Capítulo 6

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Km SeokJin

          Sus músculos habían hecho el trabajo de moverse tan rápido que creyó que no habían esperado a la respuesta de su sistema nervioso y actuaron por cuenta propia. (Era un decir, se dijo, ningún músculo esquelético puede moverse sin haber tenido una conexión nerviosa satisfactoria). Se frustró con la voz dentro de su cabeza, puesto que incluso en momentos así de cruciales era difícil no pensar en temas médicos aburridos.

Lo que importaba era que su cuerpo había reaccionado rápido y su entendimiento de lo que había pasado vino después.

Disparar era una acción con daños irreversibles. Obviamente.

Asesinó a alguien que se lo merecía e hizo lo que cualquier persona haría si  la vida de su amigo estuviese en peligro. O eso se repitió en bucle dentro de su mente para no entrar en pánico y arrepentimiento.

Él, un médico, le había quitado la vida a una persona perforando su miocardio con una bala, arrebatándole la oportunidad de volver a inspirar y observar el mundo a su alrededor.

Sin importar que tanto abrió y cerró los ojos pidiendo que todo se tratara de un mal sueño, la imagen del cuerpo del omega desparramado en el suelo no se esfumaba. Para su mala suerte, era real. Parpadeó con entendimiento un par de veces y tras dejar su shock inicial, tiró el arma lejos como si seguir sosteniéndola ardiera como el infierno. Tenía  miedo de seguir causando algún daño.

—Me ha dado en el brazo.

El quejido de dolor de Jungkook llamó su atención y acabó por disolver la bruma de su cabeza. Un círculo rojo se estaba formando en la manga de su uniforme. Se acercó de inmediato y lo sentó al lado del inconsciente Taehyung, en este momento de angustia sus feromonas ayudarían durante la atención médica para calmar los nervios. Después se ocuparía de comprobar al alfa.

Despojó a Jungkook de su ropa e inspeccionó la zona afectada. Su bíceps en efecto había sido rozado por la bala y causó una laceración importante pero que no comprometería su vida. Solo sangraba mucho y se veía peor de lo que en realidad era.

—Voy a detener la hemorragia. Dolerá un poco, respira profundo —Arrancando un pedazo de su camiseta, la dobló varias veces sobre sí misma y la presionó fuerte y profundo contra el brazo de Jungkook. Escuchó su siseo de dolor y se compadeció de él —Debí haber reaccionado más rápido, así no habría tenido oportunidad de disparar de vuelta ese psicópata.

Jungkook negó con su cabeza.

—Te lo agradezco muchísimo Jin.

Vendó la herida con lo poco, o mejor dicho, nada de materiales que tenían a la mano. Realizó un nudo con otro pedazo de tela y suspiró. Sus manos palparon el abdomen de Jungkook y al presionar ligeramente un costado este expresó dolor que intentó ocultar. Le dió una mirada severa. No lo había engañado ni un poco.

—No puedo controlar los signos vitales del bebé aquí. Creo que ha sido suficiente por hoy Jungkook, volvamos a casa. Tú necesitas ir al hospital para suturarte la herida.

Para su sorpresa él no estuvo de acuerdo. Lo vió levantarse como si nada y apoyar a TaeHyung sobre su costado para llevarlo a cuestas hasta el SUV. Lo hacía ver como que el alfa no pesara absolutamente nada. Sus músculos abultados no eran una broma.

—El cachorro y yo estamos bien, no fué la gran cosa. Tengo algo importante qué hacer. —Le fueron lanzadas unas llaves —Usa el auto de TaeHyung y vuelve a casa.

Su boca se abrió en incredulidad mirando las llaves entre sus dedos, luego a su perfil.

—No puedes estar hablando en serio.—Se río sin gracia alguna —No seas insufrible ¡Acaban de dispararte y Taehyung está inconsciente!

Tras el sonido del portazo de la camioneta, jungkook lo confrontó con una mirada seria y un tono de voz imponente y decisivo, que no daba cabida a ningún tipo de consejo. Toda su aura, si tuviese que describirla, se tornó de un alarmante rojo cobalto y sus feromonas se esperaron haciéndolo retroceder unos pasos. Tenia un omega intimidante y hasta ahora no había visto ese lado de el.

