Capítulo 40

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Hola chicas. Estoy suuuuper emocionada porque os encantó el capítulo anterior. ¡Me hace muy feliz! Algunas odiasteis a Draco y otras sentisteis mucha pena (yo me encuentro en este último grupo).

Estoy absolutamente obsesionada con esta cover que James Arthur ha hecho de How to save a life (elsadeabajo lo sabe muy bien!!). ¡Os recomiendo escucharla!

Y como me habéis pedido soluciones, aquí llegan:


Capítulo 40

And I would have stayed up with you all night / Had I known how to save a life

Y me habría quedado toda la noche despierta contigo / Si hubiera sabido cómo salvar una vida.

The Fray - How to save a life


HERMIONE

Hermione pidió su segunda cerveza de mantequilla cuando Harry y Ron ya estaban en la tercera. El Caldero Chorreante no tenía muchos clientes esa tarde, así que ellos habían encontrado una mesa apartada para sentarse a hablar sin interrupciones.

Durante un largo rato, Harry habló sobre su semana en la Oficina de Aurores con emoción, pues había recibido una petición por parte del Ministerio de Magia noruego para que él ayudara a desmantelar una red de tráfico de objetos tenebrosos en un pequeño pueblo de Oslo.

Hermione lo escuchó, interesada. Se alegraba mucho por el entusiasmo que mostraba su amigo. Ron, a su lado, permanecía en silencio y parecía pensativo. Ella se hacía una idea de qué podía estar rondando su mente, pero decidió no decir nada aún. Ella también tenía preocupaciones.

—Hay algo... algo que me ronda la cabeza —comenzó—, no sé cómo decirlo.

Harry enarcó una ceja y, por un instante, Hermione se quedó observando las características gafas redondas de su amigo. Harry había conservado esas gafas, a pesar de ser distinto ahora, ya era un hombre de veintiún años. Sus ojos verdes brillaban por detrás de los cristales.

—¿De qué se trata? —la instó a hablar.

—Vosotros... ¿habéis oído alguna vez algo sobre torturas en Azkaban?

Y, tal y como esperaba, ambos la miraron con pura extrañeza en sus rostros. Hermione conocía muy bien a sus dos mejores amigos, sabía que ninguno de los dos estaba fingiendo esa reacción. Ron parecía haber despertado de pronto, abandonando sus pensamientos anteriores.

—¿Qué clase de torturas?

—No... no sé. Torturas físicas, privación de sueño, de comida, de agua... ¿alguien os ha mencionado algo sobre esto? ¿Algún ex mortífago del PRASRO, quizás?

Y, tras unos segundos de reflexión, ambos negaron con la cabeza, aún confundidos. Hermione no era capaz de preguntarles si alguna vez ellos habían visto marcas en alguno de los participantes del PRASRO. Esa preguntaría les resultaría muy extraña, ¿por qué un auror vería el cuerpo desnudo de un antiguo mortífago? No, ella era la única que había cometido una estupidez semejante. Y cada segundo la idea de haberse acostado con Malfoy la golpeaba como un martillo.

Ron bebió un trago más de su cerveza de mantequilla y le hizo una señal a Tom, que se encontraba tras la barra del Caldero Chorreante, de que quería otra. Hermione se controló para no pedir un puñetero whisky de fuego, porque en realidad sentía que esa conversación sería muy larga y no quería afrontarla estando sobria.

—No lo sé, Hermione —contestó Harry al cabo de varios segundos—. Yo no he escuchado nada, pero los participantes del PRASRO no son precisamente habladores. De todas formas, ¿torturas? ¿Quién torturaría a alguien en Azkaban? Los dementores son criaturas horribles, pero no pueden torturar en el sentido estricto de la palabra.

Ella asintió con la cabeza, alegrándose de que sus amigos estuvieran prestándole atención a ese asunto.

—Lo sé, lo sé. Por eso no me refiero a los dementores. ¿No os parece raro que tanta gente muera o se vuelva loca estando en Azkaban?

Ron apretó los labios un segundo.

—Creo que si se vuelven locos es porque se arrepienten de lo que han hecho. Vivir en Azkaban, aislado de todo, debe de ser muy duro. Lo único que tienes es tiempo para pensar en los errores que has cometido, ¿no? —El pelirrojo se encogió de hombros—. Eso también sucede en las cárceles de muggles, lo hemos estudiado.

Y tenía cierta razón en ese razonamiento. La culpa, a veces, era excepcionalmente dañina; Hermione lo sabía. Pero no se refería a eso y se temía que sus amigos no lo entenderían si no era más explícita. Suspiró antes de hablar.

—Malfoy está lleno de cicatrices, de la cabeza a los pies. Y... no sé si lo visteis, pero cuando salió de Azkaban... estaba esquelético. Os juro que nunca había visto algo así, nunca.

Harry y Ron se miraron el uno al otro, como si intercambiaran información solo con sus ojos. Siempre lo hacían, no en vano eran amigos desde hacía once años. Hermione esperó pacientemente.

—¿Quieres decir que ha sido el Ministerio? —preguntó Harry sin tapujos.

Hermione asintió una vez más. Con cuidado, observó las pocas personas a su alrededor y se cercioró de que nadie parecía prestarles atención. Tom caminó hacia ellos con lentitud, llevaba con él tres jarras nuevas de cerveza de mantequilla, no solo una. Ellos lo agradecieron con un gesto y Hermione sintió que su estómago pegaba un salto. Esa conversación era de lo más importante y no podía esperar a encontrar una solución.

Ante sus ojos, sus amigos resoplaron. Aún procesaban la información que ella acababa de darles.

—Se lo pregunté a Scholz directamente. Y él me dijo que eso no era posible, que si alguien había torturado a Malfoy, habría sido Voldemort. —Bajó aún más la voz al pronunciar esas palabras, pero siguió hablando—. Pero hay algo en Scholz... que me hace dudar de él. No me fío.

Era muy valiente al admitir algo así delante de ellos. Al fin y al cabo, Scholz era su jefe y, jerárquicamente, era el superior de los tres en el Ministerio. A pesar de que Ron y Harry fueran aurores, Scholz estaba un escalafón por encima.

—Pero... ¿no estás saliendo con él? —preguntó Harry, estupefacto—. ¿Qué quieres decir con que no te fías de él?

—¿Cómo? Yo... ¡no estoy saliendo con él! —Hermione abrió mucho los ojos—, ¿quién te ha dicho eso?

Esta vez, Ron pareció de acuerdo con Harry, pues fue él mismo quien habló.

—Lo sabe todo el mundo. Salís hasta en alguna revista del corazón juntos, ¿no lees la prensa, Hermione?

A veces leía la prensa, pero nunca leía basura. Apretó sus manos pequeñas en un puño y se controló para no gruñir.

—Solo somos compañeros. Salimos a cenar de vez en cuando.

—No es lo que parece —opinó Ron.

Y eso molestó bastante a Hermione, que le dio una patada a su amigo pelirrojo por debajo de la mesa.

—¿No te parece que tú tienes cosas más importantes de las que preocuparte que de mi vida amorosa, Ronald? —le reprochó—. Como de dejar de meterte en líos con mujeres comprometidas.

Esta vez fue Harry quien se quedó sorprendido. Como si no comprendiera de qué demonios estaban hablando esos dos. Observó a su mejor amigo con una mueca.

—¿Cómo?

Ron enterró la cabeza dentro de su cerveza de mantequilla una vez más.

—Eso no es asunto tuyo, Hermione, no te metas.

—¿De qué mujer habla? —quiso saber Harry.

Hermione dudó. ¿Debía hablar? En realidad, si Ron no había compartido su «secreto» con ellos probablemente era porque le preocupaba muchísimo más de lo que aparentaba. No tenía muy claro si debía desenmascararlo así. Ella ya sabía que algo perturbaba a Ron, era evidente.

—¿Nos centramos en las torturas? —preguntó Hermione, cambiando de tema.

Y Ron no lo dudó. Cualquier cosa que significara apartar la atención de su historia con Astoria le parecía bien.

—Si Scholz te ha dicho que fue Voldemort quien torturó a Malfoy, ¿por qué no lo crees?

—Porque Malfoy... creo que Malfoy es sincero.

Ante Hermione se formaron dos miradas igualmente escépticas. Sí, ella lo sabía, no era tonta: sonaba absurdo. ¿Malfoy sincero? ¿En qué planeta?

—¿Y Draco Malfoy te parece una fuente confiable?

Apartó la mirada de ellos como una cobarde. Se debatía entre contarles toda la verdad de golpe o quedarse callada y salvaguardar su puesto en el Ministerio. Necesitaba hablarlo con alguien, cerciorarse de que era real y de que no solo estaba sucediendo en su cabeza. Se había acostado con Draco Malfoy, ¡por Merlín! Si eso no era suficiente para volverla loca...

También era consciente de que, si lo decía en voz alta, podría estar firmando su propia condena. Sus amigos la querían, sí, pero no dejaban de ver a Draco como un antiguo mortífago, no percibían ningún tipo de vulnerabilidad en él, como hacía ella. Si ellos le contaban a alguien que existía algo entre ellos dos, ella perdería su trabajo.

—¿Sí? —respondió.

Y no pudo dejar entrever un resquicio de duda en su voz. Esa duda que sirvió para que sus dos amigos no parecieran tan convencidos como podrían haber estado. Se maldijo a sí misma por eso.

—Veré qué puedo averiguar —contestó Harry.

—Gracias.

Lo agradecía de verdad. Tenía miedo de meterse en un lío con todo eso, pero la mirada de Malfoy era demasiado triste, demasiado desesperada como para ser una mentira. Había algo en él que le resultaba lo más sincero que ella hubiera visto nunca antes en su vida. Quizás era su dolor.

Se estremeció una vez más al recordarlo sobre ella, dentro de ella. El modo en el que la besaba, aferrándose a su cuerpo con desesperación y queriendo alejarse al mismo tiempo.

Malfoy estaba mal, de eso no cabía duda. Y Hermione no sabía cómo aún, pero iba a ayudarlo.


Millones de gracias por las felicitaciones de cumpleaños, ¡la verdad es que fue un día maravilloso!

En cuanto tenga un momento os contestaré los comentarios y reviews, pero los leo siempre todos y me hacen cosquillitas en el corazón jajajaj.
Os he dejado descansar un poco en este capítulo, pero pronto llegan nuevos sobresaltos. ;)

¡Mil besos!

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