigas de su hermana decían, mirándolas de reojo de vez en cuando, manteniendo su típico semblante sereno y a la vez tímido.

La semana volvía a iniciar y con ella la escuela, Josiah estaba empezando a cansarse de aquella molesta rutina y odiaba no poder hacer algo para cambiarlo, hace tiempo amaba ese lugar con toda su vida pero ahora empezaba a odiarlo y a cansarle, y aquello lo hacía sentir triste pues la única cosa que lo alejaba de su mundo se había vuelto parte de la molesta monotonía.

Josiah mantenía su cara acunada entre sus manos mientras tenía sus codos sobre la mesa y miraba hacia ningún punto en específico, tratando de encontrar algo interesante en cualquier parte que lo distraiga mínimamente de su aburrida mañana.

Después del altercado con Jerome, Alaska había obligado de una manera cruel a Josiah a estar con ella y el no había tenido más remedio que aceptar, pues aunque odiaba estar en el centro de atención, como lo eran su hermana y sus amigas, no podía hacer más, también tenía miedo de mantenerse lejos de ella, el sentimiento de vulnerabilidad aún seguía vigente y era uno de los factores que lo mantenían atado a Alaska como un cachorro a su madre.

Para suerte de Josiah, Jerome no había puesto un pie en la escuela desde el lunes pasado y aquello le generaba cierta tranquilidad, mantenerlo lejos era lo mejor para su estabilidad mental y sólo esperaba que eso se mantuviera por el resto de la semana, mes, año o tal vez eternidad.

Aunque sabía que su tranquilidad no estaría completa en su totalidad mientras su tenebroso amor imposible estuviera rondando por ahí, generándole cierto grado de inseguridad y miedo, no podía negarlo, desde el viernes en el que tuvo aquella incómoda pesadilla con Zachary, había tratado de evitarlo a toda costa, tratando de no frecuentar tanto la cafetería o los lugares solitarios de la escuela, en donde el mayor suele estar.

Hasta ahora, agradecía a los dioses que aquel sujeto de mirada fría no se hubiera cruzado por la zona de descanso en la que se encontraban la mayoría, disfrutando de un rato libre antes de volver a clases.

—Y cuéntanos ¿Qué hay de ti? Pequeño Jossy... José ¿Yosa-ia? —Preguntó confundida una de las chicas, sacando a Josiah de sus pensamientos.

Josiah la miró con timidez y desvió la mirada inmediatamente al notar como las tres féminas mantenían sus ojos clavados en él como alcones, incómodo guardó silencio por unos segundos pero entendió que sería de mal educación simplemente ignorarla, así que habló.

—Mi nombre es Josiah, yo... Bueno, tengo dieciséis —Miró a su hermana buscando ayuda, pero aquella solo miraba su celular ignorando por completo la situación.

—Es increíble como alguien tan pequeño puede ser un adolescente —La chica puso sus codos sobre la mesa y acunó su rostro de la misma forma que Josiah, mirándolo con ternura—. ¡Soy Venus Hakeem! Diecisiete años, egipcia pero no una emperadora —Rió de su propio chiste y la chica a su lado le dió un pequeño codazo, tratando de calmarla.

—Querrás decir una faraona —Interrumpe la otra chica a su lado—. Los emperadores eran de china y-

—Eres una aguafiestas, nunca cambirás —Venus rodea sus ojos y vuele a ver a Josiah.

—Tienes un nombre muy bonito —Josiah sonrió pequeño de lado, marcando uno de sus hoyuelos.

—¡Vamos, no! Es el típico nombre que usaría una drag queen ¡No digo que sea malo! Sólo que, lo odio, a eso me refiero ¡No sé qué estoy diciendo! El azúcar de esta malteada está volviendome loca —Siguió mirando a Josiah de la misma forma, haciendo que se avergonzara y creara un pequeño sonrojo en sus mejillas, apenado agachó levemente el rostro.

—¿Podrías callarte? Lo asustas —Habló esta vez la chica a su lado, la cual tenía su cabello lleno de rastas, cosa que llamó la atención de Josiah— Soy Monroe Martínez, es un placer conocerte al fin, Josiah.

—Monroe —Repitió Josiah y asintió, mirando a la chica con una pequeña sonrisa—. Es... Es muy lindo.

—¡Cariño! Eres demasiado dulce, podría comerte si fuese legal —Volvió a hablar esta vez Venus, dando un pequeño saltito en la mesa.

—¡Venus basta!

—¡No me grites! Sabes que el azúcar causa cosas malas en mí ¡Ahora quiero vomitar! —Hizo un exagerado puchero y se levantó de la mesa—. Zorraska, ven conmigo —Llamó a la chica que se encontraba perdida enviando mensajes en su celular—. ¡Ally! Maldita sea, deja a tu novio en paz, lo cansarás.

—¿Novio? —Cuestionó Josiah confundido, mirando a su hermana.

La pelinegra abrió sus ojos de par en par y le sonrió a Venus de manera poco sincera, con toda la molestia marcada en una simple expresión, ignorando lo que su hermano había preguntado.

Sin decir nada se levantó y tomo a Venus de la mano, arrastrándola hasta la salida mientras la chica la reprendía y trataba de soltarse.

Josiah las miró alejarse por la puerta y se quedó mirando a ella por unos minutos más, esperando a que volvieran para seguir con sus interrogantes pues de cierta manera, le lastimaba un poco que Alaska no le haya contado sobre su nueva relación.

Siguió mirando a la puerta por unos minutos más, esperando a su hermana, intentando matar su aburrimiento o tal vez tratando de encontrar algo más interesante que inútilmente intentar crear una conversación con una desconocida.

Sus ojos estuvieron a punto de desviarse de la puerta, cansado ya de esperar a su hermana, hasta que por aquella misma, el dueño de sus más horribles y hermosos pensamientos, Zachary, se hiciera presente junto a una chica pelirroja, tomados de las manos, mientras parecían demasiado juntos.

La chica que lo acompañaba lo detuvo al estar dentro del área de descanso, y al darse cuenta que tenía la atención de algunos presentes lo besó descaradamente, como si quisiera que todo el mundo se enterase de su hazaña. Tomó las manos del chico y las puso sobre su trasero, mientras seguía comiendo aquellos labios como si no hubiese un mañana, haciendo que algunas presentes la miraran con envidia, otros con curiosidad y otros con asco.

Josiah desvió la mirada rápidamente y apretó sus ojos con fuerza, tratando de eliminar aquella indeseable imagen de su cabeza, algo que le fue imposible y que incluso comenzó a generarle cierto cosquilleo en su pecho y estómago. Aquello no era algo extraño en Zachary, a decir verdad, era común verlo cada semana con una chica distinta, aquello dolía, pero siempre terminaba ignorandolo, recordándose a si mismo que no importa cuántas lágrimas derramara, aquellos ojos verdes nunca lo miraran con la misma pasión que lo hace con ellas.

Pero ahora, dolía más de la cuenta ¿Por qué sucedía? Tal vez desde aquella estúpida pesadilla todo era así, su mente se mantenía dándole vueltas al asunto, recordándolo más de la cuenta, más de lo que quisiera. Esto no tendría que dolerle en lo absoluto, debería simplemente ignorarlo y fingir que nada sucede, pero joder, aquello se estaba volviendo una tarea difícil.

Tratar de olvidarlo no será algo sencillo para su cabeza.

—¿Estás bien? Parece que acabas de ver al mismísimo Satanás —Inquirió Monroe, tratando de llamar la atención de Josiah, aquel abrió sus ojos y la miró, agachando su rostro nuevamente.

—¿Q-qué? No entiendo de que hablas —Fartulló en voz baja, jugando con sus manos bajo la mesa, restándole importancia.

—Vamos, pude ver cómo tus ojos cambiaron de inmediato cuando ellos entraron —Señaló descaradamente a Zachary y la otra chica, haciendo que Josiah abriera sus ojos como platos ante aquello—. ¡Vez! Ahí está de nuevo ¿Pasa algo con ellos? Pareces triste.

Josiah volvió sus ojos a Zachary y la otra chica, mirando como ambos sonreían genuinamente, mientras seguían dándose algunos besos, miradas cómplices, mientras Zachary sostenía la mano de su contraria con fuerza.

Josiah miró la forma en la que él sostenía su mano y después dirigió sus ojos a su mano, fría, pálida y vacía. La apretó con fuerza y volvió sus ojos a la mesa, no debía torturarse más, no podía llorar en frente de todos.

—¿Te gusta Zachary Laurie? —Aludió la fémina con sorpresa y desagrado en su expresión, haciendo que Josiah palideciera tres tonos menos y su cuerpo se congelara como una roca, su respiración parecía ir con dificultad y Monroe mantenía su interrogantes ojos sobre él, generándole más pánico y nerviosismo.