—Yo iré a Gold Palace—anunció con firmeza—, y tú te vas casa porque ya no puedo garantizar tu seguridad. Sé lo que debes estar pensando, "que no estoy siendo racional" teniendo en cuenta mi situación, pero no me importa Jin. Prefiero morir quemado a quedarme observando como uno de mis amigos destruye la ciudad.

Intentó detenerlo de muchas maneras pero su creatividad era escasa y forzarlo no era una opción viable. Se rebajó a tal punto en el que sé abrazó a la pierna de Jungkook como un niño malcriado impidiendo que se subiera al auto. No era una acción muy madura pero de alguna manera funcionó para retrasarlo.

—Estas embarazado y te dispararon. Piensa en tu bebé.

—Eso no me incapacita de cumplir con mi deber. Tu lo dijiste.

Maldito el y su bocota.

—Tsk, solo imagina en lo rabioso que se pondrá Taehyung cuando despierte.

Jungkook pareció dubitativo ante la mención de su esposo, sin embargo terminó negando con la cabeza y dándole una suave patada para alejarlo de su pierna.

Se incorporó y sacudió su polvorosa vestimenta. Con una gran bocanada de aire y su pecho inflado, se subió al auto que pertenecía al alfa y encendió el motor dejándolo rugir por un tiempo. Jungkook se fue tan pronto como no estuvo dentro de su espacio personal intentando retenerlo.

Si creía que se iba a librar de él tan fácilmente estaba muy equivocado. No se había graduado en salud con honores porque fuese un cerebrito de nacimiento, oh no, el se había graduado porque era obstinado cuando de obtener lo que quiere se refería.

No era un secreto el hecho de que no es bueno en combate cuerpo a cuerpo ni en el manejo de las armas, ¿Y como no? Si sus brazos eran delgados y con escasa musculatura, no estaban entrenados para sostener una pesada arma o fusil, sino un electrobisturi o alguna pinza kocher. Su fuerza de agarre era promedio y la delgadez de sus piernas dejaba mucho que desear, pero tenía un buen cerebro que podría ser de ayuda, y podría defender una espalda o un flanco desde la distancia. Y lo haría.

Tomando prestado un chaleco antibalas de la parte trasera del coche, se lo abrochó y cubrió su cabeza y parte de su rostro con una máscara de esquí negra que solo dejaba a la vista sus ojos rasgados. Avanzó pisándole lo talones a Jungkook esperando que esté muy distraído como para notar que era seguido.






















Jeon Jungkook


Tal y como suponía, el Gold Palace estaba revestido y blindado de vigilancia militar, no había ni un solo punto muerto, la casa presidencial y residencia de los dorados era hermética. Se trataba de una mansión blanca de dos pisos con rejas y adornos de oro, que brillaban con todo esplendor sin ayuda del sol incluso durante el invierno. Estaba ubicada en un terreno más alto que en el que se encontraba, parecido a una colina cubierta de césped finamente cortado; podía vislumbrar a través del enrejado las miles de ventanas cubiertas por lonas antiluz de color vino. Los militares ya habían tomado la mansión, supuso, ya que solo veía circular a omegas y no había rastro de ningún guardia real por lo general escogidos betas u alfas. El ambiente se sentía ajetreado y tenso, se comunicaban entre ellos cada segundo. Algo debía estar sucediendo adentro.

Echó un vistazo a su derecha y observó a TaeHyung dormir con el ceño fruncido en el asiento de copiloto. Acarició sus mechones y masajeó su cuero cabelludo y como si se tratara de algún botón presionado la expresión en su rostro se restauró a una mucho más en calma.

Ahora estaba solo. Jin se había ido, su esposo estaba fuera de combate y tenía un hombro lesionado.

Llevado por la impotencia golpeó el volante un par de veces hasta calmarse. No se convertiría en una masa de autoconsuelo. Se detuvo tan rápido como inició y llevó sus pensamientos en la dirección correcta: cómo colarse dentro del Palace. Por su contacto anterior con la rebelión era obvio que no estaban al tanto de que no formaba parte de la misión, era otro omega más, por lo que debería ser fácil acercarse.

Depositó un beso sobre la frente de TaeHyung y estacionó dos calles detrás de la casa presidencial, en un callejón que ocultaba el carro a la perfección. No quería dejarlo solo en ese estado... Pero no tenía muchas opciones.

Marchó en dirección al objetivo con su corazón apretado detrás de sus costillas, palpitando con rapidez y con sus dientes castañeando. Gracias a ese hallazgo, se dió cuenta de la nevaba que estaba cayendo sobre él y la caída drástica de la temperatura. Pequeños y lindos copos de nieve eran diseminados en el aire, como si la naturaleza conociera lo que sucedía y esta era su forma de apaciguar los malos ratos.

Todo saldrá bien, tened calma.

Una mano caliente se posó en su hombro y dió un respingo e. Su mirada cambió de estar observando el cielo nublado a dos pares de ojos negros rasgados a unos centímetros por encima de él.

—Wow, solo somos nosotros.—Uno alzó sus palmas en forma de rendición.—Parece que viste a un fantasma.—añadió.

Había apuntado a los conocidos en un santiamén con un arma en cada mano, direccionada hacia sus entrecejos. El aliento se le atascó en la garganta.

—¿C-como es que están aquí?

—Te lo dije antes, tolerancia al gas y un poco de suerte. —Guiñó.

Ya debería de bajar sus armas contra ellos, pero su cuerpo no quería responderle, su omega no quería ceder. Solo eran Jimin y NamJoon. Amigos. Nada de amenazas.  Eran refuerzos y ya no tendría que hacer esta misión suicida el solo.

Jimin tomó las armas de sus manos con cuidado y las guardó en sus bolsillos traseros. El otro alfa lo envolvió con un saco que llevaba consigo para cubrirlo del frío.

Lo hicieron caminar hacia un espacio más estrecho del callejón, dónde no pudieran ser vistos, y Jimin le explicó todo lo que necesitaba saber.





























(...)





—Bien. En los planos no le darían mucha prioridad al corredor lateral derecho y no sería monitoreado con tanta regularidad como los demás. Justo debajo de un retrato del XXV rey hay una rendilla de aire acondicionado lo suficientemente grande para que entremos por ella nos lleva directamente allí. —El alfa pelirrojo había ideado un plan para entrar, si bien jungkook la tenía fácil, los alfas no debían ser vistos — Después de entrar Nam y yo sondearemos el área sur y Jungkook, que podrá entrar por la parte trasera, irá hacia el ala norte. Si en el camino de llegar hasta Yoongi se ven en problemas, luchen sin pensar en las consecuencias. Nos vemos en la sala de trono. ¿Les parece bien?

Todos asintieron y se separaron. Oficialmente la misión había comenzado.

Como el alfa había dicho entrar para el no había sido demasiado complejo. Solo tuvo que controlar y manipular a un par de soldados menores con ayuda de su alto rango y su conexión con Min, aparte de la excusa de formar parte de la rebelión y ser mano derecha del cerebrito, para poder pasar y no ser detenido por ningún otro omega en su camino.

Los pasillos de la enorme residencia estaban revestidos de tapetes bordados a mano en hilo de oro, reflejaban las imágenes de los antiguos dorados que habitaron el Gold Palace y a los nuevos gobernantes. Se podía decir que era demasiado vistoso y ostentoso observar sus ojos inanimados cada vez que miraba hacia abajo. Los techos eran altos de un color blanco pulcro, la luz tenue provenía de lámparas de araña clásicas o focos empotrados por todo el extenso pasillo. En las paredes colgaban cuadros históricos o fotografías familiares como lo habrían en cualquier casa normal con la excepción de que estas eran obras de arte de miles y millones de dólares. Contrario a la idea que se hizo no había mucho militancia transitando en los alrededores, a medida que se adentraba más y más en las instalaciones menos personas se topaba.

Hubo un silencio lúgubre que lo hizo cuestionarse si estaba en la dirección correcta, puesto que era muy fácil perderse entre las casi cincuenta puertas de habitaciones, salones, bibliotecas y pasillos entrecruzados.

De un momento a otro todo empezó vibrar. Debo estar realmente cansado ya que que han vuelto las náuseas y los vértigos, se dijo, y siguió hasta que un sonido sordo de una puerta a sus espaldas rompió la incómoda calma. Eso no había sido un portazo. Al virarse encontró una gran puerta de madera cortada a la mitad en el suelo y a un cuerpo que no pudo identificar sobre ella. No se movía y no veía que la persona respirara, pero eso no significaba que estuviera muerto.

