XX. La vieja casa: Desconocida.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

•••

Si seguía recibiendo ese tipo de ataques empezaría a parecer un queso. ¿Comprenden? Un queso por todos las perforaciones que...

Lisa sacudió su cabeza.

No era buena con ese tipo de bromas. De hecho, le resultó tan malo su intento de chiste que terminó soltando una corta risa logrando que la herida en su espalda baja doliera. Guardó silencio de inmediato, reprimiendo sus quejas.

Había permanecido quieta en su cama, mirando el techo, pensando en Afrodita e ignorando el abrasador calor que envolvía su cuerpo. Deseaba que todo lo ocurrido fuese un mal sueño, deseaba no haber sido tan ingenua como para creer en la diosa por mucho tiempo.

Traición era una palabra dura y, para su mala fortuna, la había saboreado con una persona que quería. Una persona que le había jurado lealtad y protección.

Una persona deshonesta después de todo.

Cerró sus ojos y todavía pudo sentir el delicioso aroma que Afrodita desprendía mientras clavaba una daga en su espalda y otra -de forma simbólica- en su corazón.

Al menos estaba viva, al igual que todos sus propósitos.

Suspiró mientras llevaba su brazo a su rostro y así cubría sus ojos. Ese ataque la llevó hasta el Inframundo, de nuevo, y creer que su visita al reino de Hades era porque su vida había llegado a su fin y ahora se encontraba en espera de su juicio. Por suerte no era así.

Escuchó el ruido del metal de la puerta y supuso que vería a Hades de nuevo, aunque tenía muchas preguntas sobre el por qué estaba allí, sabía que el único dios dispuesto a ayudarla era el Rey Oscuro -como muchos lo llamaban-. A cambio, miró a una joven rubia que ingresaba con una bandeja.

─ Me alegra que ya estés despierta. ─ Dijo. ─ JiSoo estaba preocupada.

─ ¿JiSoo está aquí? ─ Cuestionó aliviada de que su compañera de casa se encontrara a salvo.

─ No. Ella no soportaría este infierno. ─ Sonrió mientras avanzaba y se sentaba al borde del colchón. Lalisa pudo visualizar lo que traía: vendas, gasas, tijeras y agua. ─ Pero está a salvo. A ella también cuidamos.

─ Perdón... pero, ¿quién eres?

La rubia se quedó en silencio y luego se encogió de hombros. ─ No tengo un nombre. ─ Respondió. ─ Ayudante de Hades.

─ Es un nombre algo largo... ─ Sonrió Lisa dejando que la joven alzara su camiseta e inspeccionara la venda.

─ Me lo han dicho. ─ Alzó la mirada y se encontró con los orbes confusos de la japonesa. ─ ¿Cómo te sientes?

─ Cansada. ─ Admitió. ─ ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

─ Tres años. ─ Respondió como si nada, logrando que la chica saltara de su sitio, asustada.

─ ¡¿Tres años?! ─ Lalisa se encogió y formó una mueca al sentir que su herida punzaba.

─ Hey, hey, cálmate. ─ La rubia prácticamente le obligó a sentarse de nuevo y rascó su nuca. ─ Solo bromeaba, pasaron tres días apenas. ─ Se ganó una pesada mirada por parte de Lisa y después volvió a su sitio.

─ Muy graciosa. ─ Reprendió dejando que la joven retirara la venda de su torso para poder cambiarla por una nueva. Apoyó sus manos sobre sus rodillas y cerró sus ojos al sentir los cálidos dedos de la rubia. ─ ¿Cómo llegué hasta aquí?

─ Yo te ayudé. Después de ser atacada impedí que te llevaran. ─ Explicó con calma dejando a un lado las vendas ya usadas, y retiró la gasa que cubría la herida de la pelinegra. ─ Chronos dejó a mi Señor tu cuidado y el de JiSoo.

Aunque la respuesta de la muchacha sirvió para calmar los nervios de Lalisa, ésta se sintió culpable por haberse ido sin avisarle a Jennie. Mordió su labio inferior y su índice empezó un golpeteo en sobre su rodilla de forma nerviosa. ¿Y si se enfadaba?

─ ¿Cómo ves la herida? ─ Preguntó esperando tener una respuesta positiva, deseaba volver cuanto antes al mundo mortal para poder darle una explicación de su ausencia a la coreana y, sobretodo, cumplir con su palabra de protección.

─ Mucho mejor. ─ Curvó una sonrisa. ─ Sanó casi por completo, pero parece que dejará una cicatriz.

Lalisa intentó girar su cabeza para poder verla pero falló en su intento. Resignada soltó un suspiro y su mirada recayó sobre su brazo, este también mantenía una cicatriz de la primera vez que intentaron envenenarla. Aunque no le gustaban esas marcas sobre su cuerpo, era mejor tenerlas a estar muerta.

─ ¿Entonces puedo irme? ─ Volvió a preguntar, observando con atención como la rubia acomodaba todo sobre la bandeja sin la necesidad de utilizar lo que había llevado. La vio negar y frunció el entrecejo.

─ Hades quisiera que veas algo primero.

