Klaus Mikaelson

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« II PARTE »


La rabia era notoria en la cara del Híbrido Mikaelson. La duda, el miedo... la inseguridad. 

Todo eso podía sentirlo, y dolía. 

La chica puso una mano en su corazón sintiendo una presión un tanto incómoda. 

Todas sus emociones dependían de él. 

Y ahora no me estaba dando alegría. 

— Debes dejar de hacer eso — gruñó, apareciendo frente él. 

La ignoró, chocando su hombro contra ella, avanzó deprisa caminando por el bosque así que lo siguió, caminó silenciosamente tras de él. 

— Niklaus... — canturreó al ver que seguía caminando sin ir a un lugar especifico. 

— Si estás aburrida, ¿Qué haces aquí? — murmuró sin voltear. 

— No tengo otra opción, debo ir a donde tú vayas. 

— Más bien, molestar donde quiera que yo esté — se burló. 

Su tono de voz la hizo sentir más aliviada. La presión en su corazón comenzaba a disminuir. 

Se detuvo de pronto, distraídamente chocó en su espalda. Él volteo mirándola con una sonrisa ladeada. 

— ¿Qué hacemos aquí? — preguntó al ver donde se detuvo. 

No tenia noción de cuanto habían caminado, estaban muy adentrados en el bosque, se detuvieron justo frente a una pequeña cabaña. No podía sentir a nadie dentro, tampoco había algún olor perteneciente a alguien más. Dedujo que fue construida por él o para él. 

— Tú deberías saberlo, eres mi Ángel — caminó hasta la entrada de la cabaña. 

Por alguna extraña razón había mucha burla en sus palabras. Sobre todo cuando dijo «Ángel» 

Siento que se burla de mi cada vez que puede. 

Entró sin problema alguno, él era el dueño o quizá él asesinó al dueño. Sintió escalofríos ante la idea. 

Todo rastro de duda desapareció al estar en su interior. Muchas imágenes llegaron a su mente. 

Un pequeño niño, llorando en un rincón de esta cabaña. Escondía su rostro entre sus rodillas, sus sollozos no cesaban y eran cada vez más fuertes. 

Intentó acercarse, quiso tomar su mano pero la imagen de desvaneció. 

Una puerta se abrió abruptamente tras de ella, se giró y vio a un chico ya mayor entrar, se tambaleó hasta llegar a una mesa, quitando su camisa dejando ver cortes y moretones, algunos más recientes y otros aún sangraban. 

Se inclinó sobre la mesa con ambas manos sobre ella, tosió escupiendo sangre. Gemía al tocar su labio y mejilla. 

Se giró hacia ella despacio, dejando ver entre sus largos cabellos rubios unos grandes ojos azules. 

Su mente rápidamente se hizo una idea de quien se trataba. 

Levantó su mano nuevamente en su dirección, sus dedos hicieron contacto con su mejilla, pudo sentir la tibia sangre escurrir por sus dedos. 

La imagen desapareció dejando ver a Klaus frente a ella, estaba a menos de dos centímetros de tocar su rostro.  

La quitó rápidamente formando un puño. Él la miró de manera seria. 

— ¿Qué viste? — preguntó. 

Los recuerdos más arraigados en el fondo de su corazón y mente. 

— Lo suficiente — murmuró. 

Él clavó su azulada mirada en ella. Lo ignoró e inspeccionó la cabaña. Era pequeña, pero lo suficiente para una persona... una persona y sus problemas.  

Sus demonios.

Pero no era solo una persona, era un vampiro con cientos de años y cientos de problemas. 

— ¿Por qué? — susurró hacia él, sabiendo a que se refería. 

— ¿Por qué no? 

— Es decir... ¿Cómo pudo? — se giró a verlo —. Eras solo un niño. 

— Para él jamás fui un niño, solo una decepción, un error que jamás debió suceder. 

Soltaba aquellas palabras entre dientes, llenas de rencor y odio. Lo peor es que no lo culpó. 

Nuevamente sintió esa presión en su pecho, apenas la dejaba respirar. Soltó un suspiro y fijó su mirada en él, quien distraídamente tocaba los pequeños estantes de la sala. 

Bajó la mirada a su mano, aún podía sentir la sangre en ella, el miedo de un pequeño niño, sus sollozos en sus oídos.  

— Lo procesas mucho, como si fuera la gran cosa — murmuró Klaus, sacándola de mis pensamientos. 

Levantó la mirada hacia él quien tenia una mueca en su rostro.

Lentamente asintió con la cabeza restándole importancia, fingiendo no importarle, aunque no fuera así. Se giró entrando a la única habitación que había, supuso que debía seguirlo.

Al cruzar el umbral de la puerta, él no estaba, volvía a ver al mismo chico anterior, Klaus, con unos diez o doce años de edad. El lugar lucía maltratado, lleno de humedad y polvo. 

La habitación estaba vacía, solo lo acompaña la luz de una vela, mientras él yace sobre el piso, intentando vendar su muñeca. 

Las lagrimas caen por sus mejillas. Las limpia bruscamente intentando ocultar lo que siente.

Suelta gemidos de dolor con cada movimiento. 

Debía alejarse de la ilusión que formó su mente, pero inconscientemente se acerco más quedando a la altura frente a él. 

Lo observó y pudo sentir el miedo. Sus manos temblaban, se abrazaba a si mismo intentando protegerse de todos y de todo... del monstruo de su padre, específicamente, de él y sus abusos.

Sintió nuevamente la presión en su pecho y se levantó del suelo. Antes de que se diera cuenta unos pequeños brazos la rodearon. Le mantienen junto a él, como si su vida dependiera de ello.

No me dejes — susurra —. No puedes dejarme. 

Quiso colocar la mano en su nuca, pero la ilusión desapareció. Aunque el calor de unos brazos en su cintura no. Su barba hacía cosquillas en su mejilla y cuello. Un poco aturdida dejó caer los suyos sobre su espalda. 

— ¿Por qué me estas abrazando? — susurró en su oído. 

— Tú lo hiciste primero, yo solo te correspondí — respondió de la misma manera. Sabía que mentía. 

El silencio y la oscuridad se cernió sobre ellos, mientras él aun la mantenía en sus brazos.

— No me iré, Klaus — murmuró segundos después. 

— Lo harás — se irguió uniendo su mirada con la de ella —. Algún día... eventualmente lo terminaras haciendo. 

— Entonces no me dejes ir. 

Esas palabras salieron de manera impulsiva de sus labios, no tuvo tiempo de procesar lo que realmente deseaba decir.  

Su mano se posó en su mejilla suavemente unos segundos, aún presionando la otra en su cintura.

El aroma de su cercanía nubló sus sentidos

Rozó sus labios con los suyos. Apenas un roce. Una suave caricia. Casi nada. No lo suficiente.

— Eres demasiado buena para este mundo — susurró —. Para mi mundo. 

Su cálido contacto se deslizó de su mejilla sintiendo el frío del lugar. Dejándola sola en medio de la habitación.

Sintiéndome prácticamente... vacía. 



 Disfrútenlo ( ͡° ͜ʖ ͡°)

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