Capítulo 09

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Jisoo soltó un suspiro cansada. Frustrada, se sintió al borde de las lágrimas, ahora además de que su mejor amiga iba a morir, la había molestado en su punto más sensible y conocía a la tailandesa para saber que era una testaruda para disculpar a otros.

—Jisoo —escuchó la voz de Jennie, y miró sobre su hombro a la chica, quien apretaba ligeramente su mandíbula, al punto en que algunos músculos de su cuello se notaban—. Esto es difícil para las dos, lo sé, pero por más que tengas razón... A veces hay que tragarse las palabras para que cosas así no pasen, y luego te vas a arrepentir de esta pelea tonta así que, cuando te calmes un poco, pueden hablar bien. ¿Te parece?

La alfa asintió sin más, volviendo a fijar la vista en la mesa.

Por su parte, Jennie respiró agitada varias veces intentando calmar a su loba, quién estaba enojada por una razón que le parecía absurda, puesto que no era nadie para enojarse porque la pequeña omega se había sentido mal con unas palabras bruscas de la ruda realidad.

Se sentía mal porque la habían lastimado y eso no sabía si estaba bien.

Entró al cuarto de la rubia, la encontró sentada en el sillón de la ventana del cuarto, mirando al cielo del exterior, sus ojos se veia aún más claros de lo que ya eran y se notaba las lágrimas rodar por sus mejillas. No pudo evitar quedarse segundos completos en la puerta del cuarto, admirándola, con la boca entreabierta y con una extraña sensación en su corazón que no sabía si definir como buena o mala, la vio mover sus labios en silencio, hablando hacia el distante infinito de aquel cielo.

Hasta que por fin pudo avanzar lentamente, con algo de, ¿miedo? Estaba más cercano a ser timidez, pero aún así no entendía el por qué de sensación, nunca ninguna persona la había hecho sentir así, menos una paciente.

—Lisa —posó su mano con suavidad sobre sus hombro, y esta se giró ligeramente para verla, sabiendo que lucía penosa, no le importaba en realidad, le miró luciendo tan penosa como sabía que era.

Jennie relamió sus labios con nervios.

—No dejes que lo que dijo te afecte mucho... Sólo hará que empeores, las emociones malas te afectan y mueres un poco más.

—Jennie, ¿y si me ahorro todo esto?

Ella frunció el ceño, ladeó su cabeza, Lisa le hizo espacio en el sillón, y se sentó en este, apoyando un costado en la ventana

—Si voy a morir igual, ¿por qué mejor no me mato y ya? —preguntó—. ¿Tienes remedios para que pueda hacer eso?

Kim negó.

—No puedo permitirlo —dijo—. No te los daré y tampoco voy a dejarte hacerlo —su tono fue contundente.

—¿Vas a dejarme sufrir días entonces? —alzó las cejas mínimamente, lució como un cachorro herido y a Jennie eso le dolió en lo más profundo de su pecho.

—Quiero hacer de tus días felices —musitó, pero Lisa negó.

—No lo son, no sin Jungkook, no sin mi Alfa... No sabiendo que podría ahorrarme todo este sufrimiento, todo este malestar... Jennie, nunca estuve de acuerdo con el suicidio pero creo que esta vez... Esta vez sí.

Jennie no sabía qué responder a eso, pero se negaba, se negaba con todo su ser a que las cosas terminaran así.

Por dentro, su loba estaba atenta a la loba de Lisa, quien a diferencia de la humana que pedia un final, la loba pedía ayuda, y le pareció raro que pudiera escucharla claramente.

—Ven —pidió, abrió sus brazos hacia ella, Lisa se acercó y se sorprendió un poco cuando la beta tomó su cintura y la acercó a ella, la sentó en su regazo y la acomodó para que reposara entre su hombro y cuello, dejando que su suave aroma a madera la llenara, y en un impulso extraño, que no sabía de dónde había salido, Jennie apoyó sus labios sobre la marca, y en vez de sentirse incómoda, de dolerle el contacto, de protestar, Lisa se sintió completa de nueva, con todas las grietas de su interior cubiertas.

Un suspiro escapó de sus labios y se abrazó más a la castaña.

Jen terminó por apartarse finalmente y el vacío volvió a su adolorido corazón.

—No escapes del mundo, Lisa, aún si son unos días, encuentra algo para quedarte, hay una razón, en algun lugar, siempre hay una razón para quedarte, y puede estar cerca, muy cerca —acarició su abdomen con cariño, ignorando sus marcados abdominales, lo acarició de la misma forma que uno haría con un perro o un gato muy mimoso, de forma tierna y suave—. Sabes que tienes algo de él aún, Lisa, nunca te abandonaría, y podrías intentarlo por los dos, por los tres, porque estoy segura que Jungkook hubiera querido que vivan. Puedes intentar encontrar una razón para seguir viviendo, porque puedes hacerlo.

Lisa quiso llorar.

—Jennie... ¿Puedes hacer eso de nuevo?

—¿Qué cosa, pequeña?

Lisa tomó su nuca y la acercó un poco más a su cuello, la beta entendió, y dejó sus labios en la marca de nuevo, haciendo que el dolor en el pecho de la omega se fuera, haciéndola sentirse viva de nuevo, la enfermera siguió dando suaves besos sobre la marca, sintiendo a la rubia cómoda entre sus brazos, y su loba que le avisaba que ambas estaban moviendo el rabo en sus corazones.

***

Y Jisoo vió todo aquello desde el umbral de la puerta, sonrió como una idiota y en parte quiso golpearlas por no aceptar lo que eran.

Porque en todos los años que había conocido a Lisa y su relación con Jungkook, nunca los había visto así, nunca hacían eso, ella creía que simplemente era porque no estaban predestinados, pero estas dos tenían una conexión mucho más profunda y mística, legendaria, inevitablemente.

Esperaba que se dieran cuenta solas, esperaba que fuera a tiempo.

Estaba muy segura de la leyenda y de esas dos.

Con una sonrisa tonta, se volteó en el pasillo y todo su celular para llamar a su novia.

—Rosie.

Jichu.

—Hola, amor.

—Hola bebé. ¿Estás mejor?

—En este momento sí —confesó, se tiró al sillón mirando el techo—. Estas dos me sacan de quicio y luego se andan amando y luego dicen que no... Desesperante.

Rosé río del otro lado de la línea y Jisoo sonrió por aquello.

—Son otras dos con leyendas, ¿verdad?

—Síp, como nosotras.

—Eso es lindo. Por cierto, adivina quién tiene boletos de avión para ir a Busan.

Jisoo alzó las cejas.

—Rosé, no...

—Oh yeah~ —dijo, y volvió a reír—. Voy en dos semanas, lo siento, es lo más pronto que pude negociar con mi jefe.

—No, no, Rosie... Es fabuloso —rió con felicidad.

—Tres días, cuando los nuevos funcionen mejor y estén más entrenados, quizás me dejen ir más tiempo, consiguieron un supervisor para cubrirme, cielo, pero no por mucho-

—No importa —Jisoo hablaba con tanta felicidad en su voz, sonreía tanto—. Son exelentes noticias, Roseanne... Te amo tanto.

—Te amo más. Bebé, me hablas si necesitas algo, estoy por entrar a una reunión, ¿si?

—Sí, gracias, hasta pronto.

Hasta pronto —murmuró la menor, antes de cortar, dejando a su novia riendo como una tonta y sintiendo que lo de la mañana nunca había pasado, porque lejos, era la mejor noticia en mucho tiempo.

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