[Capítulo 20]

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CAPÍTULO 20

Había testigos protegidos por el sistema judicial tailandés. Eso quería decir que lo consideraban un peligro para la seguridad de esas personas. No le gustaba nada el rumbo que estaba llevando esa situación, no tener el control de las cosas le representaba una desventaja muy grande, ¿Cómo podía defenderse de las acusaciones de dichos testigos si no sabían quiénes eran?

Aunque, ciertamente no había nada de que defenderse, él era culpable, lo sabía. Pero necesitaba saber lo que aquellas personas amparadas por la ley iban a decir en su contra para ver qué era lo que podía argumentar y evitar que programaran un juicio en su contra que lo llevara a prisión.

- ¿Cómo voy a defenderme si no sé quién me ataca? –

- Lo único que podemos hacer es que te presentes a la audiencia y niegues todo - le dijo Saint.

¿Ese era el flamante plan de su hermano? ¿Decir "yo no fui" a todas las acusaciones en su contra? Sencillamente no podía estar hablando en serio.

- ¡Ese es el mejor jodido plan que he escuchado en toda mi puta vida! – gritó Mew molesto, sentía que su hermano no quería hacer nada para sacarlo de ese problema – y mientras yo digo que es mentira lo que esa gente dice, el juez me manda a juicio – alegó para después aplaudir con sarcasmo – ¡Bravo Saint! Si quieres que vaya a prisión solo tienes que decirlo y ahora mismo preparo mi maleta -  

- Para eso es Thanayut – se defendió el menor con tranquilidad – no tenemos las pruebas con las que te acusan ni sabemos quién va a testificar en tu contra, y si el juez ordena el proceso del juicio, Thanayut apelará a que mientras éste ocurra estés en prisión domiciliaria, en pocas palabras estar aquí, en tu propia casa, mientras se desarrolla el juicio, entonces y él y yo nos moveríamos para salvar tu trasero de una sentencia condenatoria –

Ese plan se escuchaba ligeramente mejor. Pero no podía evitar sentirse enojado. Sin poder evitarlo se acercó a su escritorio y tiró todo lo que estaba encima de éste, rompiendo a su paso varias cosas de cerámica y cristal.

- ¡Joder! – gritó con frustración.

- Tranquilízate Mew – pidió Saint – sé que todo esto no te agrada pero... si somos realistas es lo mejor que te puede pasar teniendo en cuenta de que eres culpable de los delitos que te imputan –

- ¿Los delitos? – el empresario de giró hacia él con la rabia corriendo por sus venas - ¿Los delitos dices? –

- Mew, es probable que no solo te inculpen por el delito de trata de personas –

- ¿Qué estás diciendo? –

Definitivamente su hermano no le estaba dando buenas noticias, pero si era objetivo no tenía por qué esperar algo positivo de todo aquello. Hacerse el mártir cuando él era el verdugo era algo sumamente hipócrita de su parte, pero es que ahora estaba Gulf en su vida, y no quería alejarse de él, quería mantenerlo a salvo de todo, compartir su vida con ese bello joven, demostrarle todo el amor que sentía por él... amar a Gulf y hacerlo feliz era lo que más deseaba en la vida.

- La trata de personas es solo uno de los delitos que cometiste – aclaró Saint – aunque las prácticas de BDSM no son un delito, deben ser consensuadas para que no se viole la ley – lo miró con cautela – tú... -

- ¡Demonios! – Mew lanzó el pisapapeles directamente a la pared en donde se encontraba el librero dañándolo y tirando varios libros al momento.

Nunca imaginó que sus "extraños gustos" fueran a pasarle factura, y de qué tamaño. No se sentía intocable, pero si poderoso e ilusamente pensó que su dinero, sus contactos y la maldita suerte que siempre lo había acompañado jugarían a su favor en todo momento. ¡Qué equivocado estaba!

- Por favor Mew, ve el lado bueno de esto –

- ¡No hay nada bueno en esta puta situación Saint Suppasit! – gritó lleno de cólera – ¡Quieren alejarme de Gulf, maldita sea! –

- Haremos lo posible para que no sea así – alegó su hermano menor.

- ¡No quiero que hagas lo jodidamente posible! – Mew tomó esta vez la lámpara de la mesita que estaba a un lado del sillón y la lanzó contra la ventana. El cristal solo se estrelló, pero la lámpara quedó hecha pedazos – no quiero ir a prisión Saint... -

Nunca había visto que Mew perdiera el control de esa forma, la imagen de su hermano totalmente cabreado era algo que jamás había visto. Enojado tal vez, molesto quizás, pero a punto de destruir su oficina, jamás.

