Entro al hotel, es enorme, me hace sentir pequeño. El recepcionista me entrega una tarjeta y me indica la habitación.

Entro a un ascensor y viendo el lujo que tiene me molesta. Crista puede pagar esto para usarme y no para alimentar a su hija, es un monstruo, simplemente un monstruo.

Llego a la habitación y paso la tarjeta para abrir la puerta, así entro. Veo la cama y me revuelve el estómago pensar que pronto la estaré usando.

—Llegaste —oigo su voz y la observo salir del baño, tiene un vestido rojo que se puede sacar fácilmente. Noto su maldita arrogancia, al demostrarme que estoy a su merced. Me mira de arriba hacia abajo —no importa lo pobre que seas, siempre estás guapo —sonríe y se me acerca. Pone su mano en uno de los botones de mi camisa y lo desata, terminando por dejar mi torso al descubierto —¡Huy! Ya me excite —se muerde el labio inferior y yo dejo de observarla —estás muy tenso, mírame un segundo —agarra mi barbilla y se acerca a mi rostro —nos vamos a divertir —susurra cerca de mis labios.

—Eso dilo por ti.

Se ríe y me besa. No hay vuelta atrás.