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Bajo su tacto, el cuerpo de JinYoung se amolda a la perfección. La cercanía entre ambos lo estaba mortificando, sobre todo teniendo los brazos del pelinegro alrededor de su cuello en donde las caricias tímidas que recibía avivaban un calor burbujeante, el cual no le ayudaba a aplacar su nerviosismo.

Mantenía un fuerte agarre sobre las caderas del menor como indicio de cuán frustrado estaba, porque lo tenía frente a él a una distancia mínima, casi inexistente, con su dulce aliento prohibido chocando contra sus labios entreabiertos que dejan salir suspiros desesperados.

Así era como Jae Beom se sentía. Desesperado.

Ellos no se han besado, carajo. Sus pensamientos estuvieron llenos de la imagen de su boca desde que lo tuvo cerca, y es lo que único que puede pensar una y otra vez.
Él lo quiere tanto, pero JinYoung no cierra esa distancia y por más que se esté mortificando por besarle de una buena vez, Jae Beom no posee la fuerza suficiente para hacerlo.

Que alguien lo librara de ese deseo que lo guiaba a un camino mortal.

—Estás tenso. ¿Algo anda mal?

—Esto no está bien. 

—¿Por qué no?— sus ojitos almendrados pierden brillo. —¿Es por Mark?

Jae Beom odia la idea de tener que mentirle, pero no puede revelar la verdadera razón de su comportamiento absurdo.

—Sí.

—Él no tiene por qué sentirse traicionado. Eres un adulto y técnicamente yo también. No tenemos por qué dar explicaciones. 

Sabe que tiene razón. El chico es seis años menor que Jae Beom, está por cumplir la mayoría de edad pero, no obstante, es quien lleva la situación de la mejor manera. No oculta la atracción que siente, no se preocupa ni teme por nada.

Le hace perder la cabeza.

Una de sus manos sube hasta el rostro del menor y acaricia lentamente con la duda acompañandolo en cada uno de sus movimientos. Lo ve acomodarse y aceptar gustoso el contacto. A JinYoung le gusta tanto que cierra los ojos y suspira complacido, persigue la calidez sobre su mejilla y gime bajito cuando le acaricia los labios con el pulgar.

En ese instante olvidó cómo respirar.

La lengua de JinYoung se desliza suavemente sobre su dedo, lo besa con parsimonia. Jae Beom sigue acariciando y esparciendo la saliva del menor sobre su caliente y esponjosa boca.

Los pantalones comienzan a apretar, su pene crece, palpita emocionado al imaginar que JinYoung podría estar besando y lamiendo otra cosa. Él se vería bien desde abajo, piensa.

Debería alejarse, pero ya no puede parar. Le resulta imposible. Sabe que está mal pero se siente bien. Sí, lo lamentará pero ya viene siendo un hecho que de ahí no se va a mover. 

El menor lo atrae desesperadamente y en un abrir y cerrar de ojos, finalmente lo besa. Ya nada puede alejarlo de sus brazos, no irá a ninguna parte. Sus labios chocan un tanto torpes pero de manera delicada y Jae Beom jadea ante el contacto entre sus lenguas.

Es sucio. Claro que lo es. Se besan con ansias reprimidas y él no puede evitar gemir por su sabor tan mágico. Jamás había probado algo tan delicioso, es único y no puede compararlo con nada que haya probado antes. Es sólo el sabor de JinYoung mezclado con el pecado, quizá por eso lo percibe de esa manera, por eso lo besa necesitado, para obtener más de esa dulce esencia.

A Jae Beom le gusta el sabor de lo indebido.

Ahora es cuando el calor se vuelve insoportable. Sus manos viajan torpemente a cada rincón del cuerpo contrario y comienzan a despojar la ropa. Jae Beom está demasiado nervioso, quiere hacerse la idea de que se debe a la falta de sexo en cuatro meses, pero bien sabe que esa no es la causa. Él va descubriendo proporciones duras como las de sus brazos y suaves como la curva de su espalda. Nunca había sido testigo de tales proporciones, tan masculinas, tan perfectas.

Está tocando a un hombre. El simple pensamiento es un poco embarazoso, le hace querer gritar y correr despavorido. Jae Beom se siente extraño, a pesar de que su subconsciente le grita cuán malo es eso, él continúa tocando y besando a JinYoung. Es morboso e incorrecto, es un atractivo que despierta sus más bajos instintos, lo pone tan caliente y no termina de comprender por qué.

Tal vez la situación no tiene por qué ser racional. Él no tiene que forzarse a comprender. No sabe cómo dejar ir esta tentación, cada vez que se acerca las llamas se hacen más grandes. Nada puede detener el fuego, así que se deja quemar.

Cada vez hay más piel descubierta y la excitación es palpable segundo a segundo. JinYoung sólo le ha despojado de la chaqueta y playera pero él lo ha desnudado por completo.

Acaricia su pecho, sus costados y todo lo que está a su disposición, a cambio JinYoung le regala suspiros por cada trazo de lujuria en su encendida piel.

Las manos del pelinegro se dirigen a sus pantalones y Jae Beom se remueve ansioso. JinYoung engancha los dedos y tira hacia abajo, ambas prendas descansan a la mitad de sus muslos y su pene queda al descubierto. A merced de JinYoung.

Jae Beom abre la boca entre suspiros y lleva las manos a los cabellos del menor por impulso cuando se arrodilla finalmente. Los labios del pelinegro le acarician y descienden hasta su vientre, donde reparte besos calientes que le hacen delirar.

Finalmente, los juegos se acaban y toma su miembro entre sus manos. JinYoung le acaricia a lo largo y reparte besos. Su lengua se desliza hasta abajo y sube lentamente, torturandolo. JinYoung chupa con ganas, apresa su polla con la boca y succiona el glande, divirtiéndose con la punta de su lengua sobre la hendidura de donde escapan gotas perladas.

La boca de JinYoung es el jodido cielo.

Jae Beom empieza a perder el control, sus caderas se balancean ligeramente hacia adelante y él reprime un gruñido. Jae Beom quiere follarle la boca. Se tensa de pies a cabeza al imaginarse entrando y saliendo frenéticamente, estirando los labios del chico alrededor de su pene.

Oh, el lo quiere tan mal, pero no va a decírselo. Porque no está bien. Puede escuchar el sonido del dolor fluyendo lentamente a través de sus venas.

Jadea frustrado y trata de contener sus ganas pero es inútil, JinYoung se ha dado cuenta.

—¿Quieres follar mi boca?— Jae Beom difícilmente lo ve entre la nube de lujuria que lo mantiene preso. —Lo quieres, ¿cierto?— él asiente. —Entonces hazlo.

—No. No puedo.

JinYoung no sabe cuánto ha estado luchando para no descontrolarse. No quiere perderse, Jae Beom sabe que si acepta será su fin. Tal vez esté condenado pero eso no quiere decir imposible de salvar.

—Vamos, puedo ver cuánto lo quieres.

—No, JinYoung. No puedo... No quiero lastimarte.

—No lo harás. Sé que no me vas a lastimar— su pene vuelve a ser bañado en besos delicados, JinYoung lo está atormentando de la manera más siniestra. Le acaricia los muslos y susurra con tono acaramelado, tal vez porque se ha dado cuenta de lo que pasa en realidad, o simplemente porque esa es su manera de hablar.—Está bien, cariño. No te reprimas. Hazlo. Ambos lo queremos, no hay nada malo en eso.

No necesitó oírlo una vez más. Lo tomó de manera delicada y se deslizó hasta el fondo, tan rápido como podía. Adentro, afuera, adentro, afuera. Jae Beom cerró los ojos ante la ola de sensaciones que lo golpeaban. "Te gusta. Estás jodiendo la boca de un hombre y te encanta" 

Oh, demonios. Ya estaba harto de esa voz en su cabeza que no dejaba de molestarlo. ¿Por qué lo atormentaba de esa manera? A Jae Beom nunca le importó el tema de la homosexualidad, ¿por qué ahora es diferente? Joder, sí. Le estaba follando la boca a un precioso pelinegro, y se sentía increíble. 

No le importó parecer una bestia, siguió moviéndose en la resbalosa cavidad, gimiendo y jadeando sin control. Por primera vez miró hacia abajo y lo que pudo captar fue tan apabullante que sintió cómo sus piernas se debilitaban al instante. JinYoung le miraba con los ojos aguados y el rostro completamente ruborizado, por un instante creyó que se sentía incómodo y arrepentido, pero entonces gimió, lo hizo una y otra vez enviando vibraciones por todo el cuerpo de Jae Beom. Oh, cielo santo. JinYoung lo estaba disfrutando tanto como él. Su visión se tornó borrosa, él estaba tan cerca que casi podía tocar su orgasmo con la punta de los dedos. Fue demasiado explosivo, su cuerpo se estremeció entero y Jae Beom se dejó llevar por dicha sensación, una corriente lo recorrió por completo cuando su semen salió disparado en la boca del pelinegro. Se encontraba flotando en una especie de nube lujuriosa desde donde podía ver las estrellas.

Él mismo se había dicho que sonaba ridículo cuando la gente lo decía de esa manera, pero se equivocó, porque realmente las vio. Lo que sintió fue demasiado intenso, incluso podría asegurar que vio cientos de constelaciones.

Cuando finalmente pudo recobrar la conciencia, se dio cuenta de que el chico continuaba con su erección hasta el fondo. Líquido blanco escurría por sus labios hacia su cuello y él continuaba succionando para su propio deleite. 

Se retiró con cuidado, con la culpa irguiéndose sobre él tras ver la manera en la que inhalaba y exhalaba con desespero.

—Lo siento, lo siento, lo siento— repetía mientras retiraba los rastros húmedos con sus dedos. —Lo siento, Jin. No pude contenerme, dulzura. Perdóname.

—Descuida. Está... Bien— respondió con dificultad. 

—Pero...

Jae Beom fue interrumpido abruptamente al ser arrastrado por JinYoung a la cama, donde además se deshizo de sus pantalones, mandándolos a volar hacia alguna parte de la habitación junto con las demás prendas. Debajo de su cuerpo, el chico se sentía frágil, con cualquier movimiento que hiciera. Podía ver lo desesperado que estaba, sus manos recorrían la espalda de Jae Beom y sus piernas separadas mostraban la dolorosa erección que se restregaba lentamente contra sus muslos.

