Capítulo 43

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Senador Steele. —giro para mirarlo—. Creí que ustedes dos no podían ser vistos en público juntos.

—No se de qué habla, señor Grey. —se atreve a sonreír—. Por lo que sé, esta bella chica es su acompañante.

Extiende la mano hacia Ana y ella la toma. Su padre besa delicadamente su mano, sus ojos mirándola con mucha ternura y orgullo.

—Mi Annie, tan bella como tu madre.

—Gracias Papá.

Ana vuelve a aferrarse a mis hombros, llamando la atención de su padre porque obviamente no es estúpido y acabo de delatarme.

—Annie, cariño, ¿Podrías darme unos minutos con el detective? Ve a bailar con tu amigo, no deja de preguntarme por ti.

Señala con su vaso de whisky hacia el otro extremo del salón, donde el jodido rubio nos mira con insistencia. Ana duda antes de soltarme.

—Está bien, pero no tarden.

La observamos mientras se aleja, luego Steele me empuja hacia el fondo lejos de la pista de baile. Incluso ahí puedo ver a Ana tomando el brazo del chico cuando la guía al centro del salón.

—Es una buena chica, lista y hermosa, llegará lejos. —dice, tomándose su tiempo.

—Lo sé. —concuerdo manteniendo la vista en ella.

—¿Hace cuánto tiempo que ustedes se ven?

Mierda.

—Hemos salido un par de veces desde que entró a la academia. —miento para salvar mi pellejo.

—Ya veo. No se ofenda, señor Grey, pero quiero lo mejor para mi Annie. —señala a la pareja sonriente dando vueltas en la pista de baile—. Y creo que ese es el chico Abernathy con su brillante futuro, ¿No lo cree?

Jodida mierda. Por supuesto que el puto rubio es hijo del capitán Abernathy. Y tiene todas las conexiones que Steele  necesita.

—Creo que, como usted dijo, Ana es una chica lista y decidida. Confío en que pueda tomar las decisiones correctas para si misma.

—Si conociera a mi Annie, sabría que es una chica impulsiva, demasiado apasionada para mi gusto. —él tampoco los pierde de vista cuando inicia la segunda canción—. Ha pasado demasiado tiempo con la nariz metida en los libros, con esas estúpidas historias de amor tan inútiles en la vida real.

—Es obvio que se preocupa por su conducta. —digo con el sarcasmo goteando de mi tono, ¿olvida como conocí a su hija?

—Lo hago, esta posición de poder es temporal y tengo que aprovecharla al máximo. —carraspea cuando se da cuenta de sus palabras—. Me refiero a que mi prioridad es la seguridad de Annie. Y por lo que sé, el chico Abernathy tiene los medios para protegerla, no solo económicamente.

—Claro. —gruño. Un momento...— ¿El chico Abernathy le ha preguntado por Ana? Creí que nadie sabía de la relación de ustedes.

—Nadie lo sabía, hasta que mi terca hija quiso entrar a la academia de policía. —gira para mirarme con molestia y por un momento siento que él lo sabe—. Así que tuve que pedirle al chico Abernathy que cuidara de ella. 

Ahora entiendo por que quiere que su hija este todo el tiempo con el jodido rubio. Y además obtendrá muchos beneficios de ello.

—Tiene razón, el capitán Abernathy es un buen hombre, su chico debe ser confiable.

—Y está malditamente enamorado de ella, no podría ser mejor para mi.

—Por supuesto. —la ira calienta mi pecho pero trato de lucir tranquilo—. El capitán debe estar muy complacido porque su hijo sale con la hija del senador.

—Está complacido, si.

El imbécil dice y quiero borrar de un puñetazo su jodida sonrisa arrogante. ¡El bastardo lo sabe! ¡Y va a usar a mi Cerecita para sus jodidos beneficios!

—No lo interrumpo más, senador. Que tenga buena noche.

Intento apartarme pero él sostiene mi hombro, inmovilizándome. La presión de su mano siendo una amenaza implícita.

—Espero que nos llevemos bien, Señor Grey. Me gustaría tener a un elemento tan valioso en el departamento de policía, y no olvido los favores que hizo para mi.

—Gracias. —gruño sin amabilidad.

—Puedo ayudarlo, ya sabe, tiene una brillante carrera en ascenso. Solo hace falta ponerlo en el camino correcto. ¿Le gustaría ser teniente?

—Me gustaría ganarlo por mi mismo.

—Obstinado y arrogante, me agrada. Cualidades nada útiles, debería saberlo, aquí nadie avanza sin el apoyo correcto.

—¿Aún hablamos de mi? —sonrío con burla—. No se preocupe, senador. Llegué aquí sin nada y he logrado mucho, si me permite señalarlo.

—Hijo, no es lo mismo llegar que mantenerse. —suelta mi hombro cuando comenzamos a atraer miradas curiosas—, Hay personas que no están de acuerdo con un jefe de Investigación tan joven. Creen que puedes cometer muchos errores.

—Y con gusto seré juzgado por ellos, por mis propias acciones. Buenas y malas.

La tensión debe ser palpable, porque lo próximo que sé es que Ana se aferra a mi brazo con fuerza, tratando de alejarme de su padre.

—¿Me devuelves a mi cita? —pregunta con una sonrisa.

—Claro, Annie. Iré por allá a estrechar más manos.

Hace una inclinación de cabeza a modo de despedida y se aleja de nuevo hacia el grupo de Welch. Incluso Taylor está aquí, en una esquina tratando de pasar desapercibido.

—¿Estás bien? —Ana sacude mi brazo.

—¿Quieres saber si me amenazó? —le sonrío—. Estoy bien, nena, tu padre no me da miedo.

—Deberíamos irnos, suficientes emociones, ¿No lo crees?

—Si, tienes razón. Me vendría bien una cerveza y una hamburguesa es lugar de esta comida para ricos estirados.

Aseguro el saco sobre sus hombros y la empujo de la cadera para guiarla al vestíbulo, los azules nos miran con curiosidad cuando pasamos por su lado, sus radios encendidas para monitorear la seguridad.

—¡Solicito refuerzos! Aquí la unidad 328, ¡Oficiales caídos! Múltiples atacantes sobre la autopista... —la radio se corta brevemente—. ¡Necesitamos refuerzos, y ambulancias!

Los azules corren dentro para notificar a sus superiores y yo me detengo al instante. ¿No era esa la unidad que reportó el camión sospechoso? ¿La que Luke e Ethan iban a inspeccionar?

—Mierda. —saco el móvil del bolsillo y busco el contacto de Luke.

—¿Christian? ¿Qué pasa?

—Contesta, imbécil, contesta... —le gruño al teléfono—. Mierda, no contesta.

—Dios mío, ¿Luke? —presiona su mano contra sus labios rojos.

—Llamaré a Ethan, tal vez él no está distraído viendo culos... — presiono los labios con fuerza para contener el resto de la oración. Mierda, espero que sea solo eso.

El móvil de Ethan también suena hasta mandarme a buzón y un mal presentimiento se agita en mi pecho.

—Quédate aquí con el rubio imbécil y llama a Fred para que venga por ti, Cerecita. Tengo que encontrar a mi equipo.

—Déjame ir contigo, yo puedo...

—No. —la interrumpo—. No puedo ir ahí, preocupándome por ti. ¿Puedes hacer esto por mí?

—Bien, pero llámame. —intenta quitarse el saco pero la detengo—. Y encuéntralos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro