Capítulo 22

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Camino hasta mi escritorio, con Ana siguiéndome de cerca y Andrea detrás de ellas con una carpeta en las manos. La información sobre los tres candidatos que debí entrevistar la semana pasada.

— Señorita Cassidy. — Señalo la silla para que se siente.

— Amber Cassidy, señor Grey. — Estira su mano para estrechar la mía.

El apretón es firme y un poco demasiado largo para mi gusto, así que tomo asiento para poner distancia. Ana se detiene a mi lado con los brazos cruzados bajo su pecho y una mirada poco amistosa.

La miro y señalo con la cabeza hacia los sillones frente a mi escritorio para que se aparte, pero en lugar de eso se sienta en mi escritorio sobre la carpeta que Andrea dejó ahí.

La mujer me mira fijamente con una gran sonrisa, ignorando completamente a la chiquilla posesiva que la observa con el ceño fruncido.

— Ella es Ana Steele, mi novia.

Palmeo la pierna de Ana para enfatizar mis palabras porque no olvido que vivo con ella y no deseo ser apuñalado mientras duermo. Amber asiente, sin mirarla.

— Así que estás aquí por el puesto de Director de Operaciones. — Empiezo por lo obvio. — Háblame de tu experiencia.

La mirada que me dedica me causa un escalofrío.

— Estuve dos años en Houston con una empresa de textiles hasta que me ofrecieron la subdirección de una compañía tecnológica en Nueva York, era pequeña pero desarrollaron un sistema antirrastreo de información web, que fue adquirido por una gran compañía.

— ¿Por qué dejaste la compañía de Nueva York?

— Los dueños vendieron su prototipo y con ello la empresa. No los culpo, recibieron mucho dinero pero no tenían ambición. Y yo quiero más, no me motiva el dinero, quiero aprender de los mejores y por lo que sé, usted es el mejor señor Grey.

— En eso no hay dudas. — Agrego sin una pizca de humor. Amber me recuerda mucho a mi cuando era más joven. — Tengo que ser sincero, señorita Cassidy, que tengo problemas para confiar en una mujer con un puesto directivo en mi compañía.

— Lo sé. Escuché sobre Ros Bailey y estoy de acuerdo en dejar por escrito mi compromiso hacia usted. Cómo ya dije, solo quiero aprender del mejor.

Me remuevo con incomodidad en mi silla ejecutiva, porque ella parece en el papel la persona idónea para el puesto. Joven, ambiciosa de conocimiento y lo suficientemente adinerada como para vender mis secretos al mejor postor.

— Estaré en contacto. — Digo para dar por terminada la entrevista.

— Por supuesto, señor Grey.

Estira la mano hacia mi y me pongo de pie para estrechar su mano. Andrea aparece en la puerta para indicarme que el siguiente candidato está aquí y asiento para que lo haga pasar.

— Ella no me agrada, Christian.

— Lo sé.

— ¿Estás pensando en contratarla?

— Probablemente, y los negocios de mi empresa no tienen nada qué ver contigo.

— No me importa, no la quiero cerca de ti.

— Ana... — Le gruño porque un hombre joven entra a la oficina.

Lleva un traje de vestir café que le queda un poco grande, pero lo que llama mi atención es la expresión de ratón asustado.

— Él me agrada.

Le señalo la silla para que se siente, y lo hace sin siquiera presentarse. Seguramente se debe a que Ana no deja de hablar.

— No es tu desición. — Le recuerdo.

— Solo digo que él parece una buena opción, deberías de considerarlo en lugar de ponerte todo nervioso por esa mujer.

— No estaba nervioso. — Le lanzo una mirada amenazadora, que por supuesto no funciona.

Ella se levanta del escritorio para enfrentarme.

— Este chico es joven y podría aprender “mucho más, señor Grey”. — Repite las palabras de Amber con burla.

— No me importa si puede aprender, necesito a alguien con experiencia.

— ¡Él puede hacerlo! — Señala hacia el chico.

— ¡Ni siquiera sé su jodido nombre!

Me pongo de pie frente a ella y ambos giramos para mirar al chico mudo con los ojos muy abiertos. Simplemente genial.

— Dile tu nombre. — Le ordena Ana.

— Michael, señor Grey, Michael Carson.

— ¿Lo ves? Michael aquí presente es una buena opción. — Tira de mi corbata para que me incline. — Estoy segura que con algo de práctica, Michael podría serte útil. No estaría aquí si no cumpliera con los requisitos.

— ¿Tienes experiencia?

Le hablo al asustado chico que primero mira a Ana, como si buscará su jodida aprobación.

— Michael... — Ana gruñe y me señala con la cabeza. — No puedo ayudarte si no hablas.

— Es suficiente, largo.

Señalo la puerta para el chico. Si no es capaz de enfrentar a Ana, ¿Cómo espera solucionar los problemas de una compañía multinacional?

— Estaremos en contacto, Michael.

Ana le sonríe amablemente mientras él se pone de pie con su portafolio aún en las manos.

— ¡Fuiste grosero en él!

— Lo siento, pero no soy la maldita caridad. Le voy a pagar muy bien por desempeñar un puesto que siempre está bajo estrés. Tiene que ser capaz de salir de debajo de tu falda y hacer lo que le corresponde.

— Parecía un buen chico, no como la zorra esa que no dejaba de mirarte.

Andrea se asoma con cuidado por la puerta porque obviamente el señor Carson o como se llame salió antes del tiempo previsto.

— Nena, esta desición me corresponde a mi, es mi jodida empresa...

— Contratáme a mi.

— No.

— ¿Por qué no?

— Tienes cero experiencia en administración de empresas, sin mencionar que no cumples con mis requisitos para un puesto de Director de Operaciones.

— ¡Enséñame!

— No tengo tiempo para eso, pequeña necia. Necesito a alguien que ya sepa lo que tiene qué hacerse porque voy a delegar responsabilidades para estar contigo en tus últimos meses de embarazo.

— Aww, eso es lindo. — Ladea su cabeza y sonríe. — Aún así no quiero a esa mujer aquí porque obviamente quiere ayudarte en TODO lo que necesitas.

— Ana...

— ¿Quieres acostarte con ella?

¿Qué?

— No.

— Ella estará encantada de hacerlo, ¿No crees que es atractiva?

Mierda.

— Ese no es el punto.

— ¡Ah! ¡Lo sabía! Ella te resulta atractiva y cuando yo esté gorda con tu hijo, ella va a saltar sobre tus huesos.

Escucho una risita de Andrea, lo que solo puede significar que el tercer candidato también escuchó nuestro intercambio.

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