9- Solsticio de verano.

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  El druida Abieno mira alrededor, en dirección a las almas que se han reunido en Stonehenge para celebrar el Solsticio de Verano. Le fastidia que, milenios después, creerán que el templo fue construido por el mago Merlín, con la finalidad de festejar la victoria del rey Aurelio Ambrosio sobre los sajones. Es cierto que aquí está enterrado en uno de los hoyos de cremación, junto a otros notables, después de ser reducido a cenizas. Como lo estará, también, Uther Pendragon, el padre de aquel Arturo que conseguirá sacar a Excalibur de la piedra. Aunque para tal hazaña aún faltan décadas.

  Stonehenge es mucho más antiguo y un sitio sagrado. Por tal razón le molesta que Merlín, su rival, consiga llevarse los honores eternos. Lo observa: está ahí, festejando como uno más. Tanta humildad lo exaspera.

  La bruja Ceridwen no. Muestra el rostro grave, majestuoso. Quizá porque muchos de los presentes la consideran una diosa de Gales y debe comportarse como tal. Galesa igual que las piedras principales.

  Ella, solemne y bella como este monumento a la muerte que todos aman, se dirige hacia la fosa exterior que rodea el complejo. Dentro, miles de futuras hogueras, separadas unas de otras por el largo de una mano, esperan a que Ceridwen las encienda.

  Abieno no puede evitar sentirse atraído por su hermosura, en tanto ella hace que el fuego le brote de los dedos. El pelo rojo ondea con la brisa, igual que su túnica blanca. Es tan delgada que permite contemplar el cuerpo esbelto, perfectamente delineado. Incluso la mata elegante en el pubis, los pechos erguidos. Trata de contenerse pero no puede. La desea como nunca ha deseado a ninguna otra.

  Ceridwen advierte la mirada lujuriosa del druida. No es de extrañar: entre sus poderes destaca la adivinación. Abieno es joven y muy apuesto, moreno y con ojos como esmeraldas. Pero ella está casada, tiene tres hijos y es mucho mayor que él aunque parezca más joven. Sin embargo, los ritos son los ritos y está dispuesta a cumplirlos a rajatabla.

  La mujer tiene la misma edad que Merlín, aunque él sí que los aparenta. Muchos años antes, cuando el mago todavía era capaz de amar, fueron amantes y vivieron juntos por un lustro. Pero la vida y la magia los había separado al punto de que hoy, al contemplarlo, no entiende qué vio en él. Es un hombre débil, se ha excusado de dirigir la ceremonia. Ceridwen sabe qué hay que hacer y está dispuesta a llevarlo a cabo. Igual que Abieno.

  Estira el brazo en dirección a la luna, los dedos aún lanzan llamas. Dice:

ᅳObservad cómo la niebla empieza a esconder nuestras piedras sagradas. Las brujas y los demonios malignos se acercan, aquí estáis a salvo. Pero os advierto: si deseáis continuar con vida, no pongáis un pie más allá de la fosa.

ᅳNo os preocupéis por los que morirán esta noche, amados fieles, en realidad ya están muertos ᅳcontinúa Abieno con la ceremonia, se ha colocado detrás de la Piedra del Sacrificio, justo frente a la Piedra Talónᅳ. Recuperarán su alma y volverán con otro cuerpo, para honrar nuestra querida tierra. Todos los que hemos venido hoy en procesión por la avenida ceremonial desde Woodhenge, el Templo de la Vida, esta noche honramos a todos los elementos. Y a la Vida y a la Muerte. Leeré el futuro en el viento y en los que mueran, preparaos para el sacrificio.

  Todos los ojos se posan sobre los dos vampiros que están sentados en el medio del círculo. Un hombre y una mujer, bellos como suelen serlo estas criaturas. Se encuentran amordazados, maniatados y encadenados por los pies, con grilletes de hierro, uno contra el otro. Los custodian tres druidas altos y muy fornidos.

ᅳTraedlos aquí ᅳles pide Abieno, con calma.

  Los vampiros se resisten pues son conscientes del destino que les aguarda. Los cuidadores tiran con fuerza de ellos y los obligan a ponerse de pie. Luego, los arrastran hasta la Piedra del Sacrificio.

  Ceridwen se acerca, con el cuchillo de oro en la mano. Se lo entrega a Abieno, que está hipnotizado con los movimientos de sus caderas. El vello púbico, a través de la túnica translúcida, lo atrae como un imán. Su imaginación hace el resto.

