XXVI. Midnight

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Ese día Lalisa había aprendido mucho. Y era justo darle crédito a los compañeros de Jennie, el pequeño grupo de jóvenes la habían instruido con lo básico pero muy importante para así atender cómo era debido a los clientes. Era buena aprendido. Jamás pensó que se sentiría orgullosa de llevar cuatro bandejas a la vez para mesas diferentes, aprenderse las órdenes de memoria y recibir buenas propinas.

— Es divertida. — Dijo Sungjae mientras se echaba un trapo a su hombro y se cruzaba de brazos.

— Y linda. — Concluyó SeungWan con una sonrisa.

Los dos miraban a la tailandesa hacer malabares con tres botellas de agua, haciendo reír a un pequeño niño que aplaudía a su proeza.

— ¿Linda? — Preguntó el chico mientras alzaba ambas cejas. — ¿Es aquí cuando me terminas y te vas con ella?

La chica giró los ojos y se acercó a su novio. — Exagerado.

Lisa, ajena a la conversación que la pareja tenía, detuvo su pequeño juego cuando la campana de la puerta volvió a sonar. Dejó las botellas sobre una mesa desocupada y se acercó a la nueva clienta que la miraba sorprendida.

— ¡Lisa! — NaYeon besó su mejilla tomándola por sorpresa. — No sabía que trabajas aquí, seguro la mandu no me lo dijo para no compartirte...

La tailandesa soltó una pequeña risa. — Me gustan sus mejillas. — Aclaró.

— Ya te engatusó. — Bromeó antes de pararse de puntitas para poder mirar por sobre el hombro de la chica. — ¿Puedes llamarla? Necesito hablar con ella, es urgente.

— Yo la estoy reemplazando por hoy. — Lalisa sabía que no debía distraerse, y lo último que quería era meterse en problemas. Por lo que tuvo que salir del restaurante mientras le hacía una señal a NaYeon para que pudiera seguirla. — Ahm... ¿deseas que le dé un mensaje? — Se inclinó un poco y susurró: — Es que ahora está estudiando.

— Por eso es que me ignora desde ayer. — Infló su mejilla izquierda y tras pensarlo por unos segundos regresó su mirada a la más alta. Frente a ella tenía una oportunidad única. — Lisa, ¿alguna vez has ido a una súper fiesta?

Además de bailes aburridos que organizaban en el Olimpo entonces la respuesta sería: — No... no realmente.

— Entonces tú... — NaYeon apuntó con su índice el pecho de la pelinegra. — Estás invitada, eres completamente bienvenida.

— ¿Yo? ¿De verdad?

La más baja asintió varias veces. — Claro que sí. Y, ¿sabes? Creo que si tú vas, Jennie también lo hará.

— Eso me gustaría.

— Se la vive tomando el papel de madre responsable y no me mal entiendas, la admiro mucho por ello. Pero deseo que se divierta por una noche al menos. ¿Qué te parece?

— Se lo diré. Prometo que- — La sonrisa de Lisa desapareció cuando miró a un muchacho acercarse a la puerta del local, ella rápidamente se interpuso en su camino.

— ¡Que coincidencia, Lalisa aquí!

Nayeon miró al chico que había acompañado a Jennie el día anterior hasta la cafetería y después a la tailandesa que parecía estar luchando para no sacarlo a patadas de allí.

— ¿Se conocen? — Preguntó.

— Lamentablemente.

— Sí.

Respondieron al unísono.

— ¿Qué haces aquí?

— Vengo a comer algo... y a visitar a mi amiga Jennie.

Lalisa apretó los dientes, dio un paso hacia adelante y sin ninguna pizca de miedo miró al muchacho. — Vete. — Ordenó. — Ella no está aquí.

— Tal vez deba llamarla, quería invitarla a salir hoy. — Dijo con una sonrisa burlona, disfrutando por completo cómo la chica apretaba sus puños y se contenía para no iniciar una pelea. Lisa podía ser la mejor en muchas cosas, pero fingiendo era terriblemente mala.