Un movimiento brusco en el suelo lo hizo sostenerse de una pared para no perder el equilibrio. Oh mierda. ¿Un jodido terremoto? ¿Ahora?

No duró el suficiente tiempo para crear caos. Tan solo se había movido el terreno, como una ligera sacudida de las raíces de los árboles, y ya estaba. Gracias a la diosa.

Desmontó las armas y se acercó hacia la habitación de dónde provino el sonido. Sus ojos inspeccionaron a medida que se acercaba a paso seguro y se obligó a contener el aliento y el aullido de sorpresa.

Se trataba de un cadáver decapitado vestido con la ropa tradicional de los dorados. No podía—aunque quisiera—, decir de quién se trataba de la familia real. Todos eran bastante similares, una copia de la copia y su distintivo cabello rubio platinado, bueno... No estaba a la vista.

Tuvo un mal presentimiento y el eco de una risa, originado de la habitación, le erizó cada vello del cuerpo.

Con un nudo en su garganta se posicionó en el umbral de la puerta dispuesto a disparar al asesino, pero no pudo hacerlo. Por el contrario bajó sus armas y se quedó fijo en donde estaba, observando la escena que tenía delante.

Min, el capitán Min estaba en el límite de la habitación enorme, frente a lo que suponía sería una pared hecha de vidrio cubierta por cortinas, a excepción de una pequeña rendija que debaja pasar una línea de luz que iluminaba su rostro y atravesaba su ojo derecho.

No se veía nada anormal desde atrás, pero su risa  se sentía tétrica e impasible y... Similar a la de Jeff. Y Jeff era, lo más probable, un psicópata.

Min parecía estar muy metido en sí mismo como para captar su presencia con el olfato, porque el capitán tenía reflejos y un sexto sentido del demonio. De estar en una situación diferente ya estaría siendo presionado contra alguna de las paredes, inmovilizado de todas sus extremidades.

Tal fuerza bruta venía de un omega como él. Un omega capaz de crear un calvario como este.

—Capitan Min.—Llamó con la voz susurrante.

Min se giró ligeramente hacia atrás para dedicarle una mirada cansada, de modo que lo comprendió todo.

El hombre decapitado en el pasillo había muerto por sus manos y no era una deducción, la cabeza de mechones rubios que colgaba en sus brazos era la prueba viviente. No, una prueba muerta.

Se sintió asqueado y se mareó, teniendo nuevamente que apoyarse en algo para no perder el equilibrio y caer. Su estómago se sentía mal, su herida estaba sangrando más y el olor de la sangre fresca salpicada en la paredes no estaba ayudando.

La apariencia del capitán era desaliñada y sucia, en la piel blanca de sus pómulos y frente se formaban hematomas magentas, su comisura derecha sangraba y uno de sus ojos se encontraba cerrado parcialmente por la inflamación. Sus movimientos eran lentos y su pecho subía y bajaba con lentitud.

Sus ojos no reflejaban nada, eran indiferentes a su existencia en la recámara. Estaban planos y vacíos y aún así logro pronunciar las palabras más inesperadas.

—Ayudame, Jungkook.

Ni siquiera lo dudó.

Fué a por él en cuánto este dejó caer la siniestra cabeza decapitada lejos y le prestó su hombro sano para que  apoyara su peso en él.



















Ala sur, Gold Palace.

Minutos antes.






Park Jimin

Ser un hombre y alfa fuerte debería tener sus límites. A veces sentía que iba a morir de la presión por cumplir con los estándares de su subgénero.

Desde que fue capaz de discernir ese pensamiento habitó muy profundo entre las capas de su psique.

Un alfa debe ser fuerte, imponente y ser capaz de llevar encima una gran carga por ser la cabecilla en todo. No había espacio para un débil con sentimientos de cristal, como los suyos.

Se enlistó en las fuerzas para demostrarle a quienes lo subestimaron en su pasado que no era un alfa defectuoso. Sin embargo en su camino hacia la gloria nunca se imaginó que tendría que volver a probar su valía incluso con su pareja predestinada.

Los compañeros eran flores atadas por hilos rojos y almas estratégicamente diseñadas para coincidir la una con la otra por la eternidad. Pero cómo el, su vínculo con su compañero era defectuoso. La vida parecía querer darle una lección que no estaba dispuesto a aceptar y ahora debía atravesar las consecuencias.

