Me encuentro subiendo el ascensor de la empresa de Crista, marca reconocida de ropa Deluxe, una multinacional importante. Katty sostiene mi mano mientras seguimos subiendo y sonríe.

—Soy feliz, mami me va a querer ahora —sonríe.

No quiero romper sus ilusiones, pero no sé qué decirle, sólo espero que Crista esta vez, se comporte como una madre y no como una arpía.

—Claro Katty, pero primero hablaré yo con ella ¿de acuerdo?

Infla los cachetes.

—No quiero quedarme con esa chica fea —refiriéndose a la recepcionista de Crista.

—Katty...

—No quiero... —de sus ojitos salen lágrimas —papi ¿Por qué? —su frase favorita sale a la luz y le sonrío levantándola entre mis brazos.

—Tú pórtate bien y papi te comprara un caramelo ¿de acuerdo? —ella asiente. Creo que la consiento demasiado y mi billetera es la que va a sollozar.

El ascensor se abre y entra una morena de ojos verdes. Mi ceja se enarca, no sé si es porque es una belleza exótica o porque hace mucho que no estoy con una mujer. Concéntrate Daniel, no estás aquí para mirar, te encuentras aquí por tu hija.

La chica hermosa sonríe y baja justo en el mismo piso que nosotros. Hasta parece que caminamos a la misma dirección.

—Hola Helen —la saluda la recepcionista —Crista te está esperando en su despacho.

—Gracias —hasta su voz es melodiosa. Veo como se retira.

Concéntrate.

—Vengo a ver a Crista —le digo a la recepcionista.

—Un segundo por favor.

Ha llegado el momento.