— Eso no se podrá. — NaYeon sabía que no debía entrometerse pero, ¿qué más daba? Le encantaba el chisme. Se acercó al más alto y apoyó su codo sobre el hombro ajeno. — Verás, galán. Jennie hoy por la noche tiene que estudiar conmigo. No tiene tiempo para citas. Vine aquí para darle las gracias a Lisa porque, bueno, ella realmente es una dulzura al cubrir a mi amiga y así pueda ponerse al día.

Lalisa intentó no sonreír. Esa chica ahora le agradaba más. Por su parte, metió sus manos en los bolsillos de su oscuro delantal y se meció de adelante hacia atrás, gozando de esa expresión confundida de YoonGi.

— Bien, Lisa, fue agradable hablar contigo. — NaYeon se acercó a la tailandesa y se colocó de puntillas para llegar a su mejilla. — Nos vemos por la noche. — Susurró muy bajo para que el chico no escuchara, le dio un pequeño beso y se separó para dirigirse al otro, dándole unas palmaditas a su pecho. — Adiós Antonio.

— Es YoonGi.

NaYeon movió su mano de forma despreocupada y se alejó.

— Tú también deberías irte. — Dijo Lalisa en dirección del chico.

— ¿En serio? Qué tan bajo caes solo para ayudar a estúpidos humanos. Cómo alguien como tú le está dando tantos problemas al Concilio. — Dijo con repudio. Miró de pies a cabeza a la tailandesa y soltó una risa.

— Alguien como yo terminará por romperte la nariz si no te vas. — Respondió sin tomarle importancia. — Hazlo ahora y aléjate de Jennie.

— Ella es libre de elegir a sus amigos, ¿no? Ayer hablamos y me lo dijo.

— ¿Ustedes hablaron?

— ¡Claro! Los humanos son estúpidos, confían en cualquiera que les hable bonito. Y Jennie... — Sonrió con malicia. — Esa chica es ingenua, torpe y estúpida... algo divertida he de admitir-

Lalisa no le dio la oportunidad de seguir, su mano tomó el cuello del chico y lo alzó, para luego poder patearlo a un costado de su abdomen, escuchando el crujir de algunas costillas. Un sonido reconfortante que calmó bastante su ira. A su percepción, lo había mandado dos o tres metros lejos.

Sabía dónde estaba y no podía llamar la atención de las personas que estaban dentro del lugar, por lo que -de mala forma- se dio media vuelta dispuesta a ingresar, a YoonGi le costaría dos o tres minutos para poder reponerse. Podía permitir que él la insultara, pero meter en discusión a Jennie jamás lo dejaría pasar.

Jennie había terminado con éxito el cuarto capítulo de siete en total. La ayuda de Lisa le había beneficiado lo suficiente y le era inevitable no sonreír cada vez que pensaba en ella, para suerte suya, tener a la tailandesa en su cabeza no le impedía estudiar y aprender sobre los temas que probablemente llegarían en su examen el día lunes. YeRim se encontraba a su lado estudiando lo propio y frente a ella MinJeong realizando las ecuaciones que en su colegio le habían dejado, intentando no molestar a sus dos hermanas, preguntándoles solo lo necesario.

El silencio acabó cuando, a las seis de la tarde en punto, llamaron a la puerta. Jennie ya podía intuir de quién se trataba por lo que se levantó del lugar que había ocupado todo el día en la mesa y se dirigió a la puerta con su corazón agitado, sin embargo, para su sorpresa era Mina que bajo su brazo llevaba un empaque forrado con papel de regalo y un listón rojo.

—JiSoo dijo que Lalisa podría estar aquí. — Dijo la rubia manteniendo una expresión neutra, alzó su ceja y ladeó su rostro. — ¿Lo está?

—Hola a ti también. — Comentó Jennie con sarcasmo, poco a poco se acostumbraba al carácter de la joven. — A decir verdad, esperaba por ella.

—Bien. — Mina estiró el regalo y se lo entregó a la coreana. —Esto es de parte de YooJin. Le dije que podía esperar al domingo para dárselo, pero insistió en que fuera hoy. — Miró por sobre la cabeza de la chica y divisó a MinJeong entretenida haciendo garabatos en una hoja, automáticamente sonrió, le tenía cierto aprecio a la pequeña. — Saluda a tus hermanas de mi parte. Ahm... Debo irme.