Nunca se atrevería a llamar a Min Yoongi un omega anómalo, prefería denigrarse a sí mismo, porque ese Omega había demostrado una y otra vez ser más alfa que él.

Incluso ahora mientras caminaba a través de los pasillos del Gold Palace tras toda la travesía que le había hecho sufrir Yoongi, seguía teniendo sentimientos por ese omega. Profundas e inquebrantables emociones que no eran recíprocas y lo más probable es que nunca lo fueran. Ya no tenía esperanzas de ser amado de vuelta. Se resignó a qué a veces hay diferentes formas de amor y que solo por salirse de lo típico no deberían dejar de considerarse genuinos. Por ahora le era suficiente que le permitiera quedarse a su lado como un perro faldero.

Detuvo súbitamente sus pasos a causa de NamJoon, que se había pausado para tomar una gran inspiración, olfateando algo en el aire con el ceño fruncido y las pupilas dilatadas.

—¿Por qué Jungkook trajo a mi omega hasta aquí ?

La figura de Jin apareció en el cruce de un pasillo. No se le podía ver de todo el rostro pero, a juzgar por las proporciones de su cuerpo, sin lugar a dudas se trataba del omega de su amigo.

Se veía diferente desde la última vez que se cruzaron. Por supuesto que antes no tenía un pasamontañas, su ropa no estaba desgarrada y en definitiva no cargaba consigo una pistola de dardos sedantes. No cabía comparación contra el típico SeokJin con uniforme medico y una pulcra bata blanca.

Observó a su amigo correr en su encuentro;  tomó a su pareja de la cintura y lo elevó por los aires con facilidad, se besaron por un tiempo y Jin se aferró fuertemente a su pecho encontrando alivio y seguridad.

—¿Por qué estás vestido así y de dónde sacaste todo esto? —Se refería a las armas poco comunes— ¿Que haces aquí?

—Uh-oh, te lo diré, pero no me mires mal ¿Está bien?—su pareja asintió ante su pedido con expresión de confusión— Las robé del carro de TaeHyung. Es una larga historia pero estoy acá apoyando a Jungkook. Sabía que el rayo McQueen entraría y no podía dejar que lo hiciera solo. Esta herido y no tenía idea de que ustedes vendrían.

Creyó sentir la descarga de feromonas de lujuria provenientes de su amigo, pero se dijo que no sería tan cabezota para excitarse en un momento así solo por ver a su omega siendo un poco rudo y valiente.

Para nada su propio pensamiento lo convenció.

Alejó la mirada para darles privacidad y porque no tenía el corazón sano para aceptar el amor que se demostraban otros. Era todo lo que quería y lo que no podía tener.

No era su intención separarse del grupo pero cuando fue consciente de sus pasos desenfrenados ya no había tiempo de regresar.

Vino a cumplir una misión y eso haría.

Gracias al arrebato de fuerza el ala quedó despejada pronto. Llevó a todos los inconscientes cuerpos apilandolos en una habitación y encerrandolos allí. Deambuló por la gran estructura y escuchó en la lejanía un estruendo. Siguió el sonido y se topó con Jungkook entrando en una habitación. En cuanto el Omega desapareció por completo dentro, se deslizó más cerca, apoyando su espalda contra una de las paredes justo a un lado del marco de la puerta. Miró el cuerpo en el suelo con el ceño fruncido pero se mantuvo allí, a la espera de algún movimiento sospechoso dentro.




























Jeon Jungkook

—¿Por qué lo hiciste?—Se atrevió a preguntar después de un rato en dónde lo único audible era el sonido de sus respiraciones. Nunca había visto al capitán tan indefenso hasta el momento, siempre había sido alguien fuerte.—Se que querías igualdad, todos la queríamos, pero este baño de sangre pudo haber sido evitado. Lo que han estado haciendo con los alfas es demasiado cruel, incluso lo aplicaste a tu propio alfa.

Yoongi sacudió su pecho riéndose en silencio.

—¿Mi alfa?— preguntó ofendido— Nunca he tenido uno y no lo tendré. Los aborrezco.

Agradecía que Jimin no estuviera aquí para escuchar esas crueles palabras.

