XXIX. "Vacaciones"

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Zeus y Hades nuevamente se reunían, el dios del Inframundo deseaba tener perfectamente vigilado a su hermano, contar con todo lo que disponía y pensar en cómo podría contrarrestarlo. Por el momento se sentía tranquilo ya que no había nada que atentara con la seguridad de Lalisa o con la de él.

Ambos caminaron por el Olimpo conversando, Zeus comentaba sobre lo que haría con Lisa una vez la tuviera bajo su control, haciendo alarde de su poder sobre los truenos.

— Es solo una niña contra un soberano. — Comentó el rey del Olimpo y Hades tuvo que reprimir una risa. Si tan solo supiera que esa niña poco a poco iba controlando su enorme poder, probablemente detendría su locura de querer capturarla. — Y no creas que me olvidaré de ti y de tu contribución. — Zeus hizo una señal a una de sus ninfas que los seguía de cerca y esta se escabulló para seguir la orden del dios.

— ¿Y cómo lo harás?

— Yo tengo la respuesta a eso. — Una nueva voz se hizo presente haciendo girar a los dos dioses.

Hades apretó los dientes cuando miró a Hefesto, además de no soportarlo, sabía que ese dios era un genio en cuanto armamento se tratara. El herrero tenía dos tipos de cadena sobre sus hombros, la que estaba sobre su hombro izquierdo era de color negro, parecía que con un solo toque quedaría reducida a cenizas. Por el contrario, la que estaba sobre el hombro derecho brillaba lo suficiente como para hacer que los presentes tuvieran que entrecerrar los ojos.

— ¿Qué es eso? — Preguntó llevando una mano sobre su frente para evadir el brillo.

— Querido hermano, esto es lo que usamos para que Chronos perdiera parte de sus poderes. — Comentó Zeus mientras se acercaba a Hefesto.

— Fue fácil para nosotros conseguir el oro necesario para forjar algo como esta belleza. Lo que nos costó fue cubrirla con los poderes de varias deidades... — Sacudió su cabeza intentando concentrarse. — Pero eso no es lo importante... — Hefesto se emocionó al explicar su obra maestra. — Lo importante es lo que hará por nosotros. Una vez estas cadenas estén sobre esa mocosa, la tendremos bajo nuestro poder.

Hades frunció el entrecejo y cuando intentó tocar la brillante cadena, el herrero se alejó demostrando su desconfianza. — No son como las que están en el Tártaro. — Comentó en voz baja.

— Son mucho mejores. — Zeus sonrió. — Muy difíciles de forjar, pero nos servirá. Hay que darle crédito a Hefesto, él las inventó.

— ¿Cómo se te ocurrió?

— Verás... todos aquí podemos odiar a Lalisa, pero no negamos el poder que ella tiene. Así que para controlar a alguien tan poderoso necesitamos un arma que lo supere.

Esa no era la respuesta que Hades buscaba pero se limitó a asentir, no estaba en condiciones de andar preguntando, necesitaba pasar desapercibido. — Ya veo. — Fingió una sonrisa y aplaudió tres veces. — Felicidades, si algo como esto superó a Chronos, entonces en Lisa será un éxito. — Alzó la mirada y pensó que no había nadie más patético que Hefesto al regocijarse ante falsos halagos. — ¿Cuántas tienen?

— Por lo mucho pude hacer una. — Confesó mirando a Zeus. — Como he dicho... esto cuesta demasiado y el tiempo no me alcanzaría para hacer una segunda. Así que deben tener un plan perfecto para emboscarla.

— De eso nos encargamos nosotros. — Dijo Zeus. — Casi todo está listo, ¿verdad?

Hades asintió no muy convencido, ahora tenía un problema con el cual lidiar.

•••

— Es amable, atenta, cariñosa, romántica y bonita... — NaYeon iba explicando mientras pasaba las fotos de Lisa para que la mitad de su clase pudiera verla. — ¡Es un amor! Cuando Jennie se resfrió no dejó que caminara en absoluto, literal, la llevaba en su espalda a cualquier lugar de su casa, se ocupó de MinJeong y creo que dejó de lado algunos de sus propios asuntos... — Varias de las chicas suspiraron ante ese lindo detalle. — Se los digo, Lisa no es de este planeta. — Susurró sorprendiéndose de lo increíble que la tailandesa podía llegar a ser. — Y cada día, no sé cómo diablos lo hace, pero le lleva una flor diferente. Ya he contado más de veintisiete especies...

Jennie, quien había ido por unos libros, al llegar a su salón se encontró con media clase reunida alrededor del sitio de su amiga. Con curiosidad se acercó y al darse cuenta que NaYeon exponía las fotos que le había tomado a Lisa, rápidamente le quitó su teléfono.

— Última vez que te pido guardar mi celular. — Dijo, para luego ganarse la atención de sus compañeros. — ¿Qué les dijiste?

— Jennie, ¿hiciste algún tipo de amarre a esa tal Lisa?— Preguntó una chica ganándose algunas risas. — ¿Tiene hermanas?

— ¿Qué? No, no tiene... — Completamente abrumada se sentó en su propio lugar y se aseguró de borrar la huella digital de su mejor amiga de su teléfono. — ¿Pueden volver a sus lugares? — Pidió al verse rodeada.

— ¿Qué pasa, Kim? Cuéntanos un poco más de tu noviazgo con esa chica linda. Si yo no tengo una relación así, al menos voy a fantasear con la tuya.

— ¡Oh! ¡Y chicos, hoy vendrá a recogerla!

Jennie se giró en dirección de su amiga y le mostró el dedo medio completamente irritada. No le molestaba escuchar que todos estuvieran encantados con Lisa, pero NaYeon llegaba a exagerar solo para molestarla. Miró el fondo de bloqueo que tenía y toda mala vibra se esfumó, en la foto estaba ella y Lisa sonriendo, la tailandesa haciendo un corazón con sus dedos, tal y como había aprendido de la coreana.

Cuando el profesor de la última hora dio el permiso a sus alumnos de que pudieran irse, Jennie ya tenía sus cosas listas para escapar de ahí. Con suerte nadie la alcanzaría y así se evitaría bochornosos momentos entre Lisa y sus compañeros.

Mientras tanto, la tailandesa esperaba frente al gran portón de la universidad. Ese día estaba libre, primero porque Hades había decidido visitar a Zeus para enterarse de nuevas estrategias del dios del Olimpo, y segundo, porque el mayor sabía que Lisa estaba poniendo todo de sí para entrenar y mejorar día con día, por lo que le dio un pequeño descanso.

La  pelinegra miró la flor que ese día le daría a Jennie, una dahlia roja. La idea en sí no había sido suya, era YooJin quien se encargó de sugerirle el detalle y le gustó lo suficiente como para tomarse el tiempo necesario de -con ayuda de la anciana- buscar una especie diferente. Al alzar la mirada se encontró con su persona favorita. Sonrió cuando divisó a su novia salir apresurada, sin embargo, notó algo inusual. Tras Jennie iban, al menos, quince personas lideradas por NaYeon.

— Hooo.... ¿la? — Lisa no comprendió cuando Jennie tomó de su mano y la jaló consigo. Grande fue su confusión cuando su repentina huida de ambas fue arruinada por las personas que habían seguido a la coreana.

— Tenías razón Kim, es bonita.

— ¿Eh?

En menos de dos minutos la pareja fue rodeada por esas extrañas personas, Lisa pudo reconocer a algunas que conoció en la fiesta de Jennie, sin embargo, se sentía algo aprisionada por ellos, sin contar la mala expresión que Jennie traía consigo.

— ¿Pasó algo? — Preguntó Lisa.

— Hola, pequeña. — Un chico con facciones amables la saludó. La tailandesa sonrió solo por la forma en la que había sido llamada, recordando a Chronos. — Somos amigos de tu novia.

— En ese caso... un placer conocerlos. — Hizo una venia general y los escuchó murmurar halagos hacia ella.

—Empiezo a dudar de su amistad. — Jennie dijo entre dientes. Se giró hacia la mayor y tuvo que suavizar su expresión. — Creo que esta es la primera reunión de tu club de fans.

— ¿Mi qué?

— Sí, sí, verás... les conté sobre ti y lo perfecta novia que eres. — Explicó NaYeon haciendo que su amiga girara los ojos. — Y te quisieron conocer.

Los próximos diez minutos Jennie se la pasó aguantando los descarados coqueteos de algunos hacia su novia y las preguntas de otros hacia Lisa. "¿Cuánto te paga Jennie?" "¿Jennie te amenaza?" "¿Cómo soportas a la mandu?" Esa última fue de parte de SooYoung la cual solo pasaba por ahí y se unió para fastidiar un poco. Cuando una chica a escondidas le pasó un papel con su número a Lisa, Jennie fingió una sonrisa, arrugó la hoja y la lanzó lejos logrando que todos rieran.

— Okay, fue mucha diversión por hoy. — SooYoung tuvo que intervenir o pronto miraría a su mejor amiga explotar de la ira. — Fuera, fuera... — Por suerte todos comprendieron que había sido suficiente y de forma animada se despidieron de la tailandesa.

— ¡Gracias! — Jennie se dio media vuelta y salió de allí. NaYeon, SooYoung y Lisa pudieron jurar que miraron fuego a cada paso que la coreana daba.

La pelirroja codeó a la tailandesa. — Solo a ti no te golpeará.

Lisa asintió y alcanzó a Jennie rápidamente, tomó su mano y evitó que siguiera avanzando.

— No sé qué pasó allá... — Comenzó. — Pero no merece que te molestes con ellos.

— No estoy molesta, ¿acaso me veo molesta? Porque yo no me siento molesta. — Habló tan rápido que Lisa apenas pudo entenderla.

— NaYeon sí que es bromista... — Murmuró ganándose una pesada mirada por parte de la menor. Recordó entonces que una de sus manos todavía sostenía la dahlia, rápidamente se la extendió. — Esto es para ti. Tal vez pueda quitarte esa mala cara. — Lisa, con suavidad, golpeó el rostro de la coreana con la flor. Una. Dos. Y tres veces hasta que logró robarle una sonrisa. — Mejor.

Se rindió ante los encantos de Lisa y recibió la flor.

— ¿Ya no estás enojada?

— No estaba enojada. — Jennie dudó en si debía continuar, miró a su novia y supo que esta no tomaría a mal su confesión. — Estaba celosa.

— Celosa... — La tailandesa sonrió y se acercó a ella solo para rodearla con sus brazos. — ¿Por esas simples mortales?

— Te recuerdo, genio, que yo también lo soy. — Respondió posando su índice en la frente de la mayor para evitar que la besara.

— No. Para mí tú eres más que eso. Ellos son simples y tú eres grandiosa.

Jennie mordió su labio inferior, Ares se había lucido creando a esa chica. Sus brazos terminaron rodeando el cuello de la más alta y se paró de puntitas para alcanzar sus labios.

— Perdón por molestarme. — Susurró. — Exageré...

Lisa negó y acarició el rostro ajeno. — Tú también llamas la atención de muchas personas, y no lo puedo evitar, eres hermosa, pero si mirara que alguien intenta coquetear contigo también me sentiría celosa. — Terminó por besar la frente de Jennie. — Pero sé que tú tienes ojos solo para mí, y yo, solo para ti.

— "Y el primer rayo de luz traerá consigo esperanza a la vida misma." — Hades leyó con detenimiento el pequeño párrafo escrito a mitad de la deteriorada hoja, eso sí, con una caligrafía impecable y hasta envidiable. Esbozó una sonrisa y confundido dejó el libro sobre la mesa para luego dirigir su atención a la muchacha que lo escuchaba. — ¿Cómo interpretarías eso?

La joven se encogió de hombros. — No tengo idea, señor. Pero no considero apropiado que lea el diario de otra persona.

El dios soltó una carcajada. — Por supuesto. Un diario. Eso es lo que es. — Dijo como si su pupila hubiese hecho un gran descubrimiento. Tomó el pequeño cuadernillo y lo mostró. — Estos fueron los últimos escritos de Gea.

— ¿Murió? — Preguntó inocentemente.

Hades comprendió la ignorancia que ella mostraba hacia ese gran mundo, la miró con ternura, como un padre que mira a su hija estando a punto de enseñarle algo importante. — Ella es el origen de todos. Madre y diosa suprema de la vida y la muerte. Conoce más cosas que el mismo Chronos. Dudo que pueda morir.

— ¿Entonces es más poderosa que usted?

— Es más poderosa que cualquiera. — Explicó dando un rápido vistazo a ese diario. — Toda una profeta al parecer.

— ¿Por qué no la he visto en el Olimpo?

— Porque es inteligente. — Bromeó y guiño un ojo hacia la muchacha. — Ella... se planteó cuidar de toda su creación. Y dejó a cargo a dioses fantásticos como yo, y otros no tanto como Zeus.

— Usted hace un buen trabajo. — Asintió la menor para luego quedarse pensativa mirando la tapa café del diario. — ¿Señor?

— ¿Mmmh?

— ¿Y qué pasaría si alguien atentara contra su creación?

— Probablemente lo destruiría en un parpadeo. — Esa pregunta lo había tomado por sorpresa, porque a decir verdad, ¿quién se atrevería a ir contra ella? — Pero solo un tonto haría eso. — Agregó. — Ella es capaz de darle inmortalidad a cualquiera que lo merezca, ¿conoces la Ambrosía? — La joven negó. — Es un néctar que solo ella puede crear y entregar. Cuando lo bebes te vuelves inmortal.

— Suena aburrida la inmortalidad...— Comentó en un murmullo. Rápidamente sacudió su cabeza y se concentró en el tema que ese día trataban. — ¿Hay algo más escrito?

Hades alzó las cejas. — ¿Ahora no crees inapropiado que lo leamos? — Esbozó una sonrisa y guardó el diario entre sus ropas, donde estaría a salvo. — Fue suficiente por hoy y aunque leamos todo lo que aquí está escrito no lo comprenderíamos. Son frases vagas y desordenadas. Cuando sepas un poco más podremos profundizar estos temas. — El dios posó una mano sobre la cabeza ajena y luego se levantó. — Debo ocuparme de unos asuntos.

El sueño acabó y dio paso a la oscuridad total.

— Te necesitamos... — Esas palabras hicieron eco en su mente, lo suficiente como para creer que quien las había dicho se encontraba a su lado. De un momento a otro, JiSoo abrió los ojos algo exaltada.

Frotó su frente en un intento por quitar el exceso de sudor. Se había quedado dormida sobre el sofá. Después de unos segundos tomó su teléfono que vibraba sobre su abdomen y una mala sensación se alojó en la boca de su estómago cuando miró el nombre en la pantalla. "Papá." Tal vez estaba siendo injusta con sus progenitores las últimas semanas, pero no deseaba tener contacto con ellos, y no porque estuviera enojada o resentida, más bien era un tema personal, uno que la hacía sentirse incómoda y ajena al mundo que la rodeaba, sobretodo por sueños como esos.

Lentamente fue levantándose y quedó sentada, con la espalda encorvada y un mal sabor de boca que le dejaba ese recuerdo observó la sala de su casa. ¿Cuánto tiempo había dormido? Su hogar estaba cubierto por solo la oscuridad de la noche y Lisa debía estar con Jennie o entrenando. Volvió a meditarlo y la primera posibilidad era la más probable.

Decidida a mudarse a su habitación para seguir durmiendo, arrastró los pies a través de la sala y tal vez, solo tal vez la desorientación que quedaba en ella por haber despertado recién le jugaba una mala pasada al ver por el rabillo del ojo una sombra que se acercaba a ella. Se vio obligada a girarse.

Nada.

No estaba asustada, por alguna razón que desconocida creía que en cualquier caso de peligro ella podría lidiar con cualquiera que se atreviera a irrumpir en su casa.

Volviendo a la dirección original, una amplia sonrisa la recibió. — Hey.

JiSoo, completamente sorprendida, agitada y sin reconocerla, alzó su puño intentando golpearla.

— ¡Cuidado! — Gritó Mina evadiendo el golpe que iba directo a su mandíbula. — ¡Soy yo! — Alzó las manos, como un ladrón que era atrapado por la policía.

— ¡Maldición! ¡Puedes tocar la puerta, sabes! — La pelirroja se llevó una mano a su pecho en un vano intento por calmar su acelerado corazón. — ¿Qué haces aquí?

— Perdón, solo quería ver qué tan buenos reflejos tienes. Te voy a dar un tres. Te asustaste muy fácil.

JiSoo cerró los ojos por breves segundos intentando hallar la paciencia que acababa de perder, al igual que su orgullo y dignidad. Inhaló profundo y clavó su mirada en la rubia que todavía mantenía esa sonrisa traviesa.

— Si buscas a Lisa, ella no está aquí.

— Oh, eso lo sé. Vengo por ti.

— Ahora estoy cansada. — Trató pasar de largo pero Mina se lo impidió tomando de su brazo. JiSoo pestañeó algo irritada ante la situación y aunque intentó alejarse no pudo. — ¿Estoy secuestrada? — Preguntó con sarcasmo.

— Si lo quieres ver así... — Lentamente fue soltándola. — Escúchame, necesito llevarte.

JiSoo asintió lentamente al ver la súplica en los ojos de la rubia. — Bien. — Se rindió. — Pero si es una trampa...

— Nada de eso. Ese sueño no fue una invención tuya. — Dicho esto JiSoo se vio sorprendida.

— ¿Cómo sabes...

— Shhh. — Siseó. — Vámonos.

El viaje hacia otro destino fue cuestión de segundos, la pelirroja cayó de rodillas sin importarle ensuciar su ropa con la tierra que allí había. Sus puños se adhirieron al suelo y respiró profundo intentando no vomitar ante el insoportable mareo. Lisa muchas veces le había contado sus experiencias viajando de un lado a otro a gran velocidad y JiSoo, ese preciso momento, comprobó que no exageraba, que la sensación era asquerosa y solo te dejaba exhausta.

— Al menos no vomitaste. — Mina palmeó con fuerza la espalda de la chica. — Lalisa debería llevar una cubeta.

JiSoo negó abrumada y alzó la mirada. No estaban en Seúl, realmente no pudo identificar el lugar pero estaba segura que regresar a su casa por cuenta propia le costaría mucho tiempo. A lo lejos, el tranquilo y reconfortante sonido del mar la relajó un poco, miró a su alrededor hasta que un hombre parado a unos metros y de espaldas a ella llamó su atención.

Se fue levantando sin quitar la mirada de ese extraño. Vestía muy elegante, y el sombrero negro sobre su cabeza le impedía verlo con más detalle; un poco más alejada de él se encontraba Lisa, con la espalda apoyada sobre una enorme roca sacando de mala gana el pasto que por allí había.

— No me dijiste que estaba aquí. — Se giró hacia la rubia y esta sonrió.

— Pero está de mal humor. — Comentó. — Estaba con su chica cuando la busqué. Ya sabes, comiéndose la boca y-

— Okay, okay. — JiSoo alzó su mano para que se detuviera. — No son necesarios los detalles... — Tragó saliva y volvió a ver al hombre. — ¿Qué hay de él? — Preguntó incluso si lograba imaginar de quién se trataba. Sacudió su cabeza y avanzó. — No importa.

A medida que la distancia se acortaba, su corazón se aceleraba. El hombre se giró y la miró esbozando una pequeña sonrisa, invitándola a acercarse sin miedo.

Hades había tenido un largo día, sin embargo, tener a JiSoo cerca de nuevo lo hizo aliviarse. Si bien no era la misma chica que alguna vez adoptó como su discípula, la esencia de Iris permanecía en esa coreana, logrando que lo invadiera un sentimiento de nostalgia y melancolía. Quizá no era el momento de tocar un pasado muy doloroso, pero se prometió a sí mismo hablarlo con ella una vez tuviera la oportunidad.

— Gracias por venir. — Dijo el dios con tono amable. — No nos hemos visto desde hace mucho, ¿verdad?

— ¿Nosotros? — A JiSoo le costó recordar la vez en la que se enfrentó a YoonGi, y aunque solo recordaba el fuego que la rodeó, sabía que Hades había tenido que ver. De no ser por él y Chronos habría muerto. — Claro... — Intento sonreír. — Gracias por la ayuda esa vez.

Hades asintió y miró hacia Lisa que no les prestaba la más mínima atención. — Sabemos que interrumpimos tu único momento con esa chica pero, por favor, Lisa, ¿puedes dejar de hacer eso?

La tailandesa bufó y se cruzó de brazos logrando que los demás rieran. — ¡Bien! — Se rindió, sabiendo muy bien que esa rabieta quedaría en segundo plano cuando el dios empezara a explicar lo que había descubierto en los planes de Zeus. — Pero habla rápido, debo regresar, Jennie prometió que me haría café y el de ella es rico así que-

— Me temo que eso no será posible. — La cortó Hades, retrocediendo un par de pasos y así evitar que el pasto que Lisa había arrancado del suelo caiga sobre su rostro. — Escuchen, las necesito al menos por una semana.

— ¡¿Qué?! — Tanto JiSoo como Lisa gritaron, cada una por razones diferentes.

— Necesito prepararlas. — Se explicó rápidamente. — Que conozcan cada posibilidad... Lalisa, estamos hablando de tu libertad y la de tu padre. Ellos se están armando muy bien, nosotros tenemos que hacer lo mismo.

— Alto, yo entiendo que la necesites a ella. — JiSoo habló con más calma y evitó que Lisa discutiera cubriendo con su mano la boca ajena. — ¿Pero yo por qué?

— Porque Mina estará con nosotros, y yo... yo no tengo otra persona en la que confíe tanto. Si algo sale mal te necesitaré para que nos respaldes y podamos escapar.