—Aguarda. — Jennie logró detenerla, sabía que Mina era experta escabulléndose y que la perdería de vista una vez esta se diera media vuelta. — ¿Qué es todo esto? — Preguntó alzando el paquete.

—¿Eh? — La más alta se cruzó de brazos y entrecerró los ojos. — Hoy es el cumpleaños de Lalisa. Y eso... —Señaló el paquete. — Es algo que YooJin tejió para ella. No vayas a arruinar la sorpresa, es un sweater. Azul. Lisa se verá graciosa porque es inmenso y-

—¡¿Su cumpleaños?!

Jennie amplió sus párpados y sintió que se atragantaba con su propia saliva, tal vez podía estar exagerando, pero ese era un tema con importancia para ella; primero porque se trataba de Lalisa y por último porque la había enviado a trabajar todo el día solo para poder estudiar. De repente la emoción por ver a la tailandesa se transformó en culpa y vergüenza. Ni siquiera le había podido hacer o comprar algo.

—YooJin reaccionó de la misma forma. — Se burló. — Y estos dos días se puso a tejer como loca. — Cuando Mina se dio cuenta que la reacción de la coreana no era fingida y que en verdad le afectaba el tema, borró su sonrisa. — ¿Sabes algo? Y no lo tomes a mal. A Lalisa no le interesa saber sobre esta fecha. — No mentía, Hades le había comentado que tanto Ares como su hija no celebraban esos eventos, a decir verdad, los cumpleaños eran infravalorados en el mundo de los dioses. — Ahora sí, debo volver. — Mina inclinó su cabeza en señal de despedida y desapareció de ahí dejando caer una pluma negra como marca personal.

Jennie se quedó en esa misma posición durante un largo rato, pensando en cómo Lalisa no daba crédito a una fecha tan especial como esa, ni siquiera la había mencionado. Mordió su labio inferior y bajó la mirada hasta el paquete que sostenía, debía ser cierto que a la tailandesa no le gustaba celebrarlo ya que ni YooJin estaba enterada. Cerró la puerta y pasó de largo a su habitación para poder guardar el regalo.

—¿Quién era? — Preguntó YeRim en el camino.

—Mina.

—¡¿Mina unnie!? — MinJeong se paró sobre la silla emocionada. —¿Sigue afuera? ¡Hazla pasar!

—Ella...estaba ocupada. — Respondió vagamente encerrándose en su cuarto.

Mientras más anochecía, Jennie miraba con más desesperación la hora en su teléfono, hacía dos horas que el turno de Lalisa en el restaurante había acabado, ya debía de estar allí como lo había prometido por la mañana antes de irse. No deseaba parecer una novia controladora, -que no era ni uno ni lo otro-, pero deseaba ver a la tailandesa y al menos abrazarla.

Estuvo tan sumergida en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando YeRim se asomó por el marco de la puerta de su habitación con una sonrisa.

—Querrás ver esto.

El corazón de Jennie se agitó cuando miró a Lisa parada a mitad de la sala, con un ramo de rosas azules en la mano.

—SeungWan y Sungjae me dijeron...— La tailandesa tuvo que acercarse a la coreana ya que esta parecía no salir de su trance. — Ellos dijeron que cuando invitas a alguien a... ¿una cita? — Preguntó hacia YeRim quien asintió varias veces. — A una cita, debes llevarle algo que le guste. Y tú dijiste alguna vez que te gustan las rosas azules.

—¿Una cita?

Lisa asintió. — Bu-bueno... no sé si deba considerarlo como tal, quiero que vengas conmigo a esa fiesta. NaYeon me invitó también pero yo iré solo si tú lo haces.— Aclaró, sintiéndose totalmente aliviada cuando Jennie le sonrió con ternura, tomando el ramo de rosas y besando su mejilla en agradecimiento.

