Capítulo 22

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Había sido un día largo para todos.

En especial para Yoongi, cada segundo que pasó sin la compañía de Jimin fue una tortura.

El rubio ni siquiera se había acercado a preguntarle como se encontraba.

Namjoon fue quien lo ayudó durante todo el día. Podría ser su amigo, pero no se comparaba con los cuidados de Jimin.

Justo estaba pensando en el rubio, cuando lo observó asomarse al lugar donde reposaba. 

Fueron unas horas y Yoongi ya sentía que no lo había visto en años esos lindos cabellos dorados.

—Vine a ver si Namjoon ya te trajo la cena —enunció sin hacer contacto visual con Yoongi.

Por otro lado, Min buscaba que sus ojos se encontraran con los de Jimin.

El rubio se engañaba a sí mismo, no era solo por eso que estaba en la habitación. Moría por ver a Yoongi.

—¿Y? —cuestionó el rubio mostrándose casi desinteresado.

—¿Y qué? —preguntó con la intención de lograr captar la atención de Jimin.

Lo había logrado, Jimin guio su vista al rostro de Yoongi.

—Que si Namjoon ya te trajo la cena —insistió seriamente.

Min no emitió respuesta, solo se quedó en silencio mientras apreciaba el rostro del menor.

—Te hice una pregunta —el rubio se paró firme— ¿Qué es lo que quieres?

—Quiero que vengas aquí —Yoongi dio unos golpecitos sobre la cama en la que se encontraba.

Jimin dudó un poco, no quería volver escuchar algo hiriente.

—Por favor —pidió aún señalando el estrecho lugar vacío a su costado.

El menor terminó accediendo, se encaminó hacia la cama siendo guiado por la luz de una vela. Estando sentado, esperó a que Yoongi hablara.

—Mi infección me limita a hacer miles de cosas que me encantarían hacer —dijo en una tonalidad serena.

Yoongi soltó un pequeño suspiro antes de seguir.

—No puedo dar un paso por mí mismo, no puedo compartir una botella de alcohol con mis amigos, tampoco puedo amar.

Jimin al escuchar eso último, se sintió confundido.

—Tengo que ocultar lo que siento con mentiras que hacen daño solo por una maldita mordida. Para mí también es difícil escuchar lo que digo. 

—¿A dónde quieres llegar? —interrumpió cansado de los rodeos.

El rostro de Yoongi giró quedando frente a frente con el de Jimin.

Min se fue acercando lentamente y el rubio trató de alejarse, terminó recostándose poco a poco sobre la cama con Yoongi sobre él.

—¿Lo quieres saber? —preguntó el mayor colocando uno de sus brazos justo al costado del rostro del menor.

Jimin asintió

—A donde quiero llegar es a que debemos dejar de mentir. Ninguno volverá a decir que la única razón por la que nos frecuentamos es por tu trabajo —dijo sin quitar la vista de Jimin— ambos sabemos que no es cierto.

—¿Entonces cuál es la razón? —cuestionó de la misma manera en busca de una respuesta digna.

—No existe razón, ver el rostro del otro se ha vuelto una necesidad para ambos.

En eso no se equivocaba, claro que lo necesitaban. Tenerse cerca era fundamental para los dos.

—Yoongi... ¿Qué tratas de decir exactamente?

Jimin realmente hubiese querido escuchar a Yoongi decirlo. Pero el contrario sentía que se le rompía el pecho al no poder sincerarse.

—¿Podemos simplemente disfrutar de la compañía del otro? —suplicó Yoongi.

Su cara fue bajando despacio y cuando estuvo a unos centímetros de rozar los labios del rubio, negó varias veces estampando su rostro sobre el pecho de Jimin.

—Solo quiero tenerte a mi lado ¿Necesito dar otra explicación? —su voz se estaba entrecortando, tenía un nudo en la garganta.

Jimin llevó sus pequeñas manos a los cabellos del contrario comenzando a dar caricias.

Entendía que no sería fácil para Yoongi pensar en algo más cuando pasaba por momentos tan difíciles.

No se podía dar los mismos lujos que las personas sanas.

Solo era un chico enfermo que necesitaba ser amado.

