¡¿Cómo es que terminé trayendo las cajas de mi trabajo a la empresa de Crista?!

Estúpido jefe, no entiende nada.

Estoy en el depósito descargando, las siguientes semanas tengo que traer más. El jefe está contento por tener una clienta como Crista, mientras yo tengo que sufrir las consecuencias o... ¿no? Giro la vista y mi corazón se acelera.

Es Helen.

La visualizo hablando con un empleado y anotando una planilla. Con esa sonrisa que me hipnotiza, es perfecta. Ella me ve y se me acerca. Me sobresalto, viene para acá. Tranquilo tigre, sólo es una morocha despampanante, con esa belleza exótica que...

—Hola —sonríe.

—Ho... Hola —parezco idiota —no te agradecí por lo de la hebilla, no sé cómo pagarte.

—No tienes por qué, ha sido un gusto, se nota que tu hija es un amor —mueve un mechón de su cabello con su dedo.

—Siento la necesidad de devolverte el favor.

—Mm entonces... —se acerca más —¿Qué tal una cena?

Levanto una ceja ¿Acabo de escuchar, lo que creo que acabo de escuchar?

—Tú... —sonrío —¿Estás coqueteando conmigo?

Ella continúa con su hermosa sonrisa y se acerca a mi rostro.

—Sí, no, quizás. Entonces... ¿Cenas?

—Es que...

—Trae a Katty, me encantan los niños... —¿Lee la mente esta mujer? ¿Por qué es tan perfecta? Pero...

—No sólo es eso, no tengo dinero —volvamos a la realidad.

—Yo invito, yo pago —me guiña el ojo.

—Pero se supone que iba a devolverte el favor —pongo mi mano en mi nuca, nervioso.

—Me lo devuelves con tu compañía —mueve el cabello —entonces ¿Aceptas?

Qué directa ¡Pero me encanta!

Sonrío.

—Sí, por supuesto.