—Tócame— Jae Beom se congeló en ese instante. —Por favor, tócame.

Algo se apoderó de él tras escuchar la manera en la que gemía su nombre. Suspiros constantes y gemidos queditos lograron encenderlo en menos de un minuto. 

Cierto, él jamás lo había hecho con un hombre pero tal parece que eso no fue un impedimento. Se vio sorprendido ante los instintos que florecían desde su interior, como si hubieran permanecido ahí todo este tiempo. El tocó y besó cuántas veces quizo y se regocijó con cada estremecimiento del cuerpo ajeno. Jae Beom se perdió nuevamente en esa nube de lujuria en donde al estar complaciendo al menor se complacía a sí mismo. Podía ver las estrellas con sólo tocarlo y saborearlo de esa manera.

—¿Qué... Qué haces?— preguntó JinYoung al ver que había posicionado sus piernas sobre sus hombros, creando el espacio necesario para acomodarse entre ellas.

—Lo que me pediste— dijo comenzando a acariciar el pene del chico. Se sentía extraño tener la erección de alguien más en la mano. Duro, suave, resbaloso y condenadamente excitante.

Jae Beom sabía que no estaba obligado a devolver el favor a JinYoung, pero él quería hacerlo. Probablemente esté loco pero lo necesita, lo quiere. Sentía curiosidad por saber cómo sería tener esa erección en su boca, así que lo hizo y para su sorpresa, se sentía igual de bien que tenerla en la mano. Dejó besos en su pelvis y trazó un camino húmedo hacia su ingle, chupó y jugó de la misma manera en la que JinYoung lo hizo y disfrutó cada segundo de aquellos balanceos involuntarios de sus caderas así como los tirones que recibió en los cabellos. Su sabor es un dulce veneno, Jae Beom jamás pensó que el sabor del infierno supiera a miel.

Había algo sumamente excitante en otorgar placer con la boca, al mismo tiempo teniendo un poco el control sobre el orgasmo de alguien más.
Realmente gozó ver la manera en la que JinYoung se estremecía, escuchar su nombre rebotando contra las paredes en un tono extasiado, los apretones que recibía en señal de que estaba haciendo un buen trabajo. A Jae Beom le fascinó.

Se vio un poco aturdido cuando JinYoung lo alejó e intercambió las posiciones, siendo Jae Beom el que estaba atrapado entre la cama y el hermoso cuerpo del menor. Bajando hasta pecho, el chico hizo que sus cuerpos de fundieron en uno sólo, abrazándose el uno al otro.

Sin más, comenzó a moverse despacio. Jae Beom abrió los ojos con sorpresa y apretó el trasero del pelinegro con fuerza ante la repentina sensación de miembro contra miembro.

Estaba ardiendo. Podía sentir cada parte del cuerpo de JinYoung balancearse contra él, buscando la misma liberación que necesitaba.

Era demasiado bueno.

Una vez más estaba tan cerca de su orgasmo, pero por más que se había unido al movimiento de caderas era incapaz de alcanzarlo. Jae Beom lo necesitaba, el dolor amenazaba con relucir muy pronto.

—¿Jae Beom? ¿Te incomoda estar así?— JinYoung preguntó entre jadeos. Él ni siquiera podía hablar. Negó varias veces haciendo todo lo posible por hacerle entender cuánto lo estaba disfrutando. —¿Quieres que me detenga?

—No, joder. No— dijo desesperado.— Me encanta cómo te mueves— balanceó las caderas tan rápido como pudo, haciendo gemir al chico ante su repentinos repentinos movimientos. —Vamos, cariño. Más rápido.

—¿A-Así?— dijo igualando sus movimientos. Ambos gimieron al unísono.

—Sí, justo así.

Inclinándose, los labios de JinYoung se encontraron con su cuello mientras sus manos exploraban la suave piel, caliente bajo su tacto. Un estremecimiento recorrió el cuerpo esbelto bajo su toque. Meciéndose suavemente contra su cuerpo, JinYoung lo colmaba de besos y suspiros que se convirtieron en la fuente principal del placer de Jae Beom.

Jae Beom. Jae Beom. Jae Beom.

Nadie le había llamado de esa manera. Nadie le había abrazado con pasión. Nadie le había besado con tal deseo y ternura. Fueron esa mezcla de emociones las que lo llevaron a alcanzar una dulce liberación que compartió con JinYoung. Esta vez ya no fueron las estrellas. No. JinYoung lo llevó mucho más allá. 

Jadeante aliento contra su oído, esperma caliente sobre sus estómagos. Estaba saciado, agotado y lleno de un sentimiento acogedor que floreció en su pecho y se dirigió a todas partes. 

El cielo realmente existía y fue Park JinYoung quien le abrió las puertas a él.

.

.


JJP is my religion, dude.

¿Alguien más está conmigo?

Pd: Si cualquiera de los gatseven me quiere llevar al infierno, con gusto voy.









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