Capítulo 9

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Vale, este capítulo es muy importante porque aquí empieza una de las dos tramas principales del fanfic. No quiero revelar nada de momento, pero os quiero pedir que sigáis leyendo. Sé que hay mucho hate hacia uno de los personajes importantes del fic (un hate que no comparto) y confío en que su historia os va a gustar tanto como a mí <3


Capítulo 9

When you're standing in the shadows / I could open up the sky.

Cuando estás en las sombras / yo podría abrirte el cielo.

Hurts - Somebody to die for


ASTORIA

Lo encontró en el suelo, tal y como él le había dicho que lo hallaría. El tomo número 7 de la Completa guía de hechizos prácticos en la Magia Oscura.

Astoria no era estúpida. Podían llevarla a Azkaban solamente por estar allí, buscando ese manual. Magia Negra, ¿de verdad Draco Malfoy quería perderse por esa senda otra vez?

—Eres un imbécil, Malfoy —susurró Astoria, agachándose para agarrar el libro.

Era rojo y negro, cuando lo tocó pareció calentarse. Como si estuviera vivo, como si esperara a cualquier otro Slytherin para acercarse y tomarlo entre sus dedos.

No podía mentir, se sintió tentada de echarle un vistazo por dentro, saber qué decía. Miró el título una vez más y bufó. No podía creer que Malfoy quisiera eso. ¡Él debería ser la persona que más miedo tuviera de la Magia Negra! Llevaba dos días fuera de Azkaban. ¡Dos!

El local estaba destrozado por completo, con un montón de páginas rotas esparcidas por el suelo y también cristales y pedazos de astillas y de madera. Recordaba haber ido a esa librería cuando era pequeña, lo había hecho con sus padres alguna vez y también con su hermano. De nuevo estaba ahí, la tentación de mirar el libro: abrirlo y leerlo. Podría practicar Magia Negra con buenas intenciones, quizás conseguir algún hechizo que sacara a su hermano de Azkaban, que le devolviera la libertad...

Estuvo a punto de abrirlo, ya había colocado una mano en el dorso y la otra en la primera página, cuando el sonido de cristales crujiendo en el suelo la sobresaltó. Astoria tragó saliva y corrió a esconderse detrás de un antiguo armario de madera negra. El armario estaba casi destrozado, pero la cubría por completo.

¡Por Merlín! ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Por qué había decidido obedecer a Malfoy?

Se guardó el tomo dentro de la chaqueta azul que, por suerte, era ancha. Aun así, debía sujetarlo para que no se le cayera del pecho. Y fue entonces cuando el sonido de cristales se repitió, más intenso esta vez. Cuando Astoria asomó su rubia cabeza tras el armario negro, se quedó congelada al distinguir la figura de Hermione Granger. ¿Qué buscaba

Comenzó a temblar. Si Hermione la veía, estaba perdida, si Hermione la veía, sabría que ella estaba ayudando a Draco, que él la había enviado. Ahogó un gemido cuando la bruja se acercó al lugar exacto en el que ella acababa de recoger el tomo de Magia Negra. Hermione inspeccionó el suelo, extrañada. Buscaba el libro, Astoria lo comprendió al instante. ¡Estaba buscando el libro!

Estaba en su mano decidir qué hacer: podía salir y hablar con Hermione, entregarle el tomo y liberarse de esa responsabilidad... o también podía esconderse lo mejor que pudiera y salir corriendo de allí sin que la bruja la viera. Después de escuchar la razón de por qué Draco necesitaba ese libro, no se veía con la fortaleza suficiente de traicionar a su amigo. Llamadlo estupidez o lealtad de las serpientes, pero no podía fallarle.

Hermione dio un par de vueltas al local, confundida. Después se dirigió a la parte de atrás de la tienda, como si estuviera buscando el libro por todas partes. Fue ese el momento que Astoria Greengrass aprovechó para agarrar el libro con fuerza, apretarlo contra su pecho y salir de la librería Berrycloth a paso ligero, intentando no hacer el más mínimo ruido al pisar los cristales del suelo.

Astoria llegó hasta la puerta, pero no dejó de correr allí, ni mucho menos. Siguió corriendo durante varios metros más por el Callejón Knockturn, girándose de cuándo en cuándo para asegurarse de que Hermione Granger no estaba tras ella. No se detuvo, corrió y corrió hasta que... Se chocó con alguien.

El libro se le cayó y Astoria sintió un fuerte golpe en la mandíbula cuando su cuerpo colisionó con el de ese extraño. Él se agachó de inmediato para tomar el libro que se le había caído y ella ahogó un grito.

—¡No! —exclamó.

Fue entonces cuando lo reconoció: era Ronald Weasley.

Un auror. Se había tenido que chocar con un maldito auror. ¿De verdad? Astoria se lanzó a agarrar el libro antes de que él pudiera verlo, aunque se percató de que Weasley ya no parecía tan solícito a ayudarla después de haberla reconocido.

—¿Qué llevas ahí? —preguntó él con un tono de voz más bien brusco.

Astoria agarró el libro con increíble rapidez y lo sujetó en su mano, como si no fuera nada importante. No podía guardárselo dentro de la chaqueta de nuevo, a no ser que quisiera que Ronald Weasley se pusiera a cachearla en mitad de la calle. Decidió responder con agresividad, pues esa sería la única manera de librarse de esa.

—¿Acaso no miras por dónde vas, Weasley? —preguntó en un tono de voz que le pareció demasiado violento incluso a ella, jamás le había hablado así a nadie—. Casi me rompes la mandíbula.

Ron había cambiado en esos años. Estaba más alto, más aún. Astoria se había quedado en una altura bastante discreta: tan solo un metro y cincuenta y cinco centímetros. Pero Ron debía de rondar el metro noventa. Era imponente y su cabello pelirrojo, antaño largo, ahora estaba recortado a la moda y peinado a ambos lados de su frente. Sus ojos azules se entornaron con desconfianza.

—Has sido tú quien se ha chocado conmigo —respondió él de malos modos.

Weasley no la soportaba, le había quedado más que claro en los últimos años. Nunca lo había culpado, de hecho, lo entendía: su hermano, Paul, había matado a Fred Weasley, el hermano de Ron. ¿Acaso esperaba que fuera su mejor amigo para siempre? No, eso no sucedería. De hecho, ella ya se conformaba con saber que Granger la consideraba una buena persona. Era de las pocas brujas que aceptaban a personas cuya familia estaba manchada por la sombra de los mortífagos.

—Ha sido un accidente —se excusó ella, calmando el tono. Ron ya no miraba el libro.

—¿A dónde vas?

—¿Esto es un interrogatorio? —preguntó Astoria, alzando las cejas—. ¿De qué estoy acusada?

—A. dónde. Vas —gruñó Ron.

Demonios. Sí que debía de odiarla para hablarle en ese tono.

—A la Residencia —contestó ella al final—. ¿Me vas a escoltar hasta allí?

—No quiero volver a verte por el Callejón Knockturn, Greengrass.

Ron bufó, alejándose de ella. Ni siquiera se despidió, ni siquiera dijo nada más. Tan solo la observó una última vez, con esos ojos azules y profundos contrastando con el color pelirrojo de su cabello. Solamente se marchó.

Cuando se fue, Astoria notó cómo le temblaban las piernas. El corazón le latía a mil por hora y ella se maldijo a sí misma mil veces. ¿De verdad? ¿De verdad había tenido que cruzarse justamente con Ron Weasley? ¿Acaso no había más magos en Londres que había tenido que coincidir con el único que le provocaba... eso?

Astoria dejó escapar el aire de sus pulmones y volvió a guardar el libro de Draco entre su pecho y su chaqueta azul. Después, su mirada se quedó perdida por donde Ron Weasley se había marchado.

Deseó con fuerza que él dejara de odiarla.


Ayyyy. ¡¡Estoy tan ilusionada!! Gracias por los votos y comentarios, sois puro amor y me encanta saber qué estáis pensando . Probablemente actualice el domingo, porque no puedo esperaaaaaar más. Se viene Dramioneeee.

¡Mil besos!

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