Capítulo I

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        ~En la actualidad~

Me quedé en la entrada de Blackwood Pines, mirando hacia el cielo oscuro.Agarré las correas de mi mochila mientras caminaba por debajo del arco desvencijado que sostenía el cartel y subía a la montaña con los recuerdos inundados.

Caminando por el sendero nevado, me encontré con la misma puerta vieja y me acerqué a ella, solo para encontrar una nota:

"La puerta está estropeada, ¡salta por encima!" - Chris

Ugh. Pensé. Me acerqué al muro de piedras y comencé a trepar. Una vez que llegué a la cima, me agaché, saltando del muro. Luego seguí caminando por el sendero.

Cuando finalmente llegué a la estación del teleférico, caminé hacia el mapa de Blackwood Pines. Pero en lugar de encontrar el mapa de la montaña, encontré un grafiti:

"El pasado está fuera de nuestro control"

El grafiti estaba bien, lo único que me dio escalofríos fue lo que ponía. El pasado está fuera de nuestro control, no paraba de repetir esas palabras en mi mente mientras me dirigía a un banco. Me senté allí por una fracción de segundo antes de escuchar un disparo desde detrás de la estación. Entonces me levanté y recorrí la estación del teleférico.

De pie en un campo de tiro, vi a Chris y a Sam.

— ¡Vaya! Un gran tiro, Tex — dijo Sam, usando un acento sureño. Sonreí.

— Vale. ¡Doy asco! — exclamó Chris e hizo un pequeño baile — ¡Soy demasiado bueno!

— Bueno, voy a suponer que ha sido la suerte del principiante — inquirió Sam.

— No. Lo dudo mucho, jovencita — dijo Chris y apuntó con el arma. Disparando de lleno a una botella.

Sam se acercó a la media pared que los separaba del campo de tiro.

— Bueno, cualquiera podría darle a una botella tan grande y desde tan cerca.

De repente, apareció una ardilla que se arrastró hasta un pequeño barril de hojalata, para luego empezar a picar algunas nueces. Chris, esta vez, decidió disparar uno de los sacos que colgaban del árbol.

Sam se apoyó en la superficie de madera que estaba nevada.

— Buen tiro.

— ¡Menuda paliza te acabo de daaar! — exclamó Chris, mientras señalaba su dedo en el aire.

— Agh — se burló Sam juguetonamente — Eh, pistolero. Al teleférico.

 — Espera, estoy cogiéndole el tranquillo — se quejó Chris.

— ¡Vamos, Chris! ¡El teleférico! — dijo Sam, yendo hacia donde estaba yo. Me escondí detrás de la pared, lista para asustarles.

Antes de que doblasen la esquina, para irse al teleférico, salté delante de ellos.

— ¡BUU! — grité e hice que Sam chillara, poniendo su mano en su corazón.

— ¡Dios, Jodie! ¡Casi me matas del susto!

Me reí a carcajada limpia mientras Chris y yo nos chocábamos los cinco.

— ¡Buena esa, J!

Chris es como un hermano para mí, especialmente porque nunca tuve un hermano en quien apoyarme mientras crecía. Sam, por otro lado, es una de mis mejores y más cercanos amigos, junto a Josh, Ashley, Hannah y Beth... Nunca fui realmente tan unida de los demás.  

Mientras Sam y yo caminábamos una junto a la otra, Chris hablaba detrás de nosotras.

— Vaya, me... resulta muy raro volver a este lugar un año después.

— Sí. En cuanto llegué, me invadieron mil recuerdos — añadió Sam.

— El tiempo vuela — intervine.

Cuando llegamos, Sam caminó hacia la puerta que conducía a la estación del teleférico y la empujó.

— Eh, pero qué raro. Está cerrada.

— Sí... — dijo Chris — Josh quiso que la cerrásemos, para que no entren.

— ¿Que no entren? ¿Quiénes? — preguntó Sam, soltando la manija de la puerta. Las dos nos volvimos hacia Chris.

— N-No lo sé — dijo él levantando una llave — Dijo que una vez encontraron a gente durmiendo en la estación.

— Qué espeluznante — dije mientras sentía escalofríos recorriendo mi espalda. Chris tomó el lugar de Sam frente a la puerta y la abrió.

Mantuvo la puerta para que entrásemos nosotras.

— Después de ustedes.

— Oh, qué caballeroso — bromeó Sam mientras caminaba hacia la barandilla y miraba hacia el teleférico descendente. Chris cerró la puerta detrás de nosotras — Agh, qué lejos está el teleférico.

— Habrá que esperar — dijo Chris, y los dos entramos en la sala de control.

— Estoy empezando a tener ganas de matar el tiempo en el campo de tiro. ¿Cuánto tiempo va a tomar esto? — dijo Sam desesperada por llegar y concuerdo con ella porque aquí hace un frío que pela.

Miré a mi alrededor, fijándome en algunos de los controles. Después de unos segundos, Chris habló.

— Nadie haría una casa en un lugar así — comenzó él — Por muy rico que fuera.

— No son ricos — dijo Sam — ¡Solo compraron la montaña!

Pasando mi mano por unos casilleros oxidados, noté que la mirada de Chris estaba puesta en el monitor de una cámara de seguridad.

— ¿Eh? — dijo él confundido, alejándose del monitor de la cámara justo cuando el sonido del teleférico que llegaba sonó a través de la estación. Como vi que llegó, fui hacia donde estaba Sam.

— Por fin. ¿Vienes? — preguntó Sam y ambas fuimos hacia el teleférico.

— Bueeeno, pensaba quedarme aquí a echar una siesta, pero... vaaale — bromeó Chris, entrando al teleférico — Como en el baile de graduación.