—Te dejaste llevar demasiado por tu odio, Min. Y ahora la ciudad está sumergida en un caos, más de la mitad de los alfas deben estar durmiendo como bebés y...

—Ah... Me arrepiento un poco de no pedirte ser mi mano derecha para esto. Tu siempre has llevado la sensatez y yo la fuerza bruta. — Lo interrumpió hablando por encima de su voz. Pasó una de sus manos ensangrentadas por su pelo peinando los desordenados mechones hacia atrás, revelando más heridas en su rostro—, Los dorados no eran alfas comunes y lo sabes, derrotarlos a todos... Me ha hecho consumir demasiada energía.  Podría desmayarme en cualquier momento así que no me interrumpas, y  escúchame.

A pasos torpes Yoongi le dió la cara tras haberse separado por unos pocos centímetros.

—Nunca habría un cambio sin un sacrificio previo. Y no me estoy justificando, sé que la cagué, que las cosas se salieron de mis manos y eso me pone neurótico —Sus muñecas empezaron a temblar, alarmandolo— El sistema fué hackeado por omegas de la prisión y obtuvieron los datos de la misión, sé que desequilibraron todo. ¿Pero que se supone que debía hacer? Estaba demasiado ocupado aquí, como para preocuparme por unos imbéciles.

—Esos imbéciles casi matan a TaeHyung, hijo de puta. ¡Y han estado matando a quiénes se nieguen a obedecer! ¿Que se te salió de control? ¿Que dañaron el sistema? Tu jodido sistema se puede ir bien a la mierda.

—¿¡Que querías que hiciera!?—Su gritó lo dejó quiero en el sitio. Sonaba desgarrado, finalmente, la fachada del capitán estaba cayendo. — Los alfas son peligrosos, todos y cada uno de ellos, eran la amenaza principal de la misión, la única opción que quedaba era... Suprimirlos, aunque eso costara la muerte de una minoría. Si, eso, siempre fue la mejor decisión.

Jungkook negó con su cabeza, mirando al capitán con lástima. Su estado mental estaba muy desequilibrado.

—¿Por qué asesinar a los Dorados?

Yoongi resopló.

—Se volvieron un grano en el culo. Ellos y su estúpida tradición monárquica nunca dejarían a un omega ascender al trono. Intenté ser pacifico, hablar con ellos, pero por supuesto que no funcionó así que tuve que actuar matándolos a todos.

Jungkook se le quedó mirando en silencio.

—Me he convertido en un monstruo Jungkook. Lo sé. Pero matar nunca ha sido divertido ni satisfactorio para mí y lo sabes. Esa es la diferencia entre un psicópata y yo. Me considero más bien un fanático obsesionado  y borderline.

El Omega se movió por la habitación y descansó en una silla detrás de un enorme escrito, dejándose caer con un suspiro lastimero.

Jungkook no le quitó la mirada de encima.

—¿Que va a pasar ahora?

— Yo iré a la cárcel y un presidente interino quedará a cargo, militar, de preferencia —Jungkook abrió bien los ojos y a Min pareció divertirle su gesto— Nunca idee este plan con la intención de quedarme con el poder, sino cederselo a quién yo creyera que se lo merece. Sin preferencia de género, sub género ni jerarquía. Con justicia, por al menos una vez en la historia.

Quiso objetarle su falta de moral con respecto a su "justicia" pero fué interrumpido por el sonido de armas recargando sus moniciones a su espalda. Por fin Jimin y NamJoon lo habían localizado, y no solo ellos, a medida que entraban reconoció algunas caras, entre ellas la de TaeHyung quien parecía aún inestable y le costaba mantener los ojos abiertos, y la de Jin, detrás de la espalda ancha de su pareja.

—Que el presidente Jeon se ponga al día cuánto antes. Este país necesita de su liderazgo.

Lo que sucedió después, no está muy seguro de lo que pasó en realidad, solo recuerda fragmentos confusos en donde era llevado en brazos por Taehyung y acomodado en una muy suave cama en donde, por fin, descansó en un profundo sueño.






















Oficialmente estamos en la recta final de la historia mis queridos lectores.

Déjenme saber desde ya lo que les gustaría leer en los capítulos extras.

No olviden escuchar la canción.

Espero que hayan disfrutado el capítulo de hoy.

—Asteria.

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