XXX. Como una hija.

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En medio de la noche un par de manos acariciaba su rostro, no le resultaba incómodo, hasta esbozó una corta sonrisa y murmuró el nombre Jennie pensando que era ella quien le brindaba esas suaves caricias. Sin embargo, otro par más se unió, esta vez escabulléndose dentro de su camiseta y acariciando su abdomen. Dentro de poco todo su cuerpo era atendido por varias manos. Lisa abrió los ojos asustada y lanzó un pequeño grito cuando se vio rodeada de cinco mujeres, todas soltando pequeñas risitas y mirándola fijamente.

La tailandesa se alejó y rodó por el césped, para luego quedar acorralada entre un gran árbol y esas desconocidas.

— ¿Q-qué hacen? ¡Aléjense! — Tomó una rama y torpemente amenazo moviéndola de un lado a otro. Unas risas un poco más escandalosas llamó su atención y al alzar su mirada, a unos metros más atrás de esas mujeres, se encontraban Mina y JiSoo burlándose de su situación.

— Debí grabarla. — Susurró la pelirroja.

— Relájate, cariño. — Se escuchó a una mujer dentro del bosque en el que se encontraban. Lisa buscó a la dueña de esa voz pero no pudo hallarla. — Mis pequeñas se quedaron algo resentidas al oírte decir que no son hermosas. Solo deseaban cambiar tu opinión.

— Las ninfas son algo juguetonas, ¿no? — Preguntó Mina mirando cómo asechaban a Lisa. Soltó una corta risa y le hizo una señal a JiSoo para irse de allí hacia sus propios lugares de descanso. — Bueno... Lisa, descansa.

— No se vayan... ¡oigan! — Llamó pero las dos chicas fingieron que no escuchaban. Volvió su mirada hacia ninfas que le sonreían, y con sus manos cubrió sus ojos para no mirar las figuras desnudas. — Disculpen... ahm... ¿señoritas? Y-yo no dije que no eran hermosas... — No recibió respuesta. — ¿pueden vestirse? Jennie se enojará si se entera de esto.

— ¿Quién es Jennie? — Preguntó una de ellas, ligeramente interesada por la que -según Lisa- era más hermosa que cualquiera.

— Es mi... oh, ella es mi novia. — Soltó, su voz sonó muy aguda y hasta graciosa.

— ¿Novia? — Le siguió otra. — ¿Y eso qué es?

Lisa se lo pensó. En ese mundo no había un término para definir a la persona que se quiere. — Alguien especial. A quien se le debe respeto y amor.

— ¿Y eso la hace más hermosa que nosotras?

— A mi percepción... sí. — Respondió.

— ¡Bien! — Hades dio un gran aplauso y llamó la atención de todas. — Ella necesita descansar. Y ustedes, bellas damas, la interrumpen. Así que necesito que se vayan. — Dijo el dios con tono amable. Las ninfas se levantaron de inmediato y sonrieron. — Todos queremos dormir un poco. — Recalcó. — No querrán verme enojado, ¿verdad?

— Nuestra madre nos cuida. — Dijo una de ellas, pero terminó cediendo al pedido del dios solo por el respeto que le tenía. — Nos veremos pronto. — Miró a Lisa y lanzó un beso. — Tal vez logremos que cambies de opinión.

La tailandesa pudo respirar tranquila, apoyó su espalda en el tronco del árbol y dejó caer su cabeza. — Qué fue eso. — Se preguntó a sí misma.

— Debes cuidar lo que dices. — Advirtió. — Suelen ser algo resentidas.

— No me digas. — Respondió sarcástica. — Gracias, Mina y JiSoo me dejaron sola con ellas. Esas infelices...

Hades soltó una risa. — ¿Quién te enseñó a hablar así?

— Jennie y YeRi miraban televisión y lo dijeron ahí... en ese drama.

— Divertido, muy divertido. — El dios se volteó. — Duerme, te espera un largo día. — Aconsejó antes de entrelazar sus manos tras su espalda y alejarse de allí.

Lisa, entre confundida por todo lo que acababa de pasar y molesta por haber perdido tiempo valioso para dormir, extendió su brazo y tomó su sudadera que le había servido como almohada, solo para ponérsela y cubrir su cabeza con la capucha. No deseaba manos ajenas invadiendo su espacio de nuevo.

Como todos lo pensaron, para el amanecer, Lisa se unió al grupo con cara de pocos amigos. JiSoo y Mina intentaron bromear con ella, pero solo les respondió con un puño alzado.

Hades intentó suavizar el mal humor de la tailandesa, pero tampoco lo logró. Así que, para evitar que descargue su ira contra ellos, decidió iniciar.

— Bien... — El dios habló llamando la atención de las tres chicas, sabiendo perfectamente que además de ellas, las escurridizas ninfas que habitaban ese lugar también lo escuchaban, pero no le importó, aquellas criaturas tenían su plena confianza. — Antes de explicar mi plan, les explicaré lo que Zeus piensa que sucederá. — Hades se sentó sobre una roca y apoyó las manos sobre sus rodillas. Los rayos solares chocaban contra su rostro y le daban un aspecto angelical, algo irónico ya que a él siempre lo representaban como todo lo contrario a un ángel. — Yo te traicionaré y llevaré hasta él. El punto de entrega será en uno de sus templos... ¿Sí? — Preguntó cuando vio a JiSoo alzar su mano.

— ¿No será en el mismo Olimpo?

— No. Él cree que tiene el control de la situación y como odia a cualquier humano... no desea a la hija de un mortal siendo juzgada en su hogar. — Explicó, sin embargo, su sonrisa indicaba que había algo más. Irguió su espalda mirando orgulloso a las tres muchachas. — Digamos que fui yo quien le dio la idea... pelear allí nos da clara desventaja, en cambio, hacerlo aquí nos conviene.

JiSoo sacudió su cabeza. — No lo comprendo. Lisa vivió allí durante muchos años, ¿no?

— Por supuesto. Para tenerla controlada.

— Hasta que tú y mi padre quisieron tomar la dirección del Olimpo. — Lisa alzó su rostro y arrugó la nariz. — ¿Por qué hicieron eso?

Hades golpeteó su rodilla con sus dedos y rápidamente negó. — Nos estamos desviando del tema. — Se levantó de su sitio y se acercó a la tailandesa solo para extender su mano. — Te prometo que responderé a todas tus dudas al terminar nuestro simulacro hoy. Necesito que estés concentrada.

La menor asintió. Habían prioridades, y ella era capaz de dejar sus dudas para el final del día. — Bien. — Estrechó la mano del dios cerrando el trato y dejó que él volviera a su lugar inicial.

— Correcto. — Retomó el tema e inhaló. — Te llevaré a su santuario, en Olimpia. Algunos de mis hombres estarán allí, "cubriendo" a los suyos. — Hizo comillas con sus dedos. — Pero cuando yo dé la orden, atacarán y se desharán de ellos.— Parecía simple, al menos para Lisa. — Esa será solo su primera tropa, te aseguro que tiene más... el verdadero problema son sus armas.

— Puedo lidiar con eso... solo necesitaré unos cuantos minutos para acabar con ellos.

— El problema, Lisa, es que tienen la posibilidad de atraparte así como hicieron con Chronos. Un paso en falso y estarás siendo sometida a ellos.

Lisa miró a JiSoo y esta a Mina. Las tres completamente confundidas.

— Esto será largo. — Hades miró como algunas mujeres se movían entre los árboles y después volvió su atención hacia las chicas. — Nos pondremos en el primer escenario...

Lisa se había cambiado de ropa, cortesía de Hades, ahora se encontraba más cómoda con una musculosa negra y joggers del mismo color. Sus manos se hallaban atadas tras su espalda con un nudo fácil de desatar, pero con un aspecto extremadamente apretado. Mina había sido la encargada de hacerlo.

Caminaba con Hades a su lado, ambos a un paso tranquilo, ella con la cabeza gacha y él con una sonrisa plasmada en su rostro. De vez cuando la muchacha recibía pequeños empujones, y más que una actuación parecía que el dios realmente disfrutaba verla trastabillar. Se las cobraría después.

Los dos se detuvieron frente a un gran árbol que lo hacían pasar por el templo donde sería entregada. Allí estaba JiSoo, quien fingía ser el responsable de tomar a Lisa. La pelirroja tenía a sus pies una larga y gruesa soga que tomaba el rol de las cadenas creadas por Hefesto.

Todos parecían estar metidos en su papel. Aunque a Lisa le resultó extraño que Hades pidiera actuar cada caso posible, terminó aceptando solo para aprenderse de memoria todos los escenarios que podrían surgir. — ¿Y ahora qué? — Preguntó en un susurro.

Mina, quien observaba desde un árbol a los otros tres, alzó su mano para los hombres que se encontraban tras ella pudieran ver su señal. Esperó por unos segundos. Y en un rápido movimiento, sus dedos apuntaron a la tailandesa. Los que estaban tras ella comprendieron su trabajo y saltaron de su escondite.

— Esto. — Hades sonrió dando un paso al costado para evitar verse envuelto en toda la futura batalla que se venía. Sus hombres saltaban desde los árboles y rodeaban a las dos chicas.

Lisa estaba sorprendida de ver a desconocidos aparecerse, eso no era lo que se había planeado. Cuando intentó desatarse no pudo, miró asustada a JiSoo y después intentó buscar a Hades, pero solo se encontró con su silueta huyendo de allí. ¿Todo había sido una trampa? ¿Había sido tan estúpida cómo caer tan fácil? Sus preguntas quedaron en segundo lugar cuando escuchó a JiSoo forcejear con algunos de esos enmascarados.

La tailandesa tomó aire y cuando intentó ir en su rescate, tres hombres se acercaron a ella con la única intención de perforar su cuerpo con sus espadas. Rápidamente las evadió y hasta provocó que uno de ellos fuera atravesado por el pesado metal. Sus manos atadas eran un gran impedimento para moverse libremente, pero ya tenía práctica. Sopló y el cabello que caía sobre su frente se alzó. En un parpadeo se vio rodeada, apretó sus dientes y sin pensárselo separó sus muñecas logrando que las cuerdas se rompieran dejando marcas rojas sobre su piel.

Su corazón estaba acelerado, todavía buscaba entre todos a Hades esperando que fuese una broma, pero no lo encontraba.

Lisa corrió en dirección de JiSoo que se encontraba evadiendo cada estocada, justo cuando una flecha iba a atravesar su cuello, la tailandesa logró atraparla y romperla.

— ¿Lisa? — Preguntó con la voz entrecortada. — ¿Qué pasa?

La pelinegra negó. Bajó su mirada y al alzarla nuevamente, la cuenca de sus ojos se encontraban negros. — Vete. — Sugirió.

JiSoo negó. — Te ayudaré... solo dime lo que debo hacer... no podrás con ellos.

El viento sopló y algunas ramas de los árboles iban cayendo al suelo. Antes de que la primera hoja se estrellara, Lisa ya había emprendido su viaje hasta uno de los arqueros, sus pisadas dejaron la tierra hundida y en un parpadeo su mano ya estaba en el cuello de este, apretándolo hasta ver cómo el color abandonaba su rostro. Sin dudarlo tomó el arco y las flechas solo para lanzárselas a la pelirroja quien los atrapó, todavía aturdida por lo que acababa de ver a Lisa hacer. Era increíble.

JiSoo tragó saliva al ver una flecha volar hasta la espalda de la tailandesa. Con sus manos temblorosas tomó el control del arco y apuntó, logrando que su disparo chocara con el que estaba a punto de darle a Lisa. Su labio inferior tembló ante la sonrisa orgullosa que quiso asomarse.

— Gracias. — Lisa se volteó y miró a todos los hombres que iban retrocediendo a cada paso que ella daba. Era ella y JiSoo contra otros veinte o treinta.

A uno de ellos no le dio tiempo de reaccionar, había estado tan concentrado en Lisa que no vio cuando una flecha voló desde la espalda de ella, pasando por un costado sin lastimarla y dándole directamente en su pierna. Él se quejó y se dejó caer siendo ayudado por los otros para irse hasta atrás.

Ir uno por uno era un claro suicidio por lo que acordaron atacar a la vez, Lisa se preparó y se paró a mitad del campo esperando por ellos.

Respiraciones agitadas y movimientos pesados de espadas era lo único que se escuchaba. Mientras la tailandesa evadía estocadas, JiSoo atravesaba a todo lo que se movía. Era un trabajo en equipo que jamás habían practicado o al menos imaginado, y aún así era limpio, casi perfecto. Lisa se agachó a tiempo, una flecha atravesó la garganta del hombre haciéndolo caer mientras se sostenía el cuello en un vano intento por respirar.

Fue entonces cuando Mina saltó de su escondite, deteniendo una flecha con una mano y la espada de uno de sus hombres con otro.

— ¡Increíble! — Hades volvió a aparecer justo a tiempo cuando miró a Lisa perder el conocimiento. El dios se apresuró y la tomó entre sus brazos evitando la colisión del débil cuerpo contra el suelo. — Bueno, más o menos...

— ¡¿Qué diablos?! — JiSoo se acercó al dios con desconfianza, pero con cero intenciones de dejarlo huir con Lisa. — Déjala.

— JiSoo, tranquila. — Mina hizo una señal para que los discípulos de su amo descansaran por allí. — Necesitábamos comprobar su reacción.

— Y no lo hicieron tan mal. — Concluyó el dios mientras caminaba hacia un árbol cercano, apoyando allí la espalda de la tailandesa y esperando que despertara pronto. — Siete minutos. — Dijo. — Ha superado su propio récord de cinco.

— ¿De qué hablas?

— Necesitaba medir el tiempo que ella puede soportar ese ritmo, así no tendremos errores. — Se quedó mirando el cuerpo inconsciente de la menor y sin esperar a que Mina se hiciera cargo, limpio el sudor en el rostro ajeno con un pañuelo.

— Por un instante creímos que...