  Los vampiros, al ver el arma afilada, abren tanto los ojos que parecen salírseles de las órbitas. Intentan zafarse las mordazas de las bocas, moviendo con vigor las cabezas. Los druidas no lo permiten.

ᅳTodos vosotros habéis padecido la perfidia de estos monstruos de la noche. Han matado a vuestras familias y amigos por generaciones y generaciones. Miles de años. Pero nosotros no somos como ellos, ¡oh viento, niebla, luna, amadas piedras!, les daremos otra oportunidad. La oportunidad de tener una nueva vida ᅳy dirigiéndose a ellos Abieno les diceᅳ: ¡Renaced como personas de bien!

  Miles de siluetas oscuras aparecen caminando y flotando por la avenida. La mayoría van mostrando sus descomunales colmillos: al llegar a la fosa empiezan a dar alaridos, al no poder traspasarla. El resto, brujas oscuras, son las que flotan en el aire, pretendiendo atravesar las barreras desde arriba. Pero es como si una cúpula rodeara Stonehenge, es imposible que accedan.

  No obstante ello, gritan, lanzan carcajadas siniestras, amenazas, con la finalidad de amedrentar a los que se resguardan dentro y que celebran la llegada del verano, purificando la Naturaleza con sus ritos. Tanta maldad tiene éxito: un hombre se distrae con esas danzas macabras, tropieza y cae fuera del círculo.

  De manera inmediata los vampiros y las brujas se tiran sobre él y lo despedazan. Los primeros, para extraerle hasta la última gota de sangre y ellas para comer cada pequeña parte. Ni los huesos se salvan de esa voracidad. Ahora, además de miedo, infunden asco, puesto que tienen las caras ensangrentadas y con trocitos humanos.

ᅳEs la hora ᅳexpresa Ceridwen, levantando el brazo y volviendo a crear fuego con los dedos.

  Todas las malvadas criaturas chillan desde afuera, parecen temerle puesto que se alejan.

  Abieno la mira a los ojos antes de clavarle el cuchillo al vampiro. Éste lanza un grito que parece perforar la noche. Luego, hace lo mismo con la vampiresa. Uno de los druidas le alcanza a Ceridwen una especie de sable. Con él, la diosa les corta las cabezas. Después, los divide en varios trozos.

  Abieno coge los restos dentro de una cesta y los va arrojando a lo largo de la fosa, en las distintas hogueras. Los vampiros y brujas se alejan de manera inmediata y abandonan el lugar. El peligro ha pasado. El rito impide que durante veinticuatro horas puedan matar a cualquier víctima, animal o humana.

ᅳEs hora de regresar a Woodhenge ᅳexpresa Ceridwen, iniciando la marcha.

  Encabeza la procesión, tomada de la mano de Abieno. La tradición lo exige, mientras caminan por la avenida. Antes de llegar a destino, se detienen. Ellos se quedan ahí, en una de las casas que componen el asentamiento temporal de los que asisten a las ceremonias. Ceridwen les dice:

ᅳVosotros continuad, nosotros  debemos cumplir con el resto de los ritos.

  Abieno le abre la puerta y la invita a pasar. Mientras, los demás marchan por la avenida en dirección a Woodhenge: demorarán muchas horas.

ᅳÉsta es la parte de la ceremonia que esperaba con impaciencia, Ceridwen ᅳexpresa Abieno, tendiéndole una copa de vino tinto con especias y cogiendo otra para él.

  Ambos las beben de un trago. Abieno se le acerca. Ella permanece quieta, mirándolo fijo. Admirando los ojos verdes del druida, el pelo negro, el cuerpo musculoso apenas cubierto por una tela igual a la de ella.

  Abieno le tira de la túnica y la deja desnuda. Admira el cuerpo de la diosa/bruja, fascinado. La cabellera roja, el vello púbico en el mismo tono. Parecen idiotizarlo.

  Ceridwen hace lo mismo: despoja al druida de su vestimenta. Pasa el dedo índice a lo largo del cuerpo del hombre, sin sorprenderse de que esté tan excitado. Abieno la coge de la mano y tira de ella hasta el jergón.

ᅳCreo que yo también ansiaba que el rito llegara hasta esta parte, Abieno ᅳle confiesa, con una sonrisa, mirándolo fijamente.

  Y siente cómo el druida entra en ella, con fuerza, moviéndose con todo el deseo que ha reprimido durante las largas horas que ha durado la ceremonia.


Stonehenge parece que siempre ha estado allí...


https://youtu.be/WVMPehbCvrc

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