XXXI. Presión.

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Lalisa se dejó caer cuando su cuerpo ya no daba para más, segundos después, a su lado derecho cayó JiSoo y por el izquierdo, Mina. Las tres estaban exhaustas después practicar por horas todo lo que Hades les proponía. La tailandesa se limitó a cerrar sus párpados y a quedarse en la misma posición durante varios segundos mientras escuchaba las fuertes respiraciones de las otras dos chicas, ni entrenando con su padre quedaba tan cansada.

— Tal vez hoy exageré... — El dios reflexionó mirando a esas tres chicas fuera de sí. — Pero apenas es el quinto día y lo tienen merecido... ¿tú qué opinas? — Preguntó al caballo que, incluso después del largo día que había tenido, se mantenía firme, siempre cuidando de su dueña. El equino sacudió su cabeza de forma graciosa. — Lo sé, son débiles. — Dijo con una sonrisa alzando su mano para acariciar la cabeza del animal. — Muy bien, hora de proseguir. — Comentó con diversión.

— Eres algo cruel. — En esos días se habían acostumbrado a las presencias escurridizas de las bellas ninfas, y esa ocasión no fue la excepción. Hades no se asustó ante la repentina aparición de la mujer, por el contrario, la miró fijamente esperando algún reclamo adicional pero nunca llegó.

— ¿Debería darles un descanso?

— Deja que me encargue de ellas.

El dios negó. — No de nuevo. Ya tuve suficiente con la última vez que permití que las cuidaras. — Y allí se escondía la verdadera razón por la que ese día las había castigado con trabajos extra. Dos noches atrás, después de un entrenamiento justo, había permitido que esas mujeres cuidaran de sus pupilas. Grave fue su error el permitirles entrar en confianza, no sabía cómo lo habían logrado, pero terminaron organizando una "fiesta" que perduró hasta el amanecer. Quizá no era una tradicional de la época en la que se encontraban, pero parecía que las ninfas sabían como divertirse incluso en la intemperie.

Las melodiosas voces de las mujeres junto a la reserva de vino que guardaban celosamente en sus escondites fueron el acompañante perfecto para esa celebración, con Tristán incluido y un collar de flores alrededor de su cuello. Fue increíble ver hasta a JiSoo dejarse llevar por la euforia que el alcohol ocasionaba en su sistema.

— Queríamos darles la bienvenida. — Se excusó la mujer.

— Ya. Pero gracias a eso durmieron todo el día y perdieron horas de entrenamiento.

— Gracias a eso se distrajeron.

Hades sacudió su mano restándole importancia, miró al trío que todavía no recobraba conciencia y sintió algo de pena. — Bien, que coman algo. — Se rindió dejando caer sus hombros mientras se alejaba de allí, escuchando cómo la bella mujer llamaba a sus hermanas.

Lalisa escuchó cómo las ninfas iban de aquí para allá, no pudo evitar alzar su cabeza y cerró los ojos cuando se topó con el torso desnudo de una de ellas. Estaba acostumbrada a sus presencias pero no a su forma de vivir.

Dejando caer de nuevo su cabeza, suspiró.

Con la fogata ya lista y comida servida, las tres se sentaron alrededor del fuego siendo acompañadas por las bellas mujeres.

Lalisa se acomodó en el tronco de un árbol, tomando distancia de esas coquetas ninfas.

— No te vayas tan lejos. — Dijo una de ellas al notar que la tailandesa, como siempre, las miraba del cuello para arriba y trataba de no estar tan cerca. — ¿Es así de tímida siempre? — Preguntó a JiSoo quien se encogió de hombros.

— Eso parece. — Miró hacia la pelinegra y soltó una corta risa. — Jennie no sabrá nada de esto, Lalisa. No le tengas miedo.

Tal vez, pero no se sentía cómoda mirando de más y sabía muy bien que la pelirroja tampoco lo hacía, solo que ella sabía actuar muy bien su desinterés por las ninfas. Además, extrañaba tanto a la coreana que no tenía ánimos para defenderse. Lalisa no se molestó en responder y miró a Hades aparecer entre los árboles.

