Rᴀᴢᴏ́ɴ 04

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⇢ Le gusta salir a pasear conmigo.

Salir conmigo es tener que aceptar que soy escurridizo como el agua y de un momento a otro ya no estoy más. Mis amigos siempre se han quejado de eso, por ello no suelen llevarme a lugares donde hay aglomeración de gente. No me molesta para nada, yo me conozco.

A Taehyung en cambio, le importa muy poco. Él tiene sus trucos para no perderme de vista, a veces llevamos a Bam con nosotros y eso hace que no pueda irme tan lejos. ¿Quién me perdería de vista con un doberman al tiro?  Otras veces solo vamos tomados de la mano, y ahí si, es imposible que yo me separe de él. Además, es mí chico, ¿no? No puedo dejarlo solo.

La primera vez que salimos juntos, sin ser novios aún, fue a un museo de nuestra ciudad. TaeTae me tenía harto suspirando y diciendo que quería ir, pero acompañado. Quizá era una indirecta para que yo me ofreciera, tal como sucedió al final por que me estaba cansando de oír sus quejas. Él dijo que iría al baño y yo estaba esperándole cómo caballero, claro, pero el sonido de un piano fue más interesante que una pintura de Pablo Picasso frente a mis ojos negros.

Terminé en una sala viendo como una chica tocaba un piano de cola. Parecía endemoniada, no lo sé, pero jamás se despegó de su lugar y tocaba melodías seguidas. Milagrosamente Taehyung apareció un rato después.

"Pensé que te habías ido a casa por que te aburriste" recuerdo que me dijo con una pequeña sonrisa. En ese momento mi corazón se aceleró un poco. En una ocasión antes, él me comentó que sus ex-amigos no lo acompañaban y si lo hacían, se marchaban antes de acabar el paseo con algún pretexto. Sinceramente, yo sí estaba un poco aburrido, pero los cuadros eran demasiado lindos y ver lo feliz que Taehyung estaba me llenaba de orgullo.

No recuerdo bien, pero un día por la mañana, TaeTae tubo la loca idea de que saliéramos a un lugar del que no supe el nombre hasta estar ahí. Tomamos un ómnibus que nos dejó en el otro extremo de la cuidad y caminamos casi un kilómetro hacia arriba. Jamás habría pensado que me llevaría al bosque de Busan, desde niño escuchaba historias aterradoras... Pero lo que mis ojos veían era solo algo magnífico.

Los árboles encubrian una cascada enorme y la cantidad de pájaros que revoloteaban en ese pedazo de cielo era impresionante. Yo estaba fascinado.

Pero lo estuve aún más cuando nos mentimos por un sendero que nos llevó a una parte donde el agua estaba calma. Era un lago, donde los visitantes podían meterse a bañar. Sin embargo, no muchos lo conocían.

"Qué lástima que no trajimos el traje de baño, Tae" recuerdo haberle dicho. Y en ese momento, tras regalarme una sonrisa que aparentaba inocencia, mi novio comenzó a quitarse la ropa sin pudor alguno.

No puedo dar detalles de lo que ocurrió luego, sin embargo, confieso que jamás olvidaré ese día.
 

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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