Capítulo 3

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— Dame otro.

Le gruño al chico de la barra, que no para de servir tarros de cerveza para la mayoría de los presentes. Muchos de ellos vivieron aquí aún con el uniforme del trabajo.

— Claro que sí, ¡pero tranquilo amigo! ¿Cuántos llevas ya? ¿Cuatro?

El imbécil se atreve a cuestionarme y el licor barato que ha estado sirviendo en mi vaso ya está haciendo efecto.

— ¿Tienes un maldito problema con eso? Estoy pagando por cada trago, métete en tus jodidos asuntos.

— Bien — Levanta las manos a modo de defensa.

Sirve el vaso de nuevo y lo acerca a mí, que sigo sentado en el banquillo de la barra. La chiquilla ha estado cantando la última hora, por lo que no puedo apartar mi mirada del frente y ella también me ha mirado con insistencia.

¿Es una insinuación? ¿Espera que le hable aquí? ¿En medio de este maldito bar de mala muerte?

¿Entonces por qué estás aquí?

Mi teléfono vibra en el bolsillo de mi pantalón y lo saco para verlo. Una llamada entrante de Taylor que seguramente está preocupado por no haberme seguido.

— ¿Señor Grey? ¿Quiere que vaya a buscarlo?

— No — Digo con el tono más firme que puedo — Termino mi trago y volveré.

Cuelgo la llamada sin esperar su respuesta y le hago una seña al chico para que me sirva otro trago. Afortunadamente él no ha vuelto a cuestionar mi orden, así que deslizo una generosa propina antes de que se aleje.

Vuelvo a beber mi trago de golpe pero el licor ya no quema mi garganta como al inicio. Ahora solo el sabor dulce permanece en mi boca y por un momento me pregunto si la chiquilla sabrá dulce también.

Debería besarla y comprobarlo.

¿Qué estoy pensando? No soy un hombre impulsivo, mucho menos arriesgado. Soy calculador y frío, por eso soy jodidamente bueno en lo que hago.

Y ahora necesito salir de aquí.

El chico llenó mi vaso de nuevo, así que vuelvo a tomarlo de un solo movimiento. Siento mi rostro irradiar calor por el alcohol y mi vista está un poco nublada, así que no me molesto en mirar a la chiquilla antes de salir de ahí.

El viento frío de Seattle me golpea tan pronto piso la acera. Mierda, no traigo suéter ni abrigo, y comienzo a enfriarme con rapidez. De pronto, me siento más intoxicado que hace un momento.

Soy consciente de que mis pasos no son rectos pero no puedo dejar de tambalearme a pesar de que lo intento. Apoyo una mano en la pared a mi lado y sigo caminando hasta mi auto.

Destrabo los seguros del Audi y enciendo la calefacción. ¿Qué ocurre conmigo? ¿Por qué bebí de esta forma? Si Elena me viera en esta condición seguro me gano algo más que un reclamo.

Pongo el motor en marcha para ir a Escala, pero no puedo ver con claridad la calle frente a mi. Intento moderar la velocidad, pero es imposible cuando mis pies se vuelven pesados sobre los pedales.

Después de un rato, y sin un rasguño a la pintura, estaciono en el garaje. Subo al ascensor con rapidez, pero el movimiento me marea y comienzo a reír como idiota hasta que llego al último piso.

— ¿Señor Grey? — Taylor está de pie frente a las puertas metálicas.

— Vete a dormir, déjame en paz.

Le gruño. Lo piensa un poco antes de dar la vuelta y volver a ir por el pasillo del área de servicio. Mis pies me llevan por la escalera a paso lento, directo al cuarto en donde Camille duerme.

— ¿Camille? — La llamo.

Veo su cuerpo por debajo de las sábanas y me pregunto si lleva ese camisón de seda que me gusta tanto. Me aproximo a su lado, ella duerme boca abajo y por un segundo, un maldito segundo, me parece ver a la chiquilla del bar.

Su piel blanca, algunos lunares y ese cabello castaño por debajo de los hombros que le enmarca el rostro.

Dios mío, concéntrate Grey.

— No eres ella.

Acaricio sus hombros con suavidad, haciendo que ella se renueva en su sueño. Deslizo la sábana más abajo por su cintura y bajo más hasta sus largas piernas. Cuando mi mano fría se posa sobre su muslo, Camille despierta.

— ¿Amo? — Balbucea adormilada.

— Shh — le pido, pero sé que puede percibir el alcohol en mi aliento.

Tiro de las sábanas hasta el piso y lucho contra mi intoxicación para subirme a la cama, sobre ella.

— No te muevas — Le ordeno.

Camille asiente, pero gira sobre la cama apoyándose en su espalda. Aún estoy vestido y ella aún lleva su camisón, así que solo lo aparto de mi camino para obtener lo que quiero.

Con la oscuridad de la habitación cubriendonos, mi mente viaja a ese sucio bar en el centro y a la chiquilla de labios rojos sobre el escenario. Su piel tan suave y tersa como imagino que lo es.

— Amo... — Suspira Camille.

— Cierra la puta boca, dije.

Le gruño y vuelvo a mi dulce fantasía. Los ojos azules llenos de anhelo que me hacen sentir incluso más poderoso. Los labios rojos carnosos, listos para ser mordidos por mi, solo por mi.

— Mierda — Gruño cuando me apoyo completamente sobre el cuerpo de la chica.

En este jodido momento no me importa su placer o el dominio que pueda tener sobre ella, solo quiero mi liberación y me apresuro a llegar a eso.

Cuando lo he conseguido y ella me mira confundida y jadeante, me aparto. No estoy de humor para seguir, si quiere obtener su liberación que la busque ella misma.

— ¿Amo?

Salgo por la puerta acomodando mi pantalón y cierro con un golpe. La cabeza aún me da vueltas, pero necesito una ducha para quitarme el asqueroso olor del bar y un par de aspirinas para lidiar con el whisky barato.

Y lo peor de todo, es que eso ni siquiera fue gratificante como esperaba que lo fuera.

— ¡Maldita sea!

Pateo un bote de basura en mi camino hasta la ducha y lanzo la ropa al piso. ¡Esa maldita chica! ¿Por qué no puedo sacarla de mi cabeza?


~ • ~

¡ Para vivimar1923 !

¡Recupérate pronto, amiga!

😘😘😘

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