La tailandesa podía ser muy adorable e inocente en ocasiones. A la coreana le sobraría el tiempo para reclamarle a su amiga por usar a alguien como Lisa para que acudiera a su tan molesta e innecesaria fiesta para celebrar el inicio de los parciales. Sin embargo, en un momento como ese, no podía negarse a la petición de la mayor.

Se veía muy bien en esos jeans negros ajustados, camisa blanca y casaca de jean negra que era unas tallas más grandes que ella. Algo tan simple realzaba su belleza.

Es la hija de un dios, ¿qué esperabas? Habló consigo misma.

—Mmm... ¿Jen? — Preguntó MinJeong. — Se te cae la baba.

—¡Shhh! — Jennie se giró para que nadie notara su sonrojo, aunque su reacción había sido tardía. Fue pillada mirando de más a la tailandesa.

—¿No se parece a una manzana? —Preguntó Lalisa con una sonrisa.

—Yo le veo parecido con un tomate. — Dijo la pequeña.

—¿Qué tal un pimiento? — YeRim también se unió a las burlas.

—¡Cállense! Y-yo iré a prepararme...

El tiempo récord -según YeRim- era de dos horas para que Jennie estuviera lista, sin embargo, la mayor de las Kim las sorprendió cuando después de cuarenta minutos se apareció.

(+) referencia a su atuendo en el multimedia, hagan como que el cabello esta suelto y yap.

Lalisa tragó saliva ante lo hermosa que lucía la coreana, el conjunto negro que había escogido le quedaba perfecto, sumado a su largo cabello suelto y el maquillaje no tan excesivo era una combinación que merecía la pena grabar en su memoria para siempre. Automáticamente se levantó de su asiento en el sofá y se acercó a Jennie con una tonta sonrisa.

— Te ves preciosa. — Halagó. No había pasado por desapercibido que la ropa escogida por la coreana hacía juego con la suya.

— Hermana, vas a una fiesta no a una pasarela.

Oh, pero estaba muy cerca, Jennie conocía muy bien las fiestas que Im NaYeon organizaba y su ropa, quizá, sería la menos llamativa en esa casa. Hizo caso omiso a las palabras de sus hermanas y tomó el brazo de Lisa. — ¿Nos vamos?

— Por supuesto.

La mayor antes de poder desfilar por toda la sala y llegar a la puerta principal miró a YeRim. — ¿Entonces no hay ningún problema si las dejo? — Solo para cerciorarse preguntaba, tampoco consideraba justo salir y dejarlas en casa.

— No lo hay, ve y diviértete, lo mereces. — YeRim miró a Lalisa y esta vez adoptó una seria expresión. — La quiero antes de la una, sana y salva.

La azabache no tardó en alzar su mano derecha. — Lo prometo.

Para alguien que había crecido entre suaves melodías de pianos y violines, la estruendosa música que cubría la enorme casa de NaYeon le molestó tan solo un poco. Bajó la mirada hasta Jennie y su inseguridad se esfumó cuando esta le sonrió mientras tomaba su mano para poder guiarla dentro del lugar. Jóvenes bailaban por aquí y por allá, cada uno con un vaso de plástico, había una barra libre atendida por el primo de Im, en una esquina un DJ escogía música apropiada para la ocasión y, para finalizar, el olor a alcohol atacó bruscamente sus fosas nasales. Muchos de esos detalles pasaron a segundo plano cuando notó que Jennie capturaba la mirada de muchos chicos, y tal vez no le hubiese molestado en otras circunstancias, pero se sentía incómoda, con un nudo en la garganta que le impidió hablar por varios minutos.

— ¿Estás bien? — Preguntó Jennie alzando la voz para que la tailandesa pudiera escucharla.

— ¡Claro! — Lisa tuvo que inclinarse y su aliento chocó con el cuello de la menor. — ¿Qué se supone que debamos de hacer?

Jennie, completamente emocionada, sonrió con complicidad y a lo lejos divisó a su amiga. Sin dudarlo jaló consigo a la más alta. — ¡Ahora vivirás una verdadera fiesta!

