18- Las mil y una noches.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

"La mayor, Sherezada, había leído los libros, los anales, las leyendas de los pueblos antiguos y la historia de los pueblos pasados. Aseguran que poseía, asimismo mil libros de crónicas que trataban de los pueblos de las edades remotas, de los reyes de la antigüedad y de todos sus poetas. Era muy elocuente y todos la escuchaban con gusto".

Las mil y una noches, anónimo [*].

  Schahriar y Schahzamán eran dos hermanos que gobernaban dos reinos alejados muchos quilómetros uno de otro. Un día el mayor, Schahriar, le ordenó a su Visir:

ᅳVe hasta Sarmacanda Al-Ajam y dile a mi muy querido hermano que venga a visitarme.

ᅳOs escucho y obedezco al instante —le contestó el otro hombre.

  Cuando el Visir llegó a la corte de Schahzamán y le comunicó el motivo de su viaje, éste aceptó enseguida. Al momento hizo que organizasen su comitiva y esa misma jornada partió.

  A medianoche, cuando todavía no se encontraba demasiado lejos, recordó que, debido a la premura de la partida, había olvidado llevar las joyas de oro, zafiros y brillantes que le pensaba regalar a su pariente.

  Sin avisarle a nadie, salió a todo galope en su corcel en dirección al palacio. Al arribar a la puerta de su dormitorio se quedó paralizado con lo que veía: el esclavo negro de su esposa le recorría todo el cuerpo con la boca y, antes de que él saliese de su estupor y lo impidiera, la penetraba y comenzaba a cabalgarla con fuerza.

  Tanta era la rabia que embargaba a Schahzamán que, recién pasado diez minutos contemplando la escena, cogió el ímpetu necesario como para agarrar el alfanje y matar a los infractores allí mismo, sobre el lecho.

  No sentía ningún remordimiento. Creía, además, que si pudo pillarla así horas después de su salida, qué no hubiera sido capaz ella de hacer si él se quedaba un tiempo en el reino de su hermano.

  Schahriar, ignorante de su desdicha, lo recibió feliz. Aunque pronto se percató de que algo le sucedía: el recién llegado no comía, lucía profundas ojeras y se negaba a salir del palacio.

ᅳ¿Qué te pasa, hermano querido? —le preguntaba una y otra vez sin recibir por respuesta más que evasivas.

  Un par de días después, Schahriar lo invitó a una cacería pero él no aceptó, aunque todos en el palacio pensaban que sí había ido.

ᅳMenos mal que me he quedado aquí —susurró, creyendo que alucinaba al contemplar lo que sucedía en el jardín, a través de una pequeña ventana que había en la estancia.

  ¿Qué veía, os preguntáis? A su cuñada, hermosa con el pelo color azabache suelto y los ojos verdes destellando, salir al exterior acompañada por sus esclavas y esclavos, casi un centenar de personas. Uno de los hombres se acercaba a ella y empezaba a desnudarla, lentamente, mientras todos se regodeaban con la escena. Luego, él la acariciaba y le besaba los pechos y a lo largo del vientre, para finalizar introduciéndose en ella, haciéndole el amor con lentitud. Cuando el primero de los esclavos terminaba de poseer a la mujer, lo mismo hacían los demás, uno a uno. Después de satisfacerla a ella, finalmente los hombres hacían lo mismo con las demás esclavas. Para culminar formándose una especie de orgía, donde no se distinguía a unos y otros ni había la menor jerarquía.

  Bien dice el refrán que mal de muchos es consuelo de tontos. Sin embargo, aunque Schahzamán no lo era, comprendió que sus problemas no eran nada al lado de los de su hermano. Así, comenzó a comer, dormir y estar más alegre.

  Schahriar, al volver de la cacería, se percató al momento de que el otro hombre había salido de su estado abúlico. Le dijo:

ᅳNo te imaginas, hermano, de lo encantado que estoy de que hayas solucionado tus problemas.