— ¿Escapar? — Lisa se soltó, un poco más tranquila. — ¿Crees que lleguemos a eso?

— Yo espero que no.

— ¿Qué tanto hizo Zeus?

— Hefesto. — Corrigió. — Elaboró algo que puede jugar en contra nuestra.

Lisa arrugó su entrecejo y a pesar de no querer estar alejada por tantos días de Jennie, necesitaba estar preparada para que en un futuro nadie intentara dañarla, ni siquiera Zeus.

— Te sigo. — Dijo la tailandesa metiendo sus manos en los bolsillos de su sudadera negra. — Y si JiSoo acepta ir, prométeme que ella no estará en peligro.

— No lo estará.

La pelirroja se lo pensó varias veces, tenía obligaciones por cumplir, una vida "normal" que mantener, sin embargo, la emoción de ser parte de algo grande logró convencerla.

— Como sea. — Se encogió de hombros. — Los ayudaré.

Hades ocultó una sonrisa ante el desinterés fingido de JiSoo. Acomodó el sombrero sobre su cabeza e hizo una señal. — Síganme por favor. — Le dio la espalda a las jóvenes y rápidamente tuvo a Mina a su lado. — Estaremos aquí por unos días. Estamos en Ítaca, por lo que... — Se giró para ver a Lisa. — Si intentas irte por tu cuenta para visitar a cierta persona por las noches, bueno... — Soltó una pequeña risa. — No podrás.

La tailandesa refunfuñó y asintió, miró hacia atrás solo para comprobar que estaban rodeados por el mar. Esa isla era preciosa, pero no la disfrutaría si no tenía a Jennie a su lado. — Vamos. — Le habló a JiSoo quien, saliendo de su trance, se apresuró en seguirles el paso.

— ¿Hogar de Odiseo? — Preguntó la pelirroja, se veía gratamente sorprendida por ese repentino destino, un viaje gratis después de todo.

— ¿Quién? — Lisa la miró confundida, como si hubiese escuchado una ecuación matemática complicada.

Hades detuvo su caminar.

— Odiseo. — Respondió el dios. — Una figura literaria mundialmente conocida. — Explicó con paciencia. — Y sí, la misma. — Tras decirlo todos volvieron a quedarse callados, el dios retomó el camino.

Los cuatro pasaron por los verdes campos que la isla les ofrecía, siendo JiSoo quien miraba con asombro cada pequeño y hermoso detalle de este. Por lo que Hades iba explicando supo que en el lado donde se encontraban no se cruzarían ni una sola vez con otras personas nativas del lugar. Algo bueno, según ella.

— ¿Dónde dormiremos? — Lisa fue la encargada de preguntar la gran duda de JiSoo.

— Vamos a pernoctar...

— Grandioso. — Respondió con sarcasmo mirando a su alrededor.

— Deja de quejarte. — Hades se detuvo y extendió sus brazos. — Mira el lado positivo, es un lugar perfecto para no llamar la atención. Tenemos el espacio geográfico necesario para poder entrenar. — El dios sabía que no importaba cuanto podían caminar, podían pasarse la noche entera buscando algún refugio pero no lo encontrarían. — Por allá está nuestro lugar. — Señaló una zona con más árboles: altos y firmes, el césped más vivo y crecido. Hasta se veía cómodo.

— Como digas. — Lisa se adelantó para llegar hasta allí, sin embargo, en un pequeño espacio entre esos árboles una gran roca se alzaba y sobre esta una bella mujer sentada peinaba su cabello, los últimos rayos de luz daban directamente a su figura resaltando sus facciones. La tailandesa se quedó casi hipnotizada por lo hermosa que era pero, al notar que esta se encontraba desnuda, desvío la mirada. No era correcto. — Ahm... ¿seguro que estaremos solos? — Apenas se giró unos segundos para ver al dios que recién llegaba, y para cuando volvió su mirada a la roca, ya no había rastros de la mujer.

— ¿Por qué lo dices?

— Yo... yo juro que vi a alguien allí... — Señaló.

— Alguna ninfa. — Intervino Mina por fin.— Lugares tan puros como estos les encanta. Tal vez molesten un poco.

— Y no podrás verlas. — Agregó Hades con una sonrisa.

— Eres papa casada. — Concluyó JiSoo dándole pequeñas palmadas al hombro de su amiga. — Lástima.

— No es como si fueran más lindas que Jennie. — Dijo Lisa adentrándose al lugar, teniendo que mover algunas largas ramas que impedían su paso.

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