Capítulo 15

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—¿Qué carajos hizo?

Me llevo las manos a la cabeza cuando veo la nueva decoración, pasando del shock de la sorpresa a la ira en un segundo.

—¿Cortinas naranjas? ¿Cojines de flores? —gruño señalando las telas coloridas—. ¡Jodidos floreros!

Tomo las flores púrpuras del primer jarrón a mi alcance y las lanzo contra el piso con un grito de frustración. Incluso las repisas están ahora abarrotadas con pequeñas figuritas y fotografías de ella.

—¡Mi casa parece una maldita taza de té!

—No sé qué decir... —susurra Luke desde la puerta—. Creo que oficialmente fuiste castrado o alguna mierda de esas, porque esto parece una casa de muñecas.

—¡Agh! ¡Maldita sea! ¿Dónde está? ¿A dónde mierdas fue?

Camino por el comedor examinando el mantel de flores rojas, los nuevos cuadros con diseños de mariposas y las tazas junto a la cafetera.

—Hey, Chris. —Luke señala hacia el pasillo—. Dejaste una luz encendida.

—Por supuesto que no.

Golpeo con fuerza mis zapatos contra el piso a medida que avanzo por el pasillo hasta mi habitación, empujo la puerta para abrirla.

—¡Tú! —la señalo.

Pero me quedo inmóvil en la puerta porque ella está de nuevo en mi cama  con alguna clase de camisón de seda muy corto, frotando sus senos con sus manos.

—Llegaste. —se muerde el labio—. Me sentía sola.

—¿Está ahí? —escucho a Luke detrás de mí y me giro para empujarlo.

—¡Atrás! ¡Largo! —le gruño—. No, no te vayas. Solo espérame en la sala.

—¿Por qué?

Pregunta, ¿pero qué se supone que le diga? No quiero que la vea con poca ropa, pero tampoco quiero que me deje solo con ella.

—Está desnuda, ¿Cierto? —una sonrisa maliciosa se estira en sus labios.

—No, y no la imagines de esa forma, jodido enfermo.

Señalo la sala y escucho su risa alejándose. Abro de nuevo la puerta de mi habitación para deslizarme rápido para hablar con la jodida chiquilla.

—¡¿Quién jodidos te dio permiso de poner todas esas mierdas en mi casa?!

—Creo que le dan un toque hogareño. —hace un puchero con la boca—. Me gustan las cosas coloridas.

—¡Llévalas a tu casa! ¿Por qué tengo que verlas yo?

—Porque me gustan. —apoya sus pequeñas manos en su cadera—. ¿No lo harías por mi?

—¡No!

El timbre de mi departamento suena como un mal presagio, luego escucho los pasos de Luke en la sala.

—¡Yo abro!

¿Qué carajos le pasa a esta gente? ¿No conocen el concepto de privacidad?

—Es la cena. —Ana arquea una ceja—. Vayamos antes de que se enfríe.

Intenta pasar por mi lado, pero extiendo el brazo para cerrar la puerta.

—Vístete.

—No quiero.

—Maldita sea, cerecita, no puedes ir así por mi maldito departamento. —señalo nerviosamente su pecho.

—¿Esto? —se ríe pellizcando sus pezones erectos—. ¿No quieres que tu amigo los vea?

—No.

—Entendido. Voy a ponerme algo encima y luego tomaremos la cena.

Regresa a mi clóset y toma la bata de baño blanca para ponérsela. No era a eso a lo que me refería, pero servirá hasta que la convenza de ponerse su ropa y largarse.

—¿Pediste comida?

—Algo así. —sale de la habitación y la sigo hasta la puerta.

Luke está ahí de pie, mirando a alguien en el umbral de mi puerta.

—Gracias Fred, puedes irte.

Ana toma la bolsa que le entregó el hombre y cierra la puerta. Sawyer ladea la cabeza con confusión, mirando la puerta cerrada.

—¿Qué fue eso?

—Mi chofer y trajo la cena. Cariño, ¿Tu amigo piensa quedarse? —dice en un tono poco amigable que me hace sonreír.

—Si. —le contesta él—. Vinimos en su auto y estoy atorado aquí hasta que te vayas.

—Agh, bien. —pone los ojos en blanco—. Puedes ayudar trayendo los platos.

Luke camina obediente hasta la cocina y Ana toma mi mano para llevarme a la mesa. Me siento mientras ella saca contenedores plásticos de la bolsa.

—Aún no sé cuál es tu comida favorita, pero lo sabré con el tiempo.

La miro cuando toma uno de los platos que trae Luke y comienza a servir pasta y verdura en él.

—¿Vajilla nueva? —frunzo el ceño ante los platos con diseño de flores—. ¿De dónde mierda sacaste el dinero para comprar todo esto?

—De mi tarjeta de crédito. Y si, tuve que traer una vajilla porque solo tienes tres platos decentes y un montón de tarros inservibles.

—Dime por favor que no te deshiciste de mis cosas. —puedo escuchar la súplica en mi voz—. Esos tarros son coleccionables y me tomó mucho tiempo conseguirlos.

—Sin mencionar toda la cerveza que bebimos. —se ríe Luke sentándose a mi lado—. Todo se ve delicioso.

—Gracias. ¿Tú también vives solo?

—Si, ¿por qué? —contesta con la boca llena—. ¿Tienes una hermana mayor?

—Si, pero es una perra estirada.

—Cerecita, —le gruño como regaño—. Controla esa boquita sucia y siéntate a cenar.

Pone otro trozo de carne aderezada en mi plato y sirve una porción igual para ella con verduras. Va a la cocina por tres vasos de cristal y una botella del refrigerador.

—Aún faltan las copas, pero estos servirán.

—No tienes edad para beber.

—Solo será un sorbo. —llena los vasos y el suyo a la mitad—. Además me dijeron que este vino queda bien con este platillo.

Cenamos con tranquilidad escuchando a Luke hablar de lo bien que sabe la comida y lo delicioso que sabe el vino, luego Ana le pide que despeje la mesa.

—Falta el postre. —abre otra cajita que contiene un pastel de chocolate.

—¡Postre! —chilla Luke—. ¡Eres la mejor novia que Christian ha tenido!

—¡Luke! —imbécil boca floja.

—Y qué decir de tu buen gusto. —continúa, señalando las paredes con su cuchara—. Este lugar jamás se vio mejor.

—Gracias.

Ana le sonríe y por un momento me quedo ahí observándolos. No recuerdo la última vez que invité a Luke a venir a ver algún juego, o si alguna vez hubo más de dos personas en mi departamento. Él dice algo y Ana se ríe, apoyando su mano sobre la mía.

Esto no está bien.

—Gracias por la cena. — empujo la silla para levantarme—. Pero es hora de que te llevemos a tu casa.

—¿Por qué?

—No puedo dejar que te quedes, y sobre todo, no quiero a Luke roncando en mi sofá. Ve a vestirte, te esperamos afuera.

Le hago una seña a Luke para que me siga hasta mi auto porque necesito un jodido cigarrillo para calmar mi ansiedad y la extraña sensación en mi pecho que me incomoda.

—Acabas de romperle el corazón, hermano.

—¿Qué mierda quieres que haga? —gruño con el cigarrillo en los labios—.  ¿Que le dé una cogida de agradecimiento?

—No, pero...

—Cierra la maldita boca y sube al auto. —abro la puerta trasera cuando veo a Ana acercándose.

No dice nada, solo me mira con sus enormes ojos azules brillantes de cachorrito, incluso Sawyer permanece callado mientras conduzco hasta Broadview.

—Gracias por la cena. —repito cuando estaciono afuera de su casa—. Y envíame una nota con el total de lo que gastaste en mi nueva decoración para hacerte un cheque.

Abre la puerta del auto para bajar lo más rápido que puede y la cierra con un fuerte azote. Sawyer abre la boca para decirme algo, pero lo interrumpo antes de lo haga.

—Soy una mierda, lo sé.

~ • ~


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