18. Eres un ángel

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El timbre suena mientras Katty sigue lloriqueando y corro a abrir. Espero que no sea algún vecino para quejarse, porque me van a sacar antes. Abro la puerta preocupado, pero mi frustración se va.

—¿Helen? —Me sonrojo al verla —¿Cómo es que...?

—Oí sobre tu despido y como estuviste trabajando en Deluxe, conseguí tu dirección. Me encargo de algunos papeles de los empleados, así que no fue difícil —explica y levanta la cajita que tiene en sus manos —les traje una torta, sospeche que debías estar mal y las tortas levantan el ánimo —sonríe.

—Eres un ángel —se me escapa y ella se sonroja.

—Tampoco para tanto.

Reacciono.

—Perdón, lo siento, pasa —me muevo para que entre.

—Gracias —sonríe y entra, pero se percata —¿Está llorando Katty?

—Está en caprichosa —digo avergonzado y ella vuelve a sonreír.

—Déjamela a mí —camina hasta dónde está mi princesa —. Hey, bonita ¿Quieres torta?

—¡¡No!! —grita como loca y sigue llorando, pero Helen ni se inmuta.

—¡Oh cielos! ¡¿Qué es esto?!

Katty se queda quieta y la mira.

—¿Q... ¿Qué? —moquea.

—¡Esto no es una torta!

—¿No? —Se refriega los ojitos —¿Qué es?

—¡Es un plato volador!

—¡¿De en serio?! —Abre los ojos en grande, viendo como Helen levanta la torta —y... ¿Y vuela? —pregunta emocionada.

—¡Claro! Mira que alto está ¿Te quieres comer el plato volador? —la baja.

—¿Se puede? ¿Y los marcianitos? —cuestiona entrando en esa imaginación adorable.

—A los marcianitos, le conseguimos una casa más linda —le guiña el ojo —decime, por qué estabas enojada y te doy un pedazo de la nave de los marcianos.

—No quiero ir de la tía Beatriz... —hace puchero.

—¿Pero no le quieres presentar a los marcianos a la tía?

—¿Puedo? —La mira a ella y luego a mí —¿Puedo? —repite.

—Claro, llévate toda la nave —respondo y sonrio.

—¡¡Sí!! —grita alegre y corre hasta su habitación a buscar sus cosas.

—Me has salvado otra vez —observo a Helen y la veo directo a sus ojos verdes —voy a pensar que realmente eres un ángel.

—Te aseguro que no soy ningún ángel —exclama con vergüenza.

—Para mí sí —me acerco a ella y toco sus manos que aún sostienen la torta —creo que tú me debes algo —me acerco a su rostro y...

—¡Fea! —oigo a Katty regresar enojada. Corre y me pega una patadita —¡Papi mío!

Helen se ríe.

—Que posesiva tu hija.

Sí, ya sé a quién salió.

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