─ Yo... yo quisiera volver. He estado ausente por mucho y...

─ Volveremos. ─ La cortó de inmediato. ─ Pero antes de que regreses con JiSoo tienes que ver un par de cosas.

La tailandesa terminó aceptando sin querer hacerlo realmente. Sin embargo, si esa joven junto a Hades le habían salvado la vida, lo mínimo que podía hacer en agradecimiento era cumplir con lo que pedían.

Saliendo de ese improvisado cuarto el calor del lugar era todavía más asfixiante. Tomó el cuello de su camiseta y lo movió buscando algo de aire fresco.

─ Uno se llega a acostumbrar. ─ Comentó la rubia guiando a la chica por un largo pasillo y así tomar una embarcación que las llevara a las puertas del Inframundo.

─ ¿Es así en el Tártaro? ─ Preguntó.

─ Algunos dicen que es peor, otros que tus dedos pueden llegar a congelarse y caerse por el frío. ─ Dijo encogiéndose de hombros. ─ Nunca lo sabremos.

Lisa bajó la mirada con la firme creencia de que su padre era lo suficientemente fuerte como para soportarlo. Calor o frío... no eran suficientes para acabar con Ares.

Se sintió mucho mejor cuando sus pies tocaron el suelo mortal, después de un largo viaje por el río Aqueronte fue un total alivio escuchar que abandonaban el reino de Hades.

La tierra bajo sus zapatos se hundió y tuvo que respirar hondo para no vomitar por el rápido cambio de un lugar a otro.

Miró a su acompañante y luego al lugar que las rodeaba.

─ ¿Dónde estamos? ─ Cuestionó.

─ En Seúl... algo alejadas de tu lugar habitual pero a salvo.

─ ¿A salvo? ¿Nosotras?

─ Todos. ─ Respondió sin mucho apuro.

Lalisa empezaba a acostumbrarse a recibir respuestas inconclusas, suspiró y le siguió el paso a la rubia. El lugar era un inmenso campo, no habían muchos árboles pero los que ya estaban plantados eran inmensos y con las hojas algo secas. Lo que en verdad predominaba era el césped sin podar y con las puntas caídas de lo largo que era. Ese lugar había sido olvidado por todos, o eso es lo que parecía.

Tras un corto y silencioso paseo por el campo ambas se detuvieron. La pelinegra estuvo por volver a preguntar pero sus palabras quedaron atoradas en su garganta al reconocer la única y deteriorada casa frente a ella.

Cuando Chronos fue capturado y obligado a hacerla ver parte de sus recuerdos esa casa estaba entre las visiones. Su corazón se aceleró ante la confusión que experimentaba y el mal presentimiento que la envolvía. Miró de reojo a su guía y luego miró sus pies, parecía que algo la detenía, pero solo era el miedo a lo que podría encontrar.

─ Vamos. ─ Pidió la rubia dándole unas palmadas a la tailandesa.

Mientras avanzaban Lalisa se convenció de que ese lugar no podía ser habitable. Muy cerca escuchaba que alguien golpeaba madera o, tal vez, la cortaba, no estaba segura. Su irregular respiración cesó cuando estuvo frente a la despintada puerta. Quizá visitar una casa como esa de noche no era lo más inteligente, quizá debía disculparse con esa chica, darse media vuelta y escapar hacia su hogar.

Tragó saliva y esperó. Bastaba un pequeño empujón a la puerta para que se abriera, y así lo hicieron. Lisa escuchó el tétrico sonido del metal oxidado y después vio aparecer frente a sus ojos el interior de ese hogar. Como lo pensó, solo un loco podría quedarse allí. Los sillones rasgados y empolvados, pintura desgastada, paredes con moho en las esquinas, una pequeña e improvisada cocina que ocupaba la mitad de la sala y, como último detalle, el olor a humedad llegaba a ser molesto.

La poca iluminación del lugar le permitió ver un estrecho pasillo que llevaba a, probablemente, la única recámara que esa casa poseía. No se podía imaginar las condiciones de esa habitación, probablemente solo habría un colchón sobre el suelo.

─ ¿Quién podría vivir aquí? ─ Susurró Lalisa.

─ Solo una persona. ─ Respondió la rubia, guiándola al interior de la casa. Bien podría haberse ahorrado el tour por el interior de la misma, pero deseaba que la tailandesa supiera las condiciones en las que se encontraba la dueña.

Lalisa no se atrevió a hablar, la siguió hasta la parte trasera de ese lugar y no fue necesario mover la puerta corrediza ya que los grandes vidrios habían sido destruidos y solo quedaba el marco de metal que les daba acceso al que parecía un patio trasero. Allí, pegada a la pared había una mecedora de madera y sobre esta una mujer que miraba hacia el cielo, completamente fascinada por la luna llena.

─ Lalisa. ─ Dijo la rubia. ─ Deseo presentarte... ─ Hizo una pausa y después sonrió. ─ Mejor dicho, deseo que saludes a una vieja amiga. ─ Miró en dirección de la anciana que no había apartado su atención del cielo y carraspeó bajo. ─ YooJin, tienes visitas.

•••

PLOT TWISTTTT

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro