Capítulo 12

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—Luke, ¿cuál es el protocolo para adolescentes y bebidas alcohólicas? —pregunto tan pronto como contesta el teléfono.

—Llevarlos a la estación, llamar a los padres y notificar a servicios infantiles.

—Mierda.

—¿Por qué? ¿Que hiciste?

—Yo nada, pero trae tu culo a mi departamento ahora mismo.

Cuelgo la llamada sin esperar su respuesta y vuelvo a la sala a vigilar a la chiquilla. Necesito algo más fuerte que la jodida cerveza, pero no puedo arriesgarme a beber con ella aquí.

Por fortuna Sawyer no vive lejos, lo escucho golpear mi puerta unos minutos después y abro antes de que despierte a los vecinos.

—Necesito ayuda con algo. —le digo y señalo a la niña en mi sofá.

—Carajo Christian, ¿Un trio? Pudiste haberlo dicho por teléfono y habría traído un par de juguetes.

—Serás imbécil. —le pego en la cabeza cuando pasa por mi lado—. Necesito un testigo, alguien que pueda decir que no me aproveché de ella.

El ceño de Luke se frunce, camina hacia la sala para mirar de frente a Ana.

—¡Hey! ¡Es la cosita sexy!

—¡Luke!

—¿Qué hace ella aquí? —pregunta.

—No lo sé, pero necesito que me ayudes a llevarla a su casa antes de que se termine toda mi cerveza.

Ana mira hacia Luke, con los ojos brillosos y adormilados por el alcohol. Mierda, ¿Cuánto bebió? Hay por lo menos 6 botellas de cerveza sobre la encimera.

—No creo que debamos tocarla, Chris. Si grita pensarán que intentamos violarla o una mierda así, ¿Por qué no llamas a Leila?

—¿Para qué? ¿Tu crees que no gritará si Leila la saca de aquí?

—Si esto se convierte en una pelea de gatas. —sonríe divertido—. Solo diremos que estaban peleando por ti, eso es convincente.

—No. No llamaremos a Leila ni convertiremos mi vida en un jodido drama. Quítale la cerveza mientras preparo un café cargado para bajarle el alcohol y llevarla a su casa.

—Suena fácil, ¿Por qué me llamaste entonces? ¿Necesitas que sostenga tu mano? —se burla.

—Imbécil.

Va al refrigerador y toma todas las botellas para ponerlas en el gabinete más alto, lejos de las manos de Ana y del delicioso frío del congelador. La chiquilla sigue sentada frente al televisor, con la mirada perdida en alguna repetición de una comedia romántica. De pronto estalla en una carcajada divertida.

—¿Ana? —me acerco a ella con la taza de café—. Bebe esto.

—No quiero. —sigue riendo.

—Ana... Hazlo ahora, te hará sentir mejor.

—Nop.

—Mierda, me rindo. —dejo la taza de café sobre la mesita y resoplo de frustración.

—Solo lánzale el café en la garganta. —dice Luke con un gesto de tranquilidad.

—No quiero quemarla, idiota. Quiero bajarle la ebriedad.

—Haz que tome una ducha.

Dice y de pronto su idea no me parece tan estúpida, supongo que la desesperación está aumentando.

—Puedo hacer eso, una ducha fría le vendría bien.

—Y a mi. —susurra él.

Le lanzo una mirada de advertencia para que mantenga sus manos para él mismo mientras lidio con la niña.

—Ven.

—¿A dónde vamos? —pregunta con voz cantarina.

—A mi habitación.

—¡Uy!, si quiero ir. —se ríe e intenta ponerse de pie.

La guío hasta el pasillo pero en lugar de caminar hacia mi cuarto, la empujo al cuarto de baño.

—Entra ahí. —me inclino para sacarle los tenis—. Quítate la ropa y entra en la ducha.

—¿Vienes conmigo?

—No. —ella hace un puchero—. Te prestaré una de mis camisetas si entras ahora.

Señalo la regadera y sorprendentemente obedece, dejando su ropa sobre la encimera del lavamanos.

—Traeré una toalla limpia y mi camiseta. —le aviso antes de salir.

Voy a mi cajonera por la camiseta y tomo la toalla del clóset, pero me detengo en la sala para ver a Luke.

—¿Y dónde vive?

—En Broadview —él suelta un silbido.

—¿Cómo piensas llevarla?

—Creo que podemos hacer que entre al auto sin hacer ruido y dejarla justo afuera de su casa.

—¿Podemos? —se señala—. No quiero ir a prisión por una chica que no me cogí.

—No irás a prisión imbécil, y por supuesto que no puedes coger con ella.

—¿Y tú si? —arquea una ceja.

—No dije que yo vaya a dormir con ella, ¿Lo recuerdas? Es la sobrina de Welch.

—Mierda... —exhala.

Pero no me está mirando, sino detrás de mí y giro para ver que Ana salió del baño descalza y desnuda.

—Mierda... —repito—. ¡Ana! ¿Qué haces?

Suelto la camiseta en el piso para tratar de cubrirla con la toalla, pero la risa de Luke me desconcentra.

—¡No la mires, idiota!

—No puedo evitarlo. —se ríe—. Apareció de pronto justo frente a mi.

Enredo la toalla sobre su cuerpo, sosteniéndola en su espalda sin saber qué más hacer. Necesito que se vista de nuevo y dudo mucho que pueda hacerlo por su cuenta.

—Ve a vestirte. —le pido—. Regresa al baño y ponte la ropa.

—Hace frío ahí. —dice con voz chillona—. Me cambiaré en tu habitación.

—No creo que... —me interrumpe.

—Tengo frío.

Comienza a temblar así que no me queda más remedio que abrir mi puerta y dejarla entrar. Voy al baño por su ropa y la camiseta que dejé en el piso para dejarla sobre la cama.

—Vístete.

Salgo de la habitación para darle espacio. Necesito un puto cigarrillo para la ansiedad y la mirada acusadora de Luke no ayuda.

—Es linda, me agrada. —dice de pronto—. Si yo fuera tú, estaría besando el culo de Welch para que me acepte.

—Cierra el pico, idiota.

—Lo digo en serio, por alguna razón ella te quiere y supongo que no tiene padres porque no hay ninguna alerta de desaparición.

—Creo que su familia tiene problemas, pero eso no es mi asunto. Vamos a llevarla a su casa y entonces podré volver a mi vida.

—Ya tardó mucho, ¿No? —Luke busca una bolsa de frituras en mi alacena—. Ve a ver, seguro que está revisando tus cajones.

Mierda.

—Ya vengo.

Golpeo la puerta antes de empujarla y me encuentro a la jodida chiquilla envuelta en mis sábanas, dormida. La toalla en el piso y su ropa aún sobre la cama donde la dejé.

—¿Entonces qué? —pregunta Luke sobre mi hombro—. ¿Pijamada?

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