Josiah no pensaba responder a eso, no sabía que decir, simplemente su cerebro estaba estancado y no planeaba salir de ahí. ¿Cómo mierda lo supo? ¿Por qué pensar en él y no en ella? ¿Tanto se le notaba lo gay? Miles de preguntas lo bombardearon y no sabía que responder a ninguna de ellas, sólo sabía que los ojos de la chica seguían pegados en el como moscas en la miel, esperando a una respuesta que no quería dar, era realmente aterrador que alguien más se enterara de su más grande secreto, uno que no tenía planes de revelar jamás.

—Tu silencio lo confirma todo —Monroe masajea su cien y trata de encontrar las palabras adecuadas para no herir la sensibilidad del pequeño—. Primero, cariño, eres muy obvio, tus ojitos miraron a aquel chico como si fuese la octava maravilla, cuando besó a Zoe aquél brillo en tu azul se apagó como una vela en el viento —Sonrió y miró con ternura al chico frente a ella que mantenía su cabeza agachada mientras sus mejillas y orejas lucían rojas de la vergüenza.

»—Sólo responde esto —La chica juntó sus manos sobre la mesa y lo miró interrogante—. ¿Por qué él? Quiero decir, es lindo pero es una mierda, la peor persona que mis ojos van visto —Mira al nombrado desde la lejanía con cierta antipatía en su mirada para después volver sus ojos al chico frente a ella, quién parecía divagante en sus pensamientos, como si no supiera que responder, mirándola con cierta timidez.

—Yo... —Guarda silencio y vuelve sus ojos a Zachary, quién se encontraba disfrutando de su chica como hace minutos—. Yo no sé —Murmura—. Él era el novio de Ally, un simple chico más que llegaba a casa con ella —Mira su malteada de chocolate, plasmando imágenes, recuerdos en ella, sonriendo de forma pequeña, tal vez por sus recuerdos o por lo estúpido que era y seguro se escuchaba—. Lo veía con curiosidad, desde la distancia, no era nada especial, y cuando menos lo imaginé, sólo sucedió —Mira a la chica y al chocar con sus intensos y curiosos ojos cafés, desvía su mirada levemente—. Mis ojos no podían despegarse de él cada vez que lo veía frente a mí, mi corazón no paraba de latir como un loco, mi estómago sentía cosquillitas —Agacha su rostro y se reprende mentalmente por las cosas patéticas que su boca estaba soltando. No sabía qué mierda hacía, porqué hablaba de eso con alguien que apenas conocía ¿Tal vez para ignorar su latente corazón roto?

Apretó sus manos una con la otra bajo la mesa y miró a la ventana, el día estaba triste y gris, frío y poco agradable, todo parecía juntarse para crear un momento sombrío y melancólico. Josiah empezaba a odiar aquello, ni siquiera el día cooperaba para subir sus ánimos mínimamente.

—Suele suceder —Mira al pequeño con pena y lo toma del mentón, levantando su rostro y juntando sus ojos con los de él—. Las personas nunca fuimos buenas controlando nuestros sentimientos, Josiah, y si aquello no fuera así, tal vez la vida no tuviera sentido —Ríe y ladea su rostro, sonriéndole amigablemente—. No necesitas conocer a alguien para enamorarte y lamentablemente nuestros sentimientos no siempre se dirigen a las mejores personas —Mira esta vez a Zachary.

»—No te conozco en lo absoluto excepto por las cosas que nos cuenta Alaska sobre tí, pero pareces ser un buen chico, eres bonito y tierno, además simpático —Dice aquello haciendo que Josiah sonría levemente y desvíe sus ojos, avergonzado—. No tienes porqué estancarte en ese sentimiento, cariño. Si el sol logra encontrar a la luna en los eclipses ¿Por qué tu corazón no podría encontrar a otro amor por el cual luchar? Hablo de uno que realmente valga la pena, no uno no correspondido por parte de un idiota que ni siquiera sabe el significado de la palabra amor. ¿Entiendes eso?

—Nunca fuí bueno con las personas —Fartulló recordando cuántas veces había tratado de acercarse a alguien, muriendo en el fracaso como siempre.

—Nadie nace sabiendo como socializar —Toma una de sus manos y la presiona con fuerza, sonriéndole con sinceridad—. Pero puedes aprender a hacerlo, las grandes amistades no nacen de la noche a la mañana. Venus y Alaska son mis amigas desde hace cinco años, al principio nos odiabamos, incluso una vez llegué a empujar a Alaska al lodo, y Monroe me cortó el cabello por llamarla golfa, créeme, jamás imaginaria que se convertirían en lo más importante que tengo y a eso me refiero cuando digo que las grandes amistades no nacen de un día para otro. Las mejores cosas tardan en suceder, no tienes porqué resignarte a estar solo porque crees que no puede ser de otra forma, tienes que luchar para conseguir algo diferente.

Josiah la miró totalmente concentrado en sus palabras, escuchando y grabándose cada frase, preguntándose ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué le daba consejos a alguien que no conocía? Tal vez la chica era muy buena y noble, o tal vez simplemente sentía pena por el como la mayoría de personas. Sabía que ella tenía razón en cada cosa, que todo lo bueno tarda en llegar, pero para Josiah nunca había sido nada de esa forma, su vida nunca había sido la mejor y creer que algo bueno llegara a suceder se volvía tan imposible de creer, aquello es como una ficción de jamás llegará a hacerse real, anhelaba más positivismo en su vida, pero los acontecimientos del pasado no dejaban que eso sucediera.

—Trataré —Dijo sin más, alejando su mano de la mano de la chica y le sonrió de la misma forma, viendo como la contraria parecía no muy complacida por su respuesta—. Eres la primera persona que sabe acerca de esto, gracias por escucharme, Monroe.

—¿Alaska no lo sabe?

—Desearía, pero no puedo decírselo, no estoy listo —Habló esta vez en voz baja, desviando su mirada a la mesa—. Tal vez algún día lo haga.

—Alaska no podría juzgarte, te ama más que a nada ¿A qué le temes?

—A mis padres —Soltó mirándola esta vez—. Alaska no me rechazaría pero mis padres podrían odiarme, papá creció en el seno de una familia demasiado religiosa, es ruso y fue educado de una forma en la que la homosexualidad no es una realidad, tengo miedo de eso, Alaska nunca fue buena guardando secretos —Sonó más preocupado y expresivo que hace rato, aquello le indicó a Monroe el genuino miedo que le generaba tal cosa.

Monroe lo miró con incredulidad, pues ella conocía al padre de Josiah y parecía alguien muy majo, elocuente y sonriente, para nada un mente cerrada capaz de rechazar a su propio hijo. Aunque bien sabía que las personas no eran todo lo que demuestran, tal vez en el fondo sea todo lo que Josiah decía y ella no lo sabía, bien dicen que no debes juzgar a un libro por su portada, o en ese caso, admirarlo.

Josiah y Monroe siguieron hablando de cualquier cosa mientras sus amigas llegaban. Monroe realmente disfrutaba del momento con el chico, pues sabía por Alaska que era muy reservado y casi nunca hablaba nada acerca de él con nadie, y se sentía realmente halagada de que el chico se haya abierto a ella sin ninguna restricción y con total sinceridad, realmente apreciaba eso y no lo desperdiciaría, pues genuinamente se interesaba en el chico.

En todo momento trataba de encontrar algún tema interesante que lo mantuviera ocupado en la conversación, pues podía ver cómo los ojos del chico se desviaban hacia Zachary cada treinta segundos, opacando cada vez más sus hermosos ojos con la tristeza que le creaban las imágenes que se plasmaban frente a él.

Su corazón estaba roto y quería llorar, pero como siempre lo ocultaba, creía ser bueno en ello, ocultar sus sentimientos era algo que había hecho desde siempre para evitar preocupar a los demás, o también evitar que los demás se entrometieran en sus asuntos.

Creía ser bueno en ello, pero ante los ojos de Monroe aquello no sucedía pues la chica sabía que su corazón estaba roto aunque lo ocultara bajo pequeñas y inocentes sonrisas.

Verlo de esa forma, tan vulnerable a llorar, con sus ojos brillantes por las lágrimas y su latente corazón roto pidiendo salir, rompió su alma, quería abrazarlo y enseñarle que la vida no es tan mala cómo piensa, quería hacer tantas cosas para levantar su ánimo, odiaba ver a las personas tristes.

Ver como levantaba su rostro disimuladamente para evitar que sus lágrimas cayeran la hizo querer ir y golpear a Zachary una y otra vez, como lo había hecho hace años, cuando el chico le fué infiel a Alaska.

Tomó la mano de Josiah y le sonrió con todo el apoyo y amor que pudo sacar.

Prometió hacerlo olvidarse de ese chico de una buena vez, nadie merecía eso.

Era hora de sanar su corazón.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro