Capítulo 42

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¿Queréis salir de fiesta pero la pandemia mundial os lo impide? No os preocupéis, aquí está la solución. Bienvenidas al Caldero Chorreante y la fiesta número 2.

SECTAAAAAAA, aquí os dejo drama y Rostoria. *Gracias a Angela-MG por los edits de esta pareja, os los dejo en multimedia!!*


Capítulo 42

But I don't really care how bad it hurts / When you broke me first.

Pero no me importa cuánto duela, si tú me rompiste primero.

Tate McRae – You broke me first



ASTORIA


Draco y ella llegaron juntos a la fiesta. Astoria localizó a sus amigos enseguida. Blaise les contaba una historia a Theo y a Pansy, apoyado en el amplio mostrador del Caldero Chorreante y todos parecían más que contentos. Pansy contemplaba a su prometido como si fuera la persona más ingeniosa y divertida que hubiera visto nunca... y, probablemente, así era para ella.

Astoria caminó por el concurrido bar y estrechó la mano de Draco cuando vio que él parecía no avanzar. Ella era consciente de que para Draco aún era complicado estar en lugares con mucha gente, como si tuviera una especie de ansiedad provocada por el bullicio. Apretó su mano con cariño y trató de infundirle fuerza a su amigo.

—No pasa nada —le susurró—, solo céntrate en nosotros.

El rostro anguloso de Draco asintió con la cabeza con dificultad y la siguió. Astoria supo que él estaba buscando a alguien con la mirada y no pudo evitar seguir sus ojos grises para saber a dónde se dirigían... ¡Bingo! Lo encontró al instante. Y se estremeció al hacerlo: sentados alrededor de una de las mesas del Caldero Chorreante se encontraba, lo que parecía, el equipo Gryffindor al completo: Potter, Granger, Longbottom, Ginny y Ron Weasley...

Ron la miró. Astoria se quedó congelada. Pudo ver cómo Granger levantaba la vista y también la clavaba en ella... ¿o era en Draco? No podía decirlo con seguridad, pues de pronto estaba muy nerviosa. Mucho.

—Hola, Astoria —oyó el saludo y ni siquiera se giró al reconocer la familiar voz de su prometido.

Chay Nott se acercó a ella y la besó en los labios brevemente. Astoria aún estaba mirando a Ron y éste apartó sus ojos azules de ella en cuanto vio el beso de Chay. Fue como si alguien le hubiera dado una patada en el estómago a Astoria, pero no hizo nada para apartarse de su prometido.

—¿Cómo estás? —le preguntó amigablemente.

Draco se había ido de su lado y ya se encontraba a salvo, rodeado por el brazo de Theodore Nott, que llevaba tres años sin ver a su amigo. Theo también trabajaba para el Ministerio de Magia en esos momentos, siendo parte de la Oficina de Localización de objetos y personas desaparecidas.

—Estoy bien, gracias, Astoria —respondió su prometido de forma muy educada. Ella observó esos ojos verdes un instante y trató de fingir una sonrisa—, ¿te apetece beber un zumo de calabaza y jengibre? —preguntó Chay.

Prefería seis whiskies de fuego para poder pasar la noche, si podía elegir. De pronto se preguntó si su vida con Chay iba a ser así, si tendría que emborracharse todas las noches de su vida para poder dormir a su lado, o para poder acostarse con él...

El intenso recuerdo de Ron Weasley besándola hasta quitarle el aliento le vino a la mente. Tuvo que cerrar los ojos para poder expulsarlo de su cerebro. No, nada de Ronald Weasley por esa noche. Estaba decidida.

—Sí, gracias —aceptó la bebida.

Chay acudió al concurrido mostrador y ella caminó hasta sus amigos, saludándolos con una sonrisa. A unos metros, su hermana Daphne alzó la mano para demostrar que la había visto llegar, ella le correspondió el gesto.

—¿Has visto la mesa de Gryffindor? —preguntó Theo entre risas—. Es como si estuviéramos otra vez en Hogwarts, ¿no?

