Capítulo 18

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—¿Y tú, Jungkook? —preguntó Hoseok dejando sus burlas hacia Taehyung.

—¿Yo qué? —no escuchó nada más que su nombre, había estado desconcentrado. 

—Que si al igual que Taehyung, tienes a alguien en mente.

El menor claramente no podría sincerarse, así que optó por mentir.

—No, no hay nadie aún —soltó terminando la conversación.

El silencio volvió a hacerse presente. 

Taehyung y Jungkook no tenían problema en no decir nada. Jungkook no estaba de ánimos y Taehyung estaba acostumbrado a no hablar.

Hoseok, podría seguir estando enojado con Taehyung, pero sus ganas de hablar eran más fuertes. 

—No estoy listo para regresar a ese lugar —confesó apoyando su cabeza sobre la ventana. 

Taehyung entendía perfectamente a su amigo, sentía lo mismo que él. Ambos vieron a las personas con las que compartieron gran parte de su vida, agonizar y morir. 

—Debemos ser fuertes, además —trató de verle un lado positivo a la situación— podremos visitar el lugar en el que partieron a descansar en paz. 

—Sí, creo que tienes razón. Aunque eso no lo hace menos doloroso —afirmó para luego apretar los labios.

—Hoseok

Taehyung no quería que su amigo siguiera tocando el tema. Necesitaban hablar de otra cosa.

—Dime, Taehyung.

—Bueno... hace frío —sin querer repitió su aburrido tema de conversación.

Su amigo soltó aire al sentir gracia por lo que había dicho Taehyung.

—Bien, ya no hablaré más del tema. No es necesario que des pena para que lo entienda.

Kim asintió, de todas formas su mensaje había llegado a Hoseok.

—Saben, a diferencia de ustedes yo no dormí. Despiértenme cuando lleguemos a la ciudad, debo cerrar los ojos un par de horas.

El joven se acomodó de manera horizontal en los asientos y cerró los ojos para poder descansar.

Los dos chicos de adelante hicieron silencio para que Hoseok lograra conciliar el sueño.

Pasaron unos minutos, Jungkook miró por el retrovisor y Hoseok ya estaba dormido.

Taehyung también se dio cuenta, aprovechó el momento para hablar.

—Estaba esperando un buen momento para darte esto.

Introdujo su mano libre al bolsillo de su polera y sacó una cadenita plateada.

Jungkook la identificó de inmediato.

—Este no es el mejor momento porque no pasó mucho, es solo que prefiero que la tengas desde ahora contigo.

El pelinegro recibió el objeto conteniendo las ganas de sollozar.

De nuevo esas lágrimas se hacían presentes insitiendo salir a toda costa.

De nuevo los fuertes sentimientos de haber perdido a su hermano, estaban allí.

—¿En qué momento te lo dio? —cuestionó siendo interrumpido por inspiraciones entrecortadas.

—Antes de alcanzar el máximo punto, cuando le di la mano. Supe que su intención al dármela, era que te la entregue a ti.

Jungkook asintió y trató de colocarse la cadena. Sus manitos temblaban generando movimientos torpes, no podía colocársela.

Las lágrimas estaban saliendo de sus grandes e inocentes ojos color café, haciendo que su vista se nublara ligeramente.

Taehyung fue bajando la velocidad de la camioneta hasta detenerla. Con el vehículo estacionado, su cuerpo giró en dirección a Jungkook.

Posó sus manos suavemente sobre las del menor para indicarle que lo ayudaría.

Jungkook le entregó la cadena a Taehyung y este último la sujetó con cuidado para poder insertarla correctamente. 

—Ya está —comentó alejando sus manos del cuello de Jeon.

—Gracias Taehyung —llevó su vista a la cadena y pasó la yema de su dedo pulgar sobre esta como lo solía hacer Jung Hyun.

—No hay de qué —dijo tomando el volante de nuevo.

Jeon seguía soltando lágrimas, no lo podía evitar. 

—Jungkook —hizo un llamado.

—¿S-sí? —levantó su vista lentamente haciendo que más lágrimas se deslizaran por su rostro.

Se topó con la mirada serena y tranquila de Taehyung.

Bajo un par de cejas gruesas y rectas, se encontraban los ojos que más calma le habían transmitido en toda su vida.

—Jung Hyun, siempre te va a proteger. Desde donde esté, nunca se apartará de tu lado.

Taehyung estaba en lo correcto.

Gracias a la cadena, Jungkook tendría a su hermano con él. Sentiría que a donde fuera, Jung Hyun lo acompañaría.

Y se aseguraría de nunca perder el objeto.

[...]

—Espero que logren llegar a ese centro médico —comentó Yoongi.

—Seguirá en pie, ya lo verás. Mejor concéntrate en tu rehabilitación —respondió Jimin ayudando a Yoongi.

Se encontraban fuera de la cabaña, trabajando en recuperar la fuerza y capacidad de las piernas de Min.

Su peso reposaba sobre el barandal que rodeaba la cabaña, Jimin también lo sostenía.

Las piernas del mayor temblaban, aún no respondían ni tenían la suficiente fortaleza como para levantar a Yoongi por sí solas.

—Te estoy sosteniendo, aún no des ningún paso. Solo trata de mantener el equilibrio.

—Creo que sí puedo dar un paso —contradijo el mayor.

—No seas terco, lo primero es lograr fortalecerlas. Que se acostumbren a sostenerte cuando estás en reposo.

Yoongi sabía que lo que decía el rubio tenía lógica, pero era obstinado.

—Un frasco de comida a que puedo dar un paso sin caerme —una sonrisa juguetona se formó en sus labios.

—No Yoongi, ni lo pienses. Caerás antes de poder intentarlo.

—¿Ah sí? —dijo acomodándose para llevar a cabo su bobada. 

Jimin se aferró al mayor, aumentó la fuerza de su agarre.

Yoongi comenzó a reír, contagiando sus risas con Jimin de paso, mientras el último lo trataba de detener.

Se encontraban forcejeando como un par de niños.

—¡Min Yoongi! Ya detente —pidió entre risas.

—¡Oblígame! —soltó antes de posar su mirada en sus piernas inestables.

Las probabilidades de avanzar eran del cero por ciento, las de caer un cien por ciento y las de su orgullo no tenían límites.

Así que trató de levantar uno de sus pies.

Y como lo predijo Jimin, el joven cayó antes de intentarlo.

Su desgracia no solo se lo llevó a él, sino que el rubio cayó a la par. Cayeron sobre el pasto, uno sobre otro.

El rostro de Jimin se había estampado sobre el pecho de Yoongi, quien se encontraba boca arriba. 

Se quedaron en silencio unos momentos hasta que Jimin comenzó a soltar carcajadas.

—Idiota —dijo entre risas sin levantar el rostro.

Esa palabra provocó que Yoongi siguiera las risas.

—¿Qué formas de tratar a tu paciente son esas, enfermero Park Jimin? —cuestionó tirando su cabeza hacia atrás mientras reía.

—Te dije que no lo hicieras... 

El rubio levantó su rostro, topándose con el de Yoongi.

Al inicio solo rieron sin parar por lo ocurrido, con el pasar de los segundos las risas fueron desapareciendo, pero las miradas no terminaban.

Así fue como ambos jóvenes se quedaron en silencio con sus rostros a centímetros de distancia. Observando cómo la luz de la luna iluminaba el rostro del otro. 

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