— ¿Qué tal un par de cuentos? — Preguntó el dios mostrando un cuaderno pequeño.

JiSoo dejó de prestar atención a la comida por primera vez y alzó su mirada, automática trago saliva al recordar su propio sueño donde conversaba con Hades sobre el diario de una mujer.

— ¿Qué es eso? — Preguntó Mina.

— Un diario. — Respondió sentándose al lado de la rubia, miró hacia Lalisa que se mantenía callada, no parecía estar disfrutando de la noche. No se consideraba admirador del romanticismo, pero le gustaba la forma en la que la tailandesa respetaba su relación, llegaba a ser hasta tierno. Ya tendría el tiempo de recompensar a esas dos lindas enamoradas cuando todo terminara, mientras tanto, debía enfocarse en sus propios planes. — ¿Lo leemos?

Una de las ninfas se asomó y arrugó el entrecejo al reconocer ese cuaderno. — No es correcto. Esto no debería tenerlo nadie más que su dueña.

— Está bien. — Habló de nuevo la voz femenina entre los árboles en un intento por calmar a su hija.— Si él lo tiene es por alguna razón. Deja que lo lea para todos.

Hades, agradecido hacia la mujer oculta, sonrió mientras abría en una página al azar, casi al finalizar el diario. Primero leyó él en su mente y, algo confundido, carraspeó.

— ¿Qué dice?

— Sangre divina será derramada. Y la tierra entera estará salvada. — Algo ambiguo, sin embargo, no pudo evitar mirar a Lalisa quien había adoptado una posición más cómoda flexionando las piernas y reposando sus brazos sobre las rodillas. «¿Se referirá a Ares?» Su buen sobrino había sido herido el día en que Lalisa nació.

Volvió a leerlo y avivó esa idea al recordar que no solo Ares había sangrado esa noche.

— ¿Eso qué quiere decir? — Por primera vez Lalisa hablaba ligeramente atraída por la cita textual.

— Intento descubrirlo desde hace muchos años. — Hades buscó unas páginas atrás donde se había tomado la libertad de hacer unas anotaciones. — El viejo cetro en nuevas manos. Levántense y alaben a su Rey.— Leyó. Habían dos opciones: la primera se refería a Zeus derrotando a su padre y tomando el control de todo, hace muchos años. Y la segunda opción la tenía frente a sus ojos, todavía no ocurría. — ¿Qué te parece, Lalisa? ¿Reemplazar a Zeus?

La tailandesa alzó sus cejas y se inclinó hacia adelante. — Es absurdo.

— No suena tan descabellado.

— Aunque pudiera, no lo haría. — Relajándose un poco volvió a recostarse en el tronco. — No me interesa volver a ese lugar. — Dijo en un murmullo que llegó a oídos del dios.

— ¿Te gusta este mundo o las personas? — Lalisa no pudo ocultar una sonrisa. — Atrapada. — Él borró toda muestra de diversión en su rostro y la señaló. — Debes concentrarte en tus verdaderos objetivos, Lalisa. No quiero sonar estricto, pero no quisiera que te distraigas con otras cosas, otros sentimientos.

La joven no respondió, la responsabilidad que cargaba de liberar a su padre y amigos estaba lejos de ser olvidada, ella cumpliría con su misión de tenerlo cerca de nuevo, sin embargo, odiaba a que, indirectamente, llamaran a Jennie una distracción. No la consideraba así, jamás lo haría.

— Si pudiera elegir entre ese paraíso y los mortales, me lo pensaría dos veces. — Mina habló en un intento por disipar la tensión creada. — Deberías reconsiderarlo, Lalisa.

— Tenlo tú. — Dijo sin mirarla. — Si alguien como yo derrotara a todos esos dioses, te cedo el mandato.

La rubia sonrió llevando sus ojos hacia JiSoo. — ¿Qué dices?

JiSoo miró sus manos, solo podía escuchar el crepitar del fuego mientras todos esperaban su respuesta.

— Estoy lejos de ser como ustedes.

Una semana.

Llevaba una semana sin ver a la tailandesa.

Jennie miraba su bandeja como si esta fuera la causante de su mal humor. Ni sus amigas y ni su hermana se atrevieron a preguntar lo que pasaba con ella, porque era obvio que la nueva ausencia de Lalisa era la causante de ese terrible estado de ánimo.

— ¿Entonces se fue a comprar cigarros? — SooYoung no era capaz de mantener el silencio, se suponía que sus horas libres eran para conversar y reír, no para pasársela mirando a Jennie refunfuñando a cada nada. — ¿Se fue y no volverá? — La mayor le dedicó una pesada mirada. — Lalisa no está, Lalisa se fue... — Tarareó logrando arrebatar gran parte de la paciencia a la castaña.

— Cállate. — Ordenó. A decir verdad, confiaba en la tailandesa, sabía que pronto volvería, pero la extrañaba, claro que lo hacía, necesitaba de esa dosis diaria de Lalisa que hacía sus días más felices. Sin embargo, también le molestaba que se fuera sin avisar, que Mina tuviera la libertad de llevársela lejos. Jennie no miraba la hora de volver a ver ese rostro lindo, con esa expresión confundida que tanto le encantaba. Pero, por supuesto, esta vez no daría su brazo a torcer tan fácilmente. No se dejaría llevar por los encantos naturales de la tailandesa, ni mucho menos se lanzaría a sus brazos como desesperada. No señor.

— Está apretando su burrito. — Nayeon susurró inclinándose hacia YeRim. — ¿Debemos preocuparnos?

— Solo se quedó pensando. — Respondió la menor completamente acostumbrada al comportamiento de su hermana. Bajó la mirada a su bandeja y frunció el entrecejo cuando notó que algo faltaba. — ¡Es mi burrito! — Se quejó llamando la atención de algunos estudiantes que por allí pasaban. Irritada se levantó de su asiento en busca de otro, porque uno, no comería el desastre que Jennie había ocasionado y dos, su tiempo libre estaba por agotarse.

— ¿Me traes uno para mí? — Preguntó SooYoung.

— No. — Molestó YeRim.

— Hija de... — A regañadientes la coreana se levantó de su asiento porque sabía muy bien que YeRim no le cumpliría ese favor. Pasó corriendo cerca de ella y golpeó su trasero con fuerza.— ¡Te lo mereces! — Gritó a la vez que huía de una furiosa Kim.

— Buh. — Nayeon apoyó el mentón sobre su puño observando la interacción de esas dos, y después volvió su mirada hacia Jennie que se encargaba de limpiar su mano con varias servilletas. — ¿Entonces se acabó la perfecta relación?

— Claro que no. Lalisa solo está... ella está... ahm...

— Ni tú lo sabes amiga. — Im se acomodó sobre su asiento y la miró con seriedad. — Debes darle un escarmiento.

— No es necesario. Claro que lo haré, cuando ella regrese la ignoraré tanto que hasta dudará de su propia existencia.

Nayeon sonrió complacida. — Me tienes orgullosa. — Estiró su mano robándole la última mordida de su emparedado y limpio sus manos antes de tomar su bolso. — Ahora debo ir por el profesor Park, debo hablar sobre el examen que reprobé.

Jennie giró los ojos. — Estabas copiando. — Aclaró.

— Sí, sí, copiar... comprobar resultados. Es lo mismo. — Le mandó un beso volado a su amiga y acomodó su cabello antes de alejarse.

La coreana siempre había querido tener esa mentalidad tan relajada, pero le resultaba imposible, sobretodo si tenía a una tailandesa rondando por su cabeza todo el tiempo, se preguntaba qué es lo que podría estar haciendo en ese momento o si al menos estaba durmiendo y comiendo bien. — Tonta. — Habló para el aire con un tono melancólico. Quería a su tonta de regreso.

— Tonto. — Le corrigieron.

Jennie rápidamente alzó la mirada y se encontró con YoonGi quien, sin ni siquiera preguntar, tomó asiento a su lado.

— En masculino. Pero no me considero tonto así que-

— No era para ti.

El chico alzó una ceja y miró a su alrededor comprobando que solo ellos dos estaban en esa mesa.

— ¿Gustas de hablar sola?

— ¿Te importa? — Estaba a la defensiva, sí, pero tener al muchacho cerca sentía que fallaba a la confianza que Lalisa había depositado en ella. Se supone que debía estar alejada de él, no compartiendo almuerzo a mitad de la cafetería.

— Uh. Alguien despertó con el pie izquierdo. — A él no le importaba la forma en la que era tratado, hasta le resultaba divertido ver enojada a la coreana. Era como un osito rabioso que no dejaba de verse adorable. — ¿Se debe a la ausencia de tu noviecita? — Bingo. La expresión de Jennie le confirmaba sus sospechas. — Entonces pasó de ser la que te prohíbe hablar conmigo, a ser tu novia. Gran avance.

— Deja de decir tonterías. — Lo miró con el entrecejo fruncido, la sonrisa en las facciones del muchacho solo la hacían enfadarse más. — Ella es-

— ¿Perfecta? Porque a tu amiga solo le faltó pegar carteles por toda la universidad con la foto de Lalisa. Gracias a ella me enteré de la noticia, por si te lo preguntabas. — El chico se giró en la banca y apoyó sus codos sobre el borde de la mesa, dejando colgados sus brazos. Se veía relajado. — Y es increíble que confíes en alguien como ella. — YoonGi podía jurar que la chica frente a él no sabía nada y que no estaba al tanto de la verdadera naturaleza que la tailandesa tenía. Así que, por simple gusto, quiso sembrar la desconfianza en la menor.

— ¿De qué hablas? — A la coreana no le quedó más que fingir interés en las palabras malintencionadas de YoonGi.

Él inclinó su cabeza en dirección de la chica con una sonrisa. — Nada en concreto. Pero yo no confiaría en alguien que desaparece de la nada. ¿Te soy sincero? Es hasta raro.

— Pero yo no soy tú. — Sentenció la coreana entrecerrando los ojos. — Confío en ella.

YoonGi se encogió de hombros. — Tampoco he visto a mi delegada, JiSoo no es de faltar. — Levantándose de su sitio al ver que YeRim y SooYoung volvían, se despidió con su mano. No era bueno lidiando con más humanos, su límite era solo uno y Jennie era la elegida. — Nos vemos luego, linda.

— Prefiero Jennie.

— Linda suena mejor. — Fue retrocediendo de espaldas. — Adiós.

— Que no soy linda.— Refunfuñó la coreana.

— Ya sabemos que no lo eres. — Su mejor amiga llegó a su lado, mirando al chico que se había puesto la capucha para caminar lejos de la mesa. — ¿Qué pasa con ese sujeto?

— Es molesto. — Jennie tuvo la intención de robar la comida que su hermana llevaba sobre la bandeja pero esta rápidamente la evadía.

— Saca. — Dio un manotazo a la mano de la mayor y se sentó tomando distancia de ella. — Creí que eran amigos.

Jennie pensó su respuesta porque, en un comienzo, realmente creyó que el chico podría ser su amigo. Sin embargo, tras conocer la identidad de Lalisa y escuchar las advertencias de esta hacia YoonGi, supo que era mejor mantener distancia. «No es bueno.» Pensó. Nadie que le deseara el mal a su novia podía ser de su agrado.

— No me gusta. — Dijo SooYoung adelantándose a la castaña. — Hay algo en él que no me convence. — No era una persona prejuiciosa pero había mala vibra por parte del chico, así que, la decisión de Jennie por mantenerse alejada le pareció correcta.

— Eso. — Jennie señaló a su amiga con una sonrisa. — No confío en él.

Para suerte suya, su hermana y amiga no reclamaron su decisión de querer evitar a YoonGi. Así que el tema quedaba zanjado. Cuando el descanso acabó, las dos se levantaron para asistir a sus próximas clases, mientras que Jennie ordenaba sus cosas para salir de la universidad y dirigirse a su trabajo. YeRim se despidió con un beso en la frente y SooYoung con un golpe en la misma zona.