Pansy se encogió de hombros.

—Yo trabajo con Longbottom en el hospital —comentó—, nos llevamos bien.

—Tú siempre has sido un poco traidora a la sangre —se rio Zabini, tomando un mechón de cabello negro de la joven y colocándolo detrás de su oreja.

Era curioso que pudieran tener ese tipo de conversaciones distendidas ahora. Era como debía ser... aunque, unos años antes, hubieran sido crueles entre ellos. El final de la Guerra significaba eso: que ya no había bandos, que ya no había casas que los separaran.

Chay regresó y le tendió el vaso de cristal de zumo a Astoria. Ella lo tomó y sonrió, después bebió un sorbo y no pudo evitar desviar la vista hacia Ron de nuevo. Si él estaba allí, no podría concentrarse, lo tenía claro.

Su prometido comenzó a hablarle acerca de qué tipo de cubertería debían comprar para su nueva casa. Astoria deseó que fuera socialmente aceptable poder sacar su varita y lanzarse un Avada Kedavra a sí misma. Demonios, ¿se podía ser menos interesante que Chay Nott? Porque ella creía que no. Si al menos la hubieran comprometido con Theo, en lugar de con su hermano, su vida sería un poco más emocionante. Todo el mundo sabía que Theodore se acostaba con cuatro o cinco chicas diferentes cada semana y que a todas les decía que iba a casarse con ellas, pero... bueno, en definitiva, eso sería mejor que un prometido que consideraba apasionante un debate acerca de cómo combinar los colores de las alfombras en función de la estación del año en la que se encontraran.

—¿No has pensado nunca en ser decorador de interiores? —preguntó Astoria de pronto, tras unos veinte minutos ignorando lo que Chay le decía sin que él se diera cuenta.

—¿Cómo? —preguntó él—, ¿por qué?

No tuvo tiempo de responder.

Una voz grave y tranquila a su espalda la tensó:

—¿Me puedes poner una cerveza de mantequilla, Tom?

Astoria se controló a sí misma para no girarse. Porque no quería darse la vuelta, no podía hacerlo... pero tenía a Ron Weasley detrás.

—Sabes que no es necesario que trabaje, Astoria —contestó Chay ante su silencio—, tú tampoco deberías hacerlo.

Ella no habló. No podía escuchar a Chay. Era como... como si hubiera desaparecido. Solo Ron Weasley existía ahora, él y el calor que desprendía su cuerpo, pegándose a su espalda como si fuera una maldita casualidad. Pero lo estaba haciendo a propósito.

—Me... —Astoria se aclaró la garganta y bebió un poco más de su zumo de calabaza y jengibre—. Me gusta trabajar, Chay. Ya te lo he dicho.

Una mueca de disgusto se dibujó en el rostro de Nott.

—Mis padres no aprueban que lo hagas, si te soy sincero. No han dicho nada aún porque... bueno, porque no estamos casados todavía. Pero creo que es importante que lo tengas en cuenta. Una vez nos hayamos casado, lo mejor sería que renunciaras a la Residencia.

Astoria frunció el ceño. ¿Quién demonios se creía Charles Nott para hablarle así? ¿Era imbécil? Estaba a punto de hablar, pero una voz a su espalda la interrumpió.

—Siento mucho oír eso... —comentó Ron, alzando su voz por encima del bullicio—, si la señorita Greengrass abandonara la Residencia, me temo que el PRASRO estaría perdiendo a una de las brujas más brillantes que colaboran en el programa.

Si Hermione hubiera estado allí, Astoria le habría pedido que, por favor, le cerrara la boca porque su mandíbula se había desencajado al escuchar las palabras de Ron hacia su prometido.

Chay, tan sorprendido como ella, enarcó una ceja con una mueca de superioridad que Astoria nunca había percibido en él. Hasta ahora.

—Disculpa... ¿Weasley?

—Ron Weasley. —Ron esbozó una sonrisa y le tendió su mano a Chay—. Charles Nott, ¿verdad?

—Chay Nott —informó Nott con voz fría.

Estrechó su mano con desgana. Astoria sintió que su corazón se detenía. No, no, no. Eso no podía estar sucediendo. La última vez que había hablado con Ron lo habían dejado claro. Esa era la ÚLTIMA vez. ¿Por qué tenía que hacer algo como eso ahora? En Nochevieja.

—Perdón... ¿de qué os conocéis?

—Del trabajo —informó Astoria—. Ronald es... auror.

Chay lo sabía. Por supuesto que sí, no vivía debajo de una piedra. Aun así, apretó los labios con cierto disgusto al escuchar la palabra «auror», pues era más que consciente de la cantidad de problemas que la Oficina de Aurores les había causado a los Nott desde el final de la guerra. Era prejuicioso, sí, pero los aurores habían investigado a todas las familias de sangre pura acerca de posibles relaciones con los mortífagos y Voldemort. Mejor prevenir que curar.

—No sabía que tenías relaciones tan estrechas con la Oficina de Aurores, Astoria.

—No son taaaaaan estrechas... —contestó ella.

—Es fácil hacernos amigos cuando trabajamos juntos tan a menudo —respondió Ron, interrumpiéndola.

Astoria le lanzó una mirada asesina. ¿Se podía saber qué demonios estaba haciendo? ¿Ronald Weasley era imbécil? ¿Qué era eso de que ahora ellos eran amigos?

—Sí, bueno —respondió Chay entre dientes—, imaginaba un poco más de distancia cuando fueron los aurores quienes arrestaron al hermano de Astoria. Paul lleva más de tres años en Azkaban ahora y... bueno, no sabemos nada de él. Hasta donde nosotros conocemos, podríais haberlo matado hace mucho tiempo y ni nos habríamos enterado. Paul podría llevar años enterrado o arrojado al mar, quién sabe. Me consta que muchos presos mueren en Azkaban.

Astoria se puso pálida.

Qué.

Demonios.

Acababa.

De.

Decir.

Dio un paso atrás, horrorizada por las palabras de Chay. Tuvo que dejar el vaso de zumo sobre el mostrador, porque sus manos comenzaron a temblar. Su prometido pareció percatarse de que la había cagado, pues intentó arreglarlo y comenzó a balbucear unas palabras, pero Astoria no lo escuchaba. No podía escucharlo.

Se alejó de él otro paso y chocó con una persona, pero no supo quién. Un nudo se formó en su garganta y, por primera vez en bastante tiempo, Astoria se imaginó a su hermano Paul muerto a manos del Ministerio o de los dementores en Azkaban. Esa imagen le revolvió el estómago.

—Eres un cabrón —escuchó que decía Ron.

No se quedó allí ni un instante más. Astoria corrió hacia la puerta del Caldero Chorreante. Necesitaba aire fresco o iba a desmayarse. ¿Qué derecho tenía Chay Nott a decir algo así? ¿Qué maldito derecho?

Llegó a la salida del bar de la calle Charing Cross. No estaba tan transitada como de costumbre, pues la mayoría de personas se encontraban en sus casas o dentro de los pubs a esas horas. Trastabilló y bajó los dos escalones que la conducían a la calle, recibiendo el aire frío en la cara como si lo hubiera necesitado más que nada. Sentía su varita dentro de las medias que envolvían sus piernas y buscaba razones para no volver al puñetero bar y lanzarle un hechizo a Chay, quizás convertirlo en rana durante lo que quedaba de noche, eso estaría bien.

Unos pasos la siguieron, lo supo porque la puerta del bar se abrió de nuevo y alguien salió corriendo.

Que no sea Ron. Que no sea Ron. Que no sea Ron.

—Menudo gilipollas es tu prometido —le dijo Ron.

Ella alzó la cabeza hacia él. Solo llevaba su vestido gris, corto y escotado, pero no sentía frío. Estaba tan frustrada, tan sobrepasada por toda esa situación, que la temperatura de la calle era lo último de lo que llegaba a preocuparse.