— ¿Las traicionaría? — Cuestionó con diversión. — Tengo sentido de fidelidad, despreocúpate. — Terminando su labor de quitar esa capa de sudor, se levantó y caminó entre los hombres que habían caído en la corta batalla, todos con una flecha atravesando –probablemente– órganos importantes. — ¿Cuánto has practicado con el arco y las flechas?

— No mucho. — Admitió. — Cada vez que los tomo mis manos actúan por sí solas.

Hades sonrió complacido. — Chronos me lo comentó. No me equivoqué en pedir tu ayuda.

— Todavía no sé cuál es mi papel exacto aquí.

— Es una buena pregunta. — El dios la invitó a seguirle el paso.

Mina decidió quedarse quieta para darles algo de tiempo a solas, girando su rostro se centró en la tailandesa que iba abriendo sus ojos. Era mejor estar a su lado para explicarle lo que había pasado y así evitar exaltaciones.

— Dependerá mucho de la situación. — Explicó el mayor sintiéndose más relajado al ver a la rubia cuidar de Lisa. — Tú nos seguirás de cerca, necesito que estés atenta a cualquier anomalía. No te quiero exponer, por lo que, si algo malo llegara pasar yo te daré el tiempo necesario para que escapes con Lisa.

JiSoo arrugó su nariz. — ¿No sería un estorbo para ella?

— No. Serías un gran apoyo. — Corrigió deteniéndose justo al borde del no tan alto acantilado. Incluso unas cuantas gotas de mar salpicaban su ropa, ese día las olas golpeaban con fuerza las rocas. — Ya la viste, es fuerte, pero no puede controlar ese poder por mucho tiempo y termina perdiendo la conciencia. El dolor es insoportable... como si todos sus huesos quedaran molidos.

La coreana se lo imaginó e instintivamente llevó una mano hasta su brazo para frotarlo, como si con esa sola acción se librara del sufrimiento al que Lisa estaba expuesta. — ¿Crees que yo pueda protegerla en esos instantes?

— Eres la única que conozco con capacidad para hacerlo.

JiSoo bajó la mirada sintiéndose, por un instante, presionada. Sin embargo, todavía no debía preocuparse, su aparición en escena solo se daría si las cosas se salían de control. Todavía nada estaba dicho.

— ¿Por qué confías tanto en mí? — Preguntó por fin. — No soy la misma chica a quien tomaste como subordinada, lo sabes, ¿verdad? — Había fallado en su intento por no sonar agresiva, se lamentó allí mismo de ser tan mala con las palabras.

Pero al parecer a Hades no le molestó ni un poco su poco tacto para hablar. — Sé que no eres ella, pero hay una pequeña parte de su esencia en ti. — Quitando su mirada del mar se volvió hacia la chica. — A veces te miro y siento que tengo de nuevo a esa chica. Y no lo malentiendas... — Alcanzó a decir para no ser visto como si fuese un pervertido de primera. — Fue como una hija para mí.

— Pero cometió muchos errores... hubo una razón para que decidió acabar con su vida.

— Sí que la hubo. Y tú la sabes, ¿no es así? — Hades se adelantó a la respuesta de la chica. Mirando hacia la dirección que los llevaría directo a Lisa y Mina, sonrió. — Es por eso que no dejas que ella mire en tus recuerdos.

La menor, notablemente sorprendida, retrocedió intimidada por lo que el dios podría o no saber.

— Solo son sueños. — Dijo en un murmullo como defensa propia. — Ni siquiera sé si es cierto.

— Dices que no eres como Iris. — Volvió a retomar su punto. — Pero tienes miedo a la reacción que Lisa podría tener al ver en tus viejos recuerdos, por eso no se lo permites. Esos "sueños" son memorias tuyas.

— ¿Qué tanto sabes?

— No mucho. — Fue sincero. — Pero si hubiera podido pagar con mi propia vida cualquier error tuyo, lo habría hecho sin arrepentirme.— JiSoo abrió la boca intentando responderle, pero tras no saber qué decir, juntó sus labios de nuevo. — Iré a ver a Lisa. — Se excusó de inmediato, darle un tiempo consigo misma tal vez le ayudaría. — No demores.

La joven tragó saliva y cuando quiso alcanzarlo para retomar esa conversación, tuvo que detenerse por dos importantes sucesos.

El primero fue la increíble sincronización del clima con la partida de Hades. Algunas gotas empezaron a caer sobre ellos e iban en aumento a cada paso que el dios daba lejos de ella.

La segunda fue el relincho que se escuchó a varios metros de allí.

— ¡Llegó Tristán! — Lo escuchó gritar emocionado. — ¡¿Por qué se demoraron tanto?!

Tal vez no debía ahondar en el tema por el momento. Mirando por última vez el mar, emprendió su camino hasta el pequeño grupo. Esa pequeña charla con el dios le había dado la confianza suficiente para dejar que Lisa mirara en sus recuerdos, pero lo haría una vez todo terminara.

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