En cualquier situación habría estado mirando su teléfono para ver si su adorada novia le había mandado un mensaje, pero ni eso se daba el lujo de hacer ya que la tailandesa no se dignaba a tener uno. «¿Y si se lo regalo?» Rápidamente se deshizo de la idea, su dinero era justo y tampoco estaba dispuesta a presionar a Lalisa para usar algo que, obviamente, no le llamaba la atención.

Saliendo de las instalaciones de la universidad, iba con su mirada pegada al interior de su bolso para cerciorarse de que todo estuviera guardado y ordenado. Una vez segura de que nada le faltaba alzó su mirada y allí, parada en el mismo lugar donde siempre la esperaba, estaba Lalisa. Jennie tragó saliva al verla y hasta frotó sus ojos para asegurarse de que no era una ilusión.

Sus propias palabras resonaron en su cabeza. "Cuando ella regrese la ignoraré tanto que hasta dudará de su propia existencia." Y bueno, ella estaba dispuesta a cumplir su promesa...

Al menos por dos segundos.

Porque cuando se dio cuenta, sus piernas la llevaban directamente hacia la tailandesa. Con su corazón agitado y alegría por verla, se lanzó a los brazos de Lalisa, rodeando el cuello y la cintura de la mayor con fuerza, intentando unirse a ella para así no tener que separarse de nuevo.

Para Lalisa fue maravilloso ese recibimiento. El temor a tener que enfrentarse a una Jennie molesta se esfumó una vez la tuvo entre sus brazos, con mucha facilidad la sostuvo y dejó escapar una risa cuando recibió un par de golpes en su hombro como protesta.

— Sigo enojada. — Aclaró la coreana cuando sus pies tocaron el suelo de nuevo, la diferencia de alturas -a lo lejos- era adorable. Jennie se dedicó a mirar el pecho de Lalisa negándose a tener contacto visual.

La tailandesa no se quedaría tranquila, sus manos tomaron las mejillas de Jennie y, aunque esta se resistió al comienzo, lentamente fue alzando su rostro obligándola a verla. Deseaba disculparse primero, pero no pudo resistirse y terminó inclinándose lo suficiente como para alcanzar los labios de su novia.

Aunque Jennie estaba enfadada no se negó a esa unión, había estado esperando volver a besarla, volver a sentir el cálido y suave tacto que Lalisa tenía cada vez que se adueñaba de sus labios.

Cuando el oxígeno escaseó ambas tuvieron que separarse sin querer hacerlo realmente. Lalisa apoyó su frente sobre la ajena por breves segundos antes de alejarse y abrir sus ojos solo para encontrarse con la tierna mirada que la coreana siempre le brindaba.

— Lo lamento. — Dijo en un murmullo. — No quise irme sin explicaciones.

— Espero tengas una muy buena. Porque sigo molesta. — Nuevamente mentía, no lo estaba, ¿por qué no podía enfadarse con Lalisa por más de cinco minutos? Antes de verla podía haber jurado que estaba enojada, pero una vez la tuvo frente a ella sus defensas bajaron por completo.

La tailandesa asintió.

— Que no sea "tuve que entrenar". — Aclaró Jennie haciendo una casi perfecta imitación de la mayor.

— ¿Yo hablo así?

— Lalisa. — Llamó con seriedad.

— Esa era mi explicación... — Confesó llevando su mano hasta su nuca. — Hades me pidió entrenar.

— Creí que eso ya lo hacían.

— No, no, no. Bueno sí, pero de otra forma... — Lalisa miró a su alrededor y se agachó para tomar el bolso de la coreana que había quedado en el olvido cuando se lanzó a ella. Lo colgó sobre su hombro y luego tomó la mano ajena. — Tenemos hablar.

— ¿Sabes que a veces esas palabras son una antesala a "terminemos"?

— ¿Terminar qué?

Jennie giró los ojos y terminó por entrelazar sus dedos con los de Lalisa. — Olvídalo.

La tailandesa decidió no preguntar por el momento, no deseaba hacerla enojar más. — Te daré mi explicación.

— Me dijeron que estabas fuera. — La pareja apenas dio unos pasos cuando escucharon esa molestosa voz. — Me alegra que estés de regreso.

Si Lalisa hubiese tenido la libertad de enfrentarlo en ese preciso momento, lo habría hecho, solo para arrancarle la lengua y evitar que volviera a hablar. Lentamente fue girándose junto a Jennie y se encontraron con YoonGi.

— Jennie se veía triste por tu ausencia. Por suerte estuve ahí, como buen amigo.

La tailandesa apretó sus dientes intentando tranquilizarse, sabía muy bien dónde se encontraba y Chronos ya no estaba cerca para detener el transcurso del tiempo por si una pelea entre ellos dos iniciaba.

— Piérdete.

— Solo quería saludarlas. ¿Es que no puedo? — YoonGi se cruzó de brazos mientras daba un par de pasos hacia adelante, sabiendo muy bien que estaba a salvo de cualquier golpe. No quería terminar con tres costillas rotas de nuevo. — ¿Por qué tienes que estar siempre a la defensiva?

— Gracias por preocuparte por ella, pero nosotras ya nos íbamos. — Lalisa admiraba el tacto que la coreana tenía, sobretodo si era con alguien tan desagradable como YoonGi. — Si nos disculpas...

El muchacho alzó sus manos. — Como quieran. Nos vemos mañana, linda.

El autocontrol no era algo que Lalisa tuviera bien definido, no sabía cómo estaba conteniendo las ganas de golpearlo. Tomó un respiro y sintió cómo Jennie la jalaba para salir pronto de allí.

Ambas le dieron la espalda en un intento por deshacerse de él.

— Una última cosa... — Llamó. — Cuídate mucho Jennie. Parece que todas las personas que aman a Lalisa siempre terminan lejos... o muertas.

Y ese comentario se convirtió en la gota que derramó el vaso. Una punzada en su corazón le daba crédito a las palabras del idiota ese, empezando por su padre, hasta la traición de Afrodita, de una u otra forma le habían arrebatado a gente importante.

La coreana por primera vez sintió miedo a la reacción de Lalisa, porque no solo había soltado su mano y su respiración se tornaba irregular, sino también porque estaba siendo testigo de cómo los ojos de la mayor cambiaban lentamente hasta ser consumidos por la oscuridad. Tenía presente que una vez Lalisa se girara todo se arruinaría, rápidamente se posó frente a la más alta y tomó entre sus manos las mejillas ajenas.

— Lisa... — Llamó con desesperación. — Por favor, vámonos. — Sus piernas quedaron paralizadas cuando miró cómo la primera lágrima se deslizaba hasta chocar con su palma. Comprendió entonces que esas palabras habían sido más que una simple provocación para la tailandesa.— No sabe lo que dice... — Susurró, agradeciendo que sus ojos volvían a la normalidad paulatinamente.— Yo sigo aquí.

Al muchacho no le gustaba esperar y la reacción de Lalisa estaba tardando en llegar. Quiso asomarse para Jennie se le adelantó, ambos quedando frente a frente.

— Solo quería advertirte...

— No me interesan tus advertencias. — La coreana estiró su brazo evitando que él se le acercara. — Deja de actuar como mi amigo porque jamás te consideraría como tal, para mí tú solo eres un estudiante más, en cambio, ella es mi novia, tiene mi confianza. Aléjate de mí, pero sobretodo, aléjate de Lisa. — Sin permitir que el muchacho se defendiera, Jennie se giró tomando la mano de Lalisa, jalando de ella mientras entrelazaba sus dedos.

El muchacho borró su sonrisa cuando por fin se alejaron. Enojado por las palabras de la coreana metió sus manos en los bolsillos de su sudadera.

— Eso tuvo que golpear tu pequeño orgullo. — YoonGi se giró topándose con una muchacha, al reconocerla la ignoró caminando por su costado, no tenía ánimos de iniciar una innecesaria discusión con ella.

— Me las cobraré pronto...

— ¿Qué piensas hacer?

El chico se detuvo. — Si tú quieres ayudarme puedo contarte mis planes... un intercambio justo, ¿no?

La chica se encogió de hombros. — Te sigo.

***

holi


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