ᅳNo los he solucionado, por desgracia. Simplemente he comprendido que los tuyos son peores que los míos y necesito toda la energía para apoyarte.

  Y le contó, detalle a detalle, a qué se dedicaba la esposa de Schahriar cuando él no se encontraba en el hogar.

ᅳ¡No me lo puedo creer! —exclamó, pasmado—. Sólo sé que es verdad porque tú me lo dices. Sin embargo, antes de asumirlo y tomar medidas, debo verlo con mis propios ojos.

ᅳEntonces sigue mi consejo: haz correr la voz de que vamos a cazar otra vez.

  Efectivamente, así lo hizo. Esa noche volvió, a escondidas y sin decírselo a nadie, y se introdujo en la habitación de su hermano, observando desde la ventana en dirección al jardín.

  Cuando salió su cuñada con los esclavos y esclavas, Schahzamán no vio la misma escena de la ocasión anterior. En esta oportunidad la mujer se acercó al hombre más alto, guapo y fornido, y lo desnudó para delicia de todos, que suspiraban emocionados. Después, lo hizo recostar sobre unos almohadones dispuestos alrededor de la piscina. Comenzó a recorrerle el miembro con la lengua mientras el esclavo gemía. Luego, fue haciendo lo mismo con los demás, mujeres incluidas.

ᅳ¡Es increíble! —susurró Schahriar en el oído del hermano—. Yo no conozco a esa traidora.

  Hasta ellos llegaba el aroma a incienso y a perfumes penetrantes. Cuando ella terminó con lo que estaba haciendo, el resto de la noche fue igual a la otra vez. Primero la poseyeron todos los esclavos y esclavas y, más tarde, dio comienzo la orgía en la que cada uno hacía lo que le apetecía.

ᅳ¿Qué hacemos? —le preguntó Schahzamán al hermano.

ᅳLo mismo que has hecho tú —expresó, cogiendo el alfanje—. Esperamos a que se desfoguen y, cuando estén cansados, los matamos.

  Esperaron un par de horas más, mientras la esposa de Schahriar gozaba de dos esclavos al mismo tiempo. El marido y el cuñado no salían del asombro, pues la lujuria de la mujer no conocía límites. No sólo le daba igual el sexo de su acompañante, sino que jamás se cansaba.

ᅳ¡Zorra traidora! —exclamó Schahriar, saliendo de su escondite en compañía de su hermano e increpándola, ambos con los alfanjes en alto—. ¡Di tus últimas palabras porque esto es el fin!

ᅳSoy una vampiresa —expresó ella, mostrándole los colmillos, antes de caer sobre los dos hermanos y extraerles toda la sangre; los demás vampiros bebieron cuando ella quedó saciada.

  Y así, Sherezada se salvó de la obligación de casarse con un misógino, que le cortaba la cabeza a sus esposas a la mañana siguiente a la boda. Tales acontecimientos, gracias a los vampiros, jamás tuvieron lugar. Muchas muchachas vírgenes se salvaron de ser ejecutadas, puesto que según los libros de ese futuro alternativo, tres años duró la locura homicida de Schahriar. Scherezada, la hija del Visir, siguió estudiando, feliz, hasta el final de su vida.

  Los vampiros, en cambio, estuvieron mil y una noches disfrutando de los placeres del sexo junto a otros esclavos y esclavas de la zona. Pasado ese lapso, se dirigieron a Samarcanda Al-Ajam, el antiguo reino de Schahzamán, para gozar de otros mil y un días allí, con sus respectivas y satisfactorias noches.


  Scherezada, a través de los años, deleitó a todos con sus maravillosas historias llenas de magia y sabiduría...

https://youtu.be/AUDgLQNPvUU


NOTA.

  Contrario a lo que muchos piensan, Las mil y una noches  no es una recopilación de cuentos infantiles. Todo lo contrario, la versión íntegra es extremadamente sensual y descriptiva.


[*] Ediciones 29, España, 1992, tomo I, página 15.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro