Robb Stark

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El vino, la comida, las risas, la música y las mujeres. Todo abundaba en el gran salón de la casa Stark.

El anuncio entre la unión de los Baratheon y los Stark era oficial. Lo que traería consigo la paz que tanto ansiaba todo Poniente. 

Las risas y los murmullos salían de cada rincón del castillo, el regocijo era notorio. Todo el mundo celebraba con una sonrisa en los labios. 

Todos, excepto la futura Reina del norte.

Alyssa Baratheon, primera de su nombre, hija de Robert Baratheon y Cersei Lannister, la Leona de la casa Lannister, a pesar de su largo y oscuro cabello, el apodo se le fue dado por su característica fiereza.

—Dichosos los ojos que la ven princesa.

—Ahórrate tu palabrería barata Stark.

—Siempre tan fiera.

La burlona sonrisa de Robb Stark vislumbraba desde el otro extremo de la mesa, frente a ella.

—¿Qué es lo que quieres? 

—Invitarla a dar un paseo, y antes de que pienses en ignorarme, tanto mi madre como la tuya nos están viendo— susurró volteando la vista hacia la Reina y Lady Catelyn.

Copió su acción y en efecto, ambas los miraban expectantes. Soltando un suspiro se levantó a la par de él tomando su brazo, que fue amablemente ofrecido.

Las palabras de respeto no eran muy común entre ellos, no desde que eran niños, excepto frente a sus padres, siempre hubo confianza, fueron criados prácticamente juntos, lo quiso como un hermano, un mejor amigo, él y Jon.

Reina Madre siempre se molestaba y repetía que las princesas no deben jugar de esa manera, las princesas no deben hacer esto, las princesas no deben hacer esto otro.

Era tan buena luchando como cualquiera de ese castillo, incluso mejor.

Jamás creyó que llegaría el día en que tendría que reinar, aunque se le fue inculcado desde que era una bebé, pensó que no sería tan pronto.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el carraspeo de una garganta tras de ella. Ni siquiera notó cuando se soltó  del brazo de Robb y comenzó a caminar por su cuenta llegando al bosque de los Dioses.

Se volteó abruptamente.

—¿Crees que seré una buena Reina? 

La pregunta salió de su garganta casi como un lamento. Él, primero la miró con sus ojos azules bien abiertos y luego soltó una carcajada. 

Luego de un minuto cesó su risa y la miró fijamente.

—¿Es por eso que has estado seria desde que llegaste aquí?

—¿Por qué te reías?— preguntó ignorando su pregunta anterior.

—Recordé la vez que golpeaste a Jon y luego de la nada preguntaste, «¿Crees que soy buena con la espada?»

—No es gracioso, ni siquiera yo lo recordaba. 

—No te culpo, tu madre, la Reina, se molestó bastante aquella tarde — frunció los labios en una mueca haciéndola reír —, sé que no querías casarte — prosiguió— tampoco yo lo quería.

— Pensé que me casaría con algún Señor del Norte, malhumorado, con espesa barba, adicto al vino y a las mujeres — soltó con asco.

—Yo puedo ser un señor del Norte, malhumorado, con espesa barba, aunque lo de adicto al vino y a las mujeres no te lo prometo, lo siento.

Ambos soltaron una carcajada y se sentaron bajo el gran árbol de los Dioses. El silencio los inundó hasta que por el rabillo del ojo vio que se quitó los guantes y tomó su fría mano junto a la suya, su calidez llegó al instante. 

—Prometo ser un gran esposo, jamás haré algo que pueda dañarte, lucharé hasta con mi último aliento para protegerte, blandiré mi espada en tu honor y en honor a nuestro Reino si así lo dicta el destino y tú... —volteó su mentón en su dirección —. Serás mi eterna compañera, mi esposa, mi Reina, la madre de mis hijos.

Tragó el nudo de su garganta, repitiendo una y otra vez las palabras de Robb en su cabeza. Palabras que jamás creyó llegar a escuchar de su boca.

—Eso significa...

Sus palabras quedaron en el aire al sentir los fríos labios del joven lobo sobre los suyos, acercando lentamente su mano a su mejilla rozando su barba de un par de días.

Juntó su frente a la ella y tomó sus manos entre las suyas.

—Soy suyo y ella es mía, hasta el final de mis días.

—Soy suya y él es mío, hasta el final de mis días —repitió la futura Reina.

Sellando así una vez más la aceptación que sentían el uno por el otro con un beso, bajo la atenta mirada de los Dioses.





Habemus OS, why not?

( ͡° ͜ʖ ͡°)

No podía dormir tranquila sabiendo que no había uno de mi pequeño Stark.

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