17- Los celos de Othello.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

"Othello: Ésa es la causa, ésa es la causa, alma mía, pero no he de nombrárosla, castas estrellas: ésa es la causa. Sin embargo, no verteré tu sangre, ni heriré esa piel suya, más que la nieve, tan suave como el alabastro de los monumentos. Con todo, ha de morir, o si no, traicionará a más hombres..."

Othello, el moro de Venecia, William Shakespeare,

 Acto V, Escena II [*].

ᅳDebo hablar con vos, señora ᅳle dice Cassio a Desdémona, exaltadoᅳ. Es acerca de vuestro esposo.

ᅳ¿De mi esposo? ᅳse asombra y empieza a frotar una mano contra la otra, con fuerzaᅳ. Sin embargo, no me asombran vuestras palabras, lo he notado extraño.

ᅳCorréis serio peligro ᅳle advierte, mirándola preocupadoᅳ. Iago le ha llenado los oídos con mentiras y ahora cree que vos y yo somos amantes. Es capaz de haceros cualquier cosa. Incluso de mataros, mucho me temo.

ᅳ¿Y eso? ᅳpregunta, asombrada.

ᅳLa perfidia de Iago no tiene límites ᅳle explica, cogiéndole el brazo con suavidadᅳ. Ha robado vuestro pañuelo y lo ha escondido en mi habitación, haciéndoselo ver a Othello.

ᅳ¡Dios! ᅳexclama, con cara de dolorᅳ. ¿Qué he de hacer, ahora? No creo que pueda convencerlo mediante razonamientos... En Chipre sólo vos merecéis mi confianza, además... Y mi hermano acaba de irse...

ᅳDebéis abandonar inmediatamente este sitio ᅳle advierte Cassioᅳ. Yo os llevaré a Venecia con vuestro padre. Se alegrará de veros, ya sabéis que jamás estuvo de acuerdo con vuestra escapada ni con el esposo que vos elegisteis. Y tenía razón, además...

ᅳNo me lo recordéis ᅳmanifiesta, mirándolo a los ojos y luego pregunta, decididaᅳ: ¿Cuándo partiremos?

ᅳYa mismo ᅳle contesta el hombre, cogiéndola de la mano y llevándola consigoᅳ. Vuestro señor ha salido y, por lo que he podido escuchar, no augura nada bueno para vos su salida.

  Pero cuando están a punto de traspasar la puerta, Othello les cierra el paso. Ignoran cuánto ha podido escuchar.

ᅳ¿A dónde vais? ᅳlos interroga, más furioso cuando nota que Cassio se coloca delante de Desdémona, para protegerla con su cuerpo.

ᅳMi padre me reclama en Venecia, a causa de su salud ᅳle contesta inmediatamente, atemorizada, percibe algo diferente en él pero no sabe qué es.

ᅳ¿¡Y no ibais a avisarme?! ᅳgrita Othello, con una voz que parece salir del abismo más profundo.

  Cassio y Desdémona se quedan paralizados al ver que flota y se acerca por el aire. No obstante ello, consigue alejar a la chica y ponerla fuera del alcance de su marido, al tiempo que blande la espada.

ᅳ¿Qué habéis hecho, esposo mío? ᅳle pregunta la muchacha, chocadaᅳ. ¿En qué clase de engendro os habéis convertido?

ᅳEn el engendro que vos merecéis ᅳle responde, mirándola con crueldadᅳ. Juro que cuando he visto a Cassio con vuestro pañuelo supe que me eráis infiel y que me ibais a abandonar. Y así es, efectivamente, os he sorprendido en medio de vuestra escapada. Nunca he sido lo bastante bueno para vos y para vuestra familia.

ᅳ¡Y yo os juro que nunca os he sido infiel, os equivocáis! ᅳexclama Desdémona, intentando que comprenda la falsedad de sus acusacionesᅳ. Todo ha sido obra de Iago, por envidia, ya que habéis nombrado a Cassio a cargo de la flota en lugar de a él. Confiáis en ese traidor antes que en vuestra esposa. Sois injusto, al elegir a los extraños primero.

ᅳEso ya no importa, amada mía ᅳexpresa, moviendo la mano como si espantara una moscaᅳ. Me he asegurado de que cada gota de vuestra sangre sea mía. Cada porción de vuestro cuerpo y cada pensamiento a lo largo de los siglos, también serán míos. Estaréis conmigo para siempre, por toda la eternidad.

  Y Othello empuja a Cassio con fuerza, mientras le muestra los colmillos de vampiro.

ᅳ¡Os habéis convertido en una de esas criaturas del Infierno! ᅳse horroriza Desdémonaᅳ. ¿Cómo pudisteis hacer esto?, ¿acaso no teméis por vuestra alma?

ᅳEstoy dispuesto a concederle mi alma al Diablo con tal de que seáis mía por toda la eternidad ᅳgrita él, cogiéndola del brazo, mientras la chica gime, doloridaᅳ. Así tendré la fuerza de varios hombres para espantar a vuestros amantes. Seréis mía por...

  Othello no puede terminar la frase. Cassio se ha recuperado de la caída. Aprovechando que el otro está distraído le corta la cabeza, la que sale rebotando por el suelo como si fuese una pelota.

ᅳ¿Y ahora? ᅳle pregunta Desdémona, con incertidumbre.

ᅳAhora nos vamos a Venecia ᅳexpresa Cassio, pasándole el brazo por los hombros, para consolarla, y mirándola con admiración y amorᅳ. Después de que me encargue de poner ajo en la cabeza de Othello y otras cosillas. No queremos que se recupere y nos persiga.

  Y Desdémona se abraza a su salvador y esconde el rostro en el pecho de él. Pensando en lo ciega que ha estado al no ver que Cassio es, en realidad, su alma gemela.

[*] RBA Coleccionables, S.A., Barcelona, 1994, página 319.  


En demasiadas ocasiones había visto Cassio los celos de Othello en acción.

https://youtu.be/YJ_qcnNf4ww

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro