La muerte por arsénico o la vida eterna, ¡vaya encrucijada! Ante mí se abren dos caminos opuestos y aún no sé cuál escoger.

  Supongo que te asombrará que efectuar esa elección sea un problema, ya que cualquiera daría lo que fuera por evitar el veneno de la muerte. Sin embargo, es difícil decidir cuando eres consciente de que has fracasado en todo y de que incluso te has sido infiel a ti misma.

  ¿Por qué me habré dejado enceguecer por los placeres terrenales, para salir de esta vida monótona junto a Charles? Las novelas son sirenas que nos destrozan contra las rocas. ¿Cómo he creído sus mentiras, pensando que podría salir de mi mediocridad por medios normales?

  Sé perfectamente cuál ha sido el instante en el que he despertado: al contemplar al Alguacil Hareng mientras embargaba nuestros bienes. Sacudía las cartas que Rodolfo, mi primer amante, me envió. Intentando desprender de ellas cualquier moneda que se ocultase allí. Ese mismo Rodolfo que, en su castillo más tarde, se ha negado a prestarme los francos necesarios para evitar el oprobio.

  Decía que no contaba con dinero rodeado de carabinas con culatas de plata, relojes con incrustaciones de concha, dijes valiosos para la cadena. ¿Cómo pude pensar, alguna vez, que me amaba? Me equivoqué, al igual que con León, mi amor actual: ha desaparecido con la excusa de que se encontraba conmigo más tarde. Se han reído en mi cara, igual que los banqueros a los que les he pedido ayuda.

  En mi mano tengo el arsénico. Me siento tentada a llevármelo a los labios, pues el notario Guillaumin ha sido el único que me ha dado la solución a mis problemas. Luego de sobarme las manos, las piernas y la cintura con deseo.

ᅳ¡Únase a nosotros, Madame Bovary! ᅳha expresado, acercándose másᅳ. Tendrá a su alcance todos los placeres y los recursos para satisfacerlos.

ᅳNo sé, Monsieur Guillaumin ᅳhe manifestado, indecisaᅳ. Debo pensar en mi hija, en el bienestar de la familia, en mi esposo...

ᅳÉsa es la principal ventaja si elige formar parte de los nuestros, dejará de agobiarse por los demás ᅳha dicho, acariciándome la pierna por debajo de la ropa, hasta llegar al pubis.

  Sé que debería haber abandonado la sala en lugar de consentir que siguiera mancillando mi honor. Es más, me he desabrochado el vestido, dejándolo caer sobre el suelo, cerca de la estufa de leña. Los ojos contemplaban codiciosos mi desnudez. La boca recorría los sitios en los que antes habían estado las manos.

ᅳNo sé todavía cuál será mi respuesta pero usted me atrae, señor Guillaumin ᅳle he mentido, dejando abierta esa puerta.

  Y me he acercado al vampiro y le he desprendido el pantalón, en tanto él me observaba ansioso. Le he entregado mi cuerpo sin remordimientos, sabiendo que todos me habían fallado. Debo reconocer que he sentido cierto placer al percatarme de que seguía siendo atractiva para muchos.

  El tacto del polvo blancuzco que espera en mi mano me recuerda que debo hacer una pronta elección. Me pesa, porque ambas opciones me llevan por sendas sin retorno. Imagino que la fría muerte por arsénico será dormirme y el asunto habrá terminado. En cambio, la inmortalidad requerirá una decisión tras otra, con riesgo a equivocarme de nuevo.

  No sé... Hacer justicia es tentador, también. Los hombres se han reído de mí en lugar de ayudarme. Conocerían mi venganza, libre de conciencia y remordimientos.

  Sí, sólo hay un camino. Quédate tranquila, Felicidad. Más que criada eres mi mejor amiga. Estoy tirando el veneno.

Cientos de recuerdos pasan por la cabeza de Emma Bovary mientras toma una decisión...

https://youtu.be/VQDm5_rmu5I