spencer reid

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imagina a Spencer preocupado luego de un intenso caso.


Harper presionó sus párpados con fuerza y echó su cabeza hacia atrás, tratando de estirar su adolorido cuello contra el respaldo de la silla. Se retiró unos centímetros lejos del escritorio, respirando profundo, sintiendo como los calambres comenzaban a instalarse en sus piernas.

Las carpetas esparcidas sobre la mesa y las fotos vívidamente impregnadas en sus retinas le causaban dolor de cabeza y un poco de ansiedad.

Un ligero toque contra la puerta la sobresaltó y levantó la mirada topándose con el responsable observándola atentamente con una sonrisa en sus labios y levantando un bolsa de papel en sus manos.

— Es tarde— murmuró, impulsándose dentro de la oficina—. Creí que era el único aquí. Prentiss se acaba de ir.

— Lo sé, la obligué a irse. Todos necesitan un descanso...

— ¿Y tú no?—cuestionó elevando una rubia ceja.

—Aun ...tengo papeleo que realizar y no quiero que se acumule.

El sonrió un tanto disconforme con la respuesta y se acercó un par de pasos hasta tomar la silla frente a ella.

—¿Qué haces?

—Necesitas un descanso y pensé en traer algo para comer y... puedo ayudarte si quieres, no deberías tener que hacer todo esto tú sola.

—Spence yo...

—Fue un caso complicado para todos nosotros, pero más aun para ti. No quieres ir a casa, lo vi en tu mirada cuando todo esto acabó, es por eso que preferí quedarme y esperar a ver qué camino tomarías, al parecer acerté.

Harper soltó un suspiró sin apartar la mirada de Reid. Él satisfecho con su acierto dejó la bolsa frente a ella y la abrió, dejando salir el dulce aroma de un postre que ambos habían compartido con anterioridad.

—Eres increíble, ¿lo sabías?—aduló con una sonrisa.

—Lo creo cada vez que tú lo dices.

Él sacó el trozo de pastel junto a dos cucharas, Harper tomó la pila de carpetas y las alineó en un rincón, dejando espacio para que ambos pudiesen comer. Las evidencias, testimonios, las desgarradoras imágenes descartadas por un breve momento de paz que el Dr. Spencer Reid le estaba regalando.

Harper pensaba terminar el día llegando finalmente a su casa, enrollarse en sus sabanas y cerrar los ojos, esperando el comienzo de un nuevo día por la mañana, pero el hecho de casi acabar muerta golpeó duro en alguna parte de su mente. No era su primera vez, ver el peligro cara a cara no era nuevo, tampoco sería la última, de eso estaba segura, pero había algo diferente en esta ocasión, algo que aun estaba tratando de averiguar y procesar.

No se dio cuenta como habían pasado los minutos, sin decir palabras entre ellos, mientras mascaba el ultimo trozo, Spence la observaba en silencio una vez más, perdida en sus pensamientos. Bajó la cuchara y antes de poder encogerse en su asiento Spencer tomó su mano y entrelazó sus dedos. No ajena a su contacto, levantó la mirada nuevamente en su dirección y soltó un suspiro un tanto aliviado, no había notado el temblor en sus miembros hasta que él la tocó. 

—Sabes... un viejo amigo una vez me dijo, que para evitar entrar en pánico ante una inminente situación de peligro, pensara en algo bueno—resopló con una mueca—. Lo cual es casi imposible considerando que la adrenalina nos pone de forma inmediata en un estado de alerta e hipervigilancia lo cual nos deja solo dos opciones; escapar o enfrentar el peligro y la información sensorial que recibimos de nuestro alrededor nos satura y procesa todo de modo que entramos en modo de supervivencia, lo cual tampoco deja espacio para enlazar pensamientos coherentes y...

—¿Y?—preguntó Harper unos segundos después al notar que se detuvo abruptamente.

—Y... no necesitabas toda esa información, lo siento—de disculpó rápidamente con una sonrisa—. Mi punto es... que cuando estuve en tu lugar, no estaba muy seguro de cómo debía sentirme, tenía miedo sí, pero... debía pensar en como salir de esa situación.

—Y lo hiciste...

—Sí y no...—dudó—. Cuando tuve el cañón de la pistola en mi nuca yo... solo podía en aquella tarde en que ambos estábamos recostados en la alfombra de tu casa. Solo estábamos ahí, tumbados, riendo, diciendo cosas sin mucho sentido. Entré en pánico y en lo único que pude pensar fue... en ti.

Harper notó en todo momento la mirada de Reid sobre ella, sin abandonar sus ojos o intentos de soltar su mano, querer alejarse cuando se sentía nervioso. Dijo todo con convicción y sin miedo alguno a su reacción. Su corazón pareció calentarse y volver a su ritmo normal, dejando una temblorosa sonrisa en sus labios.

Fue cuando notó que parte de su miedo había sido el mismo. El entrenamiento nunca se compara al campo en la vida real y todo es inesperado. Las acciones traer consigo consecuencias y algunas de ellas muchas veces irreversibles. Su caso fue uno de esos... 

—Eres más fuerte de lo que crees—aduló Reid—. No deberías tener ninguna duda al respecto. Tú... tú me salvaste aquella vez, quisiera que me dejaras devolver el favor. Quiero... quiero estar ahí para ti...

Harper no lo pensó dos veces y se levantó rodeando el escritorio, echó los brazos al cuello de Reid y él la sostuvo sin dudarlo en un fuerte agarre, hundiendo la nariz en su cabello.

Regresando ambos nuevamente a su lugar seguro.






LUNES MOOD! 

pero con un OS del perfecto Doctor Reid.

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