Capítulo 4

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— Ana Steele... — Repito por el teléfono.

— Entendido, señor Grey.

Cuelgo la llamada con Welch, pero aún no estoy seguro de qué hacer con la información. No puedo sacar a la maldita chiquilla de mi cabeza y no sé que hacer al respecto.

Tal vez solo deba tenerla en mi cama una vez, aunque preferiría llevarla a mi cuarto de juego. ¿Se dejaría? ¿Estaría de acuerdo en entrar ahí y coger duro?

Camille.

La había olvidado. Tengo una sumisa que había sido perfecta, pero doy y exijo exclusividad, ¿Debería romper el contrato con ella para ir detrás de la chiquilla?

No, ella no tiene por qué saberlo, ¿O si? Soy el maldito Amo, yo decido cómo se hacen las cosas y si quiero divertirme una noche por mi cuenta a ella no debería importarle en lo más mínimo.

De cualquier forma espero a que se vaya antes de hacer mi siguiente movimiento. Por lo poco que pude saber, el bar de mala muerte permanece cerrado lunes y martes, por lo que está noche será mi última oportunidad de esta semana.

Soy consciente de que no tengo un plan elaborado, solo presentarme ahí y ver cómo van las cosas. Por la forma insistente en que ella me estuvo mirando, es probable que sienta la misma curiosidad que yo.

— ¿Señor Grey?

Taylor viene detrás de mí mientras me ajusto el cuello de la camisa negra. Mierda, ¿Siempre está detrás de mí? De pronto su presencia me asfixia.

— ¿Va a salir?

— Si.

— ¿Quiere que lo lleve?

— No, te llamaré si te necesito.

Bajo en el ascensor hasta el garage y vuelvo a tomar mi auto más discreto. Un Audi gris que tiende a pasar desapercibido. Conduzco de nuevo hasta las calles del centro con un solo objetivo.

— No te emborraches, Grey — Me ordeno a mi mismo — Tienes que medir el terreno.

Estaciono en la esquina de la otra vez y camino por la acera. Esta vez llevo un abrigo corto negro que termina de hacer el truco. El móvil suena en mi bolsillo y lo saco para mirar la notificación.

Grace.

¿Qué mierdas quiere ahora? Oh, si. Es domingo y esperaba que fuera a su jodida cena familiar. No me he presentado en lo que va del año, ¿Qué la hace pensar que está noche sería diferente?

Dejo que la llamada pase a buzón y tomo nota mental de preguntarle a Andrea si envío flores en su cumpleaños. Luego lanzo el móvil en el bolsillo cuando he llegado a la puerta del bar.

El lugar luce más tranquilo, menos personas aunque eso no hace que el olor sea mejor. ¿Cómo puede ella estar en un lugar así?

Voy a mi pequeño rincón junto a la barra y esta vez espero un poco antes de pedir mi bebida. El chico latino me observa y comienza a servir un vaso antes de que se lo diga.

— Bienvenido, amigo — Sonríe cuando deja el vaso de cristal frente a mi.

Asiento hacia él y espero paciente por la chiquilla de los ojos azules. No quiero preguntar por ella y parecer demasiado obvio, necesito mantener la discreción.

Saco el móvil para ver la hora, pero como aún es temprano, me distraigo revisando algunos correos. Esperaba ver el nombre de Welch en alguno de ellos, pero supongo que necesita un par de días para darme la información que necesito.

— ¿Andaba por la zona?

Pregunta el molesto chico, que ahora sé que se llama José. Intenta ser amable, seguramente buscando una generosa propina como la de ayer.

— Si — Miento — Solo necesito un par de tragos.

— ¿Entonces está bueno, eh? — señala la botella del whisky a punto de terminar — Tengo unas botellas extras por si necesitas más.

De nuevo asiento hacia él. Estoy desesperándome, con el ligero sabor dulce del whisky en la lengua y recordándome el dolor de cabeza de anoche.

De pronto la escucho de nuevo. Esa cálida y suave voz que solo he escuchado un par de veces pero hace eco en mi cabeza. Giro para verla con claridad, lleva un vestido gris ajustado en su pecho y suelto en sus caderas.

Esta vez no hay gran escote, pero lleva los hombros descubiertos. Cuando comienza a cantar, la melancolía inunda el local haciendo callar a los presentes.

(...) It's okay in the day
I'm staying busy
Tied up enough so I don't have to wonder where is he... (...)

— Siempre canta canciones tan tristes — Le gruño al chico sonriente cuando me sirve otro trago.

— Si, supongo que es su estilo. Supongo que cuando la vida te trata mal, intentas desahogarte de alguna manera.

¿Qué?

— ¿A qué te refieres? — Pregunto con la curiosidad a tope.

Si está rota por dentro sería más susceptible a caer en mis garras. Si lo que necesita es dinero, sé de una forma en la que podría obtenerlo rápido.

— Solo es... Trágico. No lo sé, amigo, Ana es muy reservada con sus cosas.

Ahora estoy más intrigado. Me apego al plan y comienzo a intercalar vasos de agua con mi Whisky para evitar que el alcohol me intoxique. Necesito mi mente clara y aguda para todo.

Ella canta algunas canciones más y antes de que me dé cuenta, es hora de cerrar el bar. Pago la cuenta y salgo del local para no llamar la atención, pero no enciendo el auto.

Vigilo la puerta del bar hasta que todos salen, luego el chico latino y Ana salen cerrando detrás de ellos. Supongo que ella tiene auto, o por lo menos que él la lleva a casa.

Pero eso no ocurre. Él hace una seña hacia el otro lado de la calle y luego le besa la mejilla. Es entonces que ella comienza a caminar calle abajo, con la oscuridad tratando de alcanzarla.

— Vamos, es tu momento.

Enciendo el auto y bajo completamente el vidrio para que me vea. Quiero seducirla, no asustarla. Conduzco a su lado, siguiendo el ritmo de sus pasos.

— Señorita — Uso mi tono formal — ¿Puedo llevarla a su casa?

Ella se gira para mirarme sobre su hombro.

— No, gracias.

— Por favor, hágalo por mi. Me preocupa dejarla sola y caminando en estás calles desoladas.

— No me subo a autos de desconocidos.

— Sé que no me conoce, pero créame, solo quiero llevarla segura a su casa.

Ella vacila un segundo, haciendo que sus pasos se detengan junto a mi ventanilla.

— Lo he visto en el bar, ¿Cómo se llama?

— Christian.

Enciendo las luces interiores para que me vea con claridad, tratando de ganarme su confianza. Ella muerde su labio inferior y asiente lentamente.

— Vivo a unas cuadras de aquí — Señala hacia el fondo de la calle — Solo conduzca derecho, Christian.

Dice cuando se sienta a mi lado, en el asiento del copiloto. Sonrío un poco, seguro de qué no tomará mucho tiempo antes de que tome lo que quiero de ella.

~ • ~

Canción en multimedia:
Amy Winehouse — Wake up alone

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