La música era buena, no podía negarlo, Lalisa miró la interacción de Jennie con NaYeon y todos sus compañeros de universidad. Por un momento creyó que sería excluida, pero la coreana se encargó de presentarle a cada uno de sus amigos, recalcando una y otra vez que era una persona importante, tomando su mano y rechazando amablemente a las personas que se atrevían a invitarla a bailar. Todo el grupo tenía un lugar reservado en un rincón de la sala, muy cómodo si le preguntaban.

Después de una hora aclimatándose, pudo acostumbrarse a las bromas, bailes extraños y cantos desafinados. Lalisa todavía no se había atrevido a probar una gota de alcohol, porque definitivamente lo último que allí había era agua pura o, en su defecto, vino. Las costumbres terrestres eran muy diferentes a las suyas, pero no le desagradaba, sobretodo si tenía a una acompañante tan paciente como Jennie.

Una nueva canción empezó y todos se emocionaron. Lalisa no comprendió la euforia.

— Es HIP. — Gritó Jennie hacia la castaña completamente emocionada. Porque esa canción no era una cualquiera, era LA canción.

Jennie miró a la tailandesa, toda la noche se la había pasado sentada en ese sofá, y no es que le fastidiara el hecho de que su acompañante fuese cohibida, pero deseaba que al menos, por una vez en la vida, hiciera lo que quisiera sin importarle nada más.

Bebió de un solo trago lo que quedaba en su vaso y se dirigió a la tailandesa. — Bailemos.

— No sé hacerlo. — Dijo avergonzada.

Jennie le guiñó. — Yo te enseñaré.

La mirada de ambas chicas se encontraron en ese segundo y provocó tímidas sonrisas por parte de las dos. La coreana se atrevió a alzar su mano y mostrarle un corazón formado con su pulgar e índice.

Jennie guiaba. No era ningún baile que necesitara de coordinación. A decir verdad, ellas podían saltar y hacer cualquier tontería y nadie se daría cuenta, debían darle crédito al alcohol y su efecto en todos los jóvenes que se ocupaban de sus propios pasos de baile.

La coreana, armada de valor con ayuda del whisky, tomó las manos de Lisa para posicionarlas sobre sus caderas, empezando a moverlas al ritmo de la canción.

La tailandesa apretó sus dientes al darse cuenta que estaba frente a una grandiosa bailarina, sus manos sudaban y sus piernas reaccionaron empezando a seguirle el paso.

Lalisa aguantó la respiración cuando la coreana se giró para darle la espalda, pero sin despegarse de su torso. La suave voz de la cantante hacía contraste con los sensuales movimientos que Jennie ejecutaba, moviendo sus caderas de un lado a otro, alzando su brazo y agitando su cabeza dejándose llevar por la música. No podía pasar por desapercibido los pequeños roces entre el trasero de la coreana y su pelvis. Estaba aterrada, y no por el baile en sí, sino por lo que éste provocaba en ella. Ver en una faceta libre y extasiada a Jennie le gustaba.

La tailandesa alzó su mirada y se encontró con la de NaYeon que se limitó a hacerle una señal para que hiciera algo más que quedarse embobada mirado la forma en la que Jennie bailaba.

Lalisa tomó un gran respiro y su brazo rodeó la cintura de la menor, tomándola por sorpresa, pero apegando más sus cuerpos. Jennie, ya metida en su plan por obtener toda la atención y admiración de la mayor, se giró para tener una mejor vista de ella.

Ambas se sonrieron.

— Así... — Jennie felicitó a la chica cuando la vio moviéndose con facilidad siguiendo sus enseñanzas. Sus brazos rodearon el cuello de la más alta, mientras está la abrazaba. Sintió que podía quedarse en esa posición toda una eternidad.

Lalisa estaba convencida que no habría sido capaz de ver a Jennie bailar de la misma forma con alguien más.

Incluso cuando la canción terminó, ellas permanecieron en la misma posición por varios segundos intentando recomponer sus agitadas respiraciones.

— ¡Ahora conmigo! — Una chica en notable estado de ebriedad arruinó ese momento, pasando entre las dos y tomando de la mano a Lisa para que pudieran bailar juntas.

