➖Cap.2➖

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"Te queda poco tiempo" suena como un descabellado déjà vu en mi cerebro... Cerebro que trata de procesar que este podría ser el último momento en que suspire mientras percibo su pútrido aliento pegarse de lleno sobre mi magullado rostro.

Mi mano se aferra a la empuñadura hasta que duele tenerla sobre ella, ya que su extremidad me aprisiona de tal manera que pareciera que quisiese fundirse sobre mi dermis.

Siento el vaho de su asqueroso aliento sobre la piel de mi cuello y decido dejar de resistirme por si tengo la mínima posibilidad de escapar o, en el mejor de los casos, reventarle los sesos.

Poco a poco percibo como afloja el firme agarre que estaba teniendo sobre mi cuerpo. Hasta el punto de darme lugar a llegar a pensar en golpear sus costillas, si es que todavía conserva alguna forma humana dentro de lo que es la asquerosa alimaña.

Los momentos se suceden a cuenta gotas a medida que mi rostro quema como el infierno y en donde puedo medir mi tensión al descender mis pulsaciones en una increíble calma. Es que de nada sirve alterarse y provocar a la bestia a mis espaldas sin dejar la mínima posibilidad de usar sus movimientos a mi favor.

Pero grande es mi sorpresa cuando la bestia amasa mis nalgas con extremada prensión, provocando que por dentro exprese mi total desconcierto aunque de mi boca, no salgan palabras. Y aprovechando lo alicaído de su guardia, elevo mi brazo pegando de lleno con mi codo sobre su asqueroso mentón.

Un gruñido animal se sucede sobre que se aleja y entre penumbras, doy la vuelta para empujar su cuerpo de una firme patada a lo que supongo fue alguna porción de su pecho. Y sacando mi arma de inmediato, atino a apuntar a su cabeza, si es que las penumbras  de la noche favorecieran el poder ubicar la maldita extremidad.

—¡Señor! —retumba en un susurro, algo elevado y a lo lejos. Y maldigo para mis adentros porque en este preciso momento podríamos haberle emboscado y reventarle los sesos, pero para mi mala suerte; el monstruo se aleja. Así que tomando una profunda bocanada de aire y haciendo un mal gesto al sentir como duele mi magullado rostro, me incorporo para tratar de llegar hasta aquellos que quedaron al resguardo esperando por mi fortuito regreso.

De inmediato, ubico a mi camarada que estaba llamándome entre susurros y al ver que tiene el suministro de balas de aquella contienda olvidada, emprendemos retirada junto a los otros y en completo silencio.

A lo lejos y poco nítido, se vislumbra con la poca luz del satélite natural que apenas asoma y sobre una altura, a una esbelta figura que nos observa.

—¿No se le hace extraño señor? —consulta el teniente Nam a mi costado.

Lo miro entre sorprendido y dolido replicando: —¿El qué? ¿El qué no me haya matado? ¿O el hecho de que yo, no haya podido hacer absolutamente nada? —respondo resignado.

Y por primera vez en estos meses, la frustración se adueña de mi cuerpo con creces. Es que de solo imaginarme cómo serán los siguientes días y sospechar tener la más mínima posibilidad de caer ante estas bestias, se me revuelven las tripas.

Mi teniente niega diciendo que solo es rara la forma en que se mueven y como nos observan. Cómo dándonos el tiempo de correr a lo rata de laboratorio o a lo presa.

Entonces, elevo mi cabeza y observo su contorno algo difuso. Debe ser el líder o algo semejante de esta redada. Una camada de monstruos más ágiles y sigilosos que las otras alimañas y liderada por uno que nunca habíamos observado antes. Ya que lejos, pareciera como que tiene mas facciones humanas que de la misma bestia. Y su porte erguido y contundente lo comprueba.

De inmediato, se me viene a la cabeza como flashes el recordatorio de sus letras "Te queda poco tiempo" Dándome el claro indicio de que lo que me dió fue una maldita advertencia.

¡Maldita sea! No contaba con tener que lidiar con alguna especie de inteligencia en todo esto.

—Nam... Creo que estos mutantes, de algún modo, usan alguna especie de razonamiento —suelto a medida que compruebo tener a mi letal compañera conmigo y observando que el gentío prosiga nuestro sinuoso camino al andar.

Mi teniente, sin frenar sus movimientos me observa sin aparente entendimiento para luego largar: —¿Me está diciendo que..?

—Nam, ¿me puedas tutear? Somos tres gatos locos contra el resto. En estos momentos soy Jungkook, no tu general —suelto necesitando la palabra de un amigo más que un súbdito.

—O sea, siempre emitieron alguna que otra palabra, que te hace pensar... —dice él deteniéndose a meditar.

—Me dijo con intención, conocimiento y con una voz relativamente clara, que me quedaba poco tiempo. ¡A parte de no hacer nada para comerme los sesos!Eso de por sí ya es raro ¿No lo crees?

Mi teniente, elevando sus ojos bufa como tratando de buscar las palabras correctas y solo atino a sonreír porque es malditamente bizarro el cuestionar cómo mierda es que sigo de pie y no me convertí en alimento de ellos.

Entonces, me vuelvo a dar vuelta buscando algún indicio sin resultado de que estén, relativamente, cerca. Pero por dentro lo que verdaderamente llama mi atención, fue el accionar de esa mutación sobre mi cuerpo.

Es que estos adefesios se caracterizan por estar muertos en vida pero también por estar totalmente pútridos. Y el líder o lo que fuera de ellos, no parece asemejarse a nada de eso.

Y por supuesto, que me guardo bajo candado el movimiento de sus manos que queman en recuerdos sobre la dermis de mi cuerpo. ¡Maldito enfermo! Debería haberle cortado la mano y no estar pensando ahora, justamente en eso.








































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