—¿Por qué te has acercado a nosotros? —exigió saber ella—, ¿querías reírte de mí?

El pelirrojo negó con la cabeza.

—Solo quería... hablar con él.

—¿Por qué?

—No sé, Astoria. Porque llevo dos meses sintiéndome fatal por él, sabiendo que estoy acostándome con su prometida.

—Estabas, Weasley, ¡estabas! —le recordó ella.

Ron se pasó la mano por su cabello pelirrojo una vez más, nervioso.

—Bueno. Estaba, da igual —bufó—, es un imbécil. Ahora me alegro de haberlo hecho.

Astoria lo observó, estupefacta. Sus ojos azules se abrieron mucho al escucharlo. ¿Acaso se iba a dar cuenta esa misma noche de que los dos hombres que conformaban su vida amorosa eran unos insensibles? Sí, todo apuntaba a que sí.

—Vete a la mierda, Weasley.

—¿Y ahora qué he dicho?

No se trataba de qué había dicho en ese momento, sino de lo que llevaba mucho tiempo diciendo y haciendo. Su última conversación, cuando habían acordado no volver a tener nada entre ellos y... y ahora él aparecía de la nada intentando provocar a su prometido.

—¿Te parece normal lo que has hecho, Ron? Podrías haber puesto en peligro mi matrimonio.

—Te estaría haciendo un favor. —Ron señaló hacia la puerta del bar—. Ese idiota de ahí quiere tratarte como si fueras un cuadro bonito, te va a colgar en el salón cuando os caséis, como si fueras parte del mobiliario.

Como si él le ofreciera algo mejor.

Astoria se sentía fatal. No se casaba porque ella quisiera hacerlo, sino porque sus padres lo habían impuesto. Si pudiera elegir, no lo haría, y mucho menos con Chay. Pero si se negaba, lo más probable era que sus padres dejaran de hablarle. Y no quería hacer que perdieran a otro hijo más, aparte de Paul.

—Ese es mi problema, no el tuyo —contestó, apretando la mandíbula.

Se habían aproximado bastante. Solo unos pocos centímetros los separaban y Astoria vio en los ojos azules de Ron que quería acercarse a ella, abrazarla. Lo sabía porque ella también lo estaba mirando de ese modo... pero estaba demasiado enfadada como para dejar que la tocara.

—No te cases —dijo él.

Astoria lo observó con fingida frialdad desde su sitio.

—¿Por qué? —preguntó. Y era consciente de que esa era la segunda vez que se encontraban en esa situación.

Y Ron se quedó callado... otra vez. ¿Por qué demonios seguía teniendo alguna esperanza con ese chico? Quizás ella también era idiota, esa podía ser la razón.

Astoria dio un paso más hacia el Caldero Chorreante y Ron la detuvo, agarrándola del brazo con fuerza. La acercó a él y ella contuvo la respiración, se quedaron así unos segundos, casi sintiendo el calor que desprendía la piel del otro.

—Si me besas ahora, mañana estaremos en todos los periódicos —le advirtió Astoria—. ¿Es eso lo que quieres?

Y eso era, a su vez, una pregunta intrínseca. Si la besaba, eso significaba que Ron era los suficientemente valiente como para admitir en público que lo que ellos tenían era algo, que era de verdad. Y, por mucho valor que Ron hubiera tenido en la guerra o en su trabajo como auror, no era así en la vida real.

Tras unos instantes más en los que Ron la sujetó, dudando de qué hacer, ella se zafó de su agarre con violencia. Sin mirar atrás, Astoria volvió a entrar al Caldero Chorreante y dejó a Ron Weasley ahí parado en mitad de la calle.


Estoy muy enamorada de esta pareja.  <3 <3 Sé que todo es super dramático, pero es que eso me encantaaaaaa jajajja. ¿Lo estáis disfrutando? ¡Por favor, contadme lo que opináis!

Mil besos y nos vemos el viernes con otro capítulo de la fiesta ;)

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