— Lo siento. — La tailandesa hizo una corta reverencia y se soltó rápidamente solo para rodear la cintura de Jennie. — Ella es mi pareja. — Dijo. «Pareja de baile» se repitió tontamente mientras avanzaba lejos de todo el alboroto acompañada de la coreana.

Jennie sonrió con suficiencia y pasó por el lado de la chica con su pecho lleno de orgullo, como si hubiese ganado un Nobel. Ganándose risas y celebraciones por parte de NaYeon.

Cuando estuvieron lejos del grupo de amigos de Jennie, Lalisa dejó salir un largo suspiro mientras la soltaba y agitaba sus manos en busca de aire fresco.

— Eso fue asombroso... — Dijo, para luego mirar a la castaña. — Y-yo lo siento si baile mal o-

— Lo hiciste perfecto. — Felicitó acercándose a ella.

— ¿Podemos salir? — Preguntó con cierta pena mientras daba un paso hacia atrás, la valentía sacada unos minutos atrás se perdió y ahora solo sentía vergüenza ante la cercanía que habían tenido. — Siento que me ahogaré aquí.

— Ven conmigo.

Además de MiYeon, amiga de infancia de Jennie, NaYeon era la segunda persona que conocía muy bien la casa y era por fiestas como esas que lo hacía. Im era conocida por su grandiosa habilidad de hacer amigos y organizar grandes eventos.

Aprovechando la confianza que tenía con NaYeon, Jennie guió a la tailandesa hacia el patio trasero, pasando por la cocina y uno que otro compañero de clase que la saludaba.

Para tranquilidad de Lalisa, la música ya no era tan fuerte.

— ¿Por qué no hay nadie aquí? — Preguntó Lalisa al comprobar que nadie se atrevía a salir de esas altas y anchas paredes que conformaban la sala de NaYeon.

— Si alguien se atreve a dañar los rosales de la señora Im, nunca más habría este tipo de fiestas. La única regla es no salir al jardín y no subir al segundo piso. — Dijo de memoria todas las advertencias que su amiga le había repetido la primera vez que la invitó.

Lalisa asintió y se dedicó a mirar a su alrededor, no era nada fuera del otro mundo, le gustaba lo bien cuidado que se mantenía ese jardín, con flores adornándolo y el césped perfectamente cortado.

— ¿Entonces te gusta estar aquí? — Preguntó Jennie sin querer que el silencio entre la dos se prolongue.

— Es divertido. — Admitió. — Pero pasar mucho tiempo allí dentro me llega a marear. — Confesó mientras sobaba su nuca. — ¿Es malo eso?

— Para nada. Es que tú no estás acostumbrada a este tipo de ambientes... oh, pero, se veía que estabas muy cómoda bailando conmigo.

Esta vez fue el turno de Lalisa para sentir que sus mejillas se acaloraban. — Es... fue el momento. ¿Sabes? No creí que bailarías así, tan... bien.

Jennie se armó de valor para volver a acercarse a ella, lentamente su brazos los alzó y sus manos terminaron sobre los hombros ajenos. — ¿Y cómo acostumbran a bailar ustedes, la realeza?

La tailandesa soltó una corta risa. — Nunca me consideré parte de ella. — Sus manos atraparon la cintura ajena y sus pies iniciaron un lento movimiento.— Vas contando, un, dos, tres... así me enseñó papá. Aunque nunca le entendí. Y la música que ahora suena no ayuda en lo absoluto. — Rió bajó.

La sola mención de Ares hizo que Jennie rememorara la conversación que había tenido con Mina. No sabía con exactitud qué hora era, pero nuevamente el deseo por felicitar a Lalisa por su cumpleaños la atacó. Tragó saliva y miró directamente a la chica.

— Hoy Mina te estaba buscando.

— ¿Ah, sí? ¿Qué quería?

— Entregarte un regalo que YooJin hizo para ti.

Los movimientos de Lalisa se detuvieron y esa alegre expresión cambió a una más seria, casi enojada por lo que acababa de escuchar. — ¿Un regalo?

Jennie mordió su labio inferior bajando la mirada. — ¿Por qué no me dijiste que hoy era tu cumpleaños?

— Es un día sin importancia. — Cerró sus ojos por breves segundos y luego los abrió. — Nosotros no lo celebramos, tenemos una vida muy larga, la suficiente como para no prestarle atención a un año más o uno menos... como sea que quieras verlo.

Jennie empuñó la camisa de la mayor en la parte de sus hombros. — ¿Ustedes? — sintió una pequeña punzada en su corazón al volver a la realidad, ella no era como Lisa.

—Sé que suena mal pero yo no... yo no estoy acostumbrada, ¿sabes? He visto a gente soplar velas y pedir deseos, o a otros contar los días para que el día especial llegue. Para mí no tiene mucho valor porque no importa cuánto tiempo pase, seguiré siendo... esto.

—Se pierden de mucho. — Dijo intentando sonreír, intentando no verse afectada por las palabras de la tailandesa. — No hay nada como despertar y que toda tu familia te felicite, recibir los regalos y ser tratada como la persona más importante en el universo al menos por un día... es único.

— Solo tengo a mi padre y él es... bueno, a él le gustaba entrenar mucho, incluso en nuestros cumpleaños. Pero debo darte la razón en algo, me gustaba que me diera regalos. Aunque solo fueron dos. El más especial es una vieja túnica, negra y malgastada. Además de esto... — Su mano se escabulló bajo su ropa y pudo sacar a relucir el dije de oro que colgaba de su cuello.— No me lo dio exactamente en mi cumpleaños, pero es especial. Siento que cuida de mí.

Jennie examinó la cadena de oro y sonrió con ternura ante la expresión de la mayor. Podía verse reflejada en sus ojos el amor que le tenía a esa joya.

— ¿Podrías aceptar un regalo más? — Preguntó, su corazón latiendo como nunca la impulsó a dar un paso hacia adelante, terminando por rodear con sus brazos el cuello de Lalisa.

— Eres molesta.— Dijo con una sonrisa juguetona. — Y aun así no puedo negarme.

Jennie se encogió de hombros sin importarle la forma en la que había sido llamada, sabía que esa no era la verdadera percepción que Lisa tenía de ella. — ¿Lo tomas o lo dejas?

— Lo tomaré. Por hoy. Antes de que el día termine.

— Es una buena elección. — Susurró.

NaYeon, quien había estado espiando, hizo una rápida señal al DJ para que la canción cambiara. Aun sin importarle las quejas de sus invitados.

Cuando "Circus" empezó a sonar, Jennie se vio obligada de pararse en puntillas y, después de tanto meses queriendo hacerlo, capturó los labios ajenos en un dulce beso que, para su sorpresa, fue correspondido pocos segundos después. Sus piernas parecían gelatina, temblaba por completo pero el fuerte agarre que Lisa mantenía alrededor de su cintura la hizo mantenerse firme. Decidida. Feliz.

Besarla era como comer algodón de azúcar, suave y delicioso.

Estaba viviendo un sueño, o tal vez no, pero deseaba que ese momento se inmortalice mientras se resguardaba en los brazos de Lisa. Mientras sentía sus bocas moverse en perfecta sincronía.

Podía culpar al poco alcohol que su organismo llevaba, pero ¡al diablo! Era su más puro deseo desde que confirmó sus sentimientos. Era lo único que pudo saciar esa ansiedad que llevaba en su ser desde que hablo con YooJin.

Tal vez, y solo tal vez, Lalisa sí tenía tiempo para el amor. Y le emocionaba saber que era ella a quien había elegido.

Feliz cumpleaños, Lili.

Lejos de allí, un hombre junto a una rubia observaban la interacción de Lalisa con la mortal.

— ¿Deberíamos preocuparnos, señor?

Hades sonrió y negó. — No. Pero eligieron un mal momento. Dejémosla por ahora, mañana buscaré a Lalisa personalmente. — Hizo una pausa y se dirigió a su mano derecha. — Es tu deber cuidarlas.

— Como usted ordene. 

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