➖Cap.1➖

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Fuego cruzado resurge desde un iluminado cielo nocturno, en donde solo se escuchan los fuertes sonidos provenientes de las armas utilizadas para tratar de ponerle freno a todo esto que pasa.

Freno innecesario porque solo los retrasan dándote un pequeño margen de tiempo para que te alejes antes de que se agrupen en manada y extraigan tus entrañas como si fueras un maldito animal de caza. Porque solo los matas si les vuelas la cabeza a centímetros del arma.

Lejos quedaron los tiempos en donde tenías una vida común y ordinaria. Y yo, como un antiguo soldado de bajo rango, no podía darme el lujo de mandar a otros a sustituirme al campo de batalla. Así que siempre quedaba expuesto y renegado para estar en la primera línea de fuego de las más épicas batallas.

Pero -lamentablemente- ahora solo quedamos unos pocos, así que estoy al frente de aquellos mucho más débiles (sobretodo de mente) que no sabían cómo hacer para poder defenderse. Apoyándonos en un pequeño grupo comando que armamos como rejunte a medida que nos íbamos encontrando.

Soy el capitán general Jeon Jungkook a cargo de mi pequeña tropa de soldados y civiles con apenas ropa (imagínense el alimento) pero, hacemos lo que podemos. Luego me sigue mi sub alterno el teniente Kim NamJoon y mi coronal Kim Taehyung. Los tres velamos por la seguridad del campamento dando lo mejor de nosotros, en el intento.

Es que en la actual situación, sos un superviviente como nosotros o sos una maldita máquina de comer sesos.

¿Cómo mierda fue qué llegamos a todo esto?

Ni siquiera sé si existe aquella persona que supo ser el paciente "0" en toda esta cuestión. De ese antiguo laboratorio quedan solo restos, ruinas que sirven de guarida para el resguardo de algunos días de campamento ya que su grado de radiación es casi nulo.

Y digo algunos, porque estos malditos muertos vivientes parecieran que olfatean con alguna especie de desarrollo extra sensorial dejándonos mover más libremente de día aunque hemos visto algunos, últimamente, camuflados a plena luz solar...

—¡Capitán! —escucho un suave llamado a un costado y trato de enfocar entre las penumbras de la noche sin poder percatarme de nada a mi alrededor.

Nuevamente vigilo que permanezcan quietos en su sitio. Pienso y medito sobre la complicada situación que estamos atravesando.

Es que durante el anochecer, hemos sido atracados por una nueva horda de ellos, o por lo menos, una que nunca habíamos visto con antelación. Ya que se mueven estratégicamente entre nosotros y eso, nos tomó por sorpresa. Ni siquiera nuestra centinela se pudo percatar de los notorios movimientos que "supuestamente" ellos generan.

Estos monstruos son torpes en su andar (aunque eso no les quite velocidad) provocando un ruido que asemeja al rechinar de los dientes cuando están repentinamente cerca, pero que más de una vez nos ha dado tiempo de escapar.

Pero esta vez, pareciera como si ellos tuvieran algún deje de razonamiento dentro de lo que es su sanguinaria cabeza.

—¡Shh! ¡Capitán! —se escucha nuevamente —¡Aquí señor!

Trato de forzar mi visión para darle forma a lo que observo mientras intento salir del resguardo en donde me escondí cuando un punzante dolor en el brazo me paralizó. Y por supuesto, que cargando a todo aquel que se me cruzó en el camino. Es que entre las penumbras de la noche, no sé si me lanzaron alguna especie de puñal o me tropecé con algo filoso entre dormido.

Pero, de repente, me saca de contexto los gritos desgarradores de los infectados que ya conocemos. Ecos que retumban en tu cabeza como si fueran un malévolo sonido dispuesto a dejarte sordo por el simple hecho de que lamentes estar en esta situación. Siendo unos monstruos sedientos de tus entrañas y dispuestos a derramar sangre por el simple hecho de matarte.

—Escuchen —susurro despacio —, debo moverme, pero ustedes no salgan a menos que sea estrictamente necesario ¿Ok? Yo volveré por ustedes.

Suelto palabras al viento con sabor a promesa y salgo sin miramientos de lo que pueda suceder a mí alrededor.
Más adelante, se escuchan los sonidos característicos de ellos. Por lo menos, hay dos pares de adefesios más allá y eso solo significa que hoy; hay muchos más de ellos.

Tanteo mi pistola maldiciendo internamente porque pocas balas me quedan y las que restan, quedaron en la otra tienda. Aquella que fue atacada primero y que al salir huyendo, me olvidé de tomarlas. Solo espero que alguno de mis sub alternos haya podido sacar aunque sea una caja.

Perdido entre pensamientos estoy cuando un ruido que asemeja a una respiración forzada, en plena obscuridad y adelante de mi cuerpo, llama mi atención de inmediato. Entonces, me arrimo hasta una despedazada columna para resguardarme del posible ataque y ver si puedo reventarle los sesos a lo que sea que quiera atacarme.

A lo lejos, se incrementa el asqueroso ruido de ellos. Sonidos como si hablaran en alguna especie de nuevo dialecto, provocando que me den náuseas al imaginarlos colonizando todo el planeta.

"Malditas mutaciones de mierda". Susurró para mis adentros a medida que saco el seguro de mi arma dispuesto a reventarle los sesos al que me rodea como si fuera su condenada presa.

Una respiración acelerada...

Alguna especie de bufido más grave que corta el silencio repentino a mis espaldas y me congelo...

¿Será que son tan hábiles para ocultarse en su trayecto? ¿En qué momento pasamos a ser una presa tan fácil?

Y ahí, me doy cuenta de que tengo una herida que sangra, haciéndome quedar aún más expuesto, como si fuera un maldito cebo para ellos.

Entonces, despacio me aferro a la empuñadura de mi letal compañera y cuando quiero darme la vuelta, un fornido cuerpo hediondo me aprisiona contra la pared. Aplastando mi cabeza de costado en el proceso y deteniendo con suma fuerza mi mano sobre la empuñadura de mi arma.

Un leve dolor me atraviesa de lado cuando su asquerosa lengua barre sobre mi herida, y aunque utilice todas mis fuerzas, me resulta en vano ya que no puedo sacármelo de encima.

—¡Maldito engendro del demonio! — Expongo en un susurro lastimero ya que mi rostro comienza a dañarse por la presión ejercida sobre el duro cemento. Pero, a cambio de mis dichos, recibo una asquerosa lamida sobre mi cuello y una rara y distorsionada voz que me dicta al oído: Te queda poco tiempo...







Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro