Capítulo 41

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—¿Y bien? —gira en el asiento para mirarme.

Acabo de recogerla después de su clase en la academia para que podamos ir de nuevo al campo de tiro.

—¿Qué?

—¿Cómo, qué? ¿No me vas a invitar?

—¿A dónde? —mis cejas se arquean—. ¿Quieres ir a mi departamento?

—Si, pero eso no es lo que estoy preguntando.

Cruza los brazos y vuelve la vista al frente con el ceño fruncido. ¿De qué carajos habla?

—¿Nena?

No responde, sigue callada mirando al frente como si fuera lo más entretenido del maldito mundo.

—Te di dos días para que tomaras la iniciativa y me hicieras la pregunta, pero veo que no quieres llevarme. ¿Tienes otra cita?

—Cerecita, ¡no sé de qué mierdas estás hablando!

—¡Del baile anual del departamento de policía! Es mañana, Christian.

—Oh, esa mierda... Escucha, no suelo ir a esos eventos.

—¿Por qué no?

—Porque... —tomo el rumbo hacia mi departamento—. Está lleno de hombres prepotentes e hipócritas que solo buscan un beneficio y lo último que deseo es ver a Welch besando el trasero de los políticos.

—Pero es una fiesta, se trata de convivir y festejar con tus compañeros.

—Agh. —resoplo con fuerza—. Nena, veo la cara de Luke toda la puta semana, no necesito verlo tratando de ligar a las hijas de nuestros jefes. Además, no tengo mucha tolerancia hacia los otros miembros de la policía que no son de mi departamento.

—Qué antipático eres, Christian.

Mierda, ¿Está molesta por eso? No tengo ni la más mínima intención de asistir. Un momento...

—¿Cómo sabes tú de ese baile?

Arquea su fina ceja antes de responder.

—Jesse me invitó.

—Ese imbécil... —gruño bajito—. Los alumnos de la academia no son policías todavía.

—Ya lo sé. —pone los ojos en blanco—. Pero él va a ir y me invitó, dice que es una oportunidad para relacionarnos con los jefes.

—Jodido oportunista de mierda... —sigo gruñendo en voz baja—. ¿Quiere llevar a mi Cerecita en una cita? Sobre mi jodido cadáver.

Ana suelta una carcajada divertida que me obliga a mirarla, pequeñas lágrimas brotando de sus ojos por el esfuerzo.

—Amo cuando te pones todo celoso, bebé. —apoya la mano en mi cuello para besarme—. Pero si no quieres que vaya con él, tendrás que ir conmigo.

—Ana. —no puedo evitar la mueca de disgusto.

—Christian. Voy a ir y vas a estar ahí con un elegante traje negro y pajarita.

Estaciono el auto fuera de mi departamento y exhalo con fastidio. En cambio, ella me muestra una sonrisa radiante que me indica que está planeando algo.

—Cerecita...

—Christian... —responde en mi mismo tono—. Necesito un vestido antes de que cambies de opinión.

—No voy a...

Ella abre la puerta y baja de mi auto con su mochila, así que la sigo porque en lugar de entrar a mi departamento se dirige a la calle.

—¿Qué haces?

—Necesito ir a Neiman Marcus, ¿Tienes el traje?

Jodida mierda.

—Si, tengo el puto traje.

—Bien. Entonces te veo mañana bebé. No te preocupes, Fred ya viene por mi y me llevará mañana al baile.

—No puedes ir por ahí sola. —camino detrás de ella buscando a su chofer.

—Soy policía, Christian. Puedo cuidarme sola. Y si necesitara ayuda, serías el primero en saberlo.

—Mierda.

El auto negro estaciona del otro lado de la calle y la veo abrir la puerta del lado del pasajero para subir con Fred. Aún necesito investigar sus antecedentes en caso de que sea algún puto pervertido.

—Maldición, si tengo que ir al jodido baile todos irán.

Tomo el móvil y enciendo un cigarrillo mientras marco el número de Luke, que contesta al tercer tono.

—Consigue un maldito traje de gala, idiota.

—¿Qué? ¡No quiero ir a la iglesia!

—¿Que mierda? —gruño balanceando el cigarrillo con mis labios—. ¿Cuál iglesia, imbécil?

—Mi mamá me hace usar traje en la iglesia, pensé que querrías compañía para salvar tu alma pecadora.

—Juro por Dios que un día voy a darte un tiro, Luke. Acabas con mi maldita paciencia.

Una risita suena del otro lado del teléfono y me pregunto quién será la desafortunada que está por recibir una patada en el culo.

—Vístete, cariño. —escucho que le habla.

—¿Tienes mi número? —pregunta la ilusa.

—Si, mi amor. Ahora vete porque tengo asuntos oficiales qué atender.

Jadeos de algo parecido a un beso y un gruñido de Luke antes de que la puerta sea cerrada con un golpe. Incluso escucho cuando se deja caer en su sofá.

—¿Para qué quieres que consiga un traje?

—Para el baile del departamento  de policía que se celebra mañana.

—¿Vas a llevarme? ¿Cómo en una cita?

—No soy tu jodido novio, idiota, tengo que ir con Ana y tú vienes conmigo.

Casi puedo verlo frunciendo el ceño y subiendo los pies en la mesita.

—No sé si quiero ser la manzana de la discordia. Tú sabes lo bien que luzco en traje a la medida y no quiero dejarte sin novia.

—No estoy preguntándole a la nena si tiene planes, vienes al puto baile y llama a Ethan para que él y Leila se preparen.

—Como digas, jefe. Pero estoy seguro que esto cuenta como abuso de autoridad, sobre todo porque es mi tiempo libre del que estás disponiendo.

—Luke... —pellizco el puente de mi nariz, aplastando la colilla del cigarrillo con mi pie—. Te estoy pidiendo esto como amigo, no como jefe, sabes lo mucho que odio esas reuniones y me harías un gran favor si vienes conmigo y Ana.

—Aww, qué dulce Christian. —luego cambia a esa irritable voz chillona—. Claro que quiero ir al baile contigo, cielo. ¿Vienes por mi?

—¡Jodido Luke!

—¡Es una broma, Bro! —se ríe—. Estaré ahí para divertir tu noche y consentir a las damas insatisfechas de Seattle.

Pongo los ojos en blanco mientras entro a mi departamento.

—Consigue el traje y llama a Ethan. Welch y todos los demás estarán ahí besando el culo de los ricos. Solo haremos una breve aparición.

—Entendido. Adiós, jefe.

Termina la llamada y lanzo el móvil a la encimera. ¿Cómo carajos dejo que ella me convenza?

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