- ¡Déjame solo! –

- Pero Mew –

- ¡Qué te largues Saint! – gritó nuevamente – quiero estar solo... -

- Promete que me llamarás cuando estés más tranquilo, aún tenemos dos semanas para hacer algo –

- Solo vete – pidió Mew.

Saint salió del despacho más preocupado que molesto por la actitud de su hermano. Pero se asustó mucho más cuando segundos después de cerrar la puerta un fuerte golpe de escuchó del otro lado. Mew había lanzado algo y esta vez la puerta había sido la víctima de su ira.

- Saint... - la débil voz de Gulf lo sacó de sus pensamientos.

- Hola Gulf – saludo con desanimo – Mew que dijo que seguías descansando –

- Me estaba duchando pero escuché gritos y golpes – comentó el menor que llevaba un peluche en sus manos.

- Lo siento – le dijo Saint tomándolo por los hombros – mi hermano está molesto y lo mejor es dejarlo solo para que se tranquilice –

- ¿Hice algo malo? – preguntó Gulf preocupado.

- Claro que no cuñado – le sonrió para tratar de tranquilizarlo – Mew tiene... bueno se le presentaron algunos problemas y... es algo delicado, pero todo saldrá bien – comentó – no te preocupes -

- Quiero verlo – dijo el menor.

- No Gulf, lo mejor es que no, Mew puede ser un poco... cruel cuando se enoja –

- Déjame pasar Saint – exigió Gulf sabiendo que estaba mal hablarle así al hermano de su amo, pero él quería ayudar a que su dueño no estuviera enojado, en el pasado cuando sus captores se enojaban significaba malos tratos para él –

- Gulf... -

El menor hizo a un lado a Saint y entró al despacho de Mew que permanecía en silencio. Sabía que aquello no era una buena idea, su hermano se podía desquitar con Gulf y cometer una locura, pero el joven sumiso estaba decidido a entrar sí o sí. ¿De dónde había sacado esa determinación? ¿Acaso no le tenía miedo a Mew?

- Te dije que quiero estar solo Saint ¡Lárgate! – habló Mew quién miraba por el ventanal tratando de ordenar sus ideas.

- Soy Gulf – dijo con voz tímida y el empresario inmediatamente se giró para verlo.

- ¿Qué haces aquí? – preguntó - ¿Por qué tienes a Po? – el mayor se refería al oso panda de peluche que Gulf llevaba en sus manos.

- Estaba en tu habitación – respondió Gulf.

- Sí, es mío – dijo Mew serio – vete Gulf, no estoy de humor y no quiero tratarte mal – se volteó nuevamente a la ventana.

- ¿Hice algo malo Mew? –

- No – contestó con brusquedad – solo sal de aquí –

- Yo... es que yo... -

- Vete Gulf –

- Es que no quiero que estés enojado –

El leve susurró del menor fue apenas escuchado por Mew. Éste solo suspiró y no dijo nada más. Sabía muy bien que su adorado niño no tenía la culpa de nada, pero no era un buen momento para hablar con él, estaba cabreado y muchas veces no medía ni sus palabras ni sus acciones, lo que menos deseaba era lastimar a ese hermoso chico que poco a poco se estaba abriendo a él.

- Yo... yo se dar masajes Mew... ¿Quieres que te de uno? – se ofreció el menor. Muchas veces tuvo que hacer eso para contentar a sus amos.

- No quiero nada Gulf, solo vete, no es un buen momento para que hablemos – repitió el mayor.

Gulf apretó el oso de peluche cerca de su pecho. Su amo no estaba bien, y él no podía hacer nada para hacerlo sentir mejor. Entonces, recordó lo que habían hecho anoche. Lentamente se fue acercando a Mew y sin que éste se lo esperara lo abrazó por la espalda y pego su cuerpo al de su amo.

- Quiero hacerte el amor Mew... - soltó mientras le temblaba la voz.

El empresario se sorprendió de escuchar aquello. Por un momento creyó que quizás su subconsciente le estaba jugando una mala pasada, incluso pensó que quizás todo el tema de la audiencia lo estaba volviendo loco, pero el menor aclaró esa duda inmediatamente.

- Quiero hacerte el amor como tú lo hiciste conmigo anoche – expresó Gulf.

Mew comprendió entonces a lo que el joven se refería. No estaba hablando de sexo, sino que quería consolarlo y animarlo tal como él hizo durante toda la noche hasta que Gulf se durmió. ¡Dios! ¿Por qué el cielo le mandó a un ángel tan puro e inocente cuando él era un maldito malnacido hijo de perra? No tenía ni una jodida idea de por qué, pero pensaba atesorarlo como la mayor bendición de toda su vida. 

Su pequeño ángel salvador tenía el poder de aplacar su ira y apaciguar su alma. Tomó las manos de Gulf entre las suyas y lentamente se giró para envolverlo entre sus brazos. El más joven se aferró al cuerpo de su amo con el panda de peluche en medio de ellos.

- Po es un regalo de mi abuela – habló Mew.

- ¿Así de llama el panda? – preguntó Gulf.

- Sí, supongo que Saint te dijo que duermo con él ¿Cierto? –

- Sí – contestó Gulf - ¿Estás enojado con él? –

- No cielo, estoy enojado conmigo mismo por todas las estupideces que hice en el pasado – dijo Mew acariciando el cabello y la espalda de Gulf.

- ¿Hay algo que pueda hacer por ti Mew? –

El mayor se separó un poco de Gulf y levantó su barbilla para verlos a los ojos. "No te merezco cariño", pensó con tristeza, pero tampoco estaba dispuesto a perderlo. Así tuviera que comprar al maldito sistema de justicia o tuviera que escapar a algún lugar remoto del mundo, él se quedaría toda la vida con Gulf Kanawut. Era momento de usar todo su poder y su fortuna para algo bueno y productivo, pero sobre todo para algo que podía hacerlos felices a los dos. A él mucho más de lo que ya era. 

- Sí, hay algo que puedes hacer por mí cariño – respondió Mew.

- ¿Qué es lo que deseas que haga Mew? –

- Dile a Dorothy que prepare una maleta con nuestras cosas para ir a la playa – indicó Mew – después alimenta a Tharn y Type que anoche nos olvidamos de ellos, y dile a Dorothy también que ella tendrá que cuidarlos en lo que volvemos –

- ¿Tharn y Type no pueden ir? – preguntó Gulf.

- Te prometo que en otra ocasión cuando vayamos por más días, ellos irán con nosotros –

- Como digas Mew –

- Cuando salgas dile a Saint que pase por favor –

- Si Mew –

Gulf caminó hacia la puerta sintiendo un poco más útil. Había conseguido que Mew ya no estuviera enojado, no pudo acariciar su cabello, ni su espalda ni besó su rostro como el señor Suppasit lo había hecho con él, pero al menos consiguió su objetivo que era tranquilizar a su amo. Además, los últimos días Mew se había portado muy bien con él y no deseaba que se sintiera mal, fuera cual fuera su problema. ¿De verdad él no tenía nada que ver?

- Amor... – lo llamó Mew antes de que saliera.

- ¿Sí? – Gulf se volvió pues sabía que su dueño le decía de esa forma tan... gentil.

- Gracias – susurró el mayor.

- Estoy para servirte Mew –

- No vuelvas a decir eso, cielo – replicó el empresario – no estás aquí para servirme, estás aquí porque quiero cuidarte y hacerte feliz -

El menor dejó caer el oso de peluche ante la revelación de su amo. Lo miró sorprendido sin saber qué decir. ¿Lo había comprado para cuidarlo y hacerlo feliz? ¿Era posible eso? Sus ojos se cristalizaron nuevamente y ahogó un sollozo. No se suponía que los amos compraban esclavos para hacerlos felices, y tampoco para tratarlos bien. 

- ¿Por eso me compraste? –

CONTINUARÁ...

La bestia fue aplacada. Gulf no sabe el enorme poder que tiene sobre Mew, pero poco a poco se dará cuenta de todo lo que éste hace por él y quizás, solo quizás pueda corresponder sus sentimientos. 

Aún les quedan unos días de felicidad antes de la audiencia, no solo conoceremos a los testigos que declararan su versión de los hechos, sino que también conoceremos a los anteriores "amos" de Gulf. ¿Qué si van a llorar?... Probablemente sí. 

Y ya, ya derramé mucho el té, espero que en sus comentarios no me hagan decir cosas de más... 

Hasta el siguiente capítulo. 

  

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