Capítulo 41

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POV. Ana

— Eso fue tan... Pero tan genial.

— Lo sé... Gracias — Su ceño se frunce en un gesto de incomodidad que me resulta adorable.

— Qué egocéntrico, señor Grey.

Miro sus intensos ojos grises y es posible que un suspiro bajo se escapara de mis labios. De pronto se endereza en la cama y casi tropieza con sus pies buscando los pantalones en el suelo.

— Tengo que hablar con Taylor, dijo algo que sonaba urgente.

— Oh, si, bien — Lo observo vestirse sin saber qué más decir — Yo tomaré una ducha.

Cierra la puerta cuando sale y yo me quedo mirando la puerta como idiota. No te enamores, es el tipo de hombre que va de una chica a otra.

La bata blanca me envuelve, pero camino hasta el espejo de cuerpo entero para mirar las marcas de sus mordidas en mi piel pálida. Dios, es tan atractivo y sexy, ¿Por eso soy incapaz de resistirme a él?

Abro más la abertura de la bata para seguir el camino de chupones hasta mi vientre, y en automático mis pezones se levantan.

— Traidores... — Les susurro.

Pero el recuerdo de su boca hace que mis dedos desciendan a la unión de mis piernas, el hormigueo que siento no se compara en nada a lo que él provoca.

Escucho la puerta abrirse, así que cierro la bata con rapidez para mirarlo. Lo que encuentro cuando giro me confunde, porque es una mujer alta y delgada la que me mira con odio.

— ¿Quién eres?

— ¿Quién eres tú? — Dice levantando la voz — ¿Eres su nueva sumisa?

— ¿Sumisa? ¿Qué rayos es eso? — Niego con la cabeza.

— ¿No lo sabes? ¿Hace cuanto firmaste el contrato?

— ¿Cuál contrato? ¿Quién eres tú?

— ¿Se acostó contigo aquí? — Su mirada se mueve hacia la izquierda sobre la cama — ¿Tuviste sexo con él fuera del cuarto rojo?

— ¿Te refieres al cuarto de torturas? — Mi mente se confunde más con cada palabra — No, ¿Por qué habría de aceptar algo así?

— ¡Tú no eres como yo! ¡No lo mereces!

La extraña mujer grita y retrocedo hasta topar con el clóset, ¿Quién es ella? ¿Su ex novia o algo así?

— ¡He planeado ésto durante años, perra estúpida! ¡Él es mío! ¡No me quitarás lo que me he ganado con esfuerzo!

— ¿Haciendo qué? ¿Abriendo las piernas?

Grito sin pensar y la mujer levanta el brazo hacia mi. Mierda, no había notado el revolver en su mano. No la habría insultado de haberlo visto antes.

Antes de que pueda reaccionar, presiona el gatillo con la sangre más fría que alguna vez haya visto. Por instinto, mi cuerpo se agacha con tanta rapidez que no noto el borde de la mesita y me golpeo con ella.

— Aléjate de él.

Es lo último que escucho antes de que mis párpados se cierren y caiga completamente en inconciencia. Por lo menos no sentiré dolor cuando la loca me mate.

~ • ~


POV. Christian

El equipo de Welch sigue tomando fotografías de cada rincón de mi departamento. De nuevo, mi puta vida exhibida y juzgada sin ningún tipo de consideración.

Desde mi posición, recargado en la barra de la cocina con mi vaso de whisky, veo al oficial que lleva a Camille esposada hacia el ascensor. El golpe que le dí es tan visible que sé que tendré que declarar sobre eso.

Genial Grey, agrega un cargo por violencia doméstica sobre tu ex sumisa.

— ¿Señor Grey? — La figura regordeta de Welch se atraviesa en mi línea de visión — Tengo los videos de las cámaras de la ciudad, se puede apreciar en ellas a la señorita Witbell siguiéndolo en por lo menos tres ocasiones.

Perra... — Susurro apretando los dientes — ¿Y sobre lo otro? Quiero manejarlo con discreción, pero si esa maldita idiota está embarazada no pienso hacerme cargo.

— Le daré todas las pruebas a su abogado, señor Grey. Y sobre la señorita Steele...

— ¿Qué hay con ella?

— Es casi seguro que su nombre aparecerá en los registros cuando la señorita Witbell hable.

— Trata de mantenerla al margen lo más que puedas, suficiente daño he hecho.

— Como diga, señor.

Me sirvo otro vaso de whisky mientras espero que los hombres de Welch y la policía salgan de una jodida vez. Aún necesito esa ducha ya que solo tuve tiempo de ponerme una camiseta antes de que invadieran mi privacidad.

Tomo el movil del bolsillo de mi pantalón para llamar a Taylor. Se fue hace ya varias horas con Gail y Ana, y aún no recibo noticias de ellos.

— Señor Grey — Contesta de inmediato.

— ¿Cómo está ella?

— Bien, señor. Gail está con ella ahora.

— Necesito que vayas al banco a retirar 500 mil dólares en efectivo y lo entregues a Ana cuando la dejes en su departamento.

— ¿Señor? — Escucho su tono de voz confundido.

— Llamaré al gerente del banco para que tenga todo listo, solo asegúrate de que ella esté bien antes de regresar.

— Entendido, señor.

500 mil dólares tal vez no sean mucho, pero será algo así como una indemnización por todos los problemas. Con suerte, eso la convencerá de no presentarme cargos por secuestro.

Maldita sea, vuelvo a tener esa jaqueca que me hace querer arrancarme la cabeza. Más problemas, más perdidas económicas y sobre todo, más pesadillas.

Y ni siquiera quiero pensar en el asunto de los jodidos condones. Maldita Camille. Juro que haré pagar hasta a Elena por cada maldito error que han cometido.

Con Christian Grey no se juega y es hora de que Elena y su maldita sobrina de mierda paguen por todo esto.

Los siguientes días son una jodida tortura. Tuve que desembolsar una gran cantidad de dinero para evitar que la noticia del escándalo se filtrara en la prensa, pero esa mierda ni siquiera ha terminado.

Como Welch me advirtió, Camille mencionó a Ana y el departamento de policía me envió un citatorio para presentar declaración. Mis movimientos están siendo vigilados, por lo que estoy bajo una terrible presión.

— ¿Señor Grey?

Levanto la mirada del escritorio para centrar mi atención en él. No quiero ni preguntar por qué luce tan preocupado.

— El detective Cooper y dos policías están subiendo en el ascensor, traen una orden de arresto.

— Mierda — Me toma solo un segundo pensar en mi siguiente movimiento — Sal por la escalera de incendios, reúnete con Welch y mi abogado. Si alguien pregunta, ya no trabajas para mí.

Él asiente tomando las llaves del Audi, y se detiene una última vez para mirarme. Si se queda, lo arrestarán por complicidad y ambos terminaremos en prisión.

— Y Jason... Gracias.

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