—Por supuesto que no, no necesitas explicar —dijo con su voz dulce y suave.

—Eres lo más especial que tengo y lo que más extrañaré cuando muera, Jimin. Por favor, quiero verte cada día de lo que me resta de vida, sin falta, quiero tenerte cerca. 

Jimin asintió varias veces sin dejar de darle caricias a Yoongi.

El rubio podía seguir así por más tiempo, simplemente acompañando a Yoongi en los momentos difíciles.

Eso era lo que Min necesitaba después de todo, compañía y apoyo incondicionales por parte de las personas que amaba. Comenzar algo con alguien, no tenía caso para Yoongi.

Pero

¿Qué ocurría con lo que necesitaba Jimin? ¿También debería privarse del amor y de las caricias de quien amaba?

[...] 

La luz solar que entraba por la pequeña ventana polvorienta del lugar, había despertado a Yoongi hace ya unos minutos. 

El mayor se dio cuenta al instante que a su lado se encontraba Jimin, el sentimiento de despertar junto a él fue maravilloso. 

Se encontraba dormido, sus cabellos estaban algo despeinados y su mejilla reposaba sobre uno de los brazos de Yoongi. 

Había sido una decisión muy peligrosa dejar que el rubio descansara con él, podría haberle causado el peor daño de todos.

Pero no fue así, el destino que tan cruel estaba siendo con ambos, se apiadó una noche de ellos. 

Ese hijo de puta apodado "destino" les tuvo compasión una vez.

Si bien Yoongi no permitiría que vuelva a suceder, no podía negar que disfrutó haber sentido el calor de alguien más mientras descansaba. Sobre todo porque el calor venía del cuerpo de Jimin.

Apreció a Jimin con la cara bañada de amor durante unas horas, el joven lo tenía atrapado.

Cada facción del menor provocaba una sonrisa inconsciente por parte de Yoongi. 

Y esos labios rosados, Yoongi moría por saber lo que se sentiría al menos un mínimo contacto con ellos. 

—Buenos días —la voz adormilada de Jimin se hizo presente, hace tiempo que sentía la mirada de Yoongi sobre él. 

El mayor se sobresaltó un poco al escuchar a Jimin, más aún cuando fue abriendo sus ojos. 

—Buenos días —respondió retirando su mirada de los labios del contrario— ¿dormiste bien? —su menor asintió en respuesta a la pregunta.

Esa voz gruesa que a veces emitía Yoongi, lograba estremecer el cuerpo de Jimin siempre que la escuchaba.

—No pensé que me dejarías dormir aquí, pensaba que me obligarías a irme en cualquier momento.

—Fue imprudente de nuestra parte, no volverá a pasar —avisó a lo que Jimin asintió de nuevo. 

—Me alegra que no hayas tenido ninguna convulsión u otro síntoma de tu infección, quizá estés mejorando —animó el menor.

Sonaba tentador creer en las palabras del menor, demasiado para ser verdad. Era imposible y ambos lo sabían.

—¿Te encuentras bien? —cuestionó Yoongi al notar que el rubio se había quedado pensando, su semblante dejaba ver que no se trataba de nada bueno.

El cuerpo del rubio se levantó con brusquedad mientras miraba con susto a Yoongi. 

—Tus inyecciones anticonvulsivas, están en la camioneta que se llevaron —comentó el menor alertándose— se las llevaron.

Min no se alteró, siguió acostado y habló.

—Descuida, ellos volverán y las inyecciones estarán allí. No te preocupes tanto, no perderán la camioneta.

El menor aún lucía angustiado, las inyecciones no solo corrían el riesgo de no regresar intactas sino que podrían ser descubiertas por los jóvenes que habían ido a la ciudad.

—Hasta ahora, estoy más que bien ¿sí? —animó Yoongi posando su mano sobre la del rubio— estaré bien hasta que regresen.

Jimin se sintió más aliviado y le regaló una sonrisa a Yoongi. Tenía razón, todo saldría bien.

Ambos escucharon la puerta de la entrada abriéndose, la voz de Hoseok se hacía presente y además una voz nueva. 

—Lo ves, ya llegaron. Las inyecciones también —comentó Yoongi acomodando su postura. 

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