La fresca brisa de Desembarco del Rey azotó sus sonrosadas mejillas y sacudió sus largos cabellos cobrizos, el brillante y cálido sol en lo alto hacía resaltar su pálida piel y claros ojos. 

Yvette Tyrell, bella, intrépida, inteligente. Futura reina y prometida del joven Tommen Baratheon.

Una extraña y escalofriante corriente pasó por su columna.

Jugó nerviosamente con el minúsculo frasco en sus manos, cuyo contenido era viscoso y un tanto oscuro. Pensando si lo que debía hacer estaba correcto.

Suspiro tras suspiro, dejó que los pensamientos atravesaran su mente toda la mañana.

Jamás descubrirían que había sido ella. 

Jamás encontrarían la evidencia. 

Jamás... 

Unos cálidos brazos rodearon suavemente su cintura haciéndola estremecer, escondió el pequeño objeto entre las largas mangas de su vestido dorado. 

—¿Disfrutando de la vista mi Reina?

El suave susurro del joven Rey llegó a sus oídos, trago saliva duramente antes de contestar evitando titubear en su presencia.

—Es un bello día — susurró sintiéndose torpe.

—Contigo siempre lo son.

La soltó dejando un fugaz beso en su mejilla. Se posiciono justo a su lado, admirándola de pies a cabeza. La joven derramaba elegancia, digna de una Tyrell. Lo suficiente para hacer suspirar al Joven Baratheon.

—Gracias su Alteza — murmuró.

—¿Vestido nuevo? — inquirió curioso. 

—Un regalo de la Reina.

—No, un regalo de mi madre dirás — la corrigió —, tú eres la Reina.

—Aun no estamos casados — frunció el ceño graciosamente en su dirección.

—Cuando estemos casados lucirás bellos vestidos — la observó fijamente —, dignos de una Reina, usaras la tela más cara de los siete reinos, el resto de mujeres solo te envidiaran.

La joven rio pensando que lo que estaba por hacer sería una completa idiotez.

—Agradezco tu entusiasmo. 

—¿Tú no lo estas? — no pudo ocultar la decepción en su tono de voz.

—Lo estoy, mucho — en el fondo quería creer que era cierto.

—Tengo una sorpresa para ti, necesito que esperes aquí, volveré pronto.

Una gran sonrisa surcó su rostro, vio como el joven Baratheon prácticamente corrió fuera de la habitación.

Creyó que el momento sería el correcto, avanzó rápidamente hacia la pequeña mesa junto al balcón.

Torpemente abrió el frasco, sirviendo dos copas de vino. Vació por completo el liquido en una de ellas.

Las manos le temblaban y sudor frío corría por su frente.

Las pisadas la hicieron girarse velozmente en dirección al responsable, la blanca sonrisa de Tommen se hizo presente, avanzó hacia la joven colocando en sus manos una hermosa y delicada cadena dorada, junto con un hermoso zafiro color azul.

Yvette jadeó  de la sorpresa ante tal obsequio, sus ojos se encontraron con los de él, que la miraban expectantes. 

—¿Te gusta? —preguntó sin dejar de sonreír.

—Me encanta, pero...— se cortó sin saber que decir.

—¿Pero? 

—¿Crees que... la merezco?

La culpa la azotó como un látigo, Tommen no es Joffrey, repetía una y otra vez en su mente.

—Que tonterías dices — se burló.

Tomó la cadena en sus manos y la colocó delicadamente en el cuello de la chica.

Tocó suavemente la joya, ahora en su cuello, sintiéndose querida, como nunca lo había sido.

Un suspiro sonoro salió de sus labios, el joven Rey tomo las manos de la chica acercándola y besando tortuosamente lento su frente.

Cerró los ojos dejándose llevar por la sensación. 

Sonrió y caminó hacia la mesa tomando las copas en sus manos.

Respiro profundamente, bajó la vista y gritó haciendo saltar al joven tras ella.

—¿Qué sucedió? — Tommen corrió tomando su mano.

—Lo siento... sentí... sentí que algo subía por mi mano, creí ver un insecto. Lo siento... derrame todo. 

—Hey, tranquila, haré que limpien esto enseguida.

Sonrió dejando escapar todo el aire contenido, dejando que una pequeña lagrima corriera por su mejilla, la cual limpio instantáneamente.

Sintiéndose torpe, enamorada... pero torpe.

Cortito pues... tengo mis dedos congelados. 

Siento que no cumple mis expectativas, puesto que no soy muy fan de Tommen, pero me esforcé.

Puntos por eso ( ͡° ͜ʖ ͡°)

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