— Síp, porque viajar en un teleférico escalofriante por una montaña es como el baile de graduación.

Me senté en frente de Sam y Chris en el teleférico mientras ascendíamos por la montaña.

— ¡Vamos allá! — dijo Sam con entusiasmo. 

— ¡Bien! Empieza la aventura — agregó Chris.

— Espero que estemos haciendo lo correcto — sondeó Sam.

— ¿El qué? — pregunté.

— Ya sabes, lo de reunir a todo el mundo en el aniversario — dijo ella — Quiero decir, Josh parecía muy entusiasmado con esta... idea, ¿no creen?

— ¡Sí! Definitivamente. No lo veía tan emocionado por algo desde... nunca — respondió Chris.

— Vaya. Me alegro... — Sam se fue apagando y yo miré por la ventana, alejándome de la conversación.

Después de unos segundos de silencio, Chris habló.

— ¿Sabes cómo conocí a Josh?

— ¿No...? — dijo Sam, insegura.

— ¡Me encanta escuchar esta historia! — sonreí, mirando a los dos.

— Bien. En tercero. Josh se sentó al fondo; yo, en primera fila — dijo Chris comenzando a contar la historia — Ni siquiera sabíamos que el otro existía. Pero el niño sentado junto a Josh empezó a tirarle del sujetador a la chica que tenía delante, así que el profesor lo mandó a la primera fila... ¡justo a mi sitio!

— Vale, ¿y? — preguntó Sam.

— ¡Pues que yo me fui a su sitio!

— ¿Y? — preguntó ella otra vez.

— ¡Al lado de Josh! Así nos conocimos — exclamó Chris — Y nos hicimos amigos. Hasta el día de hoy.

— Cosas del destino — dijo Sam.

— Si no fuera por el hecho de que Jeanie Simmonds alcanzó la pubertad tres años antes y no hubiese decidido llevar una camiseta por la que asomase su sujetador, ¿quién sabe? A lo mejor estarían solas en este teleférico. Ahora mismo. O quizás estarían hablando con otra persona. Boom: el efecto mariposa — terminó Chris.

Me reí. Él es muy conservador, Ash. Pensé para mis adentros cuando el teleférico se acercaba a la cima de la montaña. El teleférico se detuvo y nos levantamos de nuestros asientos. Chris golpeó la puerta, haciendo que quienquiera que estaba al otro lado se quedara sin aliento.

— ¡Ahh! ¡¿Qué demonios...?! 

— ¡Jess! ¡Hola! — gritó Chris.

— ¡Jessica! ¡Por aquí! — gritó Sam. Rodé los ojos. Nunca me importó realmente Jessica. Solíamos llevarnos un poco bien hasta el año pasado, antes de la broma...

— Eh... Chicos, ¿os está dando un ataque o algo? — preguntó Jessica, parándose delante de la puerta.

— Estamos atrapados aquí dentro — explicó Chris.

— ¿Podrías ayudarnos a salir de aquí? ¿Por favor? — preguntó Sam.

Un momento después, Jessica abrió la puerta y caminó por la nieve, con una carta rosa en la mano.

— Oh, Dios mío — exclamó Chris mientras Sam y yo lo seguíamos — Creía que íbamos a morir. Si llegamos a estar diez minutos más, me hubiese comido mi pierna.

— Oh, qué asco, Chris — dijo Sam con una mirada de disgusto.

— Mira, tengo mucha carne en los huesos — agachó la cabeza tocándose el muslo — Por ahí abajo, es todo músculo.

— Sí... Claaaaro. Ajá — le dije juguetonamente y rodé los ojos.

— ¡Uuuic! — Chris arrancó la carta rosa de la mano de Jessica.

— ¡Eh! — exclamó Jessica.

— ¡Chris! — le regañó Sam.

— Estoy haciendo lo que me enseñó Sam... Me gusta jugar con los pensamientos íntimos de los demás — sondeó Chris. Le di una mirada inquisitiva y Sam me dio una mirada como diciéndome "Luego te lo cuento".

— No seas un capullo — dijo Sam.

Chris levantó un dedo mientras miraba el papel, callando a Sam.

— Oh, cielos. Parece que alguien está enamorada de Michael Monroe, nuestro buen amigo y querido delegado de clase.

— Chris... — dijo Sam pero fue interrumpida.

— Y... me pregunto qué tipo de sensuales fantasías eróticas tendrá nuestra queria... Jessica.

Jessica parecía molesta pero a la vez ansiosa. Una rara combinación, la verdad.

— Mike y Em rompieron. Estamos juntos.

Sam y yo intercambiamos miradas.

— Uh, vaya drama — dijo Chris.

— No creas. Una ruptura limpia. Em se fue y llegué yo — explicó Jessica.

— Ah — dijo Sam y Jessica se acercó a Chris, él todavía seguía sosteniendo la carta. Pero ella se la arrebató.

— Vale. Venga, vayamos de una vez al refugio. Me empiezo a cansar de tanta naturaleza y ese rollo.

— Id yendo vosotros. Yo voy a quedarme aquí... para ver quién más viene — aseguró Jessica.

— ¿Esperas a Mike? — dijo Chris en voz baja y melosa. Me aguanté entre risitas.

— ¿Qué? — respondió Jessica de forma rápida — No... Da igual, quien sea.

— Ajá. ¿Sam, Jodie? — preguntó Chris.

— Miren qué vistas — dijo Sam acercándose a la barandilla de seguridad y extendió los brazos — Madre mía, qué bonitas. A veces se me olvida, saben, pararme a disfrutar del mundo.

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               El batir de las alas de una pequeña mariposa hoy puede
             originar un devastador